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Grifols: esperando que Mr. Mayer insufle confianza en dos semanas
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Grifols: esperando que Mr. Mayer insufle confianza en dos semanas

El primer vencimiento de deuda previsto es un bono 1.000 millones cuyo plazo acaba en mayo de 2025. Ese margen temporal permite manejar un endeudamiento de 8.991 millones

Foto: Junta general de accionistas de Grifols.
Junta general de accionistas de Grifols.
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Los inversores esperan que en dos semanas el nuevo presidente ejecutivo de la compañía, Steven F. Mayer, ofrezca en un comunicado oficial buenas noticias para insuflar confianza y recuperar el valor de la acción, que ha seguido cayendo tras su nombramiento. Esta semana ya ha cerrado a 8,3 euros el título, con lo que su capitalización bursátil apenas supera los 5.000 millones. Grifols se ha convertido en una ganga y los fondos de inversión que impusieron la figura de Mayer a la familia Grifols, que controla el 30% del capital, esperan ahora un gesto que justifique el cambio. Grifols ha pasado de ser el Inditex bursátil catalán a convertirse en un quebradero de cabeza para una economía que no va sobrada de buenas noticias.

Tras sondear las opciones, Mayer ha descartado por ahora una ampliación de capital dando entrada a fondos, la vía más natural para reducir el ratio de endeudamiento de la compañía, según han explicado fuentes financieras cercanas a la empresa. La familia, ahora dirigida por los dos consejeros delegados, Raimon Grifols y Víctor Grifols Deu, hermano e hijo respectivamente de Víctor Grifols Roure, no quiere diluir, convencida del potencial de la compañía. Y tampoco quiere los fondos que forzaron que Mayer llegase a la cúpula de la compañía y despojase de una parte de sus competencias a la bicefalia familiar.

Foto: Velázquez 21. (E. S.)

Es el caso de los fondos de Capital Group, fuertemente posicionados en Grifols. Este gigante, con sede en Los Ángeles, tiene el 5,6% de Grifols en acciones de "clase A" en manos de Capital Research, las que tienen derecho a voto y cotizan en la bolsa española. Pero además, cuenta con otro 3,9% en acciones de clase B, sin derecho a voto y cotizadas en el Nasdaq y que controla Capital World. Con más del 9% del accionariado, Capital Group es con mucho el fondo de inversión con más riesgo concentrado en la empresa de hemoderivados catalana. Hay que remontarse a la época en que Capital Group controlaba el 13% de Abertis para encontrar un caso similar de concentración de riesgo de un fondo en la bolsa española.

Mayer ha descartado la ampliación aportando diversas razones. La primera, el calendario de vencimiento de la deuda. El primer vencimiento previsto es un bono 1.000 millones, cuyo plazo acaba en mayo de 2025. Ese margen temporal permite manejar con una relativa comodidad una deuda de 8.991 millones, de los que 4.600 millones de euros están colocados en cinco bonos emitidos directamente o por la propia compañía o desde su filial financiera, Grifols Escrow Issuer.

Grifols prevé cerrar el año en curso con un EBITDA de 1.500 millones, que podría llegar los 2.000 millones dentro de dos años. Todo depende de la capacidad de incrementar las donaciones de plasma, la materia prima que utiliza la compañía para elaborar sus medicamentos. Se espera que el anuncio que hará la compañía en un par de semana esté vinculado precisamente la recuperación en las cifras de plasma.

Salud financiera

El elevado EBITDA es otro de los factores que ofrece una tranquilidad relativa al equipo gestor. Mayer, que viene de Cerberus y que está en el consejo de Grifols desde hace una década, cuando se compró Talecris, pretende utilizar ese EBITDA para reducir la deuda en un 50% en tres o cuatro años. El problema es si en ese tiempo y con un contexto adverso y lleno de incertidumbres, no llega una OPA de una de esas farmacéuticas que carecen de división de hemoderivados y que han salido reforzadas de la pandemia. A 5.000 millones, el precio de la compañía se antoja barato.

El problema de Grifols no es ni industrial ni de marca, sino de gestión del pasivo

Como explica un gestor de fondos, Grifols es una ganga, pero la ventaja para los 'private equity' es que en este momento es una ganga que cotiza en bolsa. La maniobra tradicional de los gigantes del capital riesgo era comprar compañías no cotizadas para sacarlas al mercado con ingentes beneficios. Ahora, la caída generalizada de los mercados, ha hecho posible que por primera vez estas oportunidades se encuentran ya cotizando.

Los estatutos de Grifols obligan a que, en caso de oferta sobre las acciones de tipo A, se tenga que pagar lo mismo por las acciones de tipo B, las que cotizan en Estados Unidos, pero no tienen derechos políticos. Si se diese la circunstancia de que la oferta no se extendiese a los títulos B, la compañía se compromete a comprar esta parte del capital al mismo precio que se llevase a cabo.

Pérdida sin precedentes

Grifols se ha encontrado sumida en la tormenta perfecta, que además pasó después del 'procés', cuando fue una de las pocas empresas del Ibex-35 que optó por dejar su sede en Cataluña. La pandemia, la caída en las donaciones de plasma y la guerra de Ucrania se combina con la subida de tipos para una compañía muy endeudada, que hasta ahora había utilizado la deuda para esquivar tentaciones de opas hostiles, pero que en este momento se ha convertido en una losa. A 8,3 euros, Grifols ha perdido dos tercios de su valor bursátil en solo un año.

Sin embargo, los gestores están convencidos del potencial de la compañía. Uno de los puntos positivos es que la firma ha recibido la aprobación en Europa para comercializar sus test de diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Su filial Araclon Biotech, participada al 76%, se ha centrado en la investigación de esta enfermedad. Araclon ha recibido el marcado CE europeo para sus pruebas de diagnóstico temprano de Alzhéimer, que se dirigen a los centros de investigación. Son las primeras pruebas de Grifols que consiguen este sello.

Este tipo de nuevos productos es en la que los gestores quieren basar la recuperación de los ingresos de la compañía, convencidos que la crisis que viven no es ni de marca de tipo industrial, sino de gestión del pasivo. La cuestión es si los mercados les otorgarán suficiente tiempo.

Los inversores esperan que en dos semanas el nuevo presidente ejecutivo de la compañía, Steven F. Mayer, ofrezca en un comunicado oficial buenas noticias para insuflar confianza y recuperar el valor de la acción, que ha seguido cayendo tras su nombramiento. Esta semana ya ha cerrado a 8,3 euros el título, con lo que su capitalización bursátil apenas supera los 5.000 millones. Grifols se ha convertido en una ganga y los fondos de inversión que impusieron la figura de Mayer a la familia Grifols, que controla el 30% del capital, esperan ahora un gesto que justifique el cambio. Grifols ha pasado de ser el Inditex bursátil catalán a convertirse en un quebradero de cabeza para una economía que no va sobrada de buenas noticias.

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