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Por qué ya no sale en los telediarios que esta ha sido la peor semana para el precio de la luz
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224,69 euros MWh

Por qué ya no sale en los telediarios que esta ha sido la peor semana para el precio de la luz

El Gobierno logra sacarlo de la agenda gracias a la tregua con las eléctricas, la menor volatilidad y el cansancio de periodistas y ciudadanos. Pero el problema sigue ahí

Foto: Luces sobre la Península desde la Estación Espacial Internacional. Foto: ESA
Luces sobre la Península desde la Estación Espacial Internacional. Foto: ESA

'¿Crisis? ¿Qué crisis?', podría preguntarse cualquier consumidor español que lea todos los días el periódico o no se pierda el telediario de las nueve. El precio de la luz ya no aparece en ningún lado, pero, al igual que en el otoño de 1975, cuando el grupo británico Supertramp lanzó su cuarto disco con aquel sugerente título, en el de 2021 la crisis energética azota los hogares mediante una espiral endiablada que parece no tener fin.

Mientras la variante sudafricana del coronavirus y la aprobación de los Presupuestos copan las portadas, la electricidad en el mercado mayorista cerrará esta semana con su precio más elevado desde que hay datos: una media de 224,69 euros el megavatio hora de lunes a sábado, según el regulador del mercado ibérico (OMIE). Ni siquiera en los peores momentos de octubre, cuando todos los focos estaban puestos en esta cifra y los mercados bailaban al ritmo de los caprichos del presidente ruso, Vladimir Putin, se había alcanzado una media tan elevada.

El precio de los derechos de emisión de CO₂ ha batido nuevos máximos en noviembre, mientras que el gas ha vuelto a las andadas

La situación, en esencia, sigue siendo la misma que entonces (o peor): el precio de los derechos de emisión de CO₂ ha batido nuevos máximos históricos en noviembre, mientras que el gas ha vuelto a las andadas. Este último es, sin duda, el factor que más influye en la subida del precio de la luz, y explicó en el primer semestre hasta el 50% del alza, según el Banco de España. La semana pasada, la cotización del gas en el mercado ibérico (Mibgas), que es el que se usa como referencia para establecer el montante de la electricidad en España y Portugal, volvió a superar los 100 euros el megavatio hora por primera vez desde principios de octubre, aunque aún lejos de los récords cosechados en ese momento.

También la electricidad está por debajo de sus mayores marcas. El pasado 7 de octubre, la luz llegó a los 288,53 euros/MWh, mientras que este lunes, el día más caro de la presente semana, 'solo' alcanzó los 236,51. En cambio, aquella no fue la semana más cara: la media rozó los 220 euros, cinco por debajo de la actual, que ostenta ese dudoso honor.

Aquí está una de las claves que explica el reciente desinterés por la luz cuando es, de media, más cara que nunca: la volatilidad se ha reducido enormemente, y eso no vende. No es lo mismo titular 'La luz se dispara un 26% y llega a los 288 euros' que 'La luz sube un 3% y alcanza los 236 euros'. Si a eso le añadimos que en septiembre y octubre se batía un récord diario tras otro, y que ahora llevamos un mes y medio sin nuevo máximos históricos, es normal que el ciudadano ya no esté tan preocupado.

Foto: Parque eólico. (EFE)

Hay cansancio, pero también una sensación de control. A finales de agosto, los lectores regresaron del verano con un problema que no veían venir... y los medios tampoco. La elucubración sobre eventos improbables como un gran apagón o un invierno sin calefacción hizo las delicias de periodistas y audiencia. También de la siempre crispada clase política. Hasta que la realidad arruinó los titulares: Argelia se comprometió a garantizar el suministro de gas a España y Putin hizo lo propio hacia Europa central. Ahora, la situación es de un cansino tira y afloja que no cesará hasta que la UE gane independencia energética, pero difícilmente da para abrir un telediario.

El problema continúa

Mientras la sociedad respira tranquila, el desequilibrio en el mercado continúa. La oferta de gas se sitúa muy por debajo de la demanda, en un momento en el que las reservas europeas sufren sus niveles más bajos de la última década y el aumento de las exportaciones de gas licuado a Asia perjudica los intereses comunitarios. El resultado es que los precios continúan al alza, y empujan a la luz. Sobre todo en un momento de aumento del consumo ante la llegada del invierno.

Por si fuera poco, las dudas que ha sembrado Alemania en torno a la certificación del gaseoducto Nord Stream 2, que une Rusia con la locomotora europea sin pasar por Ucrania, han vuelto a generar inestabilidad. La presencia de los Verdes, opuestos al gaseoducto, en el nuevo Gobierno del país no hace más que alimentar la incertidumbre. De hecho, en las últimas semanas se ha producido un vuelco que ayuda a explicar por qué en España estamos menos preocupados por la electricidad: ahora son los países del centro y el este de Europa, más dependientes del gas ruso, quienes están sufriendo un precio de la luz más elevado. El mercado ibérico, una 'isla energética' dentro del continente, aguanta mejor la situación.

placeholder Precios de la electricidad el 25 de noviembre. (Energy Live)
Precios de la electricidad el 25 de noviembre. (Energy Live)

Más allá del gas y los derechos de CO₂, hay otros factores coyunturales que explican la evolución del mercado. El aumento de la producción de energía eólica, tras un final de verano y un principio de otoño menos ventosos de lo habitual, ayudó a moderar los precios a finales de octubre, hasta alcanzar una media de 146,5 euros durante la primera semana de noviembre, casi un 40% menos que un mes atrás. Sin embargo, el tiempo inusualmente invernal de los últimos días, con la irrupción prematura del frío polar en la Península, ha disparado el consumo, justo en el momento en el que tres centrales nucleares (Almaraz, Cofrentes y Ascó I) han detenido algunos de sus reactores por labores de mantenimiento. Resultado: el precio de la electricidad ha vuelto a aumentar, aunque de una forma más paulatina, y va camino de cerrar la semana más cara de la historia.

El gran éxito del Gobierno

A nadie le ha importado. El asunto no ha ocupado ni un solo minuto el Telediario de Televisión Española de este viernes. Tampoco han proliferado los tuits y declaraciones de los líderes políticos. Y ni siquiera los comunicados de las empresas energéticas. Este es, sin duda, un punto en el haber del Gobierno.

Tras el desconcierto de la vuelta del verano, en la que las sesiones de control en el Congreso estuvieron monopolizadas por esta cuestión y el presidente Pedro Sánchez tuvo que salir en horario de máxima audiencia para hacer una promesa que cada vez se antoja más difícil de cumplir —el que los españoles paguen en 2021 menos por la luz que en 2018—, el asunto ha salido de la agenda política. El fracaso del Ejecutivo en el Consejo Europeo de finales de octubre, donde no consiguió que la Unión estableciese una compra conjunta de gas, fue el último aprieto para Moncloa.

El precio de la luz se sitúa en el noveno puesto entre las preocupaciones de los españoles, según el CIS

El precio luz se sitúa en el noveno puesto entre las preocupaciones de los españoles, y ya es el principal problema para el 7,2% de los entrevistados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre el 2 y el 11 de noviembre. Pero las calles no han estallado, la ministra sigue en su puesto y la derecha prefiere presionar con otros asuntos. Hay dos claves que explican el oasis actual: la pedagogía y la rectificación.

Después de unas semanas de desorientación, en las que muchos ciudadanos —e incluso algunos periodistas o diputados— confundían el precio de la electricidad en el mercado mayorista con el recibo de la luz, ahora todos saben cuál es la diferencia. Los datos diarios ya no asustan tanto, pues cada vez más gente conoce dos matices importantísimos que ayudan a desdramatizar la situación: los precios mayoristas solo tienen una repercusión del 25% en el recibo, y solo del recibo de los 11 millones de españoles acogidos a la tarifa regulada. Si a eso se le añaden las medidas adoptadas por el Ejecutivo para abaratar la parte que sí puede controlar —impuestos, peajes y cargos— y la ampliación del bono social para los más desfavorecidos, es lógico que haya una sensación de alivio.

Foto: Arte urbano para protestar contra la subida de la luz, en Valencia. (EFE)

Además, el Gobierno ha dado marcha atrás en una de sus medidas más polémicas: el hachazo a las eléctricas. Tras una reacción durísima, en la que llegaron a cuestionar inversiones y amenazar con detener la nuclear, las principales compañías energéticas empezaron a rebajar el tono a finales de octubre, tras la reforma que excluyó de la minoración de beneficios extraordinarios los contratos a plazo. La frágil tregua entre las empresas y el Gobierno dejó a los medios de comunicación sin una de sus polémicas preferidas del inicio del curso político. Y también ha restado argumentos a la oposición.

La convalidación de la norma, que tuvo lugar este jueves en el Congreso, ni siquiera contó con el rechazo de Vox. El Confidencial fue el único de los grandes medios que llevó la noticia a su portada, con escaso éxito: las cifras de audiencia palidecen ante la expectación que existía hace poco más de un mes, cuando la aprobación del real decreto en el Consejo de Ministros el pasado 26 de octubre tuvo 20 veces más visitas que ahora. Entonces la luz se pagaba a 215,83 euros en el mercado mayorista, 12 menos que este viernes.

Aunque miremos para otro lado, el problema sigue ahí, y lo volverán a sufrir los españoles en su próxima factura. Menos mal que existe Supertramp para recordárnoslo:

'It's raining again and you know, it's hard to pretend'.

Está lloviendo otra vez, y sabes, es difícil fingir (que todo va bien).

'¿Crisis? ¿Qué crisis?', podría preguntarse cualquier consumidor español que lea todos los días el periódico o no se pierda el telediario de las nueve. El precio de la luz ya no aparece en ningún lado, pero, al igual que en el otoño de 1975, cuando el grupo británico Supertramp lanzó su cuarto disco con aquel sugerente título, en el de 2021 la crisis energética azota los hogares mediante una espiral endiablada que parece no tener fin.

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