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Guía para acoger a un ucraniano en casa: la avalancha de solidaridad colapsa las ONG
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CUIDADO AL ACOGER MENORES SOLOS

Guía para acoger a un ucraniano en casa: la avalancha de solidaridad colapsa las ONG

Las organizaciones españolas que trabajan en Ucrania están desbordadas de solicitudes de personas que quieren ayudar, pero no saben cómo. Varios ministerios se coordinan para gestionar el flujo

Foto: Pablo y su mujer están esperando a que Carolina pueda salir de Ucrania. (Cedida)
Pablo y su mujer están esperando a que Carolina pueda salir de Ucrania. (Cedida)

Pablo González lleva días pendiente del móvil. Ha estado una semana sin saber nada de Carolina, la niña de 12 años que pasó con ellos el último verano y las navidades. Se marchó apenas un mes antes de que la guerra de Ucrania estallase y ella se quedase atrapada en Divrivne, a 80 km al norte de Kiev, con sus dos hermanos y su madre con discapacidad. “Ayer conseguimos hablar con ella tras varios días porque volvieron a tener luz. Nos dijeron que la comida se les está agotando ya y que su pueblo está lleno de tanques”, contaba este martes al teléfono este madrileño de Valdemoro.

Él y su mujer quieren traerse a toda la familia y acogerlos en dos habitaciones que tienen vacías a través de la organización con la que habían tramitado las últimas estancias estivales. “Hemos rellenado ya toda la documentación y tenemos los papeles listos, solo queda que ellos puedan salir de donde están para huir a la frontera e ir a buscarles”.

En su caso, los trámites para acoger a un menor de Ucrania son sencillos: cuentan ya con el certificado de familia de acogida por sus experiencias anteriores. En él se pide, entre otras cuestiones, ausencia de antecedentes penales y sexuales, informes médicos de adicciones, enfermedades infecciosas o el compromiso de hacerse cargo económicamente de todos los gastos derivados de la acogida. Trámites por los que ahora mismo hay que pasar si se quiere acoger a un menor víctima de la invasión rusa, por lo que por el momento solo las familias que estaban previamente en estos programas están accediendo a ello.

“En la ONG con la que estamos nosotros, Ven con Nosotros, están desbordados. Tienen ya casi 1.000 familias dispuestas a acoger, pero necesitan recursos para evaluarlas y poder dirigir a las familias ucranianas”, explica Pablo.

Desde que estalló la guerra de Ucrania, las asociaciones que trabajaban trayendo cada año a niños ucranianos de zonas como la de Chernóbil no dan a basto. Pocas cogen el teléfono, comunican continuamente o tienen el buzón de voz lleno de mensajes. La situación de emergencia y el desconcierto general sobre la situación hacen que cientos de personas que quieren ayudar no sepan cómo y recurran a las distintas asociaciones y ONG. “Mucha gente me llama queriendo ir a la frontera a traerse gente, pero lo importante es saber dónde van a alojarlos. Necesitamos estar seguros de que tendrán un sitio desde donde poder gestionar todo más adelante”, explica Gala Korolova, presidenta de la asociación Sonrisas de Ucrania. “Tenemos gente ya en Barcelona, donde estamos, que está durmiendo en la iglesia o en la asociación. Nos faltan sitios donde llevarles”.

placeholder Ucranianos huyendo de la guerra. (EFE/EPA/Mikhail Palinchak)
Ucranianos huyendo de la guerra. (EFE/EPA/Mikhail Palinchak)

Mientras contesta al teléfono, va en un coche rumbo a la frontera con Polonia para traer a una familia. “Son 13 personas que están en un campo de refugiados, con una niña que tiene que estar conectada a una máquina. En cuanto lleguemos, nos la traerán a la frontera en una ambulancia y de ahí hasta una familia que la acogerá en Barcelona. Estamos sufragando todo nosotros con colectas que vamos haciendo y la ayuda de la gente”.

"Mucha gente me llama queriendo ir a la frontera a traer gente de allí, pero lo importante es saber dónde van a alojarlos"

La avalancha de interesados en acoger a los que escapan de la guerra está desbordando a todos, a la vez que el Ministerio de Inclusión y las distintas comunidades autónomas (que tienen las competencias de acogida) intentan agilizar los procesos y poner en marcha espacios donde recibirles y desde donde dirigirles. De momento, el Gobierno ha anunciado que habilitará 12.000 plazas con este objetivo y desde el Ministerio del Interior aseguran estar trabajando para flexibilizar lo máximo posible los trámites.

Al menos un millar de ucranianos han llegado ya a territorio español, pero según la ONU la cifra de refugiados puede superar los dos millones en todo el mundo. España podría convertirse en uno de los principales focos, ya que aquí reside una de las mayores comunidades de ucranianos en el extranjero. “Tenemos que estar preparados para acoger un número importante de personas, y aunque todavía no se ha dado el escenario de afluencia considerable de ucranianos, con o sin redes familiares, en los próximos días van a estar disponibles tres grandes centros del Ministerio de Inclusión, de recepción y derivación, en Alicante, Madrid y Barcelona”, explican desde el Ministerio de Inclusión, Migración y Asuntos Sociales. “Estos centros se ubican en las zonas de mayor concentración de comunidad ucraniana en nuestro país. Ofrecerán atención, obtención de documentación y derivación, en base a la directiva de Protección Temporal”. Además, se harán entrevistas para buscar la mejor ubicación para los llegados de Ucrania, ya sea con sus familiares o en los centros de las comunidades, del ministerio o de las ONG colaboradoras.

El pasado viernes, el Consejo de la Unión Europea aprobó que las personas sin recursos que huyen de la guerra puedan acceder a los mismos derechos que los solicitantes de asilo de forma inmediata ante la avalancha que se espera. Es decir, les da permiso de residencia, acceso al mercado laboral, vivienda, educación o asistencia médica durante un año, prorrogable otro más. Desde que consiguen salir de Ucrania y pisan suelo europeo, los ucranianos pueden acogerse a esta protección temporal, lo cual facilita sustancialmente los procesos en España y otros países europeos.

Canalizarlo por las ONG

Para realizar los acogimientos con las máximas garantías, desde Inclusión recomiendan “canalizar la ayuda de la ciudadanía a través de las diferentes organizaciones no gubernamentales (ONG) humanitarias que trabajan en la zona”, a la vez que desaconsejan "las donaciones en especie en los primeros momentos de la emergencia al ser susceptibles de saturar las capacidades logísticas de los actores humanitarios”. Hay que tener en cuenta que aunque las ONG son el enlace que pone en contacto a las familias acogedoras y las necesitadas, al final es la Subdelegación de Gobierno de cada provincia la que aprueba la acogida en el caso de los menores.

Ahora mismo, acoger a menores no acompañados es más complicado que a madres con niños o familias enteras, porque son trámites que hay que hacer con extrema prudencia. “Antes de desplazar a un menor no acompañado a cualquier país, primero hay que ver cuál es su situación, qué familiares tiene y tratar de localizarles y si pueden reunificarse en un lugar seguro. Solo en una segunda fase se plantearía mandar a esos niños a otros lugares”, explica María Jesús Vega, portavoz de Acnur. “Si se empezaran a dispersar por todos los países sin control, como ha ocurrido en contextos de guerra y de violencia como en la guerra de Bosnia o en Ruanda, se corre el riesgo de perder los vínculos y la localización de los niños con sus familiares. En aquellos casos, hubo hasta procesos de adopción, y cuando terminó la guerra y pudieron localizar a sus hijos después de unos años, hubo familias que no los pudieron recuperar”.

De hecho, ya circulan algunos bulos que suplantan la identidad de asociaciones acreditadas sobre el terreno buscando familias dispuestas a acoger menores.

"Antes de desplazar a un menor no acompañado a cualquier país, hay que ver cuál es su situación"

“Para evitar trafico internacional de menores, que es el mayor riesgo, lo esencial es que los menores acudan a su embajada para que se les identifique y proporcione documentación si es necesario”, explican desde el Ministerio de Exteriores. “Si una familia española quiere acoger, el menor tiene que tener la documentación, y eso lo da la embajada ucraniana, bajo la tutela del país en el que se encuentra: Moldavia, Rumanía... Nosotros no podemos expedir documentación española”.

Aunque menos indefensos, en el caso de los adultos la prudencia también debe mantenerse. “Las iniciativas privadas para ofrecer casas y alojamiento deben estar coordinadas por ayuntamientos, comunidades autónomas, las ONG de asilo o por el Gobierno central, para asegurar que las personas que acogen pasan los filtros correspondientes y que no se pone a estas personas en riesgo de caer en redes de trata. Además, así quien ofrece acogida tiene apoyo de profesionales sobre refugio y asilo para resolver dudas, orientar o apoyar incluso a nivel de interpretación o psicológicamente”, apuntan desde Acnur.

Una de las preguntas más habituales entre los interesados en ayudar es cuánto tiempo deben garantizar esa acogida. De momento, en Sonrisas de Ucrania piden que se asegure al menos un mes, aunque hay que tener en cuenta que la situación puede alargarse en función de los trámites que tengan que hacer después.

Otros prefieren curarse en salud. “Siempre nos aseguramos de que puedan tenerlos en acogida de forma indefinida, porque no sabemos cuánto puede durar esto”, explica Jonathan Hergueta, fundador de Sonrisas de Fe, una organización que durante la pandemia acompañaba a personas mayores y pacientes solos en los hospitales. No tenía experiencia trabajando en Ucrania hasta ahora. “Estamos sin parar, sobrepasados, hoy mismo tengo unos 300 mensajes de familias que quieren ayudar, y una base de datos de 500 con las que ya hemos hablado. Muchas ofrecen habitaciones, pero también tenemos como un centenar que pone a disposición su segunda residencia. Cuando los voluntarios en Polonia nos trasladan algún caso, buscamos a alguien que pueda acogerles y les mandamos para allá”.

Por el momento, ambas organizaciones están sufragando todo con sus fondos o donativos, y piden sobre todo ayuda económica o logística para poder hacer los traslados en coche o autobús. “Funciona todo con el boca a boca, aunque el ayuntamiento de aquí está intentando llevar un registro, pero las gestiones deben ser más rápidas”, dice Korolova de camino a Polonia.

El caso alemán

La guerra de Ucrania está generando la crisis de asilo más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Al menos, la más urgente, por lo que a muchos países les ha pillado con el pie cambiado en lo que a gestiones y estructura se refiere.

No es así en el caso alemán, que cuenta con la experiencia aprendida durante la crisis de refugiados que vivió en 2015 y de donde se pueden sacar algunas lecciones para lo que está por venir. Lo primero que hicieron entonces fue crear 150.000 plazas de 'recepción inicial' para los solicitantes de asilo, donde les informaban de todos sus derechos y les orientaban psicológica, jurídica y laboralmente. Podían estar allí varios meses, hasta que se resolvía su solicitud de asilo, tras lo que eran trasladados a su ciudad definitiva siguiendo un sistema de cuotas para distribuir el peso migratorio entre los distintos estados, salvo en los casos de reagrupación familiar.

“El mismo día que Rusia invadió Ucrania, tenía un 'e-mail' de mi jefa con pautas para organizarnos. Hemos dejado lo que estábamos haciendo y nos hemos puesto todos con esto. La experiencia de 2015 ha sido vital”, explica Raúl, un cántabro que trabaja en una organización de asesoría laboral para migrantes en la capital alemana.

Casi 900.000 solicitantes de asilo llegaron esos años al territorio alemán, lo que también generó que se potenciase una estructura asociativa para ofrecerles atención especializada y facilitar su integración. Esa red se ha puesto en marcha rápidamente estos días, organizándose en canales de Telegram o grupos de Facebook para dar atención a los ucranianos. Informan desde las clínicas que ofrecen consultas gratuitas hasta de cuántos voluntarios intérpretes de idiomas hay cada hora en las principales estaciones de ferrocarril de Berlín.

Las imágenes de berlineses yendo a las estaciones de tren a recogerles han dado la vuelta al mundo, y es habitual estos días ver por la capital alemana locales que se organizan para dar paquetes de comida o de ropa a los recién llegados. “Y muchos de los que ayudan ahora son sirios o afganos”, cuenta Raúl.

Pablo González lleva días pendiente del móvil. Ha estado una semana sin saber nada de Carolina, la niña de 12 años que pasó con ellos el último verano y las navidades. Se marchó apenas un mes antes de que la guerra de Ucrania estallase y ella se quedase atrapada en Divrivne, a 80 km al norte de Kiev, con sus dos hermanos y su madre con discapacidad. “Ayer conseguimos hablar con ella tras varios días porque volvieron a tener luz. Nos dijeron que la comida se les está agotando ya y que su pueblo está lleno de tanques”, contaba este martes al teléfono este madrileño de Valdemoro.

Conflicto de Ucrania
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