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Toledo, ciudad fantasma: el covid se llevó a 2 millones de turistas y ha dejado un erial
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Los estragos de la pandemia

Toledo, ciudad fantasma: el covid se llevó a 2 millones de turistas y ha dejado un erial

La pandemia causa estragos en el casco histórico toledano, que vendió su alma al turismo. "Uno de cada cinco negocios ubicados en ciudades patrimoniales se plantea cerrar", apunta la federación de empresarios local

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Difícil imaginar Toledo sin grupos de orientales recorriendo sus calles fotografiándolo todo. De turistas en general. Pero la pandemia ha puesto al mundo del revés: vació su casco histórico, el segundo más extenso del mundo tras Roma, con 260 hectáreas y más de 100 monumentos. Antes del coronavirus, la capital toledana recibía más de dos millones de visitantes al año, casi la mitad extranjeros. Ahora este enclave privilegiado, en el que bullían negocios de todo tipo, se ha convertido en un erial.

Ya no hay turistas orientales, ni americanos, ni europeos, y muy pocos nacionales. Solo los castellano-manchegos que han aprovechado la apertura de fronteras dentro de la comunidad autónoma permitida por el Gobierno regional. Llegan principalmente de Albacete y Ciudad Real. También algunos madrileños que pese al cerrojazo han aprovechado la cercanía para pasar el fin de semana en la capital de Castilla-La Mancha. Así lo reflejan los datos de la oficina de turismo del Ayuntamiento. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) también son desoladores, aunque no tanto como pudiese parecer por la imagen que ofrece la ciudad. En 2019 se registraron 910.000 pernoctaciones y en 2020 fueron 289.000, lo que supone una caída próxima al 70 por ciento.

Este vacío ofrece una inusual imagen de uno de los enclaves patrimoniales más potentes del país. La crisis sanitaria, el confinamiento, las restricciones y los cierres perimetrales han apagado de manera obligatoria o tácita el comercio y la hostelería, principalmente enfocada al turismo, y están haciendo mella en la autoestima de quienes resisten y continúan abiertos pese a las dificultades. “En los mejores días hemos hecho 50 euros de caja”. Lo cuenta Rafael, el propietario de una mercería histórica ubicada en la calle Comercio, el eje principal del casco.

Foto: Una casa en el municipio de Quero, situado en la provincia de Toledo. (I. G. V.)

Esta tienda te traslada décadas atrás por su mobiliario y por el trato cercano dispensado por sus propietarios. Conservan hasta la caja registradora que usaba su abuelo. Rafael tiene 70 años y ha echado el cierre. Ya lo había decidido antes de la pandemia pero ahora con más fuerza. Quiere descansar y disfrutar. El coronavirus se llevó a su hermano, copropietario del negocio, hace unos meses. Ambos eran la tercera generación que regentaba esta mercería. “La hemos vendido”, cuenta su esposa, mientras sale a la administración de lotería de enfrente a comprar un décimo. Sigue abierta.

A escasos metros también ha cerrado una sombrerería histórica, del mismo perfil, así como dos o tres tiendas de recuerdos que había a escasos metros. Tampoco ha abierto el local de venta de bocadillos de jamón o la heladería. Probablemente no sean cierres permanentes porque el turismo volverá. Ha cerrado hasta Zara, aunque en sus instalaciones abrirá sus puertas próximamente Druni, otra gran cadena de perfumería y cosmética.

Los datos oficiales al respecto no están claros. El Ayuntamiento explica que se debe a que solo están obligados a comunicarlo los negocios que facturan más de un millón de euros al año y que pagan el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), precisamente el caso del buque insignia de Inditex. Ni la Patronal ni la Asociación de Hostelería tienen tampoco una foto real, pero la sensación es de “catástrofe”, indican ambas organizaciones. Sí se atreven a decir que “un 10 por ciento” del centenar de tiendas de souvenires y artesanía ha echado el cierre para siempre.

El turismo es el principal pulmón económico de Tolego, genera el 50 por ciento de su economía

Una situación que no solo vive Toledo sino que comparten otras ciudades cuya economía está muy vinculada al turismo. En este caso es su principal pulmón económico. Genera el 50 por ciento de su economía, destaca el secretario general de la Federación Empresarial Toledana, Manuel Madruga, y el 25 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) y casi el 15 por ciento del empleo, refuerza el concejal de Turismo y Promoción Económica, Francisco Rueda.

La calle Comercio es la principal arteria del casco. Conecta la plaza de Zocodover, a escasos metros del Alcázar, con la plaza del Ayuntamiento, donde se ubica la Catedral, una de las más visitadas del país. La vía actualmente está en obras y, paseando por ella, la sensación es que tiene más cierres echados que levantados. “Los alquileres están altísimos y no es fácil instalarse o mantenerse”. Lo cuenta la empleada de Agudo, una de las zapaterías emblemáticas. Ellos mismos desmontaron su tienda principal poco antes de la ‘era covid’ y ahora mantienen una abierta en una de las calles adyacentes. “Sin turistas es un logro vender”. El teletrabajo también ha hecho daño, toda vez que el funcionariado es el otro gran potencial de este enclave.

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Foto: Isabel García Villota

Si te adentras en el corazón de la zona histórica es muy complicado cruzarte a alguien por la calle. Óscar ha hecho su propio estudio. El estanquero de la calle Santo Tomé, otra de las más turísticas en pleno barrio judío, calcula que actualmente pasa por allí “una persona cada diez minutos, cuando antes eran cientos cada hora”. Está muy cerca de la iglesia de Santo Tomé, donde se puede visitar ‘El entierro del Conde de Orgaz’, uno de los lienzos más impresionantes del Greco; también del Museo del Greco, el Museo Sefardí o la sinagoga de Santa María la Blanca. Abre su estanco a diario para cumplir con lo obligado por Tabacalera, pero si por él fuese limitaría la apertura a los fines de semana. Los bares y tiendas de alrededor no han levantado la persiana en lo que va de pandemia. Solo algunos resistes, principalmente los que son propietarios de los locales.

Cerca de allí está la panadería de Antonio. Despacha una barra de pan a Emilia, su prima. “Esta gente lo está pasando muy mal, alhaja”, espeta. Utiliza una expresión muy toledana para referirse a alguien con cariño. Es ‘TTV’, como se conoce a los ‘toledanos de toda la vida’ del casco, y siente “mucha pena” al ver el barrio “desangelado”.

Antonio resiste, pero se queja de que no todas las ayudas prometidas por las administraciones llegan. En su caso sí ha recibido el ingreso de la Junta de Comunidades pero no del Ayuntamiento y recalca que “nadie puede vivir de vender cuatro barras de pan”. En sus estanterías también hay vinos, cervezas artesanas, dulces típicos y otros artículos muy enfocados al turismo: “Si no vienen, no compran”.

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Foto: Isabel García Villota

Desde la Federación Empresarial Toledana (Fedeto) evidencian que los cierres perimetrales han destrozado los cascos históricos. “Las pérdidas en los barrios fueron del 30 al 60 por ciento en 2020, pero en las zonas históricas pudieron superar el 90 por ciento”, cifra Manuel Madruga, su secretario general, quien alerta: “Uno de cada cinco negocios ubicado en ciudades patrimoniales se está planteando cerrar”.

Resisten los que han negociado los alquileres con los propietarios o los que son dueños de los locales. Así le ha ocurrido a Félix. Regenta la única pescadería que queda en la calle Tornerías, a escasos metros del Teatro de Rojas y de la Catedral. Antiguamente se conocía como ‘calle de las pescaderías’ y había vecinos de otros barrios que se desplazaban hasta allí a comprar. Había tres pescaderías. Ahora quedan abiertas algunos locales ‘de siempre’, otros van cambiando de actividad y otros directamente han cerrado. “Aquí hay muchas personas mayores y es complicado resistir”, insiste. “El casco es precioso pero tiene muchos puntos débiles”, añade Chus, una empleada.

Foto: Una casa en el municipio de Quero, situado en la provincia de Toledo. (I. G. V.)

La hostelería también ha sufrido el mazazo. Se han quejado duramente del cierre impuesto por el Gobierno regional. Recalcan que ellos no son culpables de los contagios pero que les han impedido abrir en algunos momentos y en otros han tenido restricciones muy duras con aforos que convierten en inviable el negocio. No te impiden cerrar, pero tampoco hay clientes. Así lo cuenta David, camarero de la cervecería artesana ‘Entrecalles’ a apenas 20 metros de la plaza de Zocodover, centro neurálgico del casco. Sufrieron el cierre obligatorio y desde hace meses abren solo de jueves a domingo por las tardes por la falta de clientela. Han vivido los ERTE, se han reinventado con entregas a domicilio de cervezas y comida y sobreviven gracias a su clientela habitual. La que no solo quiere una caña y sentarse en cualquier terraza, sino que busca un producto muy específico.

Desde el Ayuntamiento de la ciudad, el concejal Francisco Rueda reconoce la “terrible sacudida” para el sector. “El casco ha sufrido mucho como ha ocurrido en otras ciudades como Florencia o Roma, porque tenían una parte muy importante de su actividad vinculada al turismo. En nuestro caso casi la mitad de los visitantes eran extranjeros”, recalca. Indica que la desescalada supuso una “reactivación rápida” en verano del turismo nacional con fines de semana “incluso con más movimiento que el año anterior”. Una situación que se desplomó con la segunda y, sobre todo, con la cruenta tercera ola.

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Foto: Isabel García Villota

Rueda reconoce que la hostelería “lo ha pasado mal”. Por eso recuerda que hace unos días, cuando el Gobierno regional aumentó las restricciones en Toledo ciudad, el Ayuntamiento pidió que se fuese más flexible con el sector atendiendo a los efectos de la vacunación. Lo consiguió. Desde la administración local, indica, se han adoptado medidas para intentar ayudar. Cita la flexibilización de los criterios para la instalación de terrazas además de agilizar las trámites para su concesión. A día de hoy hay concedidas 126 licencias para instalación de terrazas en establecimientos hosteleros en la ciudad. Nunca antes, indican desde el consistorio, la cifra había sido tan alta en abril. Hay otras 30 licencias en estudio.

Por otro lado, apunta el edil, el Ayuntamiento ha concedido unas 600 ayudas directas a pymes y autónomos por valor de 600.000 euros y está a punto de aprobarse otro paquete por el mismo importe. “También hemos suprimido la tasa de apertura de negocios en 2021, con 73 beneficiarios en lo que vamos de año, y hemos aprobado la exención de la tasa por ocupación de vía pública de terrazas y mercadillos durante los últimos cuatro meses del año y se les ha eximido en enero y febrero por los efectos del temporal Filomena y por las restricciones”, recalca.

La pandemia ha evidenciado las vergüenzas de un enclave que hace años pasó de ser un barrio residencial a una especie de ‘parque temático'

El Partido Popular lleva meses denunciando que las medidas son escasas y llegan tarde. La portavoz del principal partido de la oposición en Toledo, Claudia Alonso, paseaba hace unos días por la calle Santo Tomé, cerca de donde también se ubica la Presidencia de la Junta de Comunidades, y pedía al Gobierno de Emiliano García-Page que diese marcha atrás en las restricciones impuestas a la hostelería, el comercio y la cultura en la ciudad, y también entraba directamente en la campaña del 4-M. “Toledo no aguanta más y ya está bien de que Page y Tolón (Milagros Tolón es la alcaldesa de la ciudad) lleven un año prohibiendo e impidiendo a la gente trabajar en libertad. En un año Page no haya encontrado ninguna solución para gestionar la pandemia que no sean cerrar, prohibir y arruinar a la gente", censuraba. "Hay otro modo de gestionar esta pandemia y ahí está el ejemplo de Madrid. En Toledo queremos un Almeida y una Ayuso. Aquí los gobiernos socialistas están dejando morir a Toledo de forma», decía.

El Ayuntamiento, los hosteleros y los empresarios fían buena parte del futuro a la apertura de fronteras a partir del 9 de mayo con la finalización del estado de alarma. Seguridad, vacunación y libertad para poder trabajar y movernos. “Hay una demanda embolsada y un ahorro embolsado”, recalca el concejal de Turismo, quien indica que el Ayuntamiento está trabajando con la asociación local de hostelería en un programa de estímulo al consumo con bonos descuento.

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Foto: Isabel García Villota


Pero hay voces que apuntan a que la pandemia ha evidenciado las vergüenzas de un enclave que hace años pasó de ser un barrio residencial a un ‘parque temático’. Es el caso de la asociación vecinal ‘Iniciativa Ciudadana del casco histórico’ quien enfatiza en las consecuencias de la gentrificación: viviendas destinadas a uso turístico, encarecimiento de los alquileres o falta de servicios enfocados al vecino. Su portavoz, Hilario Alarcón, quien sostiene que “la crisis sanitaria solo ha evidenciado la vieja realidad del casco”. Un casco donde desde hace años no se puede hacer una fotocopia o una foto de carné y prácticamente no se puede hacer la compra.

El colectivo vecinal denuncia la despoblación y desconfía de las cifras del padrón oficial que apuntan a un ligero incremento anual de empadronados en el casco. A 1 de enero de 2020 son 10.525, 73 más que el año anterior, en una ciudad con 86.084 vecinos totales, casi un millar más que en 2019.

Alarcón indica que el casco ha ganado unos 100 vecinos desde 2018 tras haber perdido más de 1000 en los últimos años, desconfiando de este reciente incremento. “Hay cientos de empadronamientos de falsos vecinos para conseguir la tarjeta de aparcamiento de residente y, últimamente, para ocultar a la administración cientos de viviendas residenciales utilizadas como negocios de alojamientos turísticos, la mayoría de ellos rehabilitados como viviendas con dinero público del Consorcio”.

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Foto: Isabel García Villota

Añade: “No deja de ser revelador que en 2018, año del inicio de la legislación para regular o hacer visibles los alojamientos turísticos extrahoteleros, sea también el año del inicio del leve incremento de población oficial, sin ningún proyecto inmobiliario residencial y con más de 500 viviendas utilizadas solo como negocios turísticos”.

Desde el Ayuntamiento hacen otra lectura. Creen que el turismo ha mantenido “vivo” el casco. Con locales, actividades culturales y de ocio, movimiento y personas, no solo monumentos. “El turismo ha salvado al casco, ha permitido que sea no solo un espacio patrimonial sino un espacio vivo de actividad. Una de las quejas es que solo hay comercio de turistas, pero quizá si no hay de otro tipo es que no hay mercado”, apunta.

Desde Fedeto invitan a hacer una pensada profunda sobre el futuro y creen que no se ha aprovechado este momento tan duro para ir más allá. “Vivíamos tan bien del turismo y del funcionariado que creíamos que no hacía falta nada más”, sostiene Madruga, quien cree que no se dan facilidades a los empresarios para que la zona sea un lugar atractivo. Medidas como la peatonalización dificultan la llegada de suministros, sostiene, entre otras. “Hemos dejado que el casco se fuera muriendo y no se ha hecho un plan estratégico adecuado. Debemos esforzarnos entre todos y buscar soluciones a largo plazo para que ante otra crisis, otra caída como la que hemos vivido, nuestro casco pudiera resistir”, reflexiona, aunque con dudas: “Me temo que dentro de poco volverá el turismo, algo que todos estamos esperando, y se nos olvidará”.

Difícil imaginar Toledo sin grupos de orientales recorriendo sus calles fotografiándolo todo. De turistas en general. Pero la pandemia ha puesto al mundo del revés: vació su casco histórico, el segundo más extenso del mundo tras Roma, con 260 hectáreas y más de 100 monumentos. Antes del coronavirus, la capital toledana recibía más de dos millones de visitantes al año, casi la mitad extranjeros. Ahora este enclave privilegiado, en el que bullían negocios de todo tipo, se ha convertido en un erial.

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