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Iglesias es incapaz de frenar la vuelta de votantes al PSOE por su postura en el 'procés'
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LAS TRIPAS DEL BARÓMETRO DE OCTUBRE DEL CIS

Iglesias es incapaz de frenar la vuelta de votantes al PSOE por su postura en el 'procés'

Unidos Podemos solo afianza al 60,1% de los que lo votaron en 2016. Un 7% de sus antiguos electores marcha al PSOE y otro 4,2%, a Cs. El PP también ve escapar a un 10,4% de los suyos a Rivera

Foto: Pablo Iglesias, junto a Irene Montero y Ione Belarra, este 7 de noviembre en el pleno del Congreso. (EFE)
Pablo Iglesias, junto a Irene Montero y Ione Belarra, este 7 de noviembre en el pleno del Congreso. (EFE)

La mala noticia para Podemos en el último barómetro del CIS no se acaba solo en que junto a sus confluencias haya perdido dos puntos respecto a julio y pase del 20,3% al 18,5%, colocándose como objetivo fácilmente a batir por parte de Ciudadanos (17,5%). Tampoco se trata solo de que Pablo Iglesias sea el líder con la peor nota ciudadana de los grandes partidos (2,67). El problema es algo más estructural, ya que la formación morada no logra contener la sangría de votos hacia el PSOE, e incluso hacia sus rivales de Albert Rivera. Le cuesta cada vez más fidelizar el voto, e indudablemente uno de los factores que ha operado de forma decisiva es su postura en el 'procés' —ambigua, cuando no más próxima a las tesis de los secesionistas en ciertos aspectos—, la crisis que lleva presente en la agenda política y mediática desde hace meses y que es, de hecho, la segunda preocupación de los españoles.

[Consulte aquí en PDF el barómetro de octubre del CIS]

El propio Pablo Iglesias admitía este martes, después de que se publicara el barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que son "momentos difíciles" para su partido en los que tendrán que seguir trabajando "duro", aunque a la vez atribuía la bajada de dos puntos respecto al sondeo anterior a la "artillería" mediática en su contra.

El líder morado reconoce que su formación atraviesa "momentos difíciles", pero achaca la caída al efecto de la "artillería" mediática en su contra


Y es que la formación morada se convirtió en el punto de mira del último barómetro del CIS del año, realizado justo después del referéndum del 1-O, entre el 2 y el 11 de octubre, ya conocida la declaración de independencia asumida por Carles Puigdemont pero suspendida segundos más tarde, aunque antes de la proclamación de la secesión de Cataluña por el Parlament, de la aplicación del 155 y la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre. Según el sondeo, el PP seguiría siendo el partido más votado, con un 28% de los sufragios —ocho décimas menos que en julio—, mientras que el PSOE se queda a 3,8 puntos de distancia, en el 24,2% (siete décimas menos que en el barómetro anterior).

Cs salta tres puntos, del 14,5% al 17,5%, y Podemos y sus socios territoriales caen del 20,3% al 18,5%. El sorpaso al PSOE, que era una amenaza real en las elecciones de junio de 2016, parece quedar más lejos ahora, cuando la pugna se centra en el primer escalón entre las dos grandes fuerzas políticas del país mientras que en paralelo se libra la lucha por la medalla de bronce, que sigue reteniendo, aunque más por los pelos, Iglesias, si bien otros estudios de empresas demoscópicas privadas, como DYM para El Confidencial, vaticinan un adelantamiento de los de Albert Rivera. El CIS, obviamente, no recoge los movimientos de Iglesias y Ada Colau en el último mes ni la ruptura de Podem y la salida de su líder, Albano Dante Fachin.

Foto: Gráficos del CIS

Más suerte para las confluencias

Las tripas del CIS —el cruce con el recuerdo de voto— revelan los graneros en los que Iglesias ha sufrido desgaste. Así, de los que dicen que apostaron por Unidos Podemos en las generales del 26 de junio de 2016, apenas el 60,1% repetiría papeleta. Un 7% emigraría hacia el PSOE y otro 4,2%, a Ciudadanos. Un 17,4% no sabe aún qué votaría. Eso quiere decir que en torno a 361.438 sufragios se les escaparían esta vez a socialistas y naranjas, dado que la marca matriz (sin las confluencias) obtuvo 3.227.123 votos en las últimas legislativas. En Comú Podem, la alianza que ganó en Cataluña el 26-J, retendría el 63,1% de sus electores, aunque otro 3,1% emigraría al partido de Pedro Sánchez. La confluencia valenciana, nucleada en torno a Compromís, tiene galvanizados al 70% de sus antiguos votantes y solo cedería un 2% a los socialistas, mientras que En Marea, la marca gallega, conserva al 67,9% y no sufre fugas hacia Ferraz. El problema, en consecuencia, lo sufre Unidos Podemos, la convergencia que firmaron Pablo Iglesias y Alberto Garzón para esa convocatoria.

Sánchez mantiene al 69,6% de aquellos que apostaron por él en 2016. Las fugas son escasas: un 0,4% al PP, un 0,7% a Podemos y un 2,7% a Cs


En el barómetro de julio, con Sánchez reelegido, las cosas eran bien distintas. Unidos Podemos retenía al 78,6% de su electorado, y se le iba un 6,7% al PSOE y otro 0,4% a Ciudadanos. Y en el estudio inmediatamente anterior, de abril de 2017, cuando quien estaba al frente del PSOE era la gestora de Javier Fernández, la formación morada retenía al 67,1% de los suyos, al tiempo que huía un 2,3% hacia Ferraz y otro 3,5% a Rivera.

Ascenso de Ciudadanos y caída de Podemos en unas elecciones que ganaría el PP

Se podría afirmar que la progresión de los socialistas ha sido la inversa. En octubre [aquí en PDF], Sánchez mantiene conquistados al 69,6% de aquellos que apostaron por él en 2016. Las fugas son muy poco significativas: un 0,4% al PP, un 0,7% a Unidos Podemos y un 2,7% a Ciudadanos. En abril, veía marcharse un 1,2%, un 2,5% y un 3,2% a cada uno de esos tres partidos. En julio, la fidelización al PSOE era mayor que ahora (un 74,6% repetiría la papeleta de las generales de 2016), pero a cambio veía irse un 0,4% al PP, un 2,5% a Unidos Podemos y un 0,8% a Cs.

El otro trasvase de votantes se observa entre PP y Ciudadanos. Así, Mariano Rajoy consigue afianzar al 68,8% de sus antiguos electores, pero un 10,4% fluye hacia Albert Rivera. Esa merma no es ninguna broma: 825.888 sufragios, si se tiene en cuenta que los populares cosecharon 7.941.236 sufragios hace poco más de un año. La formación naranja tiene consolidado al 75,8% de sus votantes —es el grado de fidelización más alto—, y transfiere un 2,8% al PP, un 4,3% al PSOE y nada a Unidos Podemos.

Iglesias es el peor valorado por sus votantes de los grandes líderes: le dan un 5,75, por el 6,48 que los del PP ponen a Rajoy o el 6,73 que asignan a Rivera

Iglesias es el líder peor valorado por sus propios votantes: le dan un aprobado más bien raspado, un 5,75, por el 6,30 que le concedían en abril y el 6,56 de julio. A Alberto Garzón los electores de Unidos Podemos le endosan una nota más alta, un 6,50. Los afines a las confluencias sí otorgan mejor calificación a Iglesias (un 6,17 los de En Comú, un 6,29 los de Compromís, un raquítico 5,78 los de En Marea). A Rajoy los suyos le dan ahora un 6,48; a Sánchez, los propios, un 6,06. Y a Rivera, los simpatizantes de Ciudadanos le asignan un 6,73.

La preocupación por Cataluña

Además, hay otro elemento de análisis. La inquietud por una eventual independencia de Cataluña se ha disparado en apenas un mes. Y mucho. En septiembre, quienes citaban esta cuestión como uno de sus quebraderos de cabeza era el 7,8%, y justo después del referéndum del 1-O, el porcentaje escalaba hasta el 29%. Casi cuatro veces más. Así, la crisis catalana se ha convertido en el segundo problema para los españoles, tras el paro (66,2%).

La inquietud por la secesión se ha multiplicado por 60 en el caso de los simpatizantes de Iglesias: salta de un 0,4% a un 23,9% en solo un mes


No para todos los electorados, no obstante, significa lo mismo. Los que recuerdan haber votado al PP son quienes más señalan este tema (el 38,4%), seguidos de los de la antigua Convergència, hoy PDeCAT (37,5%). La secesión preocupa al 34,1% de los electores de Ciudadanos, al 32% de los de ERC, al 30% de los de Compromís, al 28,4% de los del PSOE y al 23,9% de los de Unidos Podemos. Solo por detrás quedan los que hace poco más de un año eligieron En Comú Podem: apenas el 20% de estos apuntan la crisis territorial como una de sus inquietudes.

Pero si se compara con el barómetro anterior, el de septiembre, el salto es de gigante. Entonces, la cuestión catalana removía al 12,7% de los votantes del PP, al 7% de los del PSOE, al 9,5% de los de Ciudadanos... y a un despreciable 0,4% de los de Unidos Podemos. Es decir, que ese dígito, ese 0,4%, se ha multiplicado por 60 veces.

Foto: Concentración en apoyo a los miembros del ex Govern encarcelados, el pasado 2 de noviembre frente al Parlament de Catalunya. (EFE)

Iglesias y los suyos llevan defendiendo con ahínco desde su fundación el referéndum pactado. Sin embargo, sus propios votantes no son muy diferentes a la media española. Así, el 39,2% de los ciudadanos defiende un Estado con comunidades autónomas como en la actualidad. Ese porcentaje se reduce al 31,5% cuando se pregunta a los simpatizantes de Unidos Podemos, pero sigue siendo la opción ganadora. En el conjunto del país, la segunda alternativa (17,5%) es un Estado centralista. En cambio, si se pregunta a los electores de la formación morada, se prefiere (un 22,5% lo dice así) un modelo que conceda más poder a los territorios, mientras que el tercero en el 'ranking' (11,7%) es recortarles poder. Los electores de En Comú Podem y de Compromís sí sitúan en cabeza la opción de un Estado más descentralizado que el actual (49,2% y 32%, respectivamente), pero no sucede así con En Marea, cuyos votantes prefieren el mantener el statu quo (35,7%).

La posibilidad de que el Estado pueda reconocer a las autonomías la independencia es apoyada solo por el 10,2% de los españoles. El porcentaje crece hasta el 18,3% entre los simpatizantes de Unidos Podemos y al 35,4% entre los de En Comú Podem. Obviamente, es la alternativa que arrasa entre las formaciones secesionistas: se inclina por ella el 100% de los que apostaron por ERC y el 71,9% de los que optaron por el PDeCAT. Solo gusta, en cambio, al 15% de los del PNV.

A los electores de Podemos (y a los del PSOE) les convence más el modelo autonómico actual que ir hacia un Estado más descentralizado


A quien más convence el sistema autonómico actual es a los votantes del PSOE: al 52,9% de ellos les gusta. Solo un 12,2% de los que escogieron a Sánchez en 2016 prefiere un modelo con más poder para las comunidades, enunciado que se ajustaría más a su propuesta de Estado federal. Entre los electores del PP, la aprobación al modelo vigente es del 40,2%, pero entre los suyos también pesa la opción de recortar autonomía (16,7%) o bien la de volver a un Estado centralista (31,1%).

Iglesias y Montero quitan hierro

Podemos buscó este martes minimizar los datos del CIS. Iglesias dejó bien claro que no habrá marcha atrás. Subrayó que en su formación están "orgullosos" de ser la fuerza que "hace oposición de verdad al PP" —"Bastante bien estamos a la vista de cómo están cañoneando sobre nosotros"— y restó importancia al hecho de ser el líder peor valorado entre los grandes (un 2,67, la segunda nota más baja en la tabla global, solo por encima del republicano Joan Tardà, con un 2,51): es "habitual" que los partidos que crean "cierta polarización" generen rechazo entre los electores de otras opciones, señaló, informa EFE. La portavoz parlamentaria, Irene Montero, alabó la "solidez indiscutible" de Podemos, su afianzamiento como el espacio de cambio que apoyan millones de españoles que les miran para que planten cara a la "incompetencia" del Gobierno y de sus aliados —así los dibujan los morados— de PSOE y Ciudadanos, a los que denominan "bloque monárquico".

Irene Montero habla de "solidez indiscutible" de su partido, y Adriana Lastra recalca que el PSOE se está "consolidando" como "alternativa" al PP


Para el PSOE, sin embargo, la lectura es bien distinta. La vicesecretaria general, Adriana Lastra, se felicitó de los datos porque consolidan a su partido como "alternativa" al PP. Pese al descenso de siete décimas respecto a julio, puso en valor que está lográndose "reducir" la ventaja que le saca el PP. Una verdad a medias. En el estudio anterior, los populares sacaban 3,9 puntos a los de Sánchez. Ahora la distancia es de 3,8 puntos. Una décima menos. Lastra también se congratuló de la nota obtenida por el líder socialista, 3,61 puntos. Pero en julio era de 3,73. Para Margarita Robles, la portavoz en el Congreso, el último CIS demuestra que los ciudadanos están "valorando el papel que está haciendo el PSOE con un sentido de Estado, abordando los problemas e intentando dar soluciones".

En privado, los dirigentes próximos al secretario general también respiraban aliviados con el barómetro de octubre. Señalaban que, aunque no hay una subida, el estudio sí indica una "consolidación" de la cota conseguida en julio, cuando estaba muy reciente el 'efecto Sánchez', tras su victoria en las primarias federales y el cierre del 39º Congreso. "Lo importante es que nos hemos anclado, que no sufrimos vaivenes, y que estamos más cerca del PP, que es nuestro competidor, mientras que Podemos se queda ya muy atrás. Además, es muy significativo que la encuesta del CIS y las de los institutos privados nos sitúan en la misma banda, entre el 24% y el 26%", apuntaba un alto cargo de la cúpula en los pasillos del Congreso en conversación con este diario, quien también incidía en que el PSOE es el primer partido en intención directa de voto más simpatía (19,7% frente al 18,5% del PP). Pero en julio era la primera fuerza en intención declarada de voto (sin cocina del CIS) —19,1% por 17,1%— y destacaba más en voto más simpatía (22,2% frente a 18,7%).

Pablo Iglesias atribuye su caída en el CIS al efecto de la "artillería" mediática

¿"Sobredimensionamiento" de Cs?

El estado mayor del PSOE también reiteraba que este estudio parte de una muestra realizada a principios de octubre, aún bajo el impacto del referéndum del 1-O, y "no era el mejor momento" para los de Sánchez, puesto que estaba en danza aún la reprobación a Soraya Sáenz de Santamaría —luego retirada—, criticada internamente, y no se había llegado al acuerdo con el Gobierno para la aplicación del 155 y la reforma de la Constitución. La evolución de los acontecimientos hace pensar al PSOE que si la encuesta se realizase ahora, su estimación de voto sería más alta, y más baja a su vez la de Podemos.

En Ferraz se felicitan de que la sangría hacia Podemos "haya acabado" y creen que, tras el 155 y el pacto de reforma constitucional, han subido más


A su rival de izquierdas, Ferraz lo ve "en caída libre" por su posición hacia Cataluña, más alineada con los independentistas, o en algunos casos poco clara. "La gente buscaba un revulsivo en la izquierda y se encontró con Pablo Iglesias", bromeaba un miembro de la ejecutiva, haciendo alusión al escaso tirón del jefe morado. "La sangría hacia Podemos, en todo caso, se acabó", valoraban distintas fuentes. Los diputados menos cercanos a Sánchez se limitaban a recordar que el crecimiento se ha frenado y que el escenario es muy cambiante por la vorágine en la que se ha convertido la situación en Cataluña.

El portavoz del Gobierno valora positivamente los datos del CIS

¿Y Ciudadanos? Los dirigentes próximos al líder entienden que las encuestas tienden a "sobredimensionar" a la formación de Albert Rivera, creando una expectativa que luego no se cumple en las urnas. En Ferraz creen que el sorpaso de los naranjas a Unidos Podemos no se ha producido.

La mala noticia para Podemos en el último barómetro del CIS no se acaba solo en que junto a sus confluencias haya perdido dos puntos respecto a julio y pase del 20,3% al 18,5%, colocándose como objetivo fácilmente a batir por parte de Ciudadanos (17,5%). Tampoco se trata solo de que Pablo Iglesias sea el líder con la peor nota ciudadana de los grandes partidos (2,67). El problema es algo más estructural, ya que la formación morada no logra contener la sangría de votos hacia el PSOE, e incluso hacia sus rivales de Albert Rivera. Le cuesta cada vez más fidelizar el voto, e indudablemente uno de los factores que ha operado de forma decisiva es su postura en el 'procés' —ambigua, cuando no más próxima a las tesis de los secesionistas en ciertos aspectos—, la crisis que lleva presente en la agenda política y mediática desde hace meses y que es, de hecho, la segunda preocupación de los españoles.

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