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La eurozona se 'japoniza': crecimiento inferior al 2% hasta 2028
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PREVISIONES DEL FMI

La eurozona se 'japoniza': crecimiento inferior al 2% hasta 2028

La economía del euro tiene por delante un largo periodo de bajo crecimiento. ¿La causa? Problemas coyunturales, pero sobre todo factores estructurales vinculados a la baja productividad, la deuda y el envejecimiento

Foto: Banderas de la Unión Europea. (EFE/Stephanie Lecocq)
Banderas de la Unión Europea. (EFE/Stephanie Lecocq)
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El célebre estancamiento secular, es decir, un periodo largo de bajo crecimiento, comienza a vislumbrarse en la eurozona. Lo dice el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la región, en el que se estima que el PIB no avanzará por encima del 2% hasta, al menos, el año 2028. Y lo que es todavía más preocupante, con un perfil a la baja en línea con lo que ha sucedido en Japón en las últimas décadas, principalmente por razones estructurales, como el envejecimiento o el elevado nivel de deuda pública y privada.

El FMI, en concreto, estima que el PIB de la eurozona crecerá este año apenas un 0,9%, y aunque progresará hasta el 1,8% en 2025, a partir de ahí comenzará un suave descenso que culminará con un avance de solo el 1,3% al final del periodo analizado. En definitiva, muy por debajo de lo que ha sucedido desde el lanzamiento de la tercera fase de la unión monetaria, que concluyó con la creación del euro. Desde 1999 y hasta 2022, el PIB de la región ha crecido en 16 ocasiones por encima del 2%, lo que significa el 70% de los ejercicios.

Ahora, sin embargo, la zona euro entra en una nueva dinámica que el FMI achaca tanto a factores coyunturales (la guerra en Ucrania y la consiguiente subida de los tipos de interés para combatir la inflación) como estructurales. El factor que más influye en el bajo crecimiento es la evolución del consumo privado, que es, precisamente, el componente que más pesa en el PIB, y que está muy condicionado por el envejecimiento, ya que la propensión a consumir baja con la edad. Según sus estimaciones, aportará en el próximo quinquenio entre 0,7 y 1,1 puntos porcentuales al crecimiento del producto interior bruto.

El consumo público, igualmente, tendrá un comportamiento moderado, con aportaciones que en ningún caso superarán los 0,2 puntos, aproximadamente la mitad de lo que aportará la inversión. Como en Japón, aunque las distancias con el país asiático son siderales, las finanzas públicas seguirán generando desequilibrios. El FMI calcula que el déficit se situará en torno al 2% hasta 2028, mientras que el endeudamiento público no bajará del 85% del PIB, con algunos países, como España, claramente por encima de ese porcentaje.

Financiar el estado de bienestar

La noticia positiva es que el desempleo se mantendrá en niveles próximos al 6% hasta el final del periodo analizado, en lo que tienen que ver los cambios observados en la pirámide de población. Hay menos oferta laboral, y eso reduce a la larga la tasa de paro, pero, en sentido contrario, al reducirse la población activa, por un lado, crecen los problemas para financiar los amplios sistemas de protección social existentes en la eurozona, y, por otro, las empresas tienen mayores dificultades para encontrar trabajadores. Entre otras razones, por las crecientes restricciones en muchos países a la entrada de inmigrantes.

Al FMI, de hecho, le llama la atención lo que denomina estrechez del mercado laboral, que se manifiesta en el número de vacantes de trabajo que no se cubren por falta de mano de obra, y que alcanzó un máximo histórico durante el tercer trimestre de 2022, especialmente en el sector servicios. Igualmente, la tasa de desempleo en el conjunto del área alcanzó un mínimo histórico y las tasas de ocupación y participación excedieron sus tendencias previas a la pandemia. La cara amarga es una recuperación que considera "incompleta" en horas trabajadas por empleado, lo que habría obligado a las empresas a contratar más trabajadores para compensar la reducción de las horas de trabajo.

Aunque hay muchos factores, la causa última del bajo aumento del PIB tiene que ver con que la región no es capaz de incrementar su potencial de crecimiento, que el FMI sitúa en un 1,5% en los próximos tres años y en un 1,3% en 2028, lo que se traduce en un problema de productividad. De hecho, acumulará brechas de producción negativas (output gap) hasta 2026. Un gap negativo (la diferencia entre lo que crece el PIB y lo que podría hacerlo si se aprovecharan bien todos los factores) quiere decir que existe un exceso de oferta o de capacidad productiva que no está siendo utilizada debido a una falta de demanda por las razones que sean. Por ejemplo, una elevada inflación o por las incertidumbres generadas por una guerra. No es un dato observable, sino que es una estimación, de ahí la confusión que genera a menudo.

La salida que encuentra el FMI para enderezar la situación, además de mantener una política monetaria estricta para doblegar la inflación, es un buen desempeño de los fondos Next Generation, lo que ayudaría a ensanchar el potencial de crecimiento. Y es que para el FMI los problemas de productividad "siguen sin resolverse", y los últimos shocks lo que han hecho es agravar el punto de partida previo a la pandemia.

La mayor parte de la inversión de los fondos europeos se destinará a la lucha contra el cambio climático (alrededor del 40%), seguida por la digitalización (alrededor del 20%), donde la UE continúa rezagada respecto de los EEUU. Según sus estimaciones, si la UE logra invertir según lo planeado, el PIB europeo crecerá un 1,5% adicional al final del programa, en 2026.

El FMI recuerda que los problemas de productividad vienen de lejos y es una cuestión que afecta a todas las economías avanzadas, pero en la eurozona se amplía por la escasez de mano de obra, algo que en EEUU tiene menos relevancia. Esta tendencia, advierten sus economistas, puede haberse acelerado desde el inicio de la pandemia. El FMI, en concreto, ha observado un estancamiento en la productividad total de los factores (PTF), que es la medida que mejor mide el progreso de la actividad económica, al incluir tanto el capital (maquinaria o tecnología) como el trabajo.

El célebre estancamiento secular, es decir, un periodo largo de bajo crecimiento, comienza a vislumbrarse en la eurozona. Lo dice el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la región, en el que se estima que el PIB no avanzará por encima del 2% hasta, al menos, el año 2028. Y lo que es todavía más preocupante, con un perfil a la baja en línea con lo que ha sucedido en Japón en las últimas décadas, principalmente por razones estructurales, como el envejecimiento o el elevado nivel de deuda pública y privada.

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