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Sánchez entrega todas las llaves a Montero: poder económico en Moncloa y orgánico en Ferraz
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Número dos del PSOE y vicepresidenta

Sánchez entrega todas las llaves a Montero: poder económico en Moncloa y orgánico en Ferraz

La salida de Calviño permitirá a la ministra de Hacienda combinar el control en el partido con una mayor influencia en los números de Moncloa. La capacidad de armar consensos, clave en el ascenso de la sevillana

Foto: María Jesús Montero, con traje rosa, en el posado del nuevo Gobierno en el Palacio de la Moncloa. (Europa Press/Eduardo Parra)
María Jesús Montero, con traje rosa, en el posado del nuevo Gobierno en el Palacio de la Moncloa. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Alfonso Guerra es el puntal de los veteranos del PSOE críticos con Pedro Sánchez, pero en su papel como hombre fuerte de Felipe González tiene a una digna heredera (también sevillana) en el equipo del presidente. María Jesús Montero ejerce un poder que solo se compara al que tuvo el histórico número dos de Felipe González, con permiso de José Blanco en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. Y esto es así porque es vicesecretaria general del partido desde julio de 2022 y ahora es vicepresidenta cuarta del nuevo Gobierno. Pero ese poder se verá acrecentado cuando Nadia Calviño deje el gabinete para ser presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), un camino que se le ha despejado en las últimas horas.

El propio Pedro Sánchez admitió el jueves en una entrevista en TVE la marcha de su número dos en materia económica para liderar en Luxemburgo esta importante institución que nunca ha estado en manos españolas. Deslizó también que tenía en mente quién sería el sustituto de la gallega, aunque sin desvelar nombres. Pero todos miran a José Luis Escrivá, que es ministro de Transformación Digital, tiene experiencia en el ramo y buenas conexiones con Bruselas, una característica básica para un ministro de Economía. Sea o no Escrivá quien herede la cartera de Calviño, lo que está claro es que será Montero quien se quede con la primacía en materia económica en el gabinete.

Calviño es ahora la presidenta de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, es decir, la sala de máquinas de los números en el Gobierno. Montero es vicepresidenta, pero la lógica indica que sea la ahora vicepresidenta cuarta quien encabece este organismo. Si esto ocurre, la ministra de Hacienda culminará un ascenso que la ha llevado a ser, prácticamente, la mano derecha del presidente apoyada en su capacidad de armar consensos. Su papel como número dos del PSOE en lo orgánico es clave para mantener engrasados los engranajes que conectan a Moncloa con Ferraz. Aquí tiene también relevancia su buen entendimiento con Santos Cerdán, algo que no tenía su antecesora en el cargo orgánico, Adriana Lastra.

Esa labor de generar alianzas y llegar a acuerdos también la ha ejercido dentro de la coalición. Comenzó a militar en movimientos católicos en Sevilla y mantiene buenas relaciones con las fuerzas a la izquierda del PSOE desde siempre. Hay una fotografía muy elocuente que demuestra perfectamente el papel de pegamento que ejerce en un Gobierno donde conviven diversas fuerzas. Se tomó tras la aprobación de la reforma laboral, en la pasada legislatura. El error del popular Alberto Casero permitió al Ejecutivo sacar adelante una de sus iniciativas prioritarias y en ese momento de euforia fue Montero quien propició un abrazo entre Yolanda Díaz y Nadia Calviño. Ambas son vecinas de escaño, pero habituadas a protagonizar choques como el que ahora han provocado las diferencias sobre el subsidio de desempleo.

Foto: La ministra española de Economía, Nadia Calviño. (EFE)

Montero ya tenía larga experiencia en esa labor de generar consensos. La hoy ministra de Hacienda (Sevilla, 1966) estaba en el Parlamento andaluz cuando se conoció que Sánchez la había elegido para su primer equipo, después de la moción de censura. Era por entonces la consejera del ramo en el Gobierno de la Junta de Susana Díaz, a quien había apoyado en las primarias contra Sánchez, que se habían celebrado un año antes. Recibió entonces la felicitación cariñosa de las portavoces económicas de Podemos e IU, con quienes había negociado largamente un acuerdo sobre la reforma de la financiación autonómica que hoy sigue en el tintero, pero solo unos meses antes había cerrado su tercer acuerdo de presupuestos con Ciudadanos, aliado parlamentario de aquel PSOE andaluz.

La llegada tardía de Montero al equipo de Pedro Sánchez es una de las diferencias que mantiene con Alfonso Guerra y José Blanco. Los escuderos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero habían hecho carrera de la mano de sus jefes, pero la sevillana llegó al equipo de Sánchez cuando ya tenía un núcleo de fieles. Desde entonces no se ha movido de ahí. Más bien todo lo contrario, ya que su influencia ha ido creciendo mientras caían muchos de los alfiles que han acompañado en su trayectoria al presidente del Gobierno.

Foto: El presidente de Loterías y Apuestas del Estado, Jesús Huerta, presenta el Sorteo Extraordinario de Navidad 2023. (EFE/Daniel González)

"Ella está en todas partes", admitía una fuente cercana a Montero antes incluso de su ascenso a la Vicepresidencia Cuarta del nuevo Ejecutivo. El puesto de ministra de Hacienda le otorga las llaves de los Presupuestos Generales del Estado, que ya esbozó en las negociaciones de investidura con los distintos socios. Durante año y medio fue portavoz del Gobierno, en sustitución de Isabel Celaá y antes de la entrada de Isabel Rodríguez, lo que provocó varias polémicas por los comentarios que se han vertido sobre su acento. "Tiene desparpajo y es muy trabajadora", expresa un contrincante político. Esa capacidad de trabajo es otra de las marcas de Montero a pesar de las críticas que ha recibido por emplear expresiones coloquiales en un intento por deslegitimar sus capacidades.

Médica de profesión, se dedicó a la gestión hospitalaria desde los inicios antes de involucrarse en política de forma activa, primero como viceconsejera de Salud en los gobiernos de Manuel Chaves, que luego la nombró consejera del ramo. Entró en Hacienda ya bajo el mandato de José Antonio Griñán, que fue quien le pidió que se afiliase. Montero, que siempre ha defendido la honestidad de sus dos jefes en la Junta a pesar de sus condenas por los ERE, era independiente en sus primeros años en la Junta y siempre rehuyó de la vida orgánica en un partido en el que ahora es la número dos. Desde ahí observa todo lo que ocurre en Andalucía y ha defendido el último movimiento en su federación, el nombramiento de Juan Espadas como portavoz en el Senado.

Eso es así, a pesar de que todos la miran a ella como la única opción que tiene el PSOE andaluz para plantar cara a Juanma Moreno. Ni ella, que mantiene su domicilio en la sevillana Alameda de Hércules, ni el propio Sánchez están por la labor de que la ministra de Hacienda haga el mismo viaje que hizo Manuel Chaves a principios de los 90. El expresidente de la Junta no quería ser candidato en Sevilla, pero acabó gobernando la comunidad durante dos décadas.

Alfonso Guerra es el puntal de los veteranos del PSOE críticos con Pedro Sánchez, pero en su papel como hombre fuerte de Felipe González tiene a una digna heredera (también sevillana) en el equipo del presidente. María Jesús Montero ejerce un poder que solo se compara al que tuvo el histórico número dos de Felipe González, con permiso de José Blanco en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. Y esto es así porque es vicesecretaria general del partido desde julio de 2022 y ahora es vicepresidenta cuarta del nuevo Gobierno. Pero ese poder se verá acrecentado cuando Nadia Calviño deje el gabinete para ser presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), un camino que se le ha despejado en las últimas horas.

María Jesús Montero
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