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Rajoy se lanza a salvar el pacto del 78… y la legislatura
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HOY SE CUMPLE UN AÑO DE LA INVESTIDURA COMO PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Rajoy se lanza a salvar el pacto del 78… y la legislatura

El Gobierno espera poder pactar con el PNV los Presupuestos en enero, tras el 21-D en Cataluña, para poder agotar el mandato

Foto: Mariano Rajoy el viernes en la Moncloa. (Reuters)
Mariano Rajoy el viernes en la Moncloa. (Reuters)

Suele decirse que los presidentes en su primera legislatura miran lo que dicen de ellos los periódicos y en la segunda piensan en lo que se escribirá de ellos en los libros de historia. No hay constancia de que Mariano Rajoy haya hecho alguna vez caso a lo que le dicen los periódicos, pero estas semanas se juega pasar a la historia como el presidente bajo cuyo mandato se rompió España o como el presidente que derrotó al independentismo.

Hoy se cumple un año de su segunda investidura como presidente del Gobierno y ya ha pasado a la historia como el que asumió el mando de la Generalitat de Cataluña desde la Moncloa y también bajo el que se declaró la república independiente de Cataluña, tenga el valor que tenga.

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa ofrecida en la Moncloa. (EFE)

Su objetivo ahora, según fuentes del Gobierno, además de, obviamente, intentar frenar la independencia, es salvar la legislatura, como instrumento para cerrar esa brecha institucional. Por eso ha aplicado el 155 y, por eso, también en el último momento convocó las elecciones catalanas para el 21 de diciembre, la primera fecha posible. Se juega el 78 -el régimen, según Podemos- y también la legislatura, es decir, su referencia en el libro de la Historia.

Hasta después del 21-D no podrá pactar nada con el PNV, pero a partir de ahí, en enero, cuando se disipe "el lío", puede intentar acordar unos Presupuestos para 2018, en los que cumpliría los puntos aplazados del acuerdo con los nacionalistas vascos para las cuentas de 2017. Y coger impulso para intentar acabar la legislatura, acercándose a las municipales y autonómicas de 2019. Todo condicionado a que le salga bien la jugada del 21-D, con un reconocimiento de facto de la Constitución por parte de los independentistas al presentarse a las elecciones, una aplicación pacífica del 155 y un enfriamiento del soberanismo y sus apoyos. La Moncloa valora positivamente el papel que han jugado estos días el PNV y el lendakari Íñigo Urkullu, demostrando más sentido de Estado que otros a los que se les suponía.

Queda en suspenso el funcionamiento de la Comisión del Congreso para la reforma territorial

Rajoy, cuya leyenda le aleja del riesgo, ha cambiado el paso esta vez y ha montado un circo de tres pistas en el que una de ellas, la de la continuidad de la legislatura y la estabilidad, le es fundamental como instrumento para gestionar también el futuro de Cataluña.

A la opción de que el Gobierno intentara buscar ahora el voto del PSOE para esos Presupuestos, fuentes oficiales próximas a Pedro Sánchez aseguran tajantes: “Rajoy ha dinamitado los puentes para seguir en esta legislatura. Tiene que reconstruirlos; para ese cometido que no mire al PSOE”.

La dirección de Podemos sí aventura ese acercamiento que los socialistas niegan. El PSOE explica que solo apoyan al Estado y no al Gobierno; que han logrado moderar las medidas iniciales que planeaba Rajoy y que de ninguna manera les interesa vincularse más al PP en vísperas de las elecciones del 21 de diciembre. “Ahora tenemos que hacernos perdonar el apoyo al 155, separándonos en lo posible del PP”, explica un alto dirigente.

placeholder El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder socialista, Pedro Sánchez, en la Moncloa. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder socialista, Pedro Sánchez, en la Moncloa. (Reuters)

Queda en suspenso el funcionamiento de la Comisión del Congreso para la reforma territorial para una propuesta posterior de cambio de constitucional que Sánchez arrancó a Rajoy, que no parece conveniente con la aplicación del 155 y la ausencia de nacionalistas, independentistas y Podemos. De cómo salga el 155 y el 21-D depende también el éxito de esta comisión y la nota final de la actuación arriesgada del líder del PSOE en este proceso. Y la duda de si Rajoy, ya lanzado al riesgo, querrá acometer esta vez una reforma de la Constitución, aunque sea controlada para preservar ese 78. Si lo hace, la comisión puede ser la pista de aterrizaje de cualquier diálogo tras el 21-D.

En este año Rajoy ha gobernado en minoría, con un acuerdo con Ciudadanos que se aplica con muchos altibajos, y una especie de geometría parlamentaria variable que ha incluido al PNV para los Presupuestos y a otros como, incluso, al PDeCAT para normas trascendentes como el decreto de estibadores. Sus mayores dificultades, además del proceso independentista de Cataluña, han venido de los sumarios de corrupción que le seguirán persiguiendo durante años y la falta de mayoría para evitar someterse al control del Parlamento. Tiene ya cuatro ministros reprobados por el Congreso, pero con eso se puede vivir y el instrumento parlamentario ha quedado ya banalizado por exceso de uso.

Rajoy destituye a Puigdemont y convoca elecciones en Cataluña para el 21 de diciembre.

Al iniciarse la legislatura, entendió la importancia de controlar el Congreso y logró que Ana Pastor fuera la presidenta, hasta convertirse en una especie de vicepresidenta sin cartera. Se cuenta que tras la investidura, Rajoy dijo a los suyos que del legado normativo de la legislatura de la mayoría absoluta había que preservar por encima de todo las leyes económicas, es decir, la de estabilidad y la reforma laboral. Tocarlas supondría una convocatoria electoral anticipada, les dijo. Hoy, 365 días después de su toma de posesión, no se ha cambiado ni una sola ley polémica, pese a que hay mayoría aplastante de partidos partidarios de cambiarlas.

El “gobernaremos desde el Parlamento” se ha conjurado con la paralización de 70 iniciativas de la oposición mediante diferentes mecanismos

No se ha tocado la ley de seguridad ciudadana o ley mordaza, la del Tribunal Constitucional o la Ley de Enjuiciamiento Criminal entre otras. El “gobernaremos desde el Parlamento” se ha conjurado con la paralización de 70 iniciativas de la oposición mediante diferentes mecanismos parlamentarios. Solo hubo unanimidad para la de RTVE, pero queda frenada su aplicación. El Gobierno en minoría ha ganado a la mayoría heterogénea del Congreso.

Y pendientes de la continuidad de la legislatura están iniciativas del Gobierno como la Ley Hipotecaria, la privatización de Bankia, la reforma del proceso penal y todas las iniciativas de regeneración que el PP pactó con Ciudadanos para la investidura y que han quedado en el cajón de los acuerdos olvidados.

Queda postergado para después del 155 y el 21-D el acuerdo para renovar RTVE y otras vacantes institucionales como el Defensor del Pueblo y, en breve, el Consejo General del Poder Judicial.

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras el Consejo de Ministros en la Moncloa. (Reuters) Opinión

Esta vez Rajoy ha actuado con el 155, mucho más tarde de lo que querían algunos en su Gobierno y su partido, pero lo ha hecho de forma más arriesgada, rompiendo el tópico de que espera a que se suiciden sus adversarios antes de matarlos (políticamente). Así ha hecho con Cataluña hasta ahora y lo hizo hace un año con el PSOE para lograr su abstención en la investidura.

Entonces logró sintonía con la gestora que presidía Javier Fernández, se alejó cuando ganó Sánchez las primarias y ahora le ha atraído hacia el 21-D.

Para su objetivo de agotar la legislatura le beneficia también que de carambola Cataluña se ha llevado por delante cualquier opción de moción de censura contra él, si es que alguna vez la hubo. Sánchez necesitaría a Podemos, que exige referéndum pactado que no puede conceder, y a los nacionalistas e independentistas que ahora no están para nada. En eso también gana de momento Rajoy.

Los soberanistas, si todo va según lo previsto por Rajoy, renunciarán a volver a intentarlo una vez visto que las empresas se van y que no es posible

La tesis del Gobierno es que el 21-D puede suponer la vuelta a la legalidad del independentismo y todo este proceso habrá servido como una especie de vacuna en la que el Estado ha creado anticuerpos y ha mostrado su fortaleza para hacer frente al secesionismo. Y los soberanistas, si todo va según lo previsto por Rajoy, renunciarán a volver a intentarlo una vez visto que las empresas se van, que el Estado es muy fuerte, que Europa no lo permite, que el mundo no lo reconoce y que, en definitiva, no es posible. Algo parecido a lo que ocurrió con el 23-F como efecto vacuna del golpismo. Por el momento, los secesionistas se van rindiendo de facto al 155 y quienes votaron la independencia en secreto para no ser acusados de ningún delito no pueden pedir a los funcionarios la heroicidad de enfrentarse a las consecuencias de la desobediencia. El Estado va ganando, pese a errores graves que el propio Gobierno admite, como la actuación policial del 1-O.

"España tiene un Gobierno que puede gobernar, que mantiene su rumbo previsible y se apresura a borrar hasta la última brizna de incertidumbre que como una mala hierba haya brotado en estos meses", dijo Rajoy hace un año en la tribuna del Congreso, justo antes de ser investido presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados. Hoy es también presidente de la Generalitat, investido por el artículo 155.

Suele decirse que los presidentes en su primera legislatura miran lo que dicen de ellos los periódicos y en la segunda piensan en lo que se escribirá de ellos en los libros de historia. No hay constancia de que Mariano Rajoy haya hecho alguna vez caso a lo que le dicen los periódicos, pero estas semanas se juega pasar a la historia como el presidente bajo cuyo mandato se rompió España o como el presidente que derrotó al independentismo.

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