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Tres días de encierro y llamada a Sánchez. Así cocinó Iglesias la 'operación relevo'
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OPA A MÁS MADRID Y RELEVO DE LIDERAZGO

Tres días de encierro y llamada a Sánchez. Así cocinó Iglesias la 'operación relevo'

Sánchez fue el primero fuera del núcleo duro de Iglesias al que se comunicó la decisión. Iván Redondo, el segundo. "Todo 'OK", certificó Moncloa. "Ambas partes sabemos lo que se juega en Madrid"

Foto: Pablo Iglesias, conversa con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que lo sustituirá al frente de la vicepresidencia. (EFE)
Pablo Iglesias, conversa con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que lo sustituirá al frente de la vicepresidencia. (EFE)
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La decisión que ha precipitado la nueva hoja de ruta para el relevo de Pablo Iglesias en Unidas Podemos, siete años después de la fundación del partido del que por ahora seguirá siendo el secretario general, pero no vicepresidente del Gobierno ni candidato en las próximas elecciones generales, se tomó en 72 horas. Fue el tiempo que transcurrió desde que Iglesias se encerró con su núcleo duro para diseñar una estrategia, ante las perspectivas que suponía para su partido y la política en clave estatal el adelanto electoral en Madrid, y la llamada que realizó a Pedro Sánchez para comunicarle su decisión de abandonar el Gobierno y presentarse como candidato a la presidencia autonómica.

El presidente del Gobierno fue el primero en conocer el movimiento de Iglesias antes de que se hiciese público. El segundo fue Iván Redondo, su jefe de gabinete. Pocos minutos después, se produjo el anuncio con el que el vicepresidente ha provocado un golpe de efecto en el tablero político español. Los canales de comunicación fueron, por tanto, solamente dos durante toda la mañana de este lunes: Iglesias-Sánchez y Juanma del Olmo-Iván Redondo, sus respectivos 'spin doctor'. Estos dos canales, según apuntan los interlocutores de ambos lados, estuvieron "engrasados" durante toda la jornada.

Iglesias, según relatan fuentes de su entorno, informó con todo detalle a Sánchez sobre su decisión. Del Olmo, director de Estrategia y Comunicación de la vicepresidencia segunda, hizo lo propio con Redondo. La reacción de Sánchez fue buena, aunque ya todo estaba previsto, incluido el vídeo a modo de comunicado con el que se difundió la decisión. No se puso ningún tipo de resistencia a los nombres propuestos para la remodelación del Ejecutivo por la marcha del líder de Unidas Podemos: Yolanda Díaz como vicepresidenta segunda manteniendo la cartera de Trabajo y la número dos de Iglesias, la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, como ministra de Derechos Sociales.

"Todo 'OK", se certificó desde Moncloa. "Ambas partes sabemos lo que se juega en Madrid", añaden desde el sector de Unidas Podemos en el Gobierno para zanjar el debate sobre la crisis de Gobierno. Si bien los nombramientos corresponden únicamente al presidente del Gobierno, el acuerdo de coalición establece que la vicepresidencia segunda le corresponde a Unidas Podemos y 'de facto' es Unidas Podemos quien propone la persona que la ocupa y Sánchez si la acepta o no. Al tratarse de un nombre que ya forma parte del Ejecutivo, se daba por descontado desde las filas moradas que no generaría tensiones. Tampoco el nombre de Belarra para ascender de secretaria de Estado a ministra por la misma razón.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE)

“Soy una persona que cumple los acuerdos de coalición”, abundaba Sánchez unas horas después en su primer encuentro con la prensa desde que se conoció la intención de Iglesias de abandonar su cargo en el Gobierno. Y añadió sobre Díaz que "tengo la mejor de las opiniones" y "cuenta con todo mi apoyo". Habrá "continuidad".

Apenas 72 horas antes de que Sánchez se enterase de que tendría que remodelar el Gobierno, Iglesias se encerraba con los suyos. Tomaba la decisión de abrir un proceso de reflexión interna para barajar distintos escenarios de cara a competir en las elecciones autonómicas. Se partía de la base de que Isabel Serra no repetiría como candidata ante una previsible inhabilitación tras la condena de unos altercados ocurridos en 2015 durante un desahucio.

Unas horas después, más allá de la situación judicial de Serra, comenzaba a reconocerse desde la dirección que se buscaba "un revulsivo" para Madrid, un perfil con proyección estatal debido a la primera conclusión del sanedrín: no está en juego el futuro de la Comunidad de Madrid, sino el de la política española. El futuro de la izquierda, achicando el espacio a la izquierda del PSOE, y el de la derecha, gobernando con la ultraderecha. La conclusión, que llegó a verbalizar Alberto Garzón fue que "debemos proponer una alternativa de país en la comunidad".

El encierro tuvo varias fases. En el primer sanedrín de urgencia, convocado el viernes por la mañana, estuvieron, con sus respectivos equipos, Pablo Iglesias, Isabel Serra y Jesús Santos, coordinador autonómico del partido. Fuentes de la dirección explicaban en ese momento que todos los escenarios estaban abiertos y que por ello se había iniciado un proceso de reflexión en el seno de la dirección madrileña del partido, junto a Pablo Iglesias, de cara a consensuar los pasos a dar. No se descartaba nada y sobre la mesa se ponían diferentes perfiles, desde cargos orgánicos hasta personas de la sociedad civil. En las quinielas volvían a sonar con fuerza nombres como el del dirigente y diputado en el Congreso, Rafa Mayoral, que ya se barajó en anteriores procesos electorales en Madrid, hasta el de perfiles con proyección estatal vinculados a Madrid y con cargos en el Gobierno de coalición, incluyendo a Irene Montero o Alberto Garzón.

Foto: Mónica García, portavoz de Más Madrid. (EFE)

El sanedrín fue aumentando en número a medida que pasaron las horas, durante el fin de semana, incorporando a otros pesos pesados de la dirección, miembros del Gobierno y del 'think tank' vinculado a Unidas Podemos. Comenzó a repetirse con fuerza el adjetivo "generosidad", junto a otros como "unidad", "movilización", "voto útil" o "antifascismo", así como los primeros argumentarios.

En el otro lado de la mesa, las encuestas, propias y extrañas. Todas con la misma advertencia: Unidas Podemos se juega tener o no representación en la Asamblea, después de perder su presencia institucional en el ayuntamiento de la capital y volver a defenderse de la envolvente de su ex número dos. No sería la primera institución autonómica donde se convirtiesen en fuerza extraparlamentaria, pero en este caso incrementaría el riesgo de desaparición a medio plazo del partido: primero por el "simbolismo" de la capital y, segundo, porque se trata del campamento base de Más Madrid desde donde pretenden extender su proyecto para ocupar el espacio a la izquierda del PSOE en el que ahora se sitúan los morados.

El partido liderado por el ahora diputado de Más País arriesga el futuro de su proceso de articulación territorial. Un gatillazo en su campamento base le restaría capacidad para seguir escalando territorialmente y reduciría su protagonismo para liderar alternativas, tanto de cara a seducir a los sectores de la izquierda desencantados con Unidas Podemos como a los proyectos políticos periféricos, regionalistas y ecologistas, a los que busca aglutinar bajo el paraguas común de Más País. En las generales registraron coalición con Equo, Compromís y Chunta Aragonesista, y se exploró con otras organizaciones como En Marea (Galicia) o Caballas (Ceuta). De cara al futuro, se busca hacer lo propio con Adelante Andalucía, la escisión de Podemos liderada por Teresa Rodríguez.

Se buscaba, por tanto, un golpe de efecto que frenase en seco el desarrollo de su competidor en el bloque de la izquierda, que el PSOE no aglutinase el voto de rechazo a Díaz Ayuso en un escenario de polarización y que la desmovilización de su electorado asfaltase el camino al primer Gobierno entre populares y Vox. Todo ello, después de que los socialistas rechazasen armar una 'operación Illa' en Madrid, argumentando el estrecho margen de tiempo, repitiendo la candidatura de Ángel Gabilondo, que durante toda la legislatura ha mantenido un perfil bajo de oposición. El 4-M determinará en buena medida el curso de los proyectos políticos a la izquierda del PSOE en el corto y medio plazo y, en el caso de Unidas Podemos, se juega la supervivencia de su proyecto.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE) Opinión

"En un rapto de generosidad, no nos presentamos" a las anteriores elecciones al Ayuntamiento de Madrid, para no restar voto a Manuela Carmena tras la operación con Íñigo Errejón de dejar fuera a Unidas Podemos, explicaba una de las personas de mayor confianza de Pablo Iglesias ya el domingo por la tarde, dando cuenta de que en esta ocasión la "generosidad" se iba a reclamar por parte de toda la izquierda, no únicamente de la suya. El nombre de Iglesias seguía siendo un tabú entre las fuentes consultadas. Pero no el llamamiento a la unidad de ambas fuerzas, que verbalizó Iglesias. Más Madrid se queda sin margen para rechazar una propuesta que lo situaría como responsable de la fragmentación de la izquierda. Se trata de una opa de Unidas Podemos a su escisión que se irá concretando en los próximos días.

Si Iglesias daba el paso adelante, había que cubrir todos los flancos, en el Gobierno y en el liderazgo nacional del partido, tomando en escasas horas una decisión que se preveía debatir en el horizonte a dos años vista. La 'operación relevo'. Esta hoja de ruta comenzó a fraguarse con la marcha de Yolanda Díaz de IU el pasado verano —oficialmente en marzo de 2020—, pero apenas estaba esbozada. "Creo que digo algo que sienten millones de personas de izquierdas en toda España si digo que Yolanda Díaz puede ser la próxima presidenta del Gobierno de España. La gente de Podemos, la gente de IU, de En Comú Podem, y de izquierdas de este país tenemos que apoyar a Yolanda Díaz para que, si ella así lo decide y así lo quiere la militancia de nuestras organizaciones, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales y la primera mujer en ser presidenta del Gobierno de España”, concluía Iglesias en el mensaje con el que bendecía a su sustituta.

En julio del pasado año, se comunicó la baja de Díaz de la federación gallega de Izquierda Unida, de la que fue secretaria general durante 12 años, tras el batacazo de los comicios autonómicos, como adelantó este diario. Su salida abría la primera puerta a que pudiera aspirar a liderar Unidas Podemos, lo que entonces tanto desde el entorno de la ministra como desde el de Iglesias se apuraron a negar. Fuentes de IU, sin embargo, no tenían dudas de que se estaba poniendo los cimientos de lo que estaba por venir: "Es legítimo que quiera aspirar a liderar Podemos", opinaban entonces fuentes de IU. Aunque la salida se comunicó en aquel momento, atendiendo a los procesos orgánicos del partido, el entorno de Díaz afirmaba que ya se había dado de baja al entrar en el Gobierno. De igual forma, recordaban que militaba en el PCE y apuntaban que "no tiene aspiraciones de liderar Podemos".

Díaz era, junto con Alberto Garzón, el rostro más reconocido de IU. En la negociación del Gobierno de coalición, la federación que se alió con Podemos para las generales negoció dos ministerios. Para Díaz fue el de Trabajo, con el que ha lidiado con los ERTE y los cambios en la reforma laboral. Fue ganando protagonismo, como se vio en el CIS, donde figura recurrentemente como uno de los miembros del Gobierno mejor valorados. Su marcha de IU sentó como un jarro de agua fría en la dirección del partido. Algunos dirigentes la acusaron de ir por libre, de tener su agenda propia y dejar el partido en cuanto ha alcanzado cotas de poder después de tres lustros militando allí, señalaban fuentes de la formación. Su salida de la marca gallega de IU la colocaba automáticamente como candidata en una eventual carrera por el liderazgo de Unidas Podemos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el líder de Podemos y vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias (d), durante el acto de Estado de reconocimiento y memoria a todas las víctimas del terrorismo.

El mantra de que Díaz se estaba labrando una imagen de "independiente" y de que, como ministra, "no se debe a nadie" se ha repetido durante los últimos meses entre miembros destacados de las confluencias que forman parte de Unidas Podemos. Con todo, se reconoce al mismo tiempo que la evolución de Díaz al frente del Ministerio de Trabajo la ha convertido en uno de los mejores activos para el espacio a la izquierda del PSOE. Tanto es así que desde IU, su antigua formación, la han defendido siempre desde la dirección, tanto el coordinador federal, Alberto Garzón, como Enrique Santiago, el secretario general del PCE con quien mantiene una estrecha relación. "Es una ministra muy querida por la militancia de IU y está haciendo un gran trabajo", zanjan fuentes cercanas a la dirección de IU.

Su capacidad para llegar a consensos en la mesa de diálogo social y un estilo propio, independiente y alejada de las tensiones que los suyos mantenían con los socialistas, ha reforzado su perfil y las encuestas de valoración de ministros dan buena cuenta de ello. Encuestas que manejan tanto socialistas como morados, y en ellas la ministra gallega cogía vuelo. "Comienza a percibirse como un pequeño fenómeno", indicaban fuentes conocedoras de los trabajos demoscópicos. Si bien Díaz no estaba segura de dar este paso, como remarcan desde su entorno, a Iglesias no sabe decirle que no. Antes del surgimiento de Unidas Podemos, Iglesias fue su asesor en la campaña de las elecciones gallegas de 2012, donde IU irrumpió con fuerza bajo el paraguas de AGE, que fue el preludio de Podemos, y mucho antes fueron compañeros de pupitre en los cursos de formación de las Juventudes Comunistas.

Poco después de las 10:30 de este lunes comenzaba la última reunión, donde se comunicaría internamente la decisión. Apenas una hora y media después, Sánchez mediante, se hacía pública la renuncia de Iglesias abriendo un nuevo ciclo en la formación morada y que las urnas determinarán su alcance de cara a definir el futuro del espacio a la izquierda del PSOE. Unidas Podemos entra en una nueva fase y se lo juega todo a una carta. Una operación defensiva en forma de ofensiva.

La decisión que ha precipitado la nueva hoja de ruta para el relevo de Pablo Iglesias en Unidas Podemos, siete años después de la fundación del partido del que por ahora seguirá siendo el secretario general, pero no vicepresidente del Gobierno ni candidato en las próximas elecciones generales, se tomó en 72 horas. Fue el tiempo que transcurrió desde que Iglesias se encerró con su núcleo duro para diseñar una estrategia, ante las perspectivas que suponía para su partido y la política en clave estatal el adelanto electoral en Madrid, y la llamada que realizó a Pedro Sánchez para comunicarle su decisión de abandonar el Gobierno y presentarse como candidato a la presidencia autonómica.

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