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Los teloneros de Díaz convierten su estreno en una defensa del "orgullo" del PSOE
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9.000 PERSONAS SIGUEN LA PUESTA DE LARGO DE LA BARONESA

Los teloneros de Díaz convierten su estreno en una defensa del "orgullo" del PSOE

Matilde Fernández, Edu Madina, el dirigente del PSC Antonio Balmón y la cántabra Estela Goikoetxea apuntalan el discurso de la candidata, de reivindicación de la historia y el presente del partido

Foto: Susana Díaz, con Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfonso Guerra, este 25 de marzo en el pabellón 1 de Ifema de Madrid. (EFE)
Susana Díaz, con Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfonso Guerra, este 25 de marzo en el pabellón 1 de Ifema de Madrid. (EFE)

Aquello era el "disco duro" del PSOE, "el PSOE y mucho más", como decía Susana Díaz. "Esto es el PSOE, en pequeñito, pero este es el PSOE", hilaba a su vez la exministra Matilde Fernández. El PSOE del pasado, del presente y del futuro reunido en un mismo pabellón abarrotado, lleno hasta las trancas. Era la imagen que buscaba la candidata —sí, la candidata, tras muchos amagos, tras muchos AVE que quiso dejar pasar— a la secretaría general del PSOE, la presidenta de la Junta de Andalucía. Susana Díaz. Un estreno en Madrid por la puerta grande, en un macroacto cuidado al milímetro, rodeada de los popes del partido, de la vieja guardia, de los barones, de exministros socialistas, de miles de militantes entusiastas llegados de todos los puntos del país. El revés de la fotografía que mitin tras mitin da Pedro Sánchez en sus encuentros multitudinarios por toda España, sin apenas apoyos orgánicos pero invistiéndose como jefe de la "candidatura de las bases".

Foto: Susana Díaz, junto al exvicepresidente Alfonso Guerra, este 26 de marzo en el pabellón 1 de Ifema de Madrid. (EFE)

7.000 personas apelotonadas en el pabellón 1 del recinto ferial Ifema de Madrid. Otras 2.000 fuera, en otra sala anexa que tuvo que habilitarse y en la calle, aguantando el frío del final de marzo en la capital. Las cifras las daba la organización del acto. Pero al margen de los números muchos eran conscientes de que el de este domingo era uno de los mítines más concurridos (y "afectivos") del PSOE en los últimos tiempos. Una exhibición de fuerza en toda regla. El susanismo al desnudo. Era lo que buscaban Díaz y su equipo: mostrar poderío a sus rivales como una de las "credenciales" de su candidatura. "Lo hemos petado todos, ¿eh?", bromeaba la baronesa dirigiéndose al alcalde de Vigo, Abel Caballero, el mismo que le organizó en la capital el ensayo general (también lleno, pero menos) de este mitin hace poco más de un mes.

"No ocultamos nuestra historia, y mucho menos nos escondemos detrás de la historia. La mejor manera es hacernos fuertes en nuestras raíces", paladeaba Díaz como un resumen de los objetivos perseguidos en su puesta de largo. Mostrar el ayer y también el hoy del PSOE. Por eso entró al pabellón acompañada de Felipe González —el más frío e inexpresivo en los apoyos, no obstante—, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero y los presidentes autonómicos de Valencia, Ximo Puig; Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; Aragón, Javier Lambán, y Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Y de sus cuatro teloneros: la joven cántabra Estela Goikoetxea, la exministra Matilde Fernández, el dirigente del PSC Antonio Balmón y el diputado vasco Eduardo Madina. Los mismos que afinaron con su mensaje y con ella reivindicaron el "orgullo" de la marca y de sus años en el poder. "¿Pasa algo por sentir el orgullo de 22 años de historia? Yo siento orgullo", se preguntó retóricamente Madina —también lo hizo ayer, en el cierre del foro político, que él coordinó—, aclamado tras solemnizar su reconciliación con Díaz, en 2014 enfrentada con él por haber mantenido su candidatura, venganza que ella se cobró apoyando a Sánchez. Los dos cerraron sus diferencias en aquel congreso fundiéndose en un abrazo.

Habilitan un segundo pabellón de Ifema para el acto de Susana Díaz

El espejo invertido

El exlíder es el adversario de ambos, de todos ellos, de todos los congregados en Ifema este domingo. Al que muchos dirigentes pintan como un 'outsider' que ha roto marras con el pasado del PSOE. Por eso todos los mensajes de hoy se construían inevitablemente como el espejo invertido del discurso de Sánchez. El propio lema de campaña de la candidata, exhibido en todos los rincones del pabellón y repetido por ella misma durante su discurso, lo decía todo: '100% PSOE'. Hasta la puesta en escena casaba con ese eslogan: himno socialista a todo trapo —allí no sonó 'La Internacional', colofón de todos los mítines del exlíder—, escenografía, emoción, liturgia propia de una campaña electoral, no de una lucha interna. Nada fuera de la ortodoxia. Todo perfectamente reconocible, apegado al canon socialista. Para algo ella es la candidata oficial.


Sorprendió Goikoetxea, la directora del Observatorio de la Salud Pública de Cantabria, de solo 29 años, por la fuera que imprimió a su intervención (la primera). Estaba preñada de enorme simbolismo la presencia de Balmón. Matilde Fernández recordaba con emoción los años de Felipe González en el Gobierno, del que fue ministra de Asuntos Sociales, se recreaba en la "responsabilidad del poder". Y Madina advertía, citando al excanciller alemán Willy Brandt —al que también mentó Díaz, en una mañana también llena de citas de autoridad—, de que en el atestado pabellón de Ifema se comenzaba a escribir "un nuevo comienzo en la historia del PSOE, una reconciliación, un proyecto de futuro".

"Yo estoy aquí porque está Susana, entonces este es mi sitio y este es mi partido", proclama Madina, que anuncia un "nuevo comienzo" para el PSOE

La imagen de los dos sobre el escenario, antaño enemigos, era suficientemente elocuente. Ella fue quien le impidió ganar en 2014, pero pronto rehicieron su relación, en cuanto la baronesa receló de Sánchez, y eso llegó a los pocos meses de que este se instalase en Ferraz. "Durante mucho tiempo me habéis pedido que estemos juntos. Muy bien, hoy, Susana y yo estamos juntos". Una proclamación de amor que incluso puso en pie a Zapatero y Guerra. "No me pongáis nervioso —siguió el diputado—, porque si yo entro en un pabellón como este, con miles y miles de militantes, y veo a Felipe González, a Alfonso Guerra, a José Luis Rodríguez Zapatero, a Pepe Bono, a Matilde Fernández, a Carme Chacón y a Alfredo Pérez Rubalcaba, y yo estoy aquí porque está Susana, entonces este es mi sitio y este es mi partido". Nueva ovación. La grada parecía caerse abajo por momentos.

Eduardo Madina: hoy en este pabellón "se escribe la reconciliación del PSOE"

Razón y corazón

"Los socialistas somos eso, razón y corazón. Razón, la aprendimos de los ilustrados. Pero también corazón, alma y sentimiento, el estar cerca de la gente y de sus problemas", glosaba la exministra, para a continuación remarcar las virtudes que encuentra en Díaz: "Fuerza, inteligencia, seguridad y confianza para los ciudadanos". Fernández, la primera mujer que aspiró al liderazgo del partido, junto con Rosa Díez (en 2000), hizo hincapié en cómo el PSOE debe explicar cómo gobierna "y compararlo con cómo gobiernan los otros, y no hay color", y también tener fresco el pasado de lo que fue. "Goethe decía eso que cuando uno está en el presente tiene que mirar hacia atrás para reconocer el camino recorrido y proyectar el futuro. Si yo os comentara cómo era el país de los años 80...". El país del que tomaron las riendas González y su generación y que comenzó a construir el Estado del bienestar, recordó, que puso en marcha programas como el Imserso que hoy están en la mente de todos y que en aquel momento sirvió para que mucha conociera "el mar".

"No se puede decir aquí chi chi chi y allá cha cha cha porque así no se va a ningún sitio en democracia", subraya Matilde Fernández

La exministra, fiel discípula de Guerra, representante sin ambages del ala izquierda del PSOE, "una jubilada" —como se presentó—, advirtió de que en políitica es fundamental la "lealtad", que "la garantía de que se cumple es decir y hacer lo mismo y sentarte con un interlocutor político y respetarle". "No se puede decir aquí chi chi chi y allá cha cha cha porque así no se va a ningún sitio en democracia", ilustró, aludiendo indirectamente a Podemos. A Díaz, a la que no permitirá que le "toquen un pelito" como mujer, le dedicó este mensaje: "Eres la persona más capaz para marcar el rumbo que necesita este partido y la más adecuada para recuperar la ambición del PSOE, con rigor y sin ambición personal porque las ambiciones en el PSOE son colectivas y así son fuertes".


Especialmente icónica era la presencia de un peso pesado del PSC. Antonio Balmón, alcalde de Cornellà (la misma ciudad de la que fue regidor el expresident José Montilla), un veterano del aparato, el fontanero que ha ayudado a reparar las recientes crisis de convivencia con el partido hermano, en 2013 y ahora tras la investidura de Mariano Rajoy. "El PSC es el PSOE y el PSOE es el PSC, es nuestra historia. ¡Vamos!", arrancó, y puso como una moto a un público entregado. Balmón aludió a la difícil situación en Cataluña, a la necesidad de "desmontar las trampas" del independentismo, para lo que es necesario "un PSOE fuerte" que ya escribió su "contrato territorial", recordó, en Granada, en 2013, cuando pactó su modelo federal.

Demostración de fuerza de Susana Díaz

'Hoy puede ser un gran día'

Balmón subrayó que quiere una izquierda posible, no la que "promete que vaya a tener más horas de vida", sino la que se compromete a que sus "horas tengan más vida", un PSOE que quiere gobernar, y no "pasearse por pasillos de congresos o parlamentos". Y quiere una dirigente al frente que pueda "sacudir el cansancio", una mujer "que sabe que si el sur no progresa el norte se estanca", una "socialista forjada en los tropiezos", pero crecida también por los aciertos. "Hola, Susana, eres tú", la interpeló, y casi parecía sonar aquella canción de Mocedades en el ambiente. "A partir de hoy no 'eres'. Somos. El lenguaje es 'somos' —señaló, para abundar en la imagen de un proyecto colectivo—. Apelo a tu dignidad como mujer".

Simbólica era la presencia de un peso pesado del PSC, Antonio Balmón, y también la de una joven dirigente cántabra, para romper el eje norte-sur

Y si Balmón citó al poeta Mario Benedetti, la joven cántabra Estela Goikoetxea tiró de la canción del grupo 'indie' Izal para describirla. Ella es "la mujer de verde, la que se pone el traje con sus superpoderes", la que puede hacer que el PSOE levante cabeza, recalcó. La que puede hacer que gane, el verbo que los susanistas conjugan constantemente, para enfatizar que "no basta con ser los primeros de los últimos". "Tenemos que ganar, compañeros", apeló.

Hasta ella misma reivindicó la historia del partido, al calificar a Zapatero y González como "ejemplos del socialismo" que necesita el país, como sacó la cara por su organización, Juventudes Socialistas, que "nunca ha sido plataforma de lanzamiento de nadie". Un zas en toda la boca a Sánchez, que en su documento pide la reformulación de JSE para que no se convierta en un trampolín de los cuadros del PSOE. "Estoy orgullosa de la dignidad de Juventudes. Estoy orgullosa de nuestro secretario general, Nino Torre". Otro de los protagonistas del universo de Díaz. Otro de sus puntales.

Goikoetxea recordaba en su arranque una de las canciones más célebres de Serrat, 'Hoy puede ser un gran día'. Para Díaz lo fue seguro, porque este 26-M cumplía uno de sus sueños largamente acariciados, con todos sus referentes arropándola, con miles de militantes jaleándola, vibrando, blandiendo banderas, coreando su nombre, aclamándola como la 'khaleesi' que ha de conquistar Ferraz. Algunos salían impresionados por el buen sabor de boca dejado, convencidos de que la curva será ascendente y se hará con la secretaría general. Pero quedan dos meses por delante, esto es el PSOE y las apuestas hace mucho que dejaron de funcionar.

Un Felipe comedido, un Zapatero entusiasta y una decena de exministros apoyándola

Felipe González no suele ser pródigo en elogios. Tampoco lo fue este domingo a su llegada al pabellón 1 de Ifema. Pero su sola presencia era elocuente. "Estoy aquí, ¿no?", respondió con sorna cuando los periodistas le preguntaron si apoya a la baronesa andaluza. "He recibido una invitación a la presentación", manifestó, una llamada que, dijo, no había recibido ni de Pedro Sánchez ni de Patxi López. No quiso adelantar si en la urna ella era su candidata, porque "el voto es secreto". Tampoco si ella es la mejor para cohesionar a un PSOE fracturado: la tarea de todos los aspirantes, aseguró diplomático, es "unir al partido. 

Lo que "más une" en torno a la candidatura de Susana Díaz, es "la expectativa de que el partido puede ganar a [Mariano] Rajoy y al PP", terció José Luis Rodríguez Zapatero, que nunca ha ocultado su predilección por la presidenta andaluza. El exjefe del Ejecutivo la ensalzó por haber articulado un discurso "claramente de mayorías", y la lanzó directa a la Moncloa: hoy "empieza una etapa en la que veremos una presidenta de Gobierno".

Alfonso Guerra rehusó hacer declaraciones a los medios. Otros dirigentes sí lo hicieron, como el exministro José Bono, uno de sus más acérrimos defensores. "Muchos no estamos de acuerdo entre nosotros pero sí en torno a Susana", señaló, apuntalando el mensaje oficial de que ella logra la unión donde "hubo desunión". "Yo, por ejemplo, me enfrenté con Zapatero [en el congreso de 2000], me ganó, y hoy venimos él y yo aquí; Rubalcaba y Chacón se enfrentaron [en el cónclave de 2012] y aquí están los dos; es evidente que no puede perjudicar", contestó cuando se le preguntó si la exhibición de tanto músculo orgánico le puede perjudicar. 

Al acto en el pabellón 1 de Ifema acudieron los cuatro presidentes autonómicos que apoyan a Díaz (faltaba el asturiano Javier Fernández, pero no podía acudir por ser presidente de la gestora), diputados, europarlamentarios (Elena Valenciano), senadores, alcaldes... Y exministros, muchos: José Blanco, Carme Chacón, Trinidad Jiménez, Celestino Corbacho, Ramón Jáuregui, Juan Fernando López Aguilar, Miguel Sebastián, Rosa Aguilar... además de Alfredo Pérez Rubalcaba, Matilde Fernández y Pepe Bono... Y desde Bulgaria, en misión internacional, la baronesa recibió el apoyo del senador madrileño José Cepeda. El poder orgánico está con Díaz. De eso no hay ya ninguna duda.  

Aquello era el "disco duro" del PSOE, "el PSOE y mucho más", como decía Susana Díaz. "Esto es el PSOE, en pequeñito, pero este es el PSOE", hilaba a su vez la exministra Matilde Fernández. El PSOE del pasado, del presente y del futuro reunido en un mismo pabellón abarrotado, lleno hasta las trancas. Era la imagen que buscaba la candidata —sí, la candidata, tras muchos amagos, tras muchos AVE que quiso dejar pasar— a la secretaría general del PSOE, la presidenta de la Junta de Andalucía. Susana Díaz. Un estreno en Madrid por la puerta grande, en un macroacto cuidado al milímetro, rodeada de los popes del partido, de la vieja guardia, de los barones, de exministros socialistas, de miles de militantes entusiastas llegados de todos los puntos del país. El revés de la fotografía que mitin tras mitin da Pedro Sánchez en sus encuentros multitudinarios por toda España, sin apenas apoyos orgánicos pero invistiéndose como jefe de la "candidatura de las bases".

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