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Las familias vuelven a recurrir a tarjetas al 20% TAE para llegar a final de mes
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'REVOLVING'

Las familias vuelven a recurrir a tarjetas al 20% TAE para llegar a final de mes

El dinero en tarjetas 'revolving' se sitúa en máximos desde la sentencia del Supremo de 2020 que las demonizaba. Es el recurso de última instancia de familias con dificultades

Foto: Las familias vuelven a recurrir a tarjetas. (Pixabay)
Las familias vuelven a recurrir a tarjetas. (Pixabay)
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El uso de tarjetas revolving se sitúa en niveles prepandemia. Las familias españolas han incrementado el empleo de estos plásticos en un 3% en lo que va de año, subiendo hasta los 11.806 millones a finales de junio, el máximo nivel desde diciembre de 2019, según los últimos datos del Banco de España. Estas tarjetas tocaron su peor momento después de la sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2020, que las demonizó e hizo que las aparcaran bancos y entidades.

Este tipo de productos son frecuentemente un recurso de familias que tienen problemas para llegar a final de mes o para hacer frente a gastos imprevistos, como electrodomésticos, viajes y otro tipo de pagos puntuales. Cuentan con más facilidades que los créditos al consumo tradicionales, pero también son más caras y complejas.

De este modo, los clientes de las tarjetas revolving pagan de media un tipo de interés por el crédito dispuesto del 18%, que se acerca al 20% incluyendo comisiones. Frente a ello, las entidades cobran en torno a un 9% por los créditos al consumo tradicionales. Todo en términos TAE (Tasa Anual Equivalente), que incluye el interés más las comisiones asociadas.

El tirón de estas tarjetas se ha dejado notar en las entidades que más apuestan por este tipo de productos. Así, WiZink salió de pérdidas en el primer trimestre (ganó 800.000 euros) y anunció un incremento del 15% en el número de plásticos. La gran banca (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter) y financieras como Cetelem son otros de los actores que más apuestan por este nicho de negocio.

Foto: Céntimos de euro. (iStock)

Desde las entidades creen que hay dos factores que están tirando de nuevo del sector revolving. El principal, las dificultades de las familias para llegar a final de mes ante la inflación y el encarecimiento de las hipotecas. Uno de los indicadores de que podría haber problemas en este frente es la morosidad en la financiación al consumo, que se situó en el 6,58% en mayo, casi siete décimas más que a finales de 2022. Este tipo de préstamos son de los primeros que dejan de pagar las familias.

"El alza de los precios de consumo y la subida de los tipos de interés ya estarían mermando la capacidad de repago de ciertas deudas para los hogares más vulnerables", señalaba el Banco de España en su último informe de estabilidad financiera.

El segundo factor es la fijación de unas normas de juego más claras en los tribunales. El Supremo ha necesitado varias sentencias para lograrlo (la de 2020 no lo logró), pero ya hay unas bases que fijan que el precio considerado razonable para estas tarjetas es del 20% y que sobrepasar el 26% sería usurario. Y también se ha forzado a las entidades a ser más transparentes en sus contrataciones, aunque los usuarios se quejen de la complejidad de entender la mecánica que hace que los intereses se acumulen y hagan difícil reducir la deuda.

Tirón del consumo

Junto al tirón de las revolving, el primer semestre ha dejado un auge de los créditos al consumo tradicionales. Los bancos españoles concedieron 15.289 millones en este tipo de préstamos entre enero y junio, un 8% más que en el mismo periodo de 2022. De hecho, es el semestre en el que ha habido más actividad desde finales de 2019.

Junto a la dificultad para pagar las facturas, los banqueros explican que ha habido un repunte en el negocio de consumo por la recuperación del mercado de automóviles, lastrado los últimos años por la crisis de suministros.

El uso de tarjetas revolving se sitúa en niveles prepandemia. Las familias españolas han incrementado el empleo de estos plásticos en un 3% en lo que va de año, subiendo hasta los 11.806 millones a finales de junio, el máximo nivel desde diciembre de 2019, según los últimos datos del Banco de España. Estas tarjetas tocaron su peor momento después de la sentencia del Tribunal Supremo de marzo de 2020, que las demonizó e hizo que las aparcaran bancos y entidades.

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