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Vencedores y vencidos: las dos caras de la resaca del triunfo sorpresa de Sánchez
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LA LUCHA DEL 39º CONGRESO FEDERAL

Vencedores y vencidos: las dos caras de la resaca del triunfo sorpresa de Sánchez

Los barones, los notables y los 'embajadores' del susanismo quedan profundamente desautorizados tras la victoria del madrileño. Gana en cambio el equipo que le ha acompañado en este viaje

Foto: Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, Susana Díaz, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra y Ximo Puig, el pasado 26 de marzo en Madrid. (Reuters)
Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, Susana Díaz, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra y Ximo Puig, el pasado 26 de marzo en Madrid. (Reuters)

Toda batalla deja vencedores y vencidos. La del PSOE, también. Más cuando la guerra ha sido larga, cruenta, sucia y agotadora. El PSOE que queda después de las primarias del 21 de mayo será muy distinto al que llegó a ellas. Primero, por la rotundísima victoria de Pedro Sánchez, por mayoría absoluta y con 15.000 votos y más de 10 puntos de ventaja sobre Susana Díaz, lo que le otorga una legitimidad de origen que no obtuvo en 2014, pese a que fue elegido por el mismo sistema, aunque entonces fue impulsado por los barones y ahora, por la fuerza de unas bases rebeldes que han aplicado un severo correctivo a sus mayores. la participación masiva, de casi el 80%, y el desarrollo impecable de la votación, un ejemplo de limpieza y de democracia interna para el resto de partidos, no hace más que confirmar lo inapelable de la victoria de Sánchez.

Pero no solo por eso. Las urnas han demostrado que muchos dirigentes con trienios a sus espaldas y (teórico) poderío orgánico —empezando por Susana Díazno conocían los movimientos tectónicos que estaban creciendo a sus pies y su ceguera les impidió ver. Todos ellos salen muy tocados de una confrontación fratricida frente al equipo del que se rodeó el reelegido líder y que ahora está llamado a liderar la nueva era socialista.

Ni siquiera el presidente que teóricamente tenía mejor amarrada su federación, el aragonés Javier Lambán, pudo contener la ola a favor de Sánchez

La nómina de derrotados es larga y repleta de nombres ilustres del PSOE. La primera, la más obvia, Susana Díaz. La presidenta andaluza no se esperaba la enorme bofetada que le propinaron los militantes. Solo quedó a salvo en su refugio, Andalucía, con un 63,16% de apoyo, un porcentaje bastante inferior al que su equipo pronosticaba, y que además deja al descubierto una oposición del 31,66% —la cifra obtenida por el reelegido líder—, pero se estrelló en el resto de federaciones. Apenas ganó en 12 provincias: las ocho andaluzas más Badajoz, Ávila, Cuenca y Huesca. Y, como ya habían advertido los sanchistas, ni siquiera fue capaz de cosechar más votos (59.041) que avales (60.231), al menos, al 99,23% escrutado. Fracaso total y sin paliativos. A Díaz solo le resta replegarse en la Junta de Andalucía y luchar para conservar la joya de la corona en manos del PSOE. Y no será fácil, dada la dimensión de la contestación interna, lo que le hace más vulnerable y presa lógica de las garras de la oposición.


Cuando la presidenta formalizó su candidatura, el pasado 26 de marzo en Madrid, lo hizo rodeada de todos los históricos del PSOE y de las cabezas del poder orgánico. El mensaje era rotundo: ese PSOE, el PSOE de toda la vida, ese '100% PSOE' del que ella se proclamó heredera, no podía perder las primarias. Pero ocurrió. Así que todo ese PSOE, el que ha pilotado la formación desde la Transición, ha quedado vergonzantemente derrotado. Ahí están, en primera línea, los barones. Ningún presidente autonómico pudo resistir la fuerza de Sánchez.

Los barones contrarios a Pedro Sánchez agachan la cabeza

El único que a punto estuvo de ganar en su territorio fue el aragonés Javier Lambán, el que jamás escondió su alineación con Díaz y el que ha sido martillo del madrileño, dedicándole durísimas palabras. Lambán, el que había sacado más margen en avales a favor de su aspirante, perdió finalmente en las urnas, aunque por poco (Sánchez cosechó 2.903 votos, el 45,86%, frente a los 2.766 sufragios, el 43,70% de la presidenta).

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La ola llega hasta Javier Fernández

En el otro extremo, Ximo Puig. Ya había salido muy debilitado de la fase de avales, pero el 21-M no hizo sino confirmar el poco control de su federación. En la Comunidad Valenciana, el exdiputado se hizo con el 63,07% de las papeletas, y se impuso en las tres provincias. Pero también resultaron vencidos Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha (48,32% frente al 43,86% de Díaz), Guillermo Fernández Vara en Extremadura (49,15% contra el 43,65%) y, por descontado, Javier Fernández, el presidente de la gestora, en Asturias (53,41% frente al 39,62%), que ni siquiera tuvo cuerpo para acompañar al ganador una vez conocido el resultado de las urnas, al contrario de lo que ocurrió hace tres años, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba proclamó la victoria de Sánchez en la sala Ramón Rubial de Ferraz, la misma que ayer se llenó de militantes eufóricos pero a la que no acudieron ninguno de sus rivales, ni Susana Díaz ni Patxi López. La goleada a Fernández es especialmente dolorosa porque hasta la asunción de las riendas de Ferraz era considerado una autoridad, un referente del socialismo, el hombre de cabeza privilegiada y principios sólidos.

Lastra, la fiel colaboradora del líder electo, lanza el aviso a los barones: "O empiezan a representar bien a sus compañeros o van a dejar de hacerlo"

Los presidentes autonómicos tienen que medir muy bien los pasos que den a partir de ahora. Saben que pueden ser derribados por el reelegido secretario general si retoman la guerra contra él. La advertencia la hizo esta misma mañana la diputada Adriana Lastra, la principal colaboradora del ganador, junto con el valenciano José Luis Ábalos. "Ha sido una lección ejemplar para muchos de esos barones, porque dejaron de representar a sus militantes. Lo que ayer les dijeron fue 'Compañeros, o volvéis a representarnos o vais a dejar de hacerlo'. Esa es la lección, o empiezan a representar bien a sus compañeros o van a dejar de hacerlo", añadió Lastra, en una entrevista en Onda Cero, en la que no quiso anticipar "el precio que tienen que pagar", pero sí les exigió que pidan "disculpas" a las bases.


El aviso a navegantes no es gratuito. Los líderes territoriales controlan aún el proceso de elección del millar de delegados que acudirán al 39º Congreso Federal, el 16, 17 y 18 de junio. Si Sánchez no pacta su dirección con ellos, este puede llevarse un revolcón en pleno cónclave y comprobar que su ejecutiva cosecha una contestación notable.

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Pero su venganza podría llegar muy pronto: tras la cita federal se suceden en cascada los congresos regionales y provinciales, ocasión que el líder electo podría aprovechar para impulsar alternativas a los presidentes. Algunas podrían prosperar, pero aunque no lo hicieran sí contribuirían a evidenciar su debilidad interna. Por si acaso, presidentes como Lambán, Vara o Puig ya están proclamando su lealtad a Sánchez.

Madina, Valenciano, Torre, Rodríguez...

El capital de los barones ha quedado erosionado. Igual que el de los expresidentes del Gobierno socialistas. Felipe González, con más cautelas, y José Luis Rodríguez Zapatero, con un entusiasmo y una fascinación fuera de dudas, apoyaron a Díaz y la señalaron como depositaria de su legado, como la guardiana de las esencias del partido. Su autoridad moral —más que orgánica, que ya no la tienen— queda ahora en entredicho. González se sintió engañado por Sánchez cuando este le prometió, tras las elecciones del 26-J, que conduciría al PSOE a la abstención. Ahí se rompió su relación, pero la confianza con Zapatero, que sí le ayudó en 2014, se rompió mucho antes.


Entre los notables que prestaron su respaldo a Díaz también figuraban Alfonso Guerra y el propio Rubalcaba. Los dos estuvieron a su lado, igual que el expresidente manchego José Bono. Pero su apoyo no fue tan activo o visible como el que evidenciaron los dirigentes que ejercieron de 'embajadores' de la presidenta en toda España. Los que más dieron la cara por ella. En el primer escalón, el diputado vasco Eduardo Madina —rival de Sánchez en 2014 y que ahora probablemente será castigado tras meses de vuelta al escaparate— o la secretaria de Organización del PSOE aragonés, Pilar Alegría. Ambos hicieron de portavoces de su candidatura. Igual que el líder saliente de Juventudes Socialistas, el asturiano Nino Torre, o la diputada por Valladolid Soraya Rodríguez. Cabezas respetadas en el partido como la eurodiputada y ex vicesecretaria general Elena Valenciano, el ex número dos José Blanco o el alcalde de Vigo y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Abel Caballero, se implicaron a fondo en el proyecto de la baronesa andaluza. El regidor se llevó un fuerte rapapolvo de las bases: en la ciudad pontevedresa, la agrupación gallega más grande, Sánchez también ganó con holgura frente a Díaz. Otro sector que ya no levantará cabeza es el nucleado en torno al exjefe del PSM Tomás Gómez, que se había movilizado sin descanso para ayudar a la política sevillana.

A su última estación también ha llegado Antonio Hernando, que ha pasado de ser uno de los hombres de confianza de Sánchez a un repudiado

Fuera de la lucha interna de estos meses quedó Antonio Hernando. No se implicó con ningún aspirante. Pero era el más frágil de todos. De ser uno de los hombres de confianza de Sánchez y uno de los defensores del 'no es no', pasó a poner la cara de la abstención cuando aceptó continuar como portavoz parlamentario bajo el mandato de la gestora. Lo hacía por lealtad a las siglas. En su grupo le reconocen su habilidad, vocación de trabajo y elocuencia. Con Sánchez otra vez en el poder, no tenía salvación. El madrileño ya recalcó la semana pasada que lo relevaría en caso de victoria. Hernando se adelantó y anoche mismo llamó a Fernández para comunicarle su dimisión automática. Con el portavoz caerá, antes o después, el andaluz Miguel Ángel Heredia, señalado por los sanchistas por los audios que se le pillaron en una conversación informal en noviembre con miembros de Juventudes. El asturiano Vicente Álvarez Areces, portavoz en el Senado, anunció este lunes que seguirá como portavoz en el Senado hasta el 39º Congreso de junio, que es cuando expira su mandato.

Los principales triunfadores de estas primarias son aquellos que empujaron a Sánchez a cobrarse la revancha y que no le abandonaron en el momento más difícil, cuando los barones que habían estado a su lado se marcharon y respaldaron a Patxi López.

Habrá premio seguro para los diputados Adriana Lastra y José Luis Ábalos, sus dos coordinadores de campaña. Ella ha conquistado un resultado excelente para su jefe en Asturias y le ha demostrado una lealtad inquebrantable. Ya formó parte de su primera ejecutiva como secretaria de Política Municipal. Ahora podría verse reforzada en el organigrama del PSOE o bien ocupar la vacante dejada por Hernando. Ábalos, por su parte, es secretario provincial en Valencia y el factótum del éxito de Sánchez en la comunidad. No sería sorprendente que fuera nombrado nuevo responsable de Organización.

Un grupo a la contra

El reelegido secretario general no se sentará en el Congreso, pero a priori cuenta con un grupo parlamentario a la contra. Solo un pequeño puñado de fieles se ha mantenido a su vera. Diputados como Margarita Robles —presidenta de la Comisión de Justicia e independiente, pero muy bien acogida por la militancia—, Sofía Hernanz —amiga personal de Sánchez—, Zaida Cantera, Susana Sumelzo, Manuel González Ramos (secretario provincial de Albacete), Odón Elorza, Luz Martínez Seijo, Rocío de Frutos o Marc Lamuà han formado un núcleo compacto en estos meses. Ahora es probable que cierren filas con el ganador los parlamentarios patxistas, como la murciana María González Veracruz —ella misma dudó, tras los avales, de la conveniencia de que el exlendakari continuara su carrera— o los madrileños Rafa Simancas y Carlota Merchán.

En el Congreso dispone de un núcleo de fieles, encabezados por Margarita Robles, Sofía Hernanz o Zaida Cantera. Muy arriba, Ábalos y Lastra

Distinto es el caso de César Luena, aún líder territorial en La Rioja: fue número dos de la ejecutiva de Sánchez y fue de los primeros en alinearse con López. Es casi imposible que pueda ser rescatado esta vez. Todo lo contrario que el balear Pere Joan Pons: hizo el mismo movimiento que la presidenta de las islas, Francina Armengol, de quien fue su jefe de Gabinete: promocionó al exlendakari pero, tras el punto de inflexión de los avales, volvió a respaldar a Sánchez.

Fuera de la Cámara Baja, el jefe electo de los socialistas cuenta con los alcaldes de Valladolid, Óscar Puente; Dos Hermanas, Quico Toscano; Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlon o Viladecans, Carles Ruiz, todos ellos muy activos en estos meses. También con un equipo de dirigentes leales que han trabajado duro con él, como los coordinadores de su programa, Manu Escudero y José Félix Tezanos, los exministros Cristina Narbona, Pepe Borrell, Carmen Calvo y Beatriz Corredor, la eurodiputada castellanoleonesa Iratxe García y 'fontaneros' como el navarro Santos Cerdán, el andaluz Paco Salazar o el madrileño Fran Martín Aguirre. Y por supuesto sus incondicionales Juanma Serrano y Maritcha Ruiz, jefe de Gabinete y directora de Comunicación de su campaña. Todos estos nombres conformarán el núcleo duro de la nueva dirección o serán reforzados en sus territorios.


Entre los barones, el apoyo explícito es el de la presidenta Francina Armengol, que supo leer por anticipado que Baleares quería al madrileño y se volcó activamente a su favor en la recta final. Pero otros secretarios regionales que originariamente veían con buenos ojos la postulación de López se han mantenido más al margen, nadando y guardando la ropa: Luis Tudanca (Castilla y León), María Chivite (Navarra) y Rafa González Tovar (Murcia). La madrileña Sara Hernández y la vasca Idoia Mendia sí dieron la cara con el exlendakari. De las dos, la más débil es, con claridad, la primera, que ya estaba muy cuestionada antes de este proceso.

Patxi López, no obstante, es el vencedor moral de estas primarias. Como Sánchez, recabó más votos que avales, venció en su tierra (como Díaz en Andalucía) y mantuvo una posición digna, frisando el 10% de los votos. Dada su posición de árbitro, se sabía de antemano que tendría acomodo en la nueva dirección, ganara uno u otro. Sánchez tendrá que ver cómo visualiza la integración con él. Un guiño potente sería ofrecerle la portavocía del Congreso, aunque también podría compensarle con un cargo en la ejecutiva, de la que formó parte hasta la caída del madrileño. De todos modos, de aquí hasta el cónclave federal, el líder electo, en coordinación con la gestora, podría designar a un portavoz provisional. Y esa figura podría ser la manchega Isabel Rodríguez, que ha ejercido de adjunta en la cúpula del grupo en los últimos años y es muy valorada por sus compañeros y también por los sanchistas, aunque ella aún no ha sido llamada por el jefe electo. El nombramiento del sucesor de Hernando podría producirse en las próximas horas.

Toda batalla deja vencedores y vencidos. La del PSOE, también. Más cuando la guerra ha sido larga, cruenta, sucia y agotadora. El PSOE que queda después de las primarias del 21 de mayo será muy distinto al que llegó a ellas. Primero, por la rotundísima victoria de Pedro Sánchez, por mayoría absoluta y con 15.000 votos y más de 10 puntos de ventaja sobre Susana Díaz, lo que le otorga una legitimidad de origen que no obtuvo en 2014, pese a que fue elegido por el mismo sistema, aunque entonces fue impulsado por los barones y ahora, por la fuerza de unas bases rebeldes que han aplicado un severo correctivo a sus mayores. la participación masiva, de casi el 80%, y el desarrollo impecable de la votación, un ejemplo de limpieza y de democracia interna para el resto de partidos, no hace más que confirmar lo inapelable de la victoria de Sánchez.

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