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Cómo los colombianos se convirtieron en la comunidad irregular más grande de España

Uno de cada cuatro extranjeros sin papeles en España entró por Barajas o El Prat con un pasaporte colombiano y se quedó a vivir. Pocas esperanzas y la migración venezolana explican este éxodo

Foto: Colombianos en la embajada de su país en Madrid. (EFE)
Colombianos en la embajada de su país en Madrid. (EFE)

Marta emigró a España en 1996. Por aquella época había tan pocos compatriotas colombianos por la calle que, cuando veía a uno, le entraban ganas de ir corriendo a darle un abrazo. "Ahora doy una patada a una piedra y salen 100", explica entre risas esta profesional de la limpieza de 43 años. El año pasado, su ahijado le llamó desde Cali para decirle que se venía a España. Ella le recomendó que no lo hiciera, porque apenas había trabajo. Pero no le hizo caso.

"Muchos jóvenes colombianos se han venido a España a partir de 2015, cuando quitaron el visado, así que decidí ahorrar un poco y comprarme un billete de avión", cuenta Alberto, el ahijado de Marta. Primero fue a Barcelona porque unos amigos le habían dicho que tenían trabajo para él, pero cuando llegó allí se dio cuenta de que sin papeles poco podía hacer. Cuando se le acabó el dinero volvió a Madrid y consiguió un trabajo de pintor. Hasta que llegó la pandemia. "Desde entonces estoy en un albergue municipal porque la empresa se arruinó y no me volvieron a llamar. Muy poca gente quiere contratar en negro", lamenta.

Alberto es la imagen de la nueva inmigración irregular en España: un joven procedente de Colombia que entró con un billete de avión. Un informe presentado esta semana por la Universidad Carlos III de Madrid y la Fundación PorCausa estima que actualmente hay cerca de 100.000 colombianos viviendo de manera irregular en España, entre dos y tres veces más que la suma de todos los 'sinpapeles' procedentes del continente africano, incluidos Marruecos y Argelia. El estudio concluye que uno de cada cuatro irregulares entra por Barajas o El Prat con un pasaporte colombiano y se queda a vivir.

Foto: Ilustración: Lyubov Ivanova
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La historia de la comunidad colombiana en España es una historia de altibajos. En 1995, cifras manejadas por la embajada hablaban de menos de 50.000 los residentes en España, sumando regulares e irregulares. El flujo aumentó mucho a finales de los 90, con el gobierno de Andrés Pastrana y los años duros de secuestros de las FARC. Y se disparó tras un terremoto de enero de 1999 en el llamado 'eje cafetero', cerca del departamento de Armenia, que dejó a mucha gente sin trabajo. Entre 2001 y 2002, los colombianos se contaban ya en cientos de miles. "Recuerdo haber escrito sobre un informe de la Guardia Civil que decía que la inmensa mayoría de las prostitutas de carretera eran colombianas, cerca de 10.000 decían que había", recuerda Juan Carlos Iragorri, uno de los periodistas más influyentes de Colombia, que trabajó como corresponsal en Madrid para el diario 'El Tiempo' entre 1997 y 2001.

La Guardia Civil decía que la inmensa mayoría de las prostitutas de carretera eran colombianas

"Los colombianos", recuerda el excorresponsal, "estaban por ejemplo en Usera, Alicante, Murcia... Muchos volvieron a Colombia tras hacer un dinero y otros se quedaron. Pero cuando vino la crisis económica, a partir de 2008, regresaron a su país en masa, primero porque en España no tenían una situación estable, y segundo porque con el gobierno de Álvaro Uribe todo empezó a ser más seguro y la gente recobró la esperanza en el futuro".

Un revés importante para la comunidad había sido la imposición del visado a los colombianos para ingresar en el espacio Schengen, en marzo de 2001. "Varios intelectuales colombianos, entre ellos Fernando Botero, García Márquez, Álvaro Mutis o Fernando Vallejo, firmaron una carta jurando no volver a España mientras hubiera visa", recuerda Iragorri. "Luego la verdad es que todos incumplieron su palabra menos Vallejo. En cualquier caso, se juntó la crisis económica en España con el tema del visado y los colombianos perdieron mucha presencia en España". Hasta el año 2015, cuando la situación volvió a darse la vuelta.

Ni EEUU ni Venezuela: España

Como en todos los fenómenos migratorios, varios elementos confluyen en el auge de la llegada de colombianos a España, una comunidad que ya roza las 200.000 personas. Los destinos históricos de migración del país sudamericano pasan por momentos complicados. La vecina Venezuela, una ruta transitada durante décadas por millones de colombianos, está descartada por la brutal crisis económica y humanitaria. Por su parte, los Estados Unidos de Donald Trump tampoco son una meta sencilla en el actual momento político.

A esto se une que el crecimiento de la economía se ha ralentizado considerablemente en los últimos años por la caída de los precios de las materias primas a nivel internacional y el mercado laboral —especialmente en sus estratos de menor valor agregado— se ha visto distorsionado por la llegada de cientos de miles de venezolanos que huyen de su país. Esto hizo que cuando el pasaporte colombiano logró en 2015 ser aceptado sin visa en la Unión Europea —coronando una espectacular mejora de su reputación tras haberse considerado entre las peores del mundo en las décadas de los 80 y los 90, asociado a cárteles del narcotráfico y guerrillas marxistas— España escalara en la lista de destinos más apetecibles para la migración. Y para contar esa transformación migratoria de los últimos 25 años nadie mejor que a través de la voz de los colombianos en Madrid.

Álvaro Hernández lleva años dirigiendo Todo Noticias Latinas, un programa de radio famoso entre la comunidad latinoamericana afincada en Madrid. Su embrión lo creó poco después de llegar sin papeles a España en 2001, cuando consiguió un espacio radiofónico de una hora los sábados por la mañana, de 9 a 10, porque sentía que los inmigrantes latinos apenas conocían sus derechos. "Llamaban borrachos porque acababan de salir de la discoteca y preguntaban qué podían hacer, porque dábamos asesoría jurídica", explica Álvaro en una terraza de Tirso de Molina. Tuvo tanto éxito que se independizó y fundó su propio programa de radio. Desde entonces se ha convertido en un personaje casi indispensable para la comunidad latina en España.

placeholder Álvaro Hernández, la voz de los colombianos en Madrid. (C. B.)
Álvaro Hernández, la voz de los colombianos en Madrid. (C. B.)

"Colombia es una bomba de tiempo. Se está yendo todo el mundo. No emigran los pobres, sino la clase media que tiene dinero para pagarse un boleto de avión", cuenta Álvaro. Otros, como Iragorri, también creen que aumentará la emigración colombiana a España en los próximos años, especialmente por el fin de la visa: "Con los problemas que vienen ahora en Colombia la presión por emigrar a España se va a disparar. Hay gente vagando sin comida por las calles, familias enteras pidiendo algo que echarse a la boca y un aumento enorme de la inseguridad. Están entrando a robar en las casas con ametralladoras".

Francisco Solans Puyuelo, vicepresidente portavoz de la Asociación de Abogados Extranjeristas, prefiere mostrarse más cauto a la hora de establecer explicaciones unicausales entre el fin de la visa y el aumento de la inmigración irregular. "Cuando se levantó el visado en 2015 por un tira y afloja diplomático, los agoreros decían que habría una avalancha de colombianos, pero al principio no venían en cifras muy llamativas", afirma.

Porque detrás del incremento paulatino de irregulares colombianos en España hay otros motivos, como la dificultad para sobrevivir el día a día y la inseguridad. El país cafetero tiene más o menos la misma población de España pero 11.000 homicidios al año. Aquí solo hay 300. "Colombia está muy mal. Se le vendió al mundo un acuerdo de paz, pero ahora está peor que antes. Nosotros nos acostumbramos a vivir en un país en guerra, imagino que es fácil sobrevivir sin papeles aquí", recalca Álvaro. "El 70% de la tierra en Colombia no tiene propiedad. Si eres alguien con dinero, te montas un ejército y desplazas a la gente. ¿Sabes cuál es la noticia del día allá en Colombia? Nueve soldados violan a una niña indígena".

Los colombianos a menudo intentan utilizar la vía del asilo porque vienen contando historias muy duras

En líneas generales, Alberto, hasta hace un año policía en la región de Cali y ahora en pleno proceso para tramitar el asilo, está de acuerdo con el agrio panorama que otros pintan de su país. Él mismo decidió venirse a España por la inseguridad económica y las amenazas. "Aquí la vida es más tranquila, no como en Colombia. Allí tienes que sudar mucho para conseguir cualquier cosa. Hay mucha corrupción. Yo era policía y decidí que era mejor venirme a España para ganar dinero y traer a mi hijo a que venga a estudiar y darle una casa. ¿Qué más puedo hacer?". Ahora sus dos únicas preocupaciones son encontrar trabajo y lograr el asilo, algo que, según explican los expertos, es bastante común entre sus compatriotas: "Los colombianos a menudo intentan utilizar la vía del asilo porque vienen contando historias muy duras", explica Solans Puyuelo. "Los acuerdos de paz allí están con alfileres y es dura la situación de las mafias".

El sueño de una nueva regularización

El caso de Guillermo, natural de Medellín, es diferente. Lleva más de 20 años en el país, tiene la nacionalidad española y apenas se relaciona con colombianos. Desde hace dos años tiene un bar en Tetuán en la calle Marqués de Viana. Mientras cierra las sombrillas por la caída del sol, Guillermo lanza un mensaje a sus compatriotas al otro lado del Atlántico. "Yo les digo a los que me preguntan que no vengan a España, que la cosa está muy mal para encontrar trabajo. Pero no me creen, piensan que les estamos intentando engañar".

Unos minutos después vuelve con el móvil y dice: "¡El Paseo 4!", en referencia a una de las películas más taquilleras de la historia de Colombia. "Es una película que trata justo de eso, de una familia que va de turismo a Miami y aprovecha para visitar a un familiar. Creen que tiene una vida genial porque les miente pero llegan ahí y no tiene absolutamente nada", responde entre carcajadas.

Foto: Juan Luis Pérez, 'mando único' de inmigración de la Guardia Civil. (EFE)

Aun así, Guillermo reconoce que él entiende a todos los familiares y amigos que insisten en venir a España. Al fin y al cabo, suspira, vivir aquí mal es mejor que vivir allí mal. "Hay gente que allí no puede comer y aquí saben que, aunque les vayan mal, podrán comer. Aun así, creo la inmigración también tiene mucho de psicológico. La gente vive engañada, se piensan que esto es el paraíso. En tu país no tienes oportunidades, pero por mucho que te digan que allí tampoco, te ilusionas. Es irte a lo desconocido".

Prácticamente todos los colombianos consultados para este reportaje, tanto los irregulares como los que ya tienen papeles, confían en que en los próximos años haya una nueva ley de extranjería y una regularización como la que hizo José Luis Rodríguez Zapatero en 2005. "Sánchez y Ábalos lo han dejado caer. Además, la crisis económica va a ser muy grande y el Gobierno va a necesitar recaudar", cuenta Álvaro Hernández, quien llegó a presentarse a las elecciones municipales con la coalición Madrid Diversa el año pasado, convirtiéndose en el primer candidato latino en la historia de la capital. Consiguió 1.112 votos, pero él insiste en que lo importante no era el resultado. Ahora está montando una cooperativa para poder ayudar a los más perjudicados por la pandemia del coronavirus. En la radio recibe llamadas de latinos contando algunas historias estremecedoras.

"Hace poco, una chica, interna en una casa de Madrid, llamó a la radio y dijo que había estado secuestrada por la familia que le pagaba", cuenta Álvaro. "La madre de la familia no le dejaba salir por si cogía el coronavirus. Como no tenía papeles, no se atrevía a llamar a la policía. Consiguió salir y, después, la empleadora la demandó, acusándola de haberle robado. Cuando ella le contó la historia a la policía, los agentes le recomendaron que denunciara a la familia. Pero ella no sabía que, aunque no tuviera papeles, los podía demandar".

Marta emigró a España en 1996. Por aquella época había tan pocos compatriotas colombianos por la calle que, cuando veía a uno, le entraban ganas de ir corriendo a darle un abrazo. "Ahora doy una patada a una piedra y salen 100", explica entre risas esta profesional de la limpieza de 43 años. El año pasado, su ahijado le llamó desde Cali para decirle que se venía a España. Ella le recomendó que no lo hiciera, porque apenas había trabajo. Pero no le hizo caso.

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