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Así conseguirá Portugal rebajar la factura de la luz pese a compartir mercado con España
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UN 4,6% MENOR QUE EN 2018

Así conseguirá Portugal rebajar la factura de la luz pese a compartir mercado con España

La reducción de los cargos, gracias al abaratamiento de las energías renovables, y la menor dependencia de las fluctuaciones del mercado reducirán el recibo luso en enero

Foto: Arte urbano para protestar contra la subida de la luz, en Valencia. (EFE)
Arte urbano para protestar contra la subida de la luz, en Valencia. (EFE)

A un lado de la borrosa frontera, Tui (España, 16.900 habitantes). Al otro, Valença (Portugal, 8.000 habitantes). Ambas poblaciones están 'separadas' por el río Miño y unidas por un puente internacional y siglos de historia en común. Para la Unión Europea, forman una única ciudad desde 2012. Las interacciones son continuas, pero las preocupaciones de sus ciudadanos, muy diferentes. Al norte de la 'raia', los vecinos temen la subida de la luz ante la llegada del invierno; al sur, ya saben que a partir de enero pagarán un 3,4% menos que ahora y solo un 0,2% más que la media de 2021.

España y Portugal comparten mercado eléctrico, pero la factura no tiene nada que ver. El contraste más evidente se produjo la semana pasada: mientras este diario publicaba que el Gobierno no podría cumplir la modesta promesa de que los españoles abonasen en 2021 lo mismo que en 2018 —el año más caro en una década—, el regulador luso hacía una propuesta de precios para 2022 que resultaría inverosímil para cualquier persona que hubiese aterrizado en Madrid (o en Tui) a la vuelta del verano: subir el recibo un anecdótico 0,2%. No hay trampa: ambos casos se refieren a la tarifa regulada, es decir, no están condicionados por las ofertas que hagan las diferentes comercializadoras, sino que toman como referencia los precios mayoristas del mercado compartido. Que son los mismos.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Este sábado, alcanzarán los 211,21 euros el megavatio hora (MWh) en ambos países, un 367% más que hace un año. El Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE) es el encargado de marcarlos para toda la península desde el 1 de enero de 2003. Lo hace a través de un sistema de subastas que acopla la oferta y la demanda para los diferentes tramos horarios de la jornada siguiente, hasta establecer una media diaria: el dato que ha vuelto locos a periodistas y ciudadanos durante las últimas semanas, en plena crisis energética global. Cómo se traduzca esa cifra en el recibo que pagan las familias depende, sin embargo, de las regulaciones nacionales. Y las de ambos países son muy distintas.

Ahí está la clave. En España, las diferentes medidas llevadas a cabo por el Gobierno (desde la reducción de impuestos hasta la confiscación de los beneficios extraordinarios de las empresas para abaratar la factura) han resultado insuficientes: el recibo de septiembre ha sido el más caro de la historia, y el de este mes va por el mismo camino. En Portugal, en cambio, no ha hecho falta tomar medidas drásticas. La explicación básica tiene que ver con un factor temporal: mientras en Portugal la fijación se produce 'ex-ante', en España tiene lugar 'ex-post'. En el país vecino, la Entidade Reguladora dos Serviços Energéticos (ERSE) establece anualmente los precios del recibo, aunque los puede revisar cada trimestre en función de las circunstancias del mercado, como ha hecho en julio y octubre de este año. En cambio, en el nuestro, se están recalculando constantemente, en función del valor que marque la energía en el 'pool' mayorista en cada tramo horario.

El recibo de Portugal recoge la tendencia del mercado a medio plazo; el de España es esclavo de sus vaivenes a corto

El contraste entre los efectos producidos por ambas regulaciones resulta notorio: tomando como referencia el mismo mercado, el recibo de Portugal recoge su tendencia a medio plazo; el de España, sus vaivenes a corto.

Pero no todo es tan sencillo. La volatilidad —que ha hecho que las familias no sepan cuánto van a pagar cada mes, aunque siempre consuman lo mismo— puede explicar la incertidumbre, mas no la diferencia de precios entre ambas naciones. Al menos no a partir de ahora. Resulta razonable que la factura en Portugal haya sido menor este año, cuando se calculó con una previsión (49,5 euros/MWh, revisada 5 euros al alza en dos ocasiones) ya barrida por el encarecimiento de la energía. Para 2022, en cambio, el regulador portugués ha tomado como referencia un precio mayorista que dobla el anterior: 105,5 euros. ¿Cómo es posible entonces que el recibo solo se vaya a encarecer un 0,2%?

Pese a que alrededor del 25% de la factura regulada en España depende del precio de la electricidad y otro tanto de los impuestos, más de la mitad de su valor está determinado por los diferentes cargos y peajes. Los primeros se refieren a la financiación del régimen especial de las renovables, las conocidas como primas, y el déficit de tarifa, que compensa la deuda acumulada con las eléctricas por el desfase entre los costes de producción y sus ingresos. Los segundos están destinados a pagar el transporte y la distribución. Si se tiene en cuenta que el precio de la electricidad es el mismo para ambos países y que el Gobierno español ha aplicado una rebaja impositiva sin precedentes —el IVA se sitúa en el 10%, mientras que en Portugal oscila entre el 6 y el 23% en función de la potencia contratada—, la respuesta apunta a una dirección: los cargos y los peajes explican la diferencia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. (EFE)

Según Eurostat, Portugal tenía la electricidad más cara de Europa en relación con el poder adquisitivo de sus habitantes hace solo seis años. Ahora, ocupa la octava posición, frente a la quinta de España. Para entender el 'milagro' que han obrado nuestros vecinos solo hay que leer la propuesta de actualización de precios formulada por la ERSE, que deberá ser aprobada antes del 15 de diciembre tras el informe preceptivo del Consejo Consultivo de Tarifas. "La significativa y extraordinaria reducción de los ingresos a recuperar de las tarifas de acceso se explica por el hecho de que los costes de la política energética y el interés económico general (CIEG) se han invertido, es decir, empiezan a contribuir a bajar la tarifa eléctrica". El mundo al revés: las empresas están 'pagando' a los consumidores para abaratar la factura.

El complejísimo sistema de peajes y cargos que amargaba la vida a los 900.000 portugueses acogidos a la tarifa regulada —cada vez menos, y muchos menos que los 11 millones de españoles— se ha acabado convirtiendo en su mejor aliado. Hasta ahora, el demonio se escondía bajo cuatro letras: CIEG, una suerte de superimpuesto que recoge al menos 23 costes de la política energética del Estado, en el que el principal corresponde a las primas de las renovables. Pero este año, la situación ha cambiado. El abaratamiento de estas energías, junto al encarecimiento del precio de la electricidad, ha hecho que el Estado ya no tenga que compensarlas, sino todo lo contrario: acumulan un superávit de 1,7 millones de euros, que sirve para cubrir con creces el resto de los costes asociados al tributo. Así, el impuesto contribuye, paradójicamente, a menguar el recibo, y neutraliza el alza provocada por los precios del mercado mayorista. El resultado es la inverosímil cifra del 0,2%.

El proceso no es nuevo. En la última década, los peajes del sistema se han ido reduciendo a pasos agigantados —un 52,2% este año— a medida que mejoraba el rendimiento de las energías renovables, que representan más del 60% del 'mix' en el país. Sin embargo, el aumento de los precios de la luz ha supuesto el aldabonazo definitivo para darle la vuelta a la situación: ya ingresan más de lo que se les asigna a través del régimen especial —que fue pensado para compensar su menor rentabilidad—, así que tienen que 'devolver' la sobrerretribución a través de un abaratamiento de la factura. Este hachazo involuntario a las renovables ha conseguido lo que el Gobierno español tiene muy difícil de lograr con el suyo, aplicado a golpe de decreto contra las hidroeléctricas y la nuclear: el recibo en Valença será en 2021 un 4,6% más barato que el de 2018. En Tui, ya veremos.

A un lado de la borrosa frontera, Tui (España, 16.900 habitantes). Al otro, Valença (Portugal, 8.000 habitantes). Ambas poblaciones están 'separadas' por el río Miño y unidas por un puente internacional y siglos de historia en común. Para la Unión Europea, forman una única ciudad desde 2012. Las interacciones son continuas, pero las preocupaciones de sus ciudadanos, muy diferentes. Al norte de la 'raia', los vecinos temen la subida de la luz ante la llegada del invierno; al sur, ya saben que a partir de enero pagarán un 3,4% menos que ahora y solo un 0,2% más que la media de 2021.

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