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La economía de Barcelona se estanca a partir de 2017, pero la Generalitat niega la parálisis
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Tras la crítica del Cercle d’Economia

La economía de Barcelona se estanca a partir de 2017, pero la Generalitat niega la parálisis

La economía de la capital catalana cambia a partir de 2017. Sufre más las crisis y además le cuesta más salir de ellas en comparación con otras ciudades españolas. Colau lo desmiente

Foto: Un comercio cerrado en el centro de Barcelona. (Joan Mateu Parra)
Un comercio cerrado en el centro de Barcelona. (Joan Mateu Parra)
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La evolución económica de Barcelona se ha visto claramente influida por las decisiones políticas, de modo que en los indicadores se observan dos periodos muy diferentes desde la salida de la última crisis financiera. La provincia de Barcelona fue una de las que lideró la recuperación económica a partir del año 2013 impulsada por el turismo y la industria, sin embargo, todo cambia a partir de la segunda mitad del año 2017, fecha que coincide con la aprobación de la Ley del referéndum de autodeterminación y la de transitoriedad por parte del Parlament de la Generalitat. Así, los datos macro avalan a las voces empresariales que alertan sobre el estancamiento y la debilidad de la economía de la capital catalana en general y barcelonesa en particular.

El debate sobre la decadencia de Barcelona y su pérdida de pulso económico y de influencia lo ha puesto sobre la mesa el Cercle d’Economia en una dura nota de opinión que cuestiona tanto la política de la Generalitat como la que despliega la alcaldesa Ada Colau desde el consistorio. Aunque Colau negó en el diario 'Ara' que las cifras avalasen el estancamiento que vive la ciudad, los datos no respaldan a la alcaldesa.

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La economía de Barcelona no ha sido ajena a los ciclos económicos del resto del país, creciendo de forma ininterrumpida desde la salida de la crisis hasta la pandemia y sufriendo una profunda recesión como consecuencia del covid-19. Sin embargo, si se compara con otras grandes ciudades españolas, se observa la debilidad de su economía. En este artículo se toman como referencia tres regiones: Madrid, con quien Barcelona comparte la mayor parte de sus características como gran metrópoli, y Valencia y Málaga, urbes en las que se iguala en la importancia del turismo del Mediterráneo y del comercio por vía marítima.

Hasta el año 2013 la economía de Barcelona era una de las más dinámicas de España. Se situaba por debajo de Málaga, que se trata de una de las regiones más exitosas por su apuesta por la digitalización, pero en línea con Valencia y por delante de Madrid. Esta fue su tendencia hasta la segunda mitad de 2017, momento en el que el crecimiento de la capital catalana empieza a estancarse.

placeholder Ocio nocturno en la capital catalana. (Joan Mateu Parra)
Ocio nocturno en la capital catalana. (Joan Mateu Parra)

Uno de los indicadores que mejor recoge su evolución es el del empleo en términos de afiliaciones a la Seguridad Social. Los datos se utilizan a nivel provincial para así capturar la evolución de toda la región metropolitana que se extiende a otros municipios fuera de las capitales. Desde finales de 2017 hasta finales de 2019, el empleo creció en la provincia de Barcelona menos de un 6%, dos puntos menos que en Madrid y Valencia y tres puntos menos que Málaga.

Punto de ruptura

Esta ralentización del empleo en Barcelona hizo que la provincia se quedara atrás respecto a Valencia en la anterior fase del ciclo económico expansivo y que en 2019 fuera adelantada por Madrid en empleo creado desde el final de la crisis financiera. La desaceleración del empleo se debe, en gran medida, al frenazo en la apertura de empresas en Barcelona, según se desprende de los registros de la Seguridad Social. Este indicador mide las empresas con trabajadores en cada provincia, de modo que no está influido por la salida de sedes tras la DUI de octubre de 2018.

El crecimiento de las empresas activas en Barcelona se frenó a mediados del año 2018 en medio de un entorno de alta incertidumbre regulatoria. Este indicador muestra que la nueva inversión productiva buscó otros territorios más seguros. Desde ese momento y hasta el estallido de la pandemia, la apertura de empresas en la provincia fue mínima, quedando cada vez más lejos de Madrid, Valencia o Málaga.

Recuperación más lenta

Esta brecha se amplió durante la pandemia y ha seguido creciendo a un ritmo acelerado desde mediados de 2020. La economía de Barcelona fue una de las que sufrió un mayor desplome durante el 'gran confinamiento', pero además su recuperación está siendo algo más lenta que la del resto de grandes capitales españolas. En septiembre, el número de afiliados en Barcelona era apenas un 0,4% superior al de septiembre de 2019, mientras que Madrid el empleo había crecido un 2% y en Valencia, un 3,7%. Estos datos confirman que el dinamismo de Barcelona en los últimos meses está siendo más moderado como consecuencia del parón de la nueva inversión. Barcelona sufre más en las crisis y se recupera más lentamente.

placeholder Foto: Joan Mateu Parra.
Foto: Joan Mateu Parra.

El número de empresas activas en Barcelona es un 6,5% inferior al existente antes de la pandemia, mientras que en Madrid la caída es de la mitad, del 3,2%, y en Valencia también es inferior, del 4,3%. La peor evolución del empleo y de la apertura de empresas son dos indicadores indiscutibles de una peor evolución de la economía barcelonesa respecto al resto de grandes polos de actividad de España.

Uno de los grandes motores de la economía catalana es la industria, y también este sector está atravesando graves problemas. Y en este caso se trata de un indicador todavía más preocupante, ya que la inversión que pierde una región se va a otra y es muy difícil poder recuperarla. Hasta mediados de 2018, Cataluña era una de las comunidades que lideraba, con gran diferencia, el crecimiento de la producción industrial en la salida de la crisis. En concreto, registraba un crecimiento acumulado desde el año 2013 próximo al 14%, similar al de la Comunidad Valenciana.

Sin embargo, en ese momento la industria catalana también se torció y desde entonces no ha conseguido recuperarse. Actualmente, los niveles de producción de la comunidad están todavía por debajo de los niveles previos a la pandemia, algo que no ocurre con Madrid o la Comunidad Valenciana. La pérdida de la industria catalana es probablemente el peor resultado económico obtenido en los últimos cuatro años y supone la mayor amenaza a futuro para la región.

La Generalitat lo niega

La reacción de la Generalitat es muy parecida a la de Colau. Negarlo todo. Así lo valora el vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, quien asegura que "no compartimos en ningún caso el dictamen del Cercle de que Cataluña esté en decadencia y solo hay que mirar las cifras. Tampoco lo comparte la ciudadanía. Si analizamos el PIB de Cataluña verán que ha habido un crecimiento imparable y las exportaciones y de una economía que hasta que llegó la pandemia iban como un tiro. Lo que ha provocado un problema en la economía catalana no ha sido el 'procés' sino el covid-19. Se puede crear un clima en el que haya gente interesada en sembrar esta duda y es verdad que este país en el próximo decenio tendrá que tomar decisiones claves sobre el modelo energético o qué tipo de infraestructuras necesita el país. Por eso necesitamos que el país se dote de las infraestructuras necesarias en materia de apoyo a una industria, ahora hay que afrontar como digital y verde".

El economista Miquel Puig, que además es regidor de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, lo ve de otra manera: "Más allá de lo que digan las estadísticas —siempre difíciles de interpretar y que hoy no son tranquilizadoras, pero tampoco alarmantes— el problema de Barcelona es la ausencia de una clase dirigente ilustrada y lúcida como de la que gozó en otros tiempos. La gran apuesta de sus élites fue un turismo 'low cost' sobre el que es imposible fundamentar una prosperidad colectiva. Las reacciones a la propuesta de Aena con la ampliación del aeropuerto de El Prat han sido paradigmáticas porque han fallado tanto los que se han puesto acríticamente a favor como los que se han limitado a oponerse sin aportar una propuesta alternativa".

"Las élites económicas ya no son lo que eran", recuerda el economista Miquel Puig

"Barcelona dispone de grandes activos: ser capital de una región industrial que recursos exportadores año a año, concentra centros de investigación de gran nivel en torno a los cuales hierve una actividad de 'start-ups' relevante a escala europea y mantiene el colchón de un turismo susceptible de ser reconvertido a un modelo socialmente más rentable. La debilidad de liderazgo es, sin embargo, preocupante", apunta Puig invirtiendo de alguna manera la carga de la prueba.

Por el contrario, el economista Ángel de la Fuente apoya la alerta del Cercle: "Coincido en términos generales con la valoración del Cercle (del que, por cierto, soy socio). Muchas de las políticas del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat en los últimos años (o la ausencia de políticas, en muchos casos) están teniendo seguramente un efecto adverso sobre la economía de la ciudad y, si no se corrige el rumbo, pueden amenazar su desarrollo futuro. El peligro ciertamente existe, pero diría que es demasiado pronto para hablar de decadencia o irrelevancia. En parte, porque no tenemos muchos datos a nivel municipal, y en parte porque los procesos económicos llevan su tiempo y tienen mucha inercia. Iremos viendo y, en cualquier caso, creo que estamos a tiempo de arreglarlo".

La evolución económica de Barcelona se ha visto claramente influida por las decisiones políticas, de modo que en los indicadores se observan dos periodos muy diferentes desde la salida de la última crisis financiera. La provincia de Barcelona fue una de las que lideró la recuperación económica a partir del año 2013 impulsada por el turismo y la industria, sin embargo, todo cambia a partir de la segunda mitad del año 2017, fecha que coincide con la aprobación de la Ley del referéndum de autodeterminación y la de transitoriedad por parte del Parlament de la Generalitat. Así, los datos macro avalan a las voces empresariales que alertan sobre el estancamiento y la debilidad de la economía de la capital catalana en general y barcelonesa en particular.

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