Sánchez refuerza a sus ministros económicos ante una legislatura de exigencias de sus socios

La experiencia del último mes es la antesala de la legislatura que le espera al presidente del Gobierno en materia económica. Tres hitos se han sucedido: reparto de los objetivos de estabilidad, reforma del subsidio por desempleo y prórroga del paquete anticrisis. Y los tres han tenido que soportar las presiones de sus socios y de la oposición, fruto de la minoría con la que gobierna el presidente Sánchez.

El reparto de los objetivos se cerró con la bronca de las comunidades autónomas del Partido Popular y la amenaza de bloqueo de su votación en el Senado. La reforma del subsidio de desempleo provocó un duro enfrentamiento entre la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, y la segunda, y líder de Sumar, Yolanda Díaz, que terminó ganando esta segunda. Y la prórroga del paquete anticrisis se completó con la extensión de muchas de las medidas vigentes, por exigencia de los socios parlamentarios, pero en contra del criterio de los ministerios de Economía y Hacienda y saltándose las recomendaciones de la Comisión Europea.

Las presiones, en muchos casos populistas, se han sucedido en las últimas semanas y serán la tónica habitual durante toda la legislatura. De ahí que el presidente haya buscado reforzar a sus ministros económicos para que conformen un grupo solvente y complementario que mantenga el rumbo frente a las exigencias.

Aunque los socialistas son la parte mayoritaria del Gobierno, dependen de sus socios parlamentarios para aprobar sus políticas y del acuerdo con las comunidades autónomas y ayuntamientos para su despliegue. Esto obliga a asumir una legislatura de negociaciones con presiones a derecha e izquierda para adaptar una política fiscal expansiva. En el caso de la izquierda, con más gasto; y en el de la derecha, con menos impuestos. Pero, a la hora de la verdad, quien tiene que velar por el cumplimiento de los objetivos de déficit es el propio presidente.

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Para lograrlo, ha optado por reforzar a sus ministros económicos, con el objetivo de conseguir un grupo capaz de defender sus posiciones frente a las presiones de los socios. A la cabeza se sitúa ahora la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que ocupa la vicepresidencia primera del Gobierno. Se convierte así en mano derecha de Sánchez, con máximo poder tanto en el Consejo de Ministros como en el partido.

Hasta ahora, Montero había conseguido evitar el rol de supervisora de la ortodoxia económica, porque lo desempeñaba Calviño. Sin embargo, sus postulados siempre han sido muy parecidos. "Basta una mirada para entendernos", aseguró durante su toma de posesión. Ahora le toca asumir este papel, que es desagradecido desde el punto de vista político, pero necesario para garantizar el futuro del país.

Montero no tiene el bagaje técnico de Calviño, pero su capacidad acreditada para tejer acuerdos es su gran punto fuerte para esta legislatura

Montero no tiene el bagaje técnico de Calviño, pero cuenta con dos importantes activos a su favor: discurso político y talante negociador. Su capacidad acreditada para tejer acuerdos es su gran punto fuerte de cara a una legislatura en la que el Gobierno tendrá que lidiar de forma permanente con exigencias de sus socios.

El perfil técnico lo aportarán los otros dos ministros protagonistas de la jornada del viernes: José Luis Escrivá y Carlos Cuerpo. El primero de ellos asume las responsabilidades de ministro de la Función Pública, por lo que será el encargado del Gobierno de negociar con los sindicatos las mejoras de las condiciones para los trabajadores públicos. Se trata de un nombramiento inesperado, dados los choques que ha tenido en el pasado, como ministro de la Seguridad Social, con los responsables sindicales. De hecho, los sindicatos convocaron una huelga contra el ministro la pasada primavera, la primera en la historia en la Seguridad Social, pero que se anuló a última hora gracias a un acuerdo in extremis.

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El otro protagonista es el nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Sánchez ha elegido a la mano derecha de Calviño, hasta ahora responsable del Tesoro Público, con lo que manda un mensaje de continuidad en sus políticas. Aunque no consigue la cartera de vicepresidente, sí mantiene la presidencia de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos (CDGAE), un órgano de coordinación de la política económica del Gobierno. De esta forma, consigue galones para negociar de tú a tú con Yolanda Díaz, aunque no ocupe una vicepresidencia.

Con este equipo económico reforzado, Sánchez apuntala el mensaje de una política económica "justa, pero eficiente", como la ha definido Cuerpo, "con rigor en el análisis, un alto nivel de autoexigencia y una actitud dialogante". En definitiva, políticas que se guíen por la prudencia y la evidencia científica frente a las acciones populistas que le exigirán los socios parlamentarios durante la próxima legislatura. Un equipo solvente del que el presidente espera que sea también consistente para mantener el rumbo del país ante las presiones.