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La tormenta perfecta para las empresas: inflación, escasez y retirada de estímulos
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LOS MÁRGENES ABSORBEN EL ALZA DE COSTES

La tormenta perfecta para las empresas: inflación, escasez y retirada de estímulos

Las empresas están actuando como muro de contención de la inflación, pero no podrán aguantar mucho tiempo. La participación de los beneficios en el PIB cae a mínimos

Foto: Foto: EFE/Kai Försterling.
Foto: EFE/Kai Försterling.
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Los consumidores españoles están soportando la inflación más alta en casi tres décadas con una subida del IPC superior al 5% anual. Esta situación ha hecho saltar las alarmas por la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Sin embargo, la situación podría ser mucho peor, basta con revisar la subida de precios en los mercados mayoristas. Atención, porque vienen datos que asustan:

Los productos industriales se están encareciendo a ritmos de casi el 25%, un nivel no visto desde la Transición. El precio del petróleo se ha disparado un 101% en el último año; el del aluminio, un 62% y el del cobre se ha encarecido un 45%. Esta es la situación generalizada de las materias primas y los bienes intermedios, pero no es la realidad de la cesta de la compra de los españoles. El motivo es que las empresas están actuando como dique de contención de esta subida de los precios y trasladan a los consumidores finales solo una parte de la inflación real de los mercados mayoristas. Están absorbiendo la inflación en sus márgenes, lo que evita que los datos del IPC sean mucho peores y que se generen más efectos de segunda ronda.

La brecha histórica que se está produciendo entre el IPC general y el subyacente, esto es, la inflación con y sin energía, muestra cómo las empresas están soportando el encarecimiento de los costes de producción. El IPC subyacente está subiendo un 1,4% anual, cuatro veces menos que el IPC general. La inflación que están soportando los hogares no cubre el encarecimiento de producir los bienes que consumen, este gasto está siendo soportado por las empresas.

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En consecuencia, los beneficios del capital y de los autónomos (en contabilidad nacional, excedente de explotación y rentas mixtas) cayó durante el verano a mínimos históricos en el reparto del PIB. El peso de los beneficios se redujo hasta el 41% de la producción del país, mientras que el peso de los salarios se situó en el 48% y los impuestos sobre la producción superaron por primera vez el 10,5% del PIB.

Estos datos muestran cómo los márgenes empresariales están absorbiendo el encarecimiento de los costes. Si se compara con el verano de 2020, el año de la pandemia, los beneficios del capital han sufrido un descenso del 1,3% a pesar de la recuperación de la economía y del empleo. De hecho, las empresas también están absorbiendo los costes salariales crecientes derivados de las nuevas contrataciones. En el último año la masa salarial se ha incrementado un 6%, un avance que es casi dos puntos superior al del PIB.

Se está produciendo un escenario que es excepcional y, además, insostenible en el tiempo, ya que las empresas salen de la crisis del coronavirus en una situación financiera complicada y difícilmente podrán soportar en sus márgenes el encarecimiento de los costes sin trasladarlos a los precios finales.

¿Pura bondad?

Las empresas no están asumiendo en sus márgenes el incremento de costes por 'socializar las ganancias', sino que están obligadas a adaptarse a las circunstancias por no poder trasladar al precio el coste de la producción. Dos son las causas principales. La primera es la competencia en precios que han fomentado durante años y que provoca que el mercado expulse rápidamente a las empresas que incrementan sus precios en solitario. Los consumidores se van rápidamente a los productos y servicios más baratos.

Foto: Tráfico en el puerto de California, que lleva semanas atascado. (EFE)

La segunda es que mantienen unas elevadas expectativas de recuperación, de modo que han recuperado sus plantillas rápidamente para estar preparadas para el fuerte crecimiento que esperan. En España, la confianza económica de las empresas marcó en octubre su nivel más elevado desde el año 2001, según la encuesta de confianza publicada por la Comisión Europea la semana pasada. Ni siquiera durante la burbuja inmobiliaria ni durante la recuperación se registró un sentimiento tan favorable, lo que explica que las empresas hayan renunciado a una parte de sus beneficios para apuntalar sus plantillas.

Pero este desequilibrio entre precios y costes no podrá mantenerse en el tiempo. Si el consumo de los hogares sigue creciendo, tal y como apuntan todos los analistas, las empresas trasladarán progresivamente el aumento de costes a los precios. Especialmente si los problemas de abastecimiento se agravan. En ese escenario perderán la opción de contener los precios para vender más que la competencia, por lo que optarán por vender más caro.

Casi el 30% de la industria española está sufriendo ya problemas de desabastecimiento de materiales o bienes de equipo necesarios para la producción, una cifra histórica. En el conjunto de la eurozona el desabastecimiento afecta ya al 53% de las empresas y en Alemania se ha disparado hasta el 86%. Los problemas de suministros amenazan ya a la campaña de Navidad, que debería ser clave para dejar atrás la crisis.

Los bancos centrales vigilan con atención la evolución de los precios para evitar que su política monetaria caliente más los precios. El BCE mantiene los estímulos de emergencia que aprobó al inicio de la pandemia, pero la situación económica está cambiando rápidamente. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha comenzado ya el 'tapering', esto es, a reducir sus inyecciones mensuales de capital en los mercados.

La retirada de los estímulos ayudaría a frenar la subida de precios por la vía de la penalización de la demanda interna. Esto es, si aumentan los costes financieros los hogares y las empresas reducirán su consumo y su inversión. Pero eso significaría frenar la recuperación, un escenario que los bancos centrales quieren evitar casi a cualquier precio. Por el momento, mantienen intacto su discurso de que la inflación es coyuntural. Así lo explica el Banco de España en su Informe de Estabilidad Financiera publicado esta semana: "El escenario central sigue siendo la transitoriedad del aumento del crecimiento de los precios, por lo que no cabe esperar que se acelere el ritmo de endurecimiento monetario". Sin embargo, también advierte que "se anticipa que la política monetaria sea menos acomodaticia en los próximos meses".

Para las empresas, una hipotética retirada de estímulos supondrá un encarecimiento de los costes financieros y, por tanto, otro impacto negativo sobre sus márgenes. Para las empresas que están muy endeudadas, supone un riesgo poco probable, pero no descartable, por lo que la estrategia de reducir más los márgenes de beneficio podría ser contraproducente.

En esta difícil coyuntura tienen que manejarse las empresas. La salida de la crisis no está siendo sencilla. Al menos no como debería ser en un contexto de fuerte crecimiento de la demanda. Es un momento clave en el que la gestión del equipo directivo determinará la posición de cada compañía de cara al próximo lustro de crecimiento económico.

Los consumidores españoles están soportando la inflación más alta en casi tres décadas con una subida del IPC superior al 5% anual. Esta situación ha hecho saltar las alarmas por la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Sin embargo, la situación podría ser mucho peor, basta con revisar la subida de precios en los mercados mayoristas. Atención, porque vienen datos que asustan:

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