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La subida de salarios y cotizaciones empieza a restar competitividad a España
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Crecen los costes pero cae la productividad

La subida de salarios y cotizaciones empieza a restar competitividad a España

Los costes laborales no salariales (cotizaciones e impuestos) registran su mayor crecimiento con creación de empleo desde la burbuja y cuadruplican el ritmo de subida de la UE

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Una de las claves de la recuperación económica de España fue la ganancia de competitividad lograda desde el año 2008. Este avance no se consiguió incrementando la productividad, sino conteniendo los costes de producción, en lo que se conoció como la ‘devaluación interna’. Esta ganancia de competitividad ha permitido a España crecer sistemáticamente por encima de la eurozona desde 2013 y crear más de medio millón de empleos al año.

En ausencia de ganancias de productividad, la competitividad de España depende básicamente de la contención de los costes de producción. Sin embargo, este objetivo ha saltado por los aires en el inicio del año. A la subida de los salarios se ha unido un importante incremento de las bases de cotización a la Seguridad Social, lo que está elevando con fuerza los costes laborales que tienen que afrontar las empresas.

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En el primer trimestre del año los costes laborales por hora de trabajo se incrementaron un 2,4% nominal y un 1,3% real (una vez descontada la inflación), según los últimos datos publicados por Eurostat. Este incremento de los costes salariales está por encima del 1% de crecimiento de la eurozona y del 1,2% del conjunto de la Unión Europea. De esta forma España supera a otros países que se encuentran en pleno empleo y experimentan presiones salariales simplemente por la dificultad de las empresas para contratar trabajadores.

En lo que va de año los salarios pactados por convenio recogen una subida del 2,21%, lo que se une a la subida del 22,5% del salario mínimo interprofesional (SMI). Ambas medidas juntas provocan que los costes salariales hayan subido un 2,2% en el primer trimestre respecto al mismo periodo de 2018. Sin embargo, la subida más acusada ha sido la de los costes no salariales y este es el resultado de la subida de las bases de cotización a la Seguridad Social aprobada por el Gobierno en diciembre.

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La subida de las cotizaciones elevará la recaudación en 3.000 millones de euros este año (según las estimaciones del Gobierno), una cuantía que recaerá, básicamente, sobre las empresas. Las dos principales medidas fueron la subida de la base mínima del Régimen General un 22,5% (como el SMI) y de la base máxima un 7%. El resultado de este incremento es que los costes laborales no salariales se han elevado un 3% en el inicio del año, y un 1,8% real (descontada la inflación).

Se trata de la mayor subida en siete años y el mayor incremento con creación de empleo desde la burbuja inmobiliaria. No solo eso: los costes no salariales para las empresas están creciendo casi cuatro veces más que en la Unión Europea y el doble que en la eurozona. Una subida que supone un duro golpe para la competitividad de las empresas españolas frente a sus competidoras europeas.

Es importante tener en cuenta que en España el efecto composición da una falsa apariencia de devaluación salarial, lo que significa que la pérdida de competitividad es todavía más grave. En España, el efecto composición tira a la baja del salario medio cuando se crea empleo y lo incrementa cuando se destruye. Esto es así porque cuando hay una crisis, se destruye empleo de bajo valor añadido, principalmente de contratos temporales, lo que hace que el salario medio sea mayor. Por el contrario, en las fases de expansión se crea mucho empleo en sectores de baja productividad, lo que produce una caída del salario medio.

De este modo, la creación de empleo contrarresta la estadística de costes laborales, lo que sugiere que el encarecimiento del empleo está siendo incluso superior en el caso de los asalariados que siguen en su puesto de trabajo. Según los datos de la Encuesta de Coste Laboral publicada esta semana por el INE el coste no salarial de cada trabajador se incrementó en el primer trimestre del año un 3,1% interanual. En total, las empresas tienen que asumir un pago de 674 euros por cada asalariado en impuestos, básicamente cotizaciones a la Seguridad Social, el dato más alto nunca alcanzado.

Productividad y salarios

La subida de los salarios en España puede ser un incentivo al crecimiento al estimular la demanda interna. En ese caso, la revalorización del inicio del año puede ayudar a la recuperación económica. Sin embargo, el problema es cuando la subida salarial no va acompañada de ganancias de productividad. En ese caso se produce una pérdida de competitividad de las empresas.

Foto: Según los portales de empleo, ellos tienen los perfiles más buscados por las empresas

En lo que respecta a nuestro país, lo que están haciendo las compañías españolas es asumir la subida salarial en sus márgenes de beneficio, de modo que no trasladan este coste a los precios. Así, se reduce el beneficio de las empresas, pero también se reducen sus recursos propios, lo que afecta a la inversión. Esta situación es insostenible en el tiempo y tarde o temprano tendrán que elegir entre congelar los salarios o subir los precios.

La subida de los costes laborales coincide con la mayor pérdida de productividad de la economía española desde 1999

La única forma de conseguir crecimientos sostenibles de los costes laborales por encima de la inflación es con ganancias de productividad. Si cada trabajador eleva su producción, entonces las empresas podrán elevar los salarios sin afectar a su situación financiera. Pero España está hoy en la situación opuesta. En el inicio de 2019 se ha sumado el cuarto trimestre consecutivo de caída de la productividad en términos interanuales, la peor racha desde 1999. La caída de la productividad, unida a la subida de los costes laborales por encima de la inflación, supone una importante pérdida de competitividad para las empresas españolas en el inicio del año.

Una de las claves de la recuperación económica de España fue la ganancia de competitividad lograda desde el año 2008. Este avance no se consiguió incrementando la productividad, sino conteniendo los costes de producción, en lo que se conoció como la ‘devaluación interna’. Esta ganancia de competitividad ha permitido a España crecer sistemáticamente por encima de la eurozona desde 2013 y crear más de medio millón de empleos al año.

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