Rajoy y Santamaría sortean el intento de las defensas de desmontar la violencia
El expresidente aclaró que la opción de recurrir al estado de excepción se "ponderó" y se descartó por respeto a los derechos individuales de las personas
"Aún no es momento de determinar si la rebelión queda acreditada o no". Con esta reflexión resume un juez anónimo, enganchado a la retransmisión del juicio del 'procés', el interrogatorio estrella de todos los interrogatorios de esta tercera semana. El día en que debían declarar Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría llegó y nada se acreditó o dejó de acreditarse. Habrá que esperar a interrogatorios de menos 'relumbrón' para eso. Lo que sí se vio fue a la cúpula ejecutiva del Gobierno del PP pintando una percepción de la violencia más amplia que la vista hasta el momento en la sala y a unas defensas combativas que trataron de acorralar a ambos y no lo consiguieron del todo.
La visión "excepcional" de estos 'aires violentos' —esenciales para el delito de rebelión por el que acusa la Fiscalía— alteró a los letrados de los procesados y, como la campana de un ring, dio paso a un combate, dialéctico pero combate, del que Sáenz de Santamaría y Rajoy salieron cada uno con su estilo personal. La 'exvice' tiró de sonrisa (dientes, dientes) y no esquivó ni un ataque. Rajoy, con el 'marianismo' más puro, curtido en los escaños del Congreso y los pasillos de Moncloa. Como árbitro estuvo el magistrado Manuel Marchena, que sudó tinta para controlar a unos y otros.
Rajoy lo dejó, como él mismo repitió en un par de ocasiones, "meridianamente claro". Lo que ocurría en Cataluña era "una situación excepcional”. "Creo que es excepcional que se concentren miles de personas ante la Conselleria d’Econòmia cuando unos funcionarios estaban cumpliendo unas órdenes de los jueces. Tampoco me parece normal el acoso a los policías y guardias civiles. Era una situación excepcional y por eso nos vimos obligados a aplicar el 155", aseguró. También aclaró que la opción de recurrir al estado de excepción se "ponderó" y se descartó por respeto a los derechos individuales de las personas.
Tuvo que tragarse la visión de un vídeo de las cargas a propuesta de la defensa de Jordi Cuixart. Hasta en ese momento se mantuvo impertérrito, levantando en algunos una inconfesable nostalgia por tiempos menos crispados. "Si se hubiera actuado cumpliendo la ley, no habríamos visto estas imágenes. No me gustan. Ni estas ni otras. Hay que trabajar para que no se den las condiciones para que suceda esto", dijo. Su tesis básica fue que ellos inventaron el diálogo antes de que lo monopolizaran los de Pedro Sánchez. Pero no les sirvió porque había una línea roja. "Sobre el referéndum, nunca hubo nada de qué hablar. Dije, con meridiana claridad, que en ningún caso el presidente iba a liquidar la soberanía nacional saltándose la Constitución".
La argumentación de Sáenz de Santamaría fue muy parecida. Su frase para explicar el 155 fue que se impulsó "en defensa de la convivencia". De verbo rápido, tanto que hizo sufrir a los periodistas acreditados que lucharon por pillar sus textuales, dijo que si no se hubiese llamado "masivamente a la gente a votar" durante el referéndum del 1 de octubre de 2017 no se habrían producido "algunas imágenes" de cargas policiales. También que la actuación policial "evitó circunstancias mucho más graves" de las que hubiera sido responsable la Generalitat. Trajo al juicio los escraches a las Fuezas de Seguridad desplegadas en Cataluña con una alusión a su experiencia personal. Fue "un acoso violento", destacó. "Todos lo vimos por televisión", "lo que vi fueron las murallas humanas", "lo que no puede alguien es incumplir la ley, lo que no puede es incumplir las decisiones judiciales, lo que no puede es generar episodios violentos". Violencia, violencia y más violencia.
Las defensas no se quedaron cruzadas de brazos y entraron al trapo. Hubo intercambios duros. Uno de los más antológicos el que mantuvo la exvicepresidenta con el defensor de Joaquim Forn. Xavier Melero trató de soncarle detalles de los planes policiales con poco éxito. También se enfrentó a la defensa de Junqueras y la de Forcadell. Con el expresidente, se repitió el guión. Los abogados lograron destapar algunas 'lagunas' de ambos que es poco creible que existan de verdad en sus mentes. Pero no arañaron el discurso. La visión de la violencia.
Fuentes cercanas a ambos defienden que los dos apoyaron "sólidamente" las tesis de la Fiscalía. Respecto a esos 'agujeros de memoria', que también mostró Rajoy, indican que los detalles operativos no eran de su incumbencia y que habrá otros testigos, también citados, que lo explicarán mejor.
La jornada dio para mucho más. La cintura de Marchena, Montoro reconociendo la malversacion a regañadientes y la CUP liándola hasta ganarse una multa total de 5.000 euros y una más que probable citación judicial. Durante la sesión de este jueves, se escuchará a otros políticos citados. Clave será la declaración del lendakari, Iñigo Urkullu, que Rajoy negó como mediador pero con el que reconoció haber hablado. Quizás el exministro Ignacio Zoido arroje más luz sobre los detalles que quedaron sin aclarar. Otra de las comparecencias del día será la de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
"Aún no es momento de determinar si la rebelión queda acreditada o no". Con esta reflexión resume un juez anónimo, enganchado a la retransmisión del juicio del 'procés', el interrogatorio estrella de todos los interrogatorios de esta tercera semana. El día en que debían declarar Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría llegó y nada se acreditó o dejó de acreditarse. Habrá que esperar a interrogatorios de menos 'relumbrón' para eso. Lo que sí se vio fue a la cúpula ejecutiva del Gobierno del PP pintando una percepción de la violencia más amplia que la vista hasta el momento en la sala y a unas defensas combativas que trataron de acorralar a ambos y no lo consiguieron del todo.
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