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Si no quieres ser pobre, vete a vivir a un pueblo
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Menor impacto de la pobreza severa

Si no quieres ser pobre, vete a vivir a un pueblo

La brecha de carencia material entre las ciudades y los pueblos se ha agrandado con la crisis inflacionista hasta ser ya casi el doble en las ciudades más pobladas

Foto: Tractorada en Palacios de Goda, Ávila. (EFE/Raúl Sanchidrián)
Tractorada en Palacios de Goda, Ávila. (EFE/Raúl Sanchidrián)
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La crisis inflacionista ha provocado un fuerte aumento de los niveles de pobreza severa en España. Muchas familias, que ya llegaban justas a final de mes en la última fase de la pandemia, se han visto obligadas a renunciar a una parte de su consumo y de su ahorro. La carencia material severa aumentó intensamente de 2021 a 2023, marcando el año pasado el nivel más alto de toda la serie histórica, que comenzó hace dos décadas.

Una de las particularidades de esta crisis inflacionista es que ha cambiado el equilibrio de la pobreza entre el pueblo y las ciudades. En la última década, los niveles de pobreza severa en el mundo rural eran muy similares a los de las urbes, pero la brecha se ha ampliado drásticamente durante la actual fase de subida de los precios. El porcentaje de la población rural que sufre carencia material severa se mantiene por debajo del 6%, mientras que en las ciudades intermedias alcanza el 8,4% y en las grandes ciudades llega al 9,3%. Esto es, la pobreza severa es casi el doble en las grandes ciudades.

Al contrario de lo que sucedía históricamente, mudarse a un pueblo es garantía de calidad de vida para las clases populares. Y no solo por las condiciones propias del mundo rural (menor contaminación, estrés, delincuencia, etc.), sino ahora también por las económicas. Aunque la renta media en el mundo urbano sea superior: 22.300 euros en la ciudad de media, frente a los 18.100 euros del mundo rural, cada euro cunde mucho más en los pueblos.

La ampliación de esta brecha tiene dos causas fundamentales. La primera, y más evidente, la escalada del precio de la vivienda, que exige un porcentaje muy elevado de los ingresos en las ciudades. Por el contrario, en las pequeñas localidades y el mundo rural, el precio de la vivienda es mucho más asequible, sobre todo en lo que se refiere al alquiler. Esto permite liberar una parte muy importante de la renta y así evitar la carencia de otros bienes y servicios.

La segunda, y no menos importante, es la demografía, que ha provocado que el mundo rural sufra una gran escasez de mano de obra, por lo que las tasas de paro son más bajas. Es cierto que en los pueblos no se localizan los trabajos mejor remunerados, pero para las clases populares lo más importante no es buscar un empleo con un salario elevado, sino conseguir una ocupación que garantice un sueldo permanente. Además, las subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) y la reforma laboral han permitido mejorar las condiciones del empleo en el mundo rural, sobre todo en actividades como las agroalimentarias, la limpieza o el turismo.

Los flujos demográficos siguen vaciando los pueblos, tanto por el envejecimiento (hay más muertes que nacimientos) como por la emigración de los jóvenes. Además, los inmigrantes, que son quienes están alimentando la mano de obra en las tres últimas décadas, suelen asentarse en las ciudades y no en los pueblos. El resultado es que cada vez queda menos población en edad de trabajar en el mundo rural, por lo que es relativamente sencillo encontrar un empleo.

En el año 2013, la tasa de paro en las zonas rurales era casi cinco puntos superior a la de las grandes ciudades, muy cerca del 29%. Sin embargo, desde el año 2020 la tasa de paro en los pueblos es la más baja de toda España. Si a esto se suma el aumento de las rentas salariales gracias a la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que ha tenido incidencia especialmente en el sector agroalimentario, el resultado es un nivel de vida que ha mejorado de forma notable.

Llegar a final de mes

La unión del alto precio de la vivienda y la tasa de paro provoca que los niveles de carencia material severa no hayan subido en el mundo rural durante la crisis inflacionista. Por ejemplo, el porcentaje de la población rural que no puede permitirse comer carne o pescado al menos cada dos días es del 5,3%, mientras que en las ciudades llega al 7,2%. Esto es, casi un 40% más.

La crisis inflacionista ha provocado que muchos hogares no puedan mantener su vivienda a una temperatura aceptable. En el mundo rural, este porcentaje ha subido hasta el 17,6%, pero en las ciudades este porcentaje alcanza el 21,6%. Se trata de una brecha de cuatro puntos porcentuales, algo nunca visto en toda la serie histórica.

Estas subidas de precios han elevado el porcentaje de la población que vive al día. El 36% declara no poder hacer frente a gastos imprevistos, un porcentaje que en las ciudades medianas asciende hasta el 39%, el peor dato en siete años. Por el contrario, en los pueblos este porcentaje baja al 32%, y es uno de los mejores datos de toda la serie histórica.

Aún hay más. La subida del euríbor ha encarecido los costes financieros de los hogares, pero se ha notado especialmente en las ciudades, allí donde las familias tienen que pedir mayores créditos para comprar una vivienda. Así, el porcentaje de la población de las ciudades que ha sufrido retrasos en el pago de los recibos ha alcanzado el 10%, frente al 7% de los pueblos.

Todos estos datos confirman que la pobreza severa tiene menor incidencia en el mundo rural. La combinación del menor coste de vida y menor tasa de paro es una combinación que las ciudades no pueden ofrecer. Sin duda, el mundo rural tiene otros inconvenientes relacionados con el despoblamiento y la escasez de empleos de alto valor añadido. Pero para las clases bajas, es una opción que ofrece grandes ventajas.

La crisis inflacionista ha provocado un fuerte aumento de los niveles de pobreza severa en España. Muchas familias, que ya llegaban justas a final de mes en la última fase de la pandemia, se han visto obligadas a renunciar a una parte de su consumo y de su ahorro. La carencia material severa aumentó intensamente de 2021 a 2023, marcando el año pasado el nivel más alto de toda la serie histórica, que comenzó hace dos décadas.

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