El último Gobierno monocolor da paso a un Congreso de pactos (algunos inconfesables)
Sánchez se lo juega todo a que PP, Ciudadanos y Vox no sumen. Una doble mayoría dejaría a los de Rivera con la llave. Temor en los cargos de Sánchez por la pérdida de carteras
Las elecciones de diciembre de 2015 dejaron un Congreso tan dividido que los partidos, sin tradición de pactos complejos, fueron incapaces de formar una mayoría de Gobierno. España entró entonces en un periodo tan trepidante y entretenido para las tertulias como estéril en el Congreso. En ese terreno desconocido, el ganador de unas elecciones llegó a decirle al rey que no iba a intentar formar Gobierno. Tres años y una repetición electoral después, el país encara un superciclo electoral en el que el tetrapartito pasa a ser pentapartito con una única certeza, según políticos de todos los partidos: el Gobierno bonito ha sido el último Gobierno monocolor.
La política española va a cámara rápida. Hace nueve meses, Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal eran las personas más poderosas del país y hoy están fuera de la política. Hace tres años, Pablo Iglesias hacía referencias a la cal viva de los escaños del PSOE y su número dos era Íñigo Errejón. Unos meses después, Pedro Sánchez dejaba el escaño y recorría España en su coche pidiendo votos para las primarias.
Ciudadanos es el que tiene más opciones de entrar en el Gobierno, pero también el que tiene más posibilidades de achicharrarse si juega mal
Hacer previsiones es un ejercicio de riesgo. Y sin embargo, ante un ciclo electoral con cuatro elecciones en los próximos tres meses, algo sin precedentes, los partidos escrutan el mapa electoral que dibujan las encuestas (creen en ellas, no queda otra) para ver qué es lo previsible después del 28 de abril, la fecha del adelanto electoral decidido por Pedro Sánchez. Aunque en privado todo el mundo elucubra sobre posibles pactos postelectorales, en público muchos partidos guardan sus planteamientos. Los electores en España exigen saber qué va a hacer cada partido de antemano aunque a veces eso depende precisamente de cuál sea el resultado.
El escenario más pronosticado antes de empezar la campaña es que el PSOE sea el más votado. Todo puede cambiar porque el voto cada vez se decide más tarde y las campañas mueven mayorías, pero tras el éxito de la moción de censura los socialistas se alzaron al primer lugar en los sondeos. El desgaste del Gobierno y Cataluña les ha hecho caer de forma sostenida hasta acercarse al PP, pero en Moncloa manejan encuestas que les sitúan bien por encima de los 100 diputados (hoy tienen 84). Con el Falcon y la política en Cataluña, Sánchez se ha convertido en el objetivo a batir de los tres partidos a su derecha. Hace tres años agitaban el miedo a Pablo Iglesias, pero con la descomposición de Podemos, inmerso en varias crisis y pendiente del pacto con IU y el futuro de Errejón, eso ha cambiado. Lejos de perjudicarle, la polarización beneficia a Sánchez, que apelará al voto útil de la izquierda.
Pensar en un grupo de 100 diputados socialistas puede parecer poco después de estar en el Gobierno, pero en 2016 Iglesias optó por repetir elecciones convencido de que daría el 'sorpasso', algo hoy impensable. El PSOE, que llegó a estar cuarto en las encuestas, ha aguantado el embate. Si un joven progresista sale hoy de la universidad y quiere tener carrera en política es difícil que prefiera afiliarse a Podemos antes que al PSOE. Desde las generales de 2008, el partido no gana unas elecciones nacionales.
¿Le daría un resultado así para gobernar? No necesariamente. "Sánchez tendría la legitimidad de haber ganado las elecciones para intentar formar Gobierno", explica un asesor electoral que pide el anonimato. Las opciones de Sánchez son dos: intentar repetir el Gobierno Frankenstein (la terminología de la vieja guardia para el pacto con Podemos más independentistas) o buscar a Ciudadanos y si es necesario alguna abstención. "El primero probablemente es complicado por el hundimiento de Podemos y tras esta experiencia lo mejor es buscar a Ciudadanos", opina un veterano socialista. Podemos ya ha tendido la mano, pero a cambio de entrar en el Gobierno, una vieja aspiración. Muchos prefieren mirar al centro y romper la política de bloques visto el final abrupto de la legislatura.
Sánchez se lo juega todo a que PP, Ciudadanos y Vox no sumen una mayoría a la andaluza
"Los empresarios queremos a PSOE y Ciudadanos con la abstención del PNV", cuenta un dirigente de una patronal. Pero Rivera ha dejado muy claro que él es incompatible con el sanchismo —no con todo el PSOE—, y no digamos con los nacionalistas vascos. "No podemos pactar con el PSOE. Ellos quieren, pero Sánchez ha demostrado que no es de fiar. No queremos saber nada con él", responden fuentes de Ciudadanos. Nota: el partido también repitió que nunca haría presidente a Mariano Rajoy y lo hizo en 2016 bajo una enorme presión.
Si ya es difícil que Ciudadanos pacte con el PSOE faltaría probablemente un tercer ingrediente ¿Se abstendría Podemos si es necesario? En 2016 no lo hizo cuando Sánchez pactó con Rivera y forzó la repetición electoral. Iglesias sigue hablando de un dique contra Ciudadanos. Así que un pacto PSOE-Ciudadanos tiene tantos partidarios como escollos.
"Nuestra maquinaria electoral son los panzer de Rommel al lado de Ciudadanos. Casado no será el más votado pero sí es el que tiene más opciones"
Otra opción es que los tres partidos de derecha alcancen una mayoría y se repita la vía andaluza. Aunque Rivera ya no pone el cordón sanitario a Vox procura marcar distancias con ellos. Preguntado por los pactos, declaró: "De lo que hay que hablar es de quién encabeza el nuevo Gobierno: si uno Frankenstein o uno constitucionalista. [...] Es precipitado hablar hoy de pactos electorales". La formación de Abascal sigue criticando abiertamente a Ciudadanos. Con el trasvase de votos entre bloques cerrados, los ataques son dentro de un mismo compartimento porque es allí donde se puede pescar. Eso hace que algunos pactos solo sean confesables el día siguiente a las elecciones. Cuando a Sánchez le preguntaron por las alianzas, respondió que antes hay que dejar hablar a los electores.
Uno de los motivos que ha llevado a Sánchez a adelantar las elecciones es que ha pillado a Ciudadanos escorado a estribor. Normalmente, los de Rivera se manejan con un pie a cada lado de la raya (apoyo al PP en la Comunidad de Madrid y al PSOE en Andalucía...), pero tras su pacto con el PP para desalojar a Susana Díaz y la foto de Colón con Santiago Abascal todo el peso está cargado a la derecha. Las autonómicas de mayo les permitían reequilibrarse apoyando a socialistas, pero al ser las generales antes se quedan sin ese margen.
Uno de los motivos que ha llevado a Sánchez a adelantar las elecciones es que ha pillado a Ciudadanos escorado a estribor
Si las urnas dan una "doble mayoría" (PSOE-Cs y PP-Cs-Vox), Rivera tendría la llave. En ese caso, podría exigir la cabeza de Sánchez o poner condiciones durísimas a cada lado, incluso pedir la presidencia. Ciudadanos es el que tiene más opciones de negociar un acuerdo para entrar en el Gobierno, pero también el que tiene más posibilidades de achicharrarse si juega mal sus cartas. Su electorado es el más volátil y las negociaciones a varias bandas le penalizan. Si supera al PP podría optar a presidir el Gobierno o a ser la alternativa a Sánchez.
El PP es el que más claro lo tiene. En Génova dan por hecho que mantendrán la hegemonía en la derecha y su única opción de gobierno pasa por un tripartito con Vox y Ciudadanos. "Nuestra maquinaria electoral son los panzer de Rommel al lado de Ciudadanos, ellos no pueden competir. Pablo [Casado] puede no ser el más votado, pero sí es el que tiene más opciones de ser presidente", presume un dirigente popular. Que las generales sean solo un mes antes de autonómicas y municipales hace pensar a PSOE y PP que van a tirar de su implantación territorial para movilizar en cada esquina frente a los nuevos partidos. Podemos se presenta con distintas listas y en muchos ayuntamientos ni concurre, como le pasa a Ciudadanos.
Moncloa cuenta con que el ascenso de Vox mina al PP, pero a la vez que no crece aún lo suficiente como para convertir sus votos de forma eficiente en escaños. En la mayoría de circunscripciones no hay cinco diputados en juego y el quinto no se lleva nada. Pero Vox es una incógnita para los sociólogos. Las elecciones le llegan en plena efervescencia y con el juicio del 'procés' como altavoz. No hay recuerdo de voto para medirlo. Cuando Podemos estuvo en esa ebullición nunca hubo comicios. Los tiempos van con Abascal.
La jugada fundamental de Sánchez es que Ciudadanos, PP y Vox no sumen. En ese caso, podría hacer un Rajoy, hacerse fuerte en la presidencia en funciones y pedir a Ciudadanos que le deje gobernar par evitar que necesite a los independentistas. No descarten una repetición electoral si llega a ocurrir.
Los pactos se complican aún más porque en mayo hay autonómicas y municipales, así que los partidos intentarán llegar vírgenes a esa fecha. "Si Ciudadanos tontea con el PP tras las elecciones, Villacís va a perder mil votos por minuto en Madrid", pronostica un diputado popular. Pero hay una negociación inexcusable antes del 26-M: la de la Mesa del Congreso. La legislatura que agoniza ha demostrado la importancia de este órgano, irrelevante en momentos de mayorías. El Congreso ha sido un Vietnam para Sánchez porque la Mesa puede alargar el plazo de enmiendas. Esta legislatura hubo un pacto de forma que la mayoría era para PP y Ciudadanos que se han dedicado a alargar el plazo de enmiendas de proyectos emblemáticos socialistas y que nunca han llegado al BOE.
Los pactos se complican aún más porque con las municipales vendrán negociaciones cruzadas (te voto en tal comunidad a cambio de tu apoyo en tal Ayuntamiento...). De tal forma que en el Gobierno cuentan con estar un tiempo en funciones. Pedro Sánchez no quiere bajo ningún concepto ser el presidente que menos tiempo pase en Moncloa. Leopoldo Calvo Sotelo estuvo entre febrero de 1981 y diciembre de 1982, por lo que aún supera de largo los 10 meses del actual mandato.
Lo único que saben los altos cargos del Gobierno es que les espera una temporada en funciones de brazos cruzados —en ese periodo tras las elecciones solo pueden hacer lo mínimo imprescindible— y que en caso de repetir habrá muchos menos puestos para repartir. La preocupación es mayor entre los muchos independientes del Gobierno bonito aparcaron sus carreras por unos meses en un ministerio y ahora dudan de si encontrarán acomodo en las listas electorales o si podrán volver a sus carreras y cómo les afectará la ley de incompatibilidades. Como confesó Pedro Duque: "Que levante la mano quien no se haya quedado descolocado por una decisión de Pedro Sánchez".
Las elecciones de diciembre de 2015 dejaron un Congreso tan dividido que los partidos, sin tradición de pactos complejos, fueron incapaces de formar una mayoría de Gobierno. España entró entonces en un periodo tan trepidante y entretenido para las tertulias como estéril en el Congreso. En ese terreno desconocido, el ganador de unas elecciones llegó a decirle al rey que no iba a intentar formar Gobierno. Tres años y una repetición electoral después, el país encara un superciclo electoral en el que el tetrapartito pasa a ser pentapartito con una única certeza, según políticos de todos los partidos: el Gobierno bonito ha sido el último Gobierno monocolor.
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