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El Gobierno no rompe con Torra y le ofrece más diálogo, pero sin independencia
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MONCLOA DA POCO PALO Y MUCHA ZANAHORIA

El Gobierno no rompe con Torra y le ofrece más diálogo, pero sin independencia

La portavoz del Ejecutivo destaca que el Gobierno no acepta ultimátums y descarta que vaya a negociar la independencia con la Generalitat. A la vez, ofrece diálogo a Torra

Foto: La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. (EFE)
La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. (EFE)

La precaria legislatura de Pedro Sánchez nació prendida con alfileres y todo podía saltar por los aires en algún momento. Sin embargo, este no era uno de los señalados por Moncloa como el más problemático. El deshielo parecía haber bajado algo la temperatura del otoño caliente catalán y en el Gobierno confiaban en mantener la situación con gestos. Si la legislatura iba a descarrilar por la vía catalana, era más fácil que lo hiciera con el juicio de los políticos presos o con la sentencia. Pero el aniversario del 1-O, con Quim Torra abucheado por los CDR e intentando entrar en el Parlament, cambió el paso. La respuesta de Moncloa, en boca de la portavoz, Isabel Celaá, fue algo de palo y mucha zanahoria: no acepta el ultimátum y no habrá independencia, pero sin romper la cuerda y ofreciendo más negociación. "Ley y diálogo", fue el mensaje.

Celaá, a Torra: ''No aceptamos ultimátums''

Hace poco menos de un año, Carles Puigdemont estaba decidido a convocar elecciones para evitar el 155. Estaba todo hablado y entonces un grupo de estudiantes que pedían la independencia en la plaza de la Universidad corrieron a la plaza Sant Jaume, donde está el Palau de la Generalitat. No eran muchos, no demasiados. Pero empezaron a llamar traidor a Puigdemont. Fue un 'shock'. Eso, unido a la tibieza de ERC en apoyar las elecciones en público, hizo que Puigdemont se desdijera y acudiera al día siguiente al Parlament a proclamar la independencia que desencadenó el tsunami posterior. La calle, un puñado de estudiantes en realidad, y las redes frustraron lo que la política había tejido con mucho esfuerzo. La historia se repitió en el aniversario del 1-O.

El Gobierno de España no acepta ultimátums y mantiene su intención de seguir por el diálogo

El primer día del cambio de guion, el Gobierno de Sánchez calló ante el asedio independentista al Parlament, despues de que Torra hubiese jaleado a los CDR. El martes, Celaá compareció poco después de que Torra amenazase con dinamitar la legislatura. "El presidente de la Generalitat no tiene que esperar a noviembre para conocer nuestra respuesta. Se la damos ahora mismo: autogobierno y no independencia. La propuesta es convivencia y no independencia". Celaá leyó una intervención con dos mensajes claros: diáologo, pero sin independencia. "El Gobierno de España no acepta ultimátums y mantiene su intención de seguir por el diálogo".

La portavoz insistió en pedir "distención y calma" y le recordó a Torra que debe gobernar para nacionalistas y no nacionalistas. "Si algo puso en evidencia el 1-O fue la fractura de la sociedad catalana. Una sociedad dividida no es admisible desde el punto de vista democrático sino una sociedad sin futuro". "La obligación de todos", subrayó, "es contribuir a cerrar las heridas abiertas".

Celaá rebaja el tono: "Por un lado va la retórica muy cargada de emoción de Torra y por otro van los hechos"

Celaá aludió a que "hay intereses que pretenden agudizar el conflicto y la confrontación", sin mencionar quiénes, aunque en esa lista se pueden incluir desde los CDR a Puigdemont. "No nos podemos permitir que esos intereses nos dicten el camino". Al tiempo que criticó "las soluciones desmedidas tomadas en el pasado", lo que sonó como una alusión a las cargas policiales del 1-O con el Gobierno de Rajoy.

Celaá descartó nuevas elecciones a pesar de que hace unos días Pedro Sánchez auguró que habría comicios adelantados si los nacionalistas catalanes optaban por la confrontación en vez del diálogo. "El Gobierno va a seguir determinado en su acción de gobierno, que es en definitiva continuar con todos los recursos para que el diálogo prospere y superar el conflicto en Cataluña. Por un lado va la retórica muy cargada de emoción de Torra y por otro van los hechos: la comisión bilateral, los grupos de trabajo... que están dando sus frutos. Hay muchas personas en Cataluña que quieren encontrar una salida al laberinto y en eso está el Gobierno".

"Las salidas dialogadas son las únicas deseables en una sociedad europea". "Los catalanes no quieren la independencia, quieren la convivencia". "Demostramos nuestra voluntad de tender puentes. De construir sociedad, de construir concordia", añadió Celaá. El Ejecutivo también descartó aplicar de nuevo el 155 para suspender la autonomía catalana, como le piden Ciudadanos y PP: "Entre la quiebra de la legalidad y el 155 perpetuo existe un enorme terreno del diálogo y los acuerdos, que es donde está este Gobierno. Entre el salto al vacío y el 155 perpetuo, está esa convivencia que demandamos".

Foto: El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su intervención en el pleno de Política Genera. (EFE)

La versión de Moncloa los días previos era que el tema catalán estaba encauzado. Al menos hasta el juicio del 'procés'. Que ni a ERC ni a PDeCAT les convenía ir a elecciones y que negociarían los Presupuestos. La consigna era realizar muchos gestos, incluso si así el PSOE se dejaba votos en las próximas campañas de las municipales y autonómicas. Josep Borrell, Meritxell Batet, José Luis Ábalos y Teresa Cunillera habían expresado en las últimas semanas su posición a favor de que los presos salgan de prisión preventiva y/o a favor del indulto. Era una campaña medida por parte de pesos pesados del socialismo.

Desde ERC y PDeCAT se agradecía el movimiento, pero advertían de lo difícil que era negociar con las emociones. Y más con el PDeCAT, dividido entre el Congreso, Barcelona, Waterloo y Torra, que ni siquiera es militante del partido. Joan Tardà reclamó en el Congreso a Sánchez que pidiera a la Fiscalía que no acusara por rebelión. No que la Fiscalía no acusara, sino que Sánchez se lo pidiera al menos. "Si votamos sus Presupuestos, tenemos que explicarle a nuestra gente que el Gobierno ha hecho lo posible por los presos, que no los ha sacado de la cárcel porque no puede", señalaba un dirigente independentista en la Cámara la semana pasada. La comparecencia de Celaá mantuvo ese guion. O quiso mantenerlo ante la cada vez más difícil situación.

La precaria legislatura de Pedro Sánchez nació prendida con alfileres y todo podía saltar por los aires en algún momento. Sin embargo, este no era uno de los señalados por Moncloa como el más problemático. El deshielo parecía haber bajado algo la temperatura del otoño caliente catalán y en el Gobierno confiaban en mantener la situación con gestos. Si la legislatura iba a descarrilar por la vía catalana, era más fácil que lo hiciera con el juicio de los políticos presos o con la sentencia. Pero el aniversario del 1-O, con Quim Torra abucheado por los CDR e intentando entrar en el Parlament, cambió el paso. La respuesta de Moncloa, en boca de la portavoz, Isabel Celaá, fue algo de palo y mucha zanahoria: no acepta el ultimátum y no habrá independencia, pero sin romper la cuerda y ofreciendo más negociación. "Ley y diálogo", fue el mensaje.

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