La dependencia de los alimentos de fuera de España se dispara un 88% en 10 años
La globalización ha disparado las exportaciones agrícolas, pero, al mismo tiempo, las importaciones han crecido en vertical. Las compras al exterior se han incrementado nada menos que un 88% durante la última década
Los datos están aquí, y lo que reflejan es una doble realidad. La globalización ha disparado las exportaciones españolas de productos agrícolas, pero, al mismo tiempo, gracias al desarme arancelario y a la disminución de los contingentes procedentes de países terceros de la Unión Europea (el comercio se rige por el principio de reciprocidad), también las importaciones han crecido en vertical. En concreto, en la última década, las compras al exterior se han incrementado nada menos que un 88% en euros corrientes, es decir, sin tener en cuenta la inflación.
Se trata, por lo tanto, de las dos caras de una misma moneda. España exporta cada vez más mercancías agroalimentarias y pesqueras, pero para cubrir sus necesidades alimentarias cada vez es más dependiente del exterior, lo que explica que los productores de las actividades agrarias con más dificultades para vender fuera y, por ende, más sometidos a la competencia internacional hayan salido a las carreteras en los últimos días.
No solo en España, como se sabe, sino también en la Unión Europea. Expresado en cifras, en el caso español, el volumen de importaciones ascendió el año 2022 —últimos datos publicados— a 54.150 millones de euros, lo que convierte España —un país netamente productor de productos agrarios— en el quinto Estado de la UE que más importa en términos absolutos. En sentido contrario, las exportaciones agrarias y pesqueras ascienden a 68.018 millones de euros, lo que significa que todavía mantienen un superávit equivalente a cerca de 14.000 millones de euros. España es el cuarto país de Europa que más vende en el exterior productos primarios.
Lo que preocupa a los agricultores europeos, sin embargo, es la entrada de productos en peores condiciones fitosanitarias, elaborados con menores costes y, sobre todo, como consecuencia de ello, a precios significativamente más bajos, que es lo que explica las movilizaciones. Y el ejemplo más claro (y reciente) es el de Ucrania, un país no perteneciente a la Unión Europa considerado tradicionalmente el granero de Europa.
Invasión rusa
Tras la invasión rusa, en febrero de 2022, Bruselas, con el respaldo de los principales partidos del Europarlamento, eliminó todos los derechos de importación, lo que significa libertad absoluta para Kiev a la hora de exportar. El resultado es que las importaciones españolas desde Ucrania de cereales entre marzo y diciembre de 2022 se incrementaron un 136%, hasta los 570 millones de euros, respecto del mismo periodo del año anterior. Hay que tener en cuenta que los cereales son un grupo netamente importador, con un saldo negativo de 5.640 millones. El valor de las importaciones, en concreto, se ha incrementado un 85%, mientras que el de las exportaciones lo ha hecho apenas un 29,1%.
Este crecimiento en valor de las importaciones de cereal, como sostiene el informe anual de la industria agroalimentaria, elaborado por los técnicos del Ministerio de Agricultura, fue consecuencia de los altos precios internacionales, pero también por un incremento de un 62% de las toneladas importadas. Como resalta ese mismo informe, "es reseñable que, según datos de la ONU, desde la apertura del corredor de cereales, España se ha situado como primer destino de las exportaciones agrarias de Ucrania, seguido por Turquía y China".
Ucrania, en todo caso, tiene un papel poco relevante respecto del volumen total de las importaciones españolas de productos agroalimentarios. Francia es, con alguna diferencia importante, el país que más vende en España (con una cuota del mercado del 25% del conjunto de las importaciones), por encima de Países Bajos y Alemania. Ahora bien, España no solo se abastece en la UE, sino que sus proveedores de fuera de la región cada vez tienen más relevancia. De hecho, el 51% de las importaciones viene ya de países terceros de la UE, y eso que sigue sin aprobarse el tratado con Mercosur, llamado a liberalizar la entrada de productos agroalimentarios procedentes de Latinoamérica.
Este es el caso de Brasil (con una cuota del 14% de los países terceros), China y Marruecos. También algunos países avanzados, como EEUU, donde los salarios son más elevados y los requisitos fitosanitarios son más exigentes. En la última década, la entrada de mercancías procedentes de países fuera de la UE ha crecido un 36%.
Saldo comercial
Pese al incremento de las importaciones y gracias al aumento de las exportaciones, desde hace una década el saldo comercial se ha mantenido en la senda del crecimiento, con un aumento global del 56%. Sin embargo, en el año 2021 y más marcadamente en 2022 se ha producido una disminución del saldo hasta los 13.870 millones de euros, algo que puede explicar el creciente malestar en el campo.
El propio Ministerio de Agricultura destaca en sus informes que una parte del deterioro del saldo agroalimentario tiene que ver con un hecho puntual, como ha sido la recuperación de la cabaña porcina en China una vez efectuada su reestructuración tras el brote de peste porcina africana (PPA) detectado en la segunda mitad de 2018. Como consecuencia de esta reestructuración, las producciones porcinas chinas prácticamente se han recuperado, con lo cual su dependencia del mercado exterior se ha reducido (y como resultado, sus importaciones desde España han descendido en 2022), asegura el informe.
Junto a los cereales, los principales productos que importa España son el maíz, los moluscos, las habas de soja y las distintas clases de quesos. También los aceites y grasas son un grupo relevante, en el caso de la soja, principalmente procedente de Indonesia. En cuanto al aceite de oliva, el valor de la importación se ha incrementado durante el periodo 2018-2022 un 32,5%, aunque hay que tener en cuenta que solo en 2022 creció un 21% debido al alza de la inflación. En términos de volumen, no de precio, se ha incrementado un 11,5%.
España, en definitiva, es cada vez más dependiente de la producción extranjera en la cadena alimentaria, pese a que la superficie agraria —16,8 millones de hectáreas— se mantiene prácticamente igual.
Los datos están aquí, y lo que reflejan es una doble realidad. La globalización ha disparado las exportaciones españolas de productos agrícolas, pero, al mismo tiempo, gracias al desarme arancelario y a la disminución de los contingentes procedentes de países terceros de la Unión Europea (el comercio se rige por el principio de reciprocidad), también las importaciones han crecido en vertical. En concreto, en la última década, las compras al exterior se han incrementado nada menos que un 88% en euros corrientes, es decir, sin tener en cuenta la inflación.
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