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España es el segundo país europeo con más desequilibrios macroeconómicos
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La herencia económica de Rajoy

España es el segundo país europeo con más desequilibrios macroeconómicos

Rajoy dejó al país como el segundo de la UE con más indicadores en situación de alerta como consecuencia del elevado endeudamiento, el desequilibrio externo y la tasa de paro

Foto: El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy saluda a su sucesor, Pedro Sánchez. (Reuters)
El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy saluda a su sucesor, Pedro Sánchez. (Reuters)

España se ha ganado muchos elogios por su salida de la crisis liderando la creación de empleo y el crecimiento económico. Es cierto que los flujos macroeconómicos de los últimos años han sido positivos en casi todos los indicadores, pero la realidad es que no han sido suficientes para solucionar los grandes desequilibrios que tiene el país. Esto es, el 'stock' sigue siendo negativo y deja al país en una situación de gran vulnerabilidad de cara al futuro.

Eurostat ha publicado esta semana el 'Procedimiento de desequilibrio macroeconómico' (MIP, por sus siglas en inglés) con el que se inicia el semestre europeo, y no deja a España en buena situación. Los datos se refieren al año 2017, por lo que suponen la herencia económica que dejó el Gobierno de Mariano Rajoy. Y no es otra que un país con cinco de los 13 indicadores en situación de alerta. De toda la Unión Europea, solo Chipre está en una situación peor.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

España empata con Irlanda en el número de indicadores en situación negativa, pero su particularidad es que sus desequilibrios están extendidos a todos los sectores de análisis: riesgos externos, internos y del mercado laboral. Esto significa que el país presenta muchos puntos débiles de cara a una futura crisis económica. Precisamente el marcador del MIP “intenta detectar, prevenir y atajar los desequilibrios macroeconómicos potencialmente peligrosos que puedan afectar negativamente a la estabilidad económica de un determinado país miembro”.

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También evidencia que las reformas aprobadas durante la crisis han servido de poco a la hora de corregir las vulnerabilidades de España. De esta forma, un cambio repentino en el escenario macroeconómico situaría rápidamente al país en una situación peligrosa, ya que tiene poco margen hasta alcanzar una situación muy delicada.

El problema más evidente es el que se deriva del endeudamiento, tanto del sector público como del privado. La deuda pública se sitúa todavía por encima del 98% del PIB, y eso a pesar del crecimiento económico. España persiste en el déficit público, de modo que la deuda total no deja de crecer, y lo seguirá haciendo durante los próximos años. Esto provoca que el país no tenga margen fiscal para abordar futuras crisis con políticas expansivas. Al contrario, cualquier futura crisis que provoque una caída de la recaudación o un incremento del gasto público en prestaciones de desempleo o los intereses de la deuda obligará a realizar ajustes para cuadrar las cuentas públicas.

La Comisión Europea estima que el desequilibrio de la deuda pública se produce a partir del 60% de deuda, nivel que España supera en un 64%. No solo eso; ni siquiera las previsiones más optimistas esperan que el país pueda reducir su deuda pública hasta el 60% antes de 2045, y el escenario base es que no lo consiga ni siquiera en 2050. El crecimiento del gasto público provocado por el envejecimiento (pensiones y sanidad) evitará que el país pueda dedicar más recursos a reducir su endeudamiento. Al contrario, el objetivo pasa por eliminar el déficit estructural que se ha perpetuado tras la crisis.

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La deuda del sector privado también es un gran problema, ya que alcanza el 139% del PIB. Es cierto que en los últimos años se ha realizado un gran esfuerzo de desapalancamiento por parte de las familias y las empresas, pero todavía queda camino por delante antes de resolver este desequilibrio. En los dos últimos trimestres, la deuda de los hogares ha vuelto a crecer, aunque a un ritmo más lento que el PIB, lo que indica que la fase de desapalancamiento se ha terminado.

Eurostat también alerta sobre la delicada posición externa de España, que presenta una deuda exterior superior al 83% del PIB. Si bien es cierto que el superávit de la cuenta corriente ha ayudado a reducir el pasivo exterior, los diferentes actores económicos todavía tienen una posición negativa con el resto del mundo.

La crisis del año 2008 demostró que la dependencia del capital exterior supone un gran riesgo para cualquier país ante una eventual salida de flujos del país. La Comisión Europea recomienda mantener una posición exterior que no supere el 35% del PIB, un umbral que para España es impensable a día de hoy, ya que lo duplica.

El eterno problema del empleo

El último de los grandes desequilibrios de España es el desempleo. La tasa de paro promedio de los últimos tres años (2015-2017) fue del 19,6%, la segunda más alta de Europa, solo por detrás de Grecia. No descubre nada Eurostat al señalar los graves problemas del mercado laboral español, que deja en la cuneta a un porcentaje muy amplio de la población.

Foto: Imagen: EC.

La Comisión Europea marca como umbral a partir del cual empiezan los problemas el 10% de desempleo, un nivel al que España apenas llega en los momentos del pico económico. Todavía está por ver cuál es el nuevo paro estructural tras la reforma laboral del año 2012, ya que los expertos no se ponen de acuerdo en cuál es el nuevo nivel de equilibrio, pero sí parece evidente que estará por encima de ese 10% que marca Bruselas.

Un problema derivado del elevado desempleo es la salida de población activa de España durante la crisis. Este es el quinto indicador en desequilibrio y el que se podría corregir más rápidamente. El envejecimiento de la población y la emigración neta de residentes en España como consecuencia del mal momento del mercado laboral provocaron una caída de la tasa de actividad de 0,3 puntos entre 2014 y 2017.

En principio, este indicador debería solucionarse este año, pero hay otro en claro riesgo de incumplimiento: el de los precios de la vivienda. En 2017 subieron un 4,5%, pero este año se ha consolidado una apreciación superior al 6%, umbral de peligro que marca la Comisión Europea. En los últimos meses también ha repuntado la concesión de crédito a los hogares, en especial para el consumo de bienes duraderos. Un crecimiento que ya ha provocado una advertencia pública del Banco de España a las entidades financieras.

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Todos estos desequilibrios coinciden con una fase de desaceleración de la economía y un repunte de la incertidumbre global por la guerra comercial. Esto significa que España se sitúa en una situación vulnerable cuando el ciclo expansivo se sitúa ya en una fase madura y la capacidad de reacción del país es cada vez más limitada. Es cierto que en este periodo España ha conseguido un cambio muy importante: convertir el déficit crónico de la balanza corriente en superávit. Es cierto que esta transformación es significativa, pero no hace que el país sea inmune a un escenario de caída del comercio mundial y repunte de los tipos de interés.

España se ha ganado muchos elogios por su salida de la crisis liderando la creación de empleo y el crecimiento económico. Es cierto que los flujos macroeconómicos de los últimos años han sido positivos en casi todos los indicadores, pero la realidad es que no han sido suficientes para solucionar los grandes desequilibrios que tiene el país. Esto es, el 'stock' sigue siendo negativo y deja al país en una situación de gran vulnerabilidad de cara al futuro.

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