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La ampliación de El Prat: un acuerdo que nunca existió y de donde volaron 1.700 M
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Historia de un naufragio

La ampliación de El Prat: un acuerdo que nunca existió y de donde volaron 1.700 M

El viernes 3 de septiembre es clave. Cuando se presenta el DORA, está presente el secretario de Territori, Ignasi Gavín, número tres de la 'conselleria'. Todo está claro, pero Gavín calla

Foto: Aspecto del aeropuerto de Barcelona. (EFE)
Aspecto del aeropuerto de Barcelona. (EFE)
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Una foto no es un acuerdo. Pero es la política en tiempos de Instagram. Unos políticos se hacen una foto. Es el 2 de agosto. En Madrid. Los políticos son la flamante ministra de Transportes, Raquel Sánchez (PSC), y el vicepresidente catalán, Jordi Puigneró (JxCAT). Ambos son catalanes. Y los dos deben de ser conscientes de la fragilidad de lo que quieren escenificar: convertir el aeropuerto de El Prat en un 'hub' internacional. Emiten dos notas de prensa, pactadas por las partes. Cada nota es diferente. En la del ministerio, la palabra 'acuerdo' aparece una vez. En la de la Generalitat, la ponen seis veces. Pero nadie firmó un papel. Nada quedó por escrito. Como el acuerdo no era tal, cuando un mes después se cayó la inversión de 1.700 millones para la ampliación del aeropuerto de El Prat, garantizada en el supuesto pacto, no hubo manera de saber quién había roto nada, porque no había nada que romper.

Estudiar las dos notas de prensa resulta interesante. Así, la del Ministerio de Transportes es mucho más detallada. En su tercer párrafo, se afirma: “Se realizará la ampliación de la pista 07R/25L hacia el este”. Con un mapa, eso implicaba que la tercera pista invadiría el hábitat ecológico de La Ricarda. Esa referencia no aparece en la de la Generalitat. Pero, si no estaban de acuerdo, podrían haberlo dicho. Desde plaza Sant Jaume, tuvieron un mes. Nadie mostró su disconformidad.

Foto: Varios aviones de la compañía Vueling, en el aeropuerto de El Prat. (EFE)

La de la Generalitat es más vaga, pero hace referencia a que “cualquier afectación a espacios incluidos en la Red Natura 2000 obliga a hacer esta consulta previa a la Comisión Europea”. En efecto, así lo marca la ley y ese es el plan de Aena: acudir juntos Generalitat y Gobierno español a la Comisión Europea y pedir una excepción para alterar una zona protegida por razones medioambientales. Para el Gobierno español esto supone una aceptación implícita de que se iba a afectar una zona protegida.

Durante el mes que Aena estuvo preparando el proyecto, el Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA), ninguna de las partes avisó de que la otra estaba incumpliendo. La ficción se mantenía en pie pese a que no era un acuerdo, era una foto. Así, por ejemplo, desde ERC, Pere Aragonès incluido, se repetía machaconamente que la ampliación de la tercera pista no iba a afectar a La Ricarda. Cualquiera que supiera leer un plano veía que la nota del ministerio hablaba con claridad de “ampliación hacia el este”. Las dos cosas no podían ser verdad. La ministra Raquel Sánchez tampoco quiso contradecir al presidente catalán. Pero en Aena se jugaban millones y el equipo de Maurici Lucena se iba inquietando.

El viernes 3 de septiembre es clave para dar la puntilla al teatrillo armado hasta entonces. Ha pasado un mes de la foto. Aena presenta el DORA ante el Comité de Coordinación Aeroportuaria. Allí ya está negro sobre blanco que la zona de humedales de La Ricarda desaparece. La representante del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, y el alcalde de El Prat, Lluís Mijoler, ponen el grito en el cielo. Ambos son de los comunes. También está el secretario de Territori, Ignasi Gavín, número tres de la 'conselleria' y persona de confianza de Puigneró. Gavín calla, según explican fuentes de los asistentes. Es la última esperanza para Aena.

Tuits y luces rojas

La esperanza dura horas. Por la tarde, Pere Aragonès publica un tuit cargando contra el DORA y defendiendo mantener La Ricarda. Política 2.0. Aragonès no avisó a Puigneró, ni al ministerio ni a la dirección de Aena. Si el vídeo mató a la estrella de la radio, el tuit enterró la foto. “Alguien se piensa que se pueden decidir las cosas mirando tuits”, se quejaba Aragonès en su comparecencia de ayer. Debe ser porque hacía un mes alguien dijo que había un acuerdo cuando en realidad no había nada.

Puigneró fue quien más intentó salvar la inversión, pero carecía de una base sólida

El sábado 4 de septiembre Puigneró acude a la jornada de convivencias que ha organizado Aragonès en la Vall d’en Bas para dar imagen de unidad. Según fuentes de los asistentes, a Puigneró ya le queda claro que el supuesto acuerdo se cae. En ese momento se vuelve a la vieja política y entonces Ricard Font, secretario general de Territori y número dos de la 'conselleria', telefonea al Ministerio de Transportes para expresar su disconformidad, según revelan fuentes cercanas a la Generalitat. La llamada enciende todas las luces rojas de Aena. De nuevo así son las cosas: para las victorias los políticos se ponen en primera línea de las fotos. Para los fracasos se envía a subalternos a dar la cara.

"La Ricarda no se toca"

El martes 7 de septiembre la portavoz de la Generalitat, Patricia Plaja, clama después del Consell Executiu: “La Ricarda no se toca”. Es el final. Si el Gobierno de Pedro Sánchez esperaba que hubiera voces discordantes, quedó claro que estaba sin apoyos. En paralelo, ERC iba vendiendo a la prensa que la clave era buscar alternativas incrementando los vuelos sobre 4.000 viviendas, muchas de ellas de lujo, en Gavà Playa y Castelldefels, lo que implicaría un hundimiento del mercado inmobiliario en la zona afectada. Todo menos reconocer que el acuerdo estaba muerto pura y simplemente porque nunca se firmó.

Foto: La vicepresidenta Teresa Ribera, este martes en Moncloa. (EFE)

La encargada de anunciar el final fue la ministra Raquel Sánchez. Tampoco este miércoles 8 de septiembre se dice la verdad, pero se anuncia la ruptura. Eso sí, aún sin reconocer que solo había una foto. "Transcurrido algo más de un mes desde que hicimos público el acuerdo, consideramos que el pacto se ha quebrado por una pérdida de confianza manifiesta". Pero lo único que se había roto había sido el silencio espeso que durante este tiempo había mantenido en pie el cuento chino. Ayer, cuando Aena publicó el grueso de la documentación, se hizo evidente la realidad: el supuesto pacto carecía de apoyo documental. Había sido pura y simplemente una pirueta sobre la nada. Pocos cimientos para apoyar lo que según todos los protagonistas era una inversión estratégica para Cataluña y para España.

Una foto no es un acuerdo. Pero es la política en tiempos de Instagram. Unos políticos se hacen una foto. Es el 2 de agosto. En Madrid. Los políticos son la flamante ministra de Transportes, Raquel Sánchez (PSC), y el vicepresidente catalán, Jordi Puigneró (JxCAT). Ambos son catalanes. Y los dos deben de ser conscientes de la fragilidad de lo que quieren escenificar: convertir el aeropuerto de El Prat en un 'hub' internacional. Emiten dos notas de prensa, pactadas por las partes. Cada nota es diferente. En la del ministerio, la palabra 'acuerdo' aparece una vez. En la de la Generalitat, la ponen seis veces. Pero nadie firmó un papel. Nada quedó por escrito. Como el acuerdo no era tal, cuando un mes después se cayó la inversión de 1.700 millones para la ampliación del aeropuerto de El Prat, garantizada en el supuesto pacto, no hubo manera de saber quién había roto nada, porque no había nada que romper.

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