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Todos los enemigos (internos y externos) de Pablo Casado
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MOMENTOS DIFÍCILES PARA EL PP

Todos los enemigos (internos y externos) de Pablo Casado

A las embestidas de Vox, el debate mediático sobre su liderazgo, la polarización a la que contribuye el Gobierno y las aportaciones de Aznar se suma la renovación territorial

Foto: José María Aznar y Pablo Casado. (EFE)
José María Aznar y Pablo Casado. (EFE)
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En el PP cunde desde hace tiempo una impotente sensación de estar nadando a contracorriente. Las desavenencias de los socios de coalición en asuntos nucleares para el Estado y los datos de paro que anticipan lo que vendrá en el corto plazo no son suficientes para que Pablo Casado saque la cabeza y, por fin, sea visto como única alternativa posible. El crecimiento de Vox en Cataluña y las lecciones de José María Aznar, su padre político, coincidiendo con el 25 aniversario de su llegada a la Moncloa, tampoco ayudan al líder popular, que ve cómo factores internos y externos intentan desestabilizar las opciones de su formación. "A veces parece que da igual lo que hagamos, lo que propongamos. Vemos cada día los atropellos del Gobierno, sus pactos con Bildu, con los independentistas. Y da igual. Se olvida en media hora. Es una rueda sin fin", repiten cuadros del partido contactados por este diario con cierta desesperación.

En el núcleo duro popular no esconden que están siendo "días muy difíciles". El partido ha hecho un esfuerzo por desplazarse a distintas CCAA esta semana para mandar un mensaje de unidad a sus filas y asegurar que el rumbo está fijado y que el plan funcionará. El desastre electoral del 14 de febrero devolvió un "desánimo colectivo", como explican dirigentes territoriales y diputados en el Congreso; y el temor a que surjan nuevas dudas sobre la estrategia obliga a mantener una serenidad que en estos momentos no abunda. Casado apenas ha tenido agenda pública esta semana, descargando en los principales cargos de su equipo las visitas territoriales.

Foto: José María Aznar y Pablo Casado, en el acto de este martes. (EFE)

El problema de la estrategia es que no termina de calar. La hoja de ruta inaugurada el pasado octubre para romper definitivamente con Vox y dejar claro que el PP no renuncia a la hegemonía del centroderecha fue aplaudida dentro y fuera del partido, pero la realidad es que no duró ni un asalto. En el Gobierno la línea de ataque permaneció intacta hasta hace escasas semanas, cuando se retomó la negociación para renovar los órganos constitucionales pendientes y decidieron tratar a Casado como líder indiscutible de la oposición.

Moncloa insistía en que las palabras se las lleva el viento y que su labor de oposición no se había movido un ápice: "Siguen donde estaban, al lado de la ultraderecha", repetían como un mantra. Las elecciones catalanas fueron la consecuencia de ese giro al centro, con una campaña dedicada a la gestión y alejada de la exaltación que, probablemente, los electores habrían premiado más en esa comunidad.

"A veces parece que da igual lo que hagamos, lo que propongamos. Es la rueda sin fin"

Casado comunicó a los principales cuadros populares que no atendería a efectos cortoplacistas y que un mal resultado electoral no cambiaría "el rumbo fijado". Luego vino el anuncio de dejar la sede de Génova para romper con la corrupción del pasado en busca de un golpe efectista evidente —"somos una nueva generación de políticos"— y que tampoco terminó de dar sus frutos. Algunos barones territoriales, como el gallego Alberto Núñez Feijóo, no compartieron la decisión. Solo los madrileños Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida mostraron su respaldo absoluto, como vienen haciendo desde hace tiempo, consolidándose en los verdaderos apoyos territoriales del presidente nacional.

"Ya está bien. No se puede comparar"

Al líder del PP le crecen los enanos. El mandato en Génova es el de resistir, pero empiezan a notarse ciertos síntomas de hartazgo. "Muchas veces escucho decir qué buena intervención tuvo Casado en el Congreso, pero no tiene proyecto. Qué buenos son sus presidentes autonómicos, pero no tiene equipo territorial. Me consuelo porque es lo que le decían a Aznar y Rajoy también, pero es muy injusto", se lamentaba el propio Casado en un foro público esta misma semana. Miembros de su núcleo duro apuntalaban la idea: "Ha hecho el diagnóstico real. Todos los días escuchamos las mismas cosas".

Al estancamiento de las negociaciones con el Gobierno que aupaban al PP como gran partido de la oposición (salió adelante RTVE y se congeló el órgano de gobierno de los jueces por las propuestas cercanas a Podemos que los populares no están dispuestos a aceptar) se une el debate mediático sobre si Casado será capaz o no de lograr la reunificación del centro derecha, como hizo José María Aznar en los años noventa, y si realmente está acompañado de un equipo diligente y válido para ello o urgen cambios en “el equipo titular”, como explicó el analista José Antonio Zarzalejos hace días en este diario. Las voces que sostienen esa tesis han ido en aumento desde hace semanas.

Foto: José Antonio Zarzalejos. (Carmen Castellón)
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El expresidente del Gobierno, que sigue de ‘tournée’ por el 25 aniversario de su llegada al poder, se ha convertido en otro elemento crítico para el nuevo líder popular a causa de las continuas comparaciones con su éxito de entonces y lo que debe ocurrir ahora. Casado aprovechó un acto conjunto para intentar zanjar las lecciones explicando por qué no es posible comparar. Hay muchos factores, pero el dominante en lo político es que la reunificación del centroderecha en 1991 se hizo con partidos muy pequeños y en un momento histórico muy concreto. "Ya está bien, había que explicarlo de una vez por todas", insisten en el partido.

Y la realidad, insisten recordando las palabras de su jefe, es que el PP compite ahora con un partido que tiene 52 escaños en el Congreso, es la tercera fuerza nacional y tiene representación propia en prácticamente todas las comunidades autónomas. También está Ciudadanos, que se niega a renunciar a un espacio propio y que además gobierna en coalición con los populares en casi todos los territorios. Fuentes de la cúpula de Arrimadas no esconden que el momento de debilidad de Casado y el debate sobre su liderazgo favorecen la recuperación del partido naranja: "Da la sensación de que él no termina de cuajar. Y el PP se equivoca si piensa que Vox no tiene techo. O ataca ese flanco o no se recuperará. Parece que solo se centra en nosotros".

Cs no esconde que la debilidad de Casado los favorece: "No termina de cuajar"

El reto político de Casado se produce, además, en un momento de extrema polarización social que hace muy complicado atraer la sociedad a la centralidad que defienden ahora los populares. "Lo que hizo Aznar fue mover el partido hacia la centralidad. Es justamente lo contrario de lo que tengo que hacer yo ahora, que es mover la mayoría social hacia esa centralidad, transversalidad y moderación de nuestro partido", llegó a aseverar Casado este martes insistiendo en un cambio de etapa en la que influye mucho la brecha generacional y el papel de los medios y las redes sociales. "Ahora un partido serio y responsable no está de moda", se lamentó.

La renovación territorial, otro problema interno

A las embestidas de Vox, el debate mediático sobre su liderazgo, la polarización a la que contribuye el Gobierno y las recientes aportaciones de Aznar se suma ahora la renovación territorial del partido, que podría enfrentar a Génova con buena parte de las direcciones autonómicas.

El caso andaluz es un polvorín y especialmente la situación en Sevilla. De ahí la insistencia del PP por pedir "unidad" en todo el proceso e insistir en que es necesario aunar esfuerzos para conseguir unos liderazgos fuertes que puedan hacer frente al próximo ciclo electoral. Aunque la dirección nacional señala Almería como el inicio de la disputa en esa comunidad, la junta directiva del PP sevillano que tuvo lugar el fin de semana pasado sirvió para escenificar un malestar total entre las dos partes.

Foto: El presidente del Partido Popular, Pablo Casado (d), camina junto al presidente del PP-A y jefe del Ejecutivo regional, Juanma Moreno. (EFE)

Génova asegura que el PP andaluz maniobró para evitar que la reunión (telemática) tuviera lugar aduciendo la situación sanitaria, ya que la presidenta actual, Virginia Pérez, debía ratificar la fecha del congreso que servirá a finales de mes para, si se cumple el guion, reelegirla. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, apoya a otro candidato, el alcalde de Carmona, Juan Ávila. Al final, la junta directiva, a la que se conectó la secretaria de organización, Ana Beltrán, se celebró sin mayores incidentes que el de abrir una nueva guerra interna en Andalucía. "Este fin de semana es el de Málaga y ahí no hay problema para que se celebre", decían con cierta ironía en la cúpula nacional, recordando que el candidato de consenso será la mano derecha de Moreno, Elías Bendodo.

El calendario de congresos provinciales sigue su curso y marzo será un mes clave. Pero los problemas de convivencia pueden surgir en todas las comunidades, también en Castilla y León, Galicia o la Comunidad Valenciana, muy sensible a los movimientos del secretario general, Teodoro García Egea, que pilota los procesos y en quien Casado ha descargado toda la responsabilidad. Después de las elecciones catalanas y con el debate sobre la idoneidad de los principales asesores del líder del PP, todas las miradas se dirigieron a él, como número dos y como hombre de la total confianza del líder. Casado cerró filas, pero el debate sigue lejos de cerrarse.

En el PP cunde desde hace tiempo una impotente sensación de estar nadando a contracorriente. Las desavenencias de los socios de coalición en asuntos nucleares para el Estado y los datos de paro que anticipan lo que vendrá en el corto plazo no son suficientes para que Pablo Casado saque la cabeza y, por fin, sea visto como única alternativa posible. El crecimiento de Vox en Cataluña y las lecciones de José María Aznar, su padre político, coincidiendo con el 25 aniversario de su llegada a la Moncloa, tampoco ayudan al líder popular, que ve cómo factores internos y externos intentan desestabilizar las opciones de su formación. "A veces parece que da igual lo que hagamos, lo que propongamos. Vemos cada día los atropellos del Gobierno, sus pactos con Bildu, con los independentistas. Y da igual. Se olvida en media hora. Es una rueda sin fin", repiten cuadros del partido contactados por este diario con cierta desesperación.

Pablo Casado
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