La crisis demográfica se agudiza: España sufre en 2017 su mayor pérdida de población
Entre enero y junio hubo 32.132 defunciones más que nacimientos, lo que supone el peor saldo vegetativo de la serie histórica en un semestre. La tasa de natalidad sigue hundiéndose
España sufrió en el primer semestre del año su mayor pérdida natural de población (esto es, sin contar las migraciones). El número de defunciones superó en 32.132 personas al número de nacimientos, lo que supone el peor saldo vegetativo de la serie mensual que elabora el INE desde el año 1975 como consecuencia del deterioro demográfico que se ha acelerado desde el estallido de la crisis económica. Esta situación es consecuencia de la caída continuada de las tasas de natalidad, que están en mínimos históricos en España, además del envejecimiento de la población, que aumenta lentamente el número de fallecidos.
Entre enero y junio nacieron en España 187.703 personas, lo que supone caer de los 200.000 nacidos por primera vez desde finales de los noventa, con el agravante de que ahora España tiene 6,5 millones más de habitantes. Esto refleja un desplome de las tasas de natalidad en los últimos años, coincidiendo con el fin de la inmigración, hasta caer por debajo de los 4,5 nacidos por cada 1.000 habitantes en el semestre.
Por su parte, el número de defunciones sigue en aumento como consecuencia del envejecimiento de la población y alcanzó en el primer semestre del año los 219.835 fallecidos, el segundo dato más alto de la serie elaborada por el INE, solo superado por el primer semestre de 2012. En comparación con el mismo periodo del año anterior, el total de defunciones aumentó en un 4,5%, mientras que el número de nacimientos se redujo un 6,3%. Como consecuencia, el saldo vegetativo de España sigue deteriorándose hasta el punto de sufrir la mayor pérdida natural de población de la serie. Hasta ahora el peor dato era el del primer semestre de 2015, cuando España perdió 21.280 habitantes.
El saldo vegetativo del primer semestre del año es siempre peor que el del segundo, ya que aumenta el número de fallecimientos en los meses de invierno. Sin embargo, la diferencia estructural la marca el deterioro de la natalidad, que amenaza la sostenibilidad de las cuentas públicas de España a medida que la pirámide poblacional sea cada vez más parecida a un rectángulo.
Durante la primera década de los años dos mil el número de nacimientos y la tasa de natalidad aumentó como consecuencia de la entrada de inmigrantes en edad de procrear. Así, el número de nacimientos creció desde los 180.000 de los últimos semestres de los noventa, hasta superar los 260.000 nacidos en 2008.
Sin embargo, el estallido de la crisis truncó esta mejoría y desde entonces los nacimientos semestrales se han hundido casi un 30%, hasta el punto de caer de los 200.000 nacidos por primera vez en casi dos décadas. En estos años de recesión económica se ha producido el movimiento inverso: la salida de población en edad de procrear ha hundido todavía más rápido las tasas de natalidad.
[Más ancianos en la ciudad y menos jóvenes en el pueblo]
La lectura positiva de esta evolución está en que la inmigración tiene que ser la solución a esta crisis demográfica que vive España y también el resto de países desarrollados. Si el país crece y crea empleo, volverá a atraer flujos migratorios y podrá volver a elevar su natalidad. El INE publica el jueves los datos del flujo migratorio del primer semestre, que pueden dar alguna pista sobre la evolución de la población ahora que la crisis se va superando.
España sufrió en el primer semestre del año su mayor pérdida natural de población (esto es, sin contar las migraciones). El número de defunciones superó en 32.132 personas al número de nacimientos, lo que supone el peor saldo vegetativo de la serie mensual que elabora el INE desde el año 1975 como consecuencia del deterioro demográfico que se ha acelerado desde el estallido de la crisis económica. Esta situación es consecuencia de la caída continuada de las tasas de natalidad, que están en mínimos históricos en España, además del envejecimiento de la población, que aumenta lentamente el número de fallecidos.
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