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El BdE mejora la previsión de este año (1,6%), pero recorta la de 2024 por los tipos (2,3%)
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Los alimentos seguirán subiendo

El BdE mejora la previsión de este año (1,6%), pero recorta la de 2024 por los tipos (2,3%)

El regulador incrementa cuatro décimas la previsión de déficit para 2022, hasta el 4,6%, debido a la menor recaudación de IVA por la desaceleración de la actividad en otoño

Foto: El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. (EFE/Juanjo Martín)
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. (EFE/Juanjo Martín)

El Banco de España se apunta a las voces optimistas que, desde todas las latitudes, auguran un 2023 más positivo de lo que se creía hace unos meses. Como ya hizo la semana pasada la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o BBVA Research —y este mismo miércoles el panel de la fundación de las antiguas cajas de ahorros (Funcas)—, el regulador ha revisado al alza sus previsiones para este año, hasta el 1,6%, tres décimas más de lo que esperaba en diciembre. Son datos todavía por debajo de los que prevé el Gobierno (2,1%), pero que se van acercando progresivamente a él en un entorno internacional favorable y gracias al efecto arrastre (carry-over) de la mejora del PIB de 2022 en la segunda lectura de la contabilidad nacional del Instituto Nacional de Estadística.

Sin embargo, el Banco de España también acompaña a los principales organismos nacionales e internacionales a la hora de rebajar sus estimaciones para el año que viene. España solo crecerá un 2,3%, cuatro décimas menos que la previsión anterior, debido a la permanencia durante más tiempo de las alzas de tipos respecto a lo que se auguraba en diciembre, que enfriará la actividad económica. En la presentación del informe, el director general de Economía y Estadística del regulador, Ángel Gavilán, ha señalado que la apreciación del euro, que perjudicará las exportaciones, y el ajuste fiscal, debido a la retirada de algunas ayudas para paliar las consecuencias económicas de la guerra, son las otras dos causas de esta revisión a la baja.

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Pese a todo, la imagen general es más optimista que la del pasado otoño, cuando el propio Gavilán ni siquiera descartaba la posibilidad de una recesión durante este invierno. Finalmente, la desaceleración de la segunda mitad de 2022 no evitó que la economía creciese un 0,2% en el último trimestre, un dato que se revisará este viernes en la nueva entrega de la contabilidad nacional. Para este primer trimestre de 2023, Gavilán ha destacado que la fortaleza exportadora y el mayor dinamismo del mercado laboral han compensado la atonía de la demanda interna, hasta augurar un repunte del PIB del 0,3%.

Gracias a esta resiliencia, favorecida por el dinamismo de la economía europea y mundial ante la reapertura de China y el abaratamiento de los precios de la energía, España recuperará el nivel prepandemia en la segunda mitad de este año, y no en 2024, como se creía hasta ahora. A diferencia de lo que ocurrió en ocasiones anteriores, el proceso de transmisión de la política monetaria a la actividad económica está siendo más lento esta vez, según destacan desde el regulador: el endurecimiento del crédito no ha sido tan fuerte como se esperaba y el consumo interno ha aguantado algo mejor. Los fantasmas se desplazan, progresivamente, desde este año hacia el siguiente.

Este escenario está sujeto a todo tipo de incertidumbres, entre las que las principales siguen siendo la guerra en Ucrania y la espiral de precios. Sin embargo, los riesgos para el crecimiento están sesgados a la baja por primera vez desde el inicio de la contienda. Los de inflación, en cambio, se mantienen estables. El Banco de España se apunta a las tesis de la OCDE y prevé una fuerte desaceleración del IPC este año, hasta el 3,7%, 1,2 puntos menos de lo que esperaba en diciembre. Gavilán ha matizado que el abaratamiento de los precios de la energía explica la mayor parte de este alivio, contradictorio con el repunte del inicio del año, que atribuye a cuestiones técnicas.

Según el regulador, siete décimas del incremento de la inflación en enero se debieron a la eliminación de la subvención a los carburantes, cuatro décimas al cambio de metodología a la hora de cuantificar el precio de la luz y tres a las nuevas ponderaciones. En cambio, la bonificación del IVA para los productos básicos la redujo en dos décimas. Los investigadores del Banco de España han estudiado a fondo la cadena alimentaria y la han comparado con las de otros países, para obtener la misma conclusión: el 90% de la rebaja fiscal se ha trasladado al precio final de los alimentos.

Foto: Fábrica de automóviles del grupo Stellantis en Cassino (Italia).

Sin embargo, Gavilán ha explicado que la transmisión del incremento de las cotizaciones en los mercados internacionales a la cesta de la compra aún no ha finalizado. Este año, el IPC de los alimentos cerrará en una media del 12,2%, frente al 7,8% que se esperaba en diciembre, mientras que el año que viene será del 4,6%. "En las fases iniciales de la cadena de valor ya hay presiones desinflacionistas, pero van a tardar más en notarse", ha remarcado. De momento, los efectos de segunda ronda son muy reducidos, aunque el economista jefe del regulador reconoce que los márgenes empresariales se están llevando una mayor parte del incremento de la riqueza nacional que las rentas del trabajo. De hecho, ya están un 5% por encima de los niveles previos a la pandemia.

Preocupa la subyacente

En ese escenario, la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los precios de los alimentos ni los de la energía, tardará en controlarse. Esto es así porque el abaratamiento de la luz y el gas tiene un traslado muy lento al resto de la economía —entre uno y dos años—, que aún sufre las consecuencias de los récords del año pasado. Se trata del dato que más preocupa a los bancos centrales a la hora de decidir su política monetaria, y que explica parte de la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento para 2024. El Banco de España eleva medio punto la inflación subyacente para 2023, hasta el 3,9%, por lo que dará el sorpaso al índice general.

Ya a medio plazo, el regulador no toca sus previsiones de precios para 2024 y 2025. Tampoco las de desempleo, que solo se reducirá nueve décimas durante los próximos tres años, hasta alcanzar el 12% en el ecuador de la década. La brecha de productividad que separa la vitalidad laboral, ya superior a los niveles previos a la pandemia, y la más lenta recuperación de la economía se irá reduciendo a lo largo de este período.

Otro de los fenómenos inusuales que trajeron las dos últimas crisis —la sanitaria y la inflacionista— ha sido el aumento de la recaudación tributaria hasta niveles récords. Una parte de este incremento se debe a la actividad económica, pero la otra aún no tiene una causa clara. Gavilán ha augurado que ese "residuo" se irá reduciendo a lo largo de los próximos meses. De hecho, el Banco de España ha revisado al alza su previsión de déficit para 2022, que pasa del 4,2% al 4,6%, aunque todavía por debajo del 5% que estima el Ejecutivo. La caída de los ingresos procedentes de impuestos indirectos, especialmente el IVA, por la ralentización de la actividad económica en el segundo semestre mientras el gasto no paraba de aumentar debido a las nuevas medidas anticrisis explica este repunte.

Gavilán ha vuelto a reclamar un plan de consolidación fiscal al Gobierno, especialmente en un entorno de gran incertidumbre financiera, marcado por la quiebra del Silicon Valley Bank en Estados Unidos y el rescate de Credit Suisse en Europa, que podría reducir la liquidez en el mercado y aumentar los costes de financiación. Las turbulencias en el sector bancario amenazan la vigencia de las previsiones del Banco de España, que se elaboraron antes de que empezasen los problemas. Serán malas para el crecimiento, pero buenas para controlar la inflación, reconocen desde el regulador. Y esta última, de momento, sigue representando el mayor peligro al que se enfrenta economía española.

El Banco de España se apunta a las voces optimistas que, desde todas las latitudes, auguran un 2023 más positivo de lo que se creía hace unos meses. Como ya hizo la semana pasada la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o BBVA Research —y este mismo miércoles el panel de la fundación de las antiguas cajas de ahorros (Funcas)—, el regulador ha revisado al alza sus previsiones para este año, hasta el 1,6%, tres décimas más de lo que esperaba en diciembre. Son datos todavía por debajo de los que prevé el Gobierno (2,1%), pero que se van acercando progresivamente a él en un entorno internacional favorable y gracias al efecto arrastre (carry-over) de la mejora del PIB de 2022 en la segunda lectura de la contabilidad nacional del Instituto Nacional de Estadística.

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