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El morbo del debate electoral entre Mañueco, Igea y Tudanca
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ELECCIONES 13-F

El morbo del debate electoral entre Mañueco, Igea y Tudanca

El interés del segundo enfrentamiento entre Mañueco, Igea y Tudanca no estaba en ver quién lo hacía mejor, sino en poder apreciar a tres perdedores distintos en acción

Foto: Los candidatos del PSOE, PP y Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Castilla y León, (d-i) Luis Tudanca, Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea, respectivamente, junto a sus asesores. (EFE/Nacho Gallego)
Los candidatos del PSOE, PP y Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Castilla y León, (d-i) Luis Tudanca, Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea, respectivamente, junto a sus asesores. (EFE/Nacho Gallego)
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Esto fue lo que me salvó: descubrir a tiempo dónde estaba el factor morbo del debate. Si no llega a ser por ese pequeño milagro, me habría comido el Noruega contra Suiza de 'curling' –el deporte que consiste en deslizar una olla exprés por una plancha de hielo mientras se pasa la mopa—. ¿Quién en la faz de la tierra no prefiere una partidita de petanca electoral ibérica a esa barbaridad?

El interés del segundo enfrentamiento entre Mañueco, Igea y Tudanca no estaba en ver quién lo hacía mejor, sino en poder apreciar a tres perdedores distintos en acción. Es de justicia reconocer que en eso no defraudan, que lo están dando todo.

Foto: El presidente de PP, Pablo Casado (i), y el candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Almudena Álvarez) Opinión

Pierde el del PP respecto a las expectativas que generó desde el autoengaño de que la mayoría absoluta era pan comido. Pierde el de Ciudadanos en su autorreferencial camino hacia la más acusada de las caídas del 13-F. Y pierde el socialista, pierde, porque la vez anterior fue ganador y ahora tiene la derrota garantizada mientras se comporta como un autómata. Están perdiendo los tres, cosa curiosa, mientras ganan terreno todos los que no salieron en la noche de este miércoles en televisión.

Así que petanca de 'boomers' y para 'boomers' mientras las crisis se amontonan y nota la tríada de candidatos que no puede ser más alta la presión. De ahí la importancia del trabajo psicológico en cada equipo. La clave, en mi opinión, del último debate.

Foto: claves-electorales-castilla-leon-manueco-vox-soria

Es llamativo que el contendiente que más necesitaba trabajar la mente de cara al debate fuese el menos preparado psicológicamente. Igea está viviendo estas semanas como una ocasión para el desquite personal en lugar de como una oportunidad para ganar votos. Hay algo impúdico en la cantinela Pimpinela cuando no se está en la pista de baile sino en la carrera electoral.

Igea destinó cinco ataques a Tudanca y 34 a Mañueco. Sí, sí: 34. Se le nota que está dolido. Pero esto es un debate electoral y no 'La isla de las tentaciones'. Las campañas no van de averiguar quién tiene razón respecto al pasado, por muy reciente que sea, por muy en carne viva que uno lo tenga, sino de ofrecer a los electores unos cuantos motivos para que te voten y puedas gestionar el futuro.

Ese es el error de partida, por eso el de Ciudadanos repitió y acentuó la estrategia del primer encuentro. Y por eso obtuvo un resultado peor que la vez anterior. A los debates no se va a sangrar por la herida, ni a tirarle chinitas a quien ha sido tu socio aunque te haya traicionado, hay que llegar llorado para desplegar desde el atril una oferta mejor que las demás. No es tan difícil. Pero creo que dejó al público confundido, ya veremos si al electorado también.

Lo primero que debe aprender cualquier profesional del noble arte de la petanca es que el universo no gira a su alrededor, en eso consiste precisamente la belleza del juego.

Solo hay algo más arriesgado que no prepararse mentalmente para un debate: que te preparen mal. Desde fuera, da la impresión de que alguien hurgó irresponsablemente en la cabeza del candidato socialista. El típico listo que aconseja más agresividad y más empatía para hacer creíble la posibilidad de cambio en el Gobierno que nadie contempla.

Convencieron a Tudanca de que apostase más fuerte y terminó diluyéndose por intentar jugar contra su propia naturaleza. El coraje es como el sentido del ritmo —se tiene o no se tiene— y eso en televisión se nota, se transparenta.

Atacó a Mañueco en 11 ocasiones y dedicó a Igea tres pescozones. Nada demasiado grave. Lo serio es que el candidato socialista no fue ni presidente verosímil para el conjunto ni líder de la oposición deseable para el electorado progresista.

Si, además de lo anterior, pasa lo que tanto pasa con el sanchismo, esa distancia entre lo que se es y lo que se dice, lo normal es que el espectador mire el móvil por si ha escrito la prima de Soria.

Más todavía con tanta emoción impostada de por medio. Murió un gatito cada vez que Tudanca forzó la voz y entrecerró los ojos para aparentar que se creía lo que decía. Terminó y hubo genocidio.

Foto: Ayuso, junto a Mañueco, este viernes en Burgos. (EFE/Santi Otero)

Lo segundo que tiene que aprender quien juega a este deporte es que la petanca se juega con bolas de acero y con los dos pies bien firmes en el suelo. Si te mueves sin motivo, si te cimbreas como hizo él, el espectador detecta la señal de inseguridad y te declara hombre muerto.

Deben pensar en el PP que las finales se ganan, no se juegan. Mañueco no jugó y tampoco ganó. Hizo bien. No es que se reservase, es que no hay más cera que la que arde. Bastantes vías de agua tiene abiertas ya esa campaña como para andar jugando a la ruleta rusa.

Aplicó el presidente la escuela de petanca salmantina: clásica y sin ninguna concesión a los rivales. Rocosa, la única que conoce en realidad. Una estrategia diseñada para insistir en la certidumbre, renunciar a los aspavientos y evitar las provocaciones. 10 golpes a Tudanca y cinco a Igea, menos que sus rivales aunque bastante mejor medidos.

Buscó una partida larga, sin emoción. Sobrevivir a los dos primeros bloques —pandemia y políticas sociales—, mandar en el de economía y no fallar ni en infraestructuras ni en los pactos del día después. A ese guion se aferró como lo hace el náufrago al tablón.

La tercera lección que se aprende en petanca es que gana quien más cerca se queda del boliche —de la bolita más pequeña—. Por eso tiene sentido jugar a no cometer errores cuando uno se enfrenta a jugadores poco hábiles.

El problema es que aquí el boliche es verde y menor. Negar la evidencia de Vox no es un recurso táctico defensivo, es comportarse como Maricomplejines y, como consecuencia natural, una torpe equivocación impropia de cualquier líder. Pobre, muy pobre.

Foto: Luis Tudanca y Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Javier Lizón)

Con el final del debate, agoniza una campaña en la que está faltando de todo, desde el reconocimiento en crudo de la verdad hasta la visión de futuro. Proyectos políticos que estimulen algo más que una frase de sobre de azucarillo. Sin embargo, lo que más se echa en falta es un poquito de nivel en los candidatos. Da lastimita. Es una pena, la verdad.

Menos mal que Noruega terminó ganando 7 a 4 a los suizos. Steffen Walstad volvió a brillar, es un figura. No se lo pierdan.

Esto fue lo que me salvó: descubrir a tiempo dónde estaba el factor morbo del debate. Si no llega a ser por ese pequeño milagro, me habría comido el Noruega contra Suiza de 'curling' –el deporte que consiste en deslizar una olla exprés por una plancha de hielo mientras se pasa la mopa—. ¿Quién en la faz de la tierra no prefiere una partidita de petanca electoral ibérica a esa barbaridad?

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