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Riesgos y oportunidades de la 'operación diálogo' de Iglesias a 40 días de las andaluzas
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Riesgos y oportunidades de la 'operación diálogo' de Iglesias a 40 días de las andaluzas

La interlocución que el líder de Podemos ha asumido con las formaciones independentistas catalanas y nacionalistas vascas presenta tantas oportunidades políticas como riesgos electorales

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias (i), conversa con el lendakari, Iñigo Urkullu, durante el encuentro mantenido este lunes en la Lehendakaritza. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias (i), conversa con el lendakari, Iñigo Urkullu, durante el encuentro mantenido este lunes en la Lehendakaritza. (EFE)

Con la precampaña de las elecciones andaluzas en marcha y las europeas, municipales y autonómicas del próximo mes de mayo ya en la agenda política, la interlocución que Pablo Iglesias ha asumido con las formaciones independentistas catalanas y nacionalistas vascas presenta tantas oportunidades políticas como riesgos electorales. Se asemeja a una apuesta a todo o nada, pues el traje presidenciable en el que ha tratado de enfundarse el líder de Podemos, o el perfil de "altura de Estado", según la lectura de Pablo Echenique, es imprescindible para llegar a La Moncloa y cumplir el objetivo de cogobernar con el PSOE. Sin embargo, también puede generar antipatías tanto en amplios sectores del electorado andaluz, que acudirá a las urnas el próximo 2 de diciembre, como en los de las 13 comunidades que elegirán presidente autonómico el próximo mes de mayo.

Iglesias pide ''cuidar el entendimiento de las fuerzas que originaron la mayoría de la moción de censura''

La agenda de mediación de Iglesias comenzó el viernes con la visita al líder de ERC, Oriol Junqueras, a la cárcel de Lledoners, continuó el domingo con una llamada de 45 minutos al 'expresident' Carles Puigdemont y este lunes cerraba su primera fase con un encuentro en la Lehendakaritza con Iñigo Urkullu. Las críticas de Carolina Bescansa, experta en demoscopia, al advertir sobre las consecuencias electorales de "hablar mucho a los independentistas" y carecer, según apuntaba, de un "proyecto político para España", todavía pesan. El electorado castigó el posicionamiento de la formación en el conflicto catalán previo al 1-O, como reflejaron todas las encuestas hasta situar a Podemos en cuarta posición, descolgándose de las otras grandes fuerzas.

Entonces, el principal hito de este intento de mediación fue la 'Declaración de Zaragoza', junto a PDeCAT, ERC o PNV, para intentar crear una tercera vía de cara al día después del 1-O y apostar por la negociación. Bescansa retomó sus advertencias cuando Iglesias, con el respaldo del nuevo Gobierno socialista, volvió a tomar la iniciativa para favorecer el deshielo, reuniéndose con el 'president' Quim Torra y asfaltando así el camino a Pedro Sánchez.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, atiende a los medios tras ver a Junqueras en la prisión de Lledoners. (EFE)

Además de convertirse en "dirigentes antes que gobernantes", esto es, hacer calar en el imaginario colectivo la imagen de un Podemos con capacidad de gobernar y visualizarlo mediante esta agenda, la 'operación mediación' se defiende en las filas de Podemos remarcando el cambio de contexto con respecto a lo que ocurrió hace un año. Se argumenta que, más allá del conflicto abierto y el enfrentamiento directo, la sociedad reclama que los líderes políticos se hagan cargo de las diferencias, las gestionen y contribuyan a poner en acuerdo a las dos partes.

Hay un movimiento de fondo en la sociedad española respecto a la situación en Cataluña que combina el hartazgo y el pesimismo con una llamada al diálogo, según reflejan algunas encuestas. Algo estaría cambiando respecto a lo que se considera como más acertado para superar la situación, imponiéndose el diálogo sobre las voces que apuestan por más 155. Los resultados de las últimas oleadas del PanelConfidencial precisamente apuntan en esta dirección. Ya en el mes de junio, el 61,2% de los encuestados fuera de Cataluña defendía que el Gobierno central debía abrir negociaciones con la Generalitat y buscar acuerdos, frente a un 32,2% que se inclinaba por mantener la intervención de las instituciones catalanas. Este porcentaje era dl 80,3% y el 8,7%, respectivamente, entre los encuestados en Cataluña.

Tres meses después, en la siguiente oleada del panel, los resultados reflejaban un mayor hartazgo social debido al pesimismo ante una situación que se percibe como enquistada. Ni siquiera los votantes del PSOE confiaban en que la situación con Cataluña fuese a dar un vuelco positivo durante los próximos meses. Hasta el 53% de los votantes socialistas se mostraba convencido de que el conflicto seguiría igual en el futuro, mientras que solo uno de cada cuatro confía en la capacidad del Ejecutivo para reconducir la situación. Al mismo tiempo, el 76,8% de los encuestados fuera de Cataluña y el 60,4% de los catalanes respondían que la elección de Torra era "negativa" para llegar a soluciones. En Lledoners, punto de partida de la 'operación mediación', se percibe por tanto un mayor posibilismo que en Waterloo.

Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, interviene en una sesión de control al Gobierno. (EFE)

Ligeramente más optimistas eran los votantes de Unidos Podemos. "Pablo Iglesias va donde no llega el Gobierno", se deslizaba durante los últimos días. Una afirmación muy bien acogida por la dirección del partido, y es que el líder de Podemos está dispuesto a jugarse su capital simbólico, y quizá los votos, para contribuir a un desbloqueo que no parece fácil. Esto no solo va de Presupuestos sino de normalizar relaciones, consolidar el bloque de la moción de censura —"cuidar esa mayoría"— y, de alcanzarse esta pantalla, comenzar a configurar un Gobierno de coalición progresista que necesitará, según apuntan todas las encuestas, del apoyo de las formaciones independentistas.

Tras la llamada de este domingo, Puigdemont ya ha accedido a "abrir espacios de diálogo político sin exclusión de ningún tema". Gestos y avances imperceptibles en tiempos de hiperaceleración política, pero también un juego de pactos multinivel. Ada Colau ya puso sobre la mesa la necesidad de realizar pactos cruzados, dado que los 'comuns' serán clave para aprobar los Presupuestos de la Generalitat, debido al bloqueo de los diputados suspendidos de Junts per Catalunya, y el apoyo de ERC también es imprescindible para sacar adelante las cuentas del ayuntamiento de Barcelona. El PNV también precisa, al menos, un voto de Podemos en el Parlamento vasco, si no logra sumar a Bildu, para aprobar sus Presupuestos.

Este lunes, Iglesias acudió a su reunión con el lendakari acompañado del secretario general del partido en Euskadi, Lander Martínez. "Antes de esta reunión, Elkarrekin Podemos puso 15 medidas de corte laboral, social y feminista como condición de nuestro apoyo a las cuentas de Urkullu. Después de la reunión, siguen siendo 15", concluía Martínez. La interdependencia, tanto a corto plazo, para los Presupuestos, como a largo, para encauzar el diálogo, podría ser otro impulso para que la 'operación mediación' llegue a buen puerto. Con todo, la primera prueba de fuego serán las elecciones andaluzas, en menos de seis semanas.

Con la precampaña de las elecciones andaluzas en marcha y las europeas, municipales y autonómicas del próximo mes de mayo ya en la agenda política, la interlocución que Pablo Iglesias ha asumido con las formaciones independentistas catalanas y nacionalistas vascas presenta tantas oportunidades políticas como riesgos electorales. Se asemeja a una apuesta a todo o nada, pues el traje presidenciable en el que ha tratado de enfundarse el líder de Podemos, o el perfil de "altura de Estado", según la lectura de Pablo Echenique, es imprescindible para llegar a La Moncloa y cumplir el objetivo de cogobernar con el PSOE. Sin embargo, también puede generar antipatías tanto en amplios sectores del electorado andaluz, que acudirá a las urnas el próximo 2 de diciembre, como en los de las 13 comunidades que elegirán presidente autonómico el próximo mes de mayo.

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