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España se lleva un buen bofetón de Japón, pero está en los octavos de final del Mundial (2-1)
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España se lleva un buen bofetón de Japón, pero está en los octavos de final del Mundial (2-1)

Japón gana a España en una segunda parte decepcionante del equipo de Luis Enrique. Pasó de ser un equipo dominador a perder agresividad, estar nervioso y fue frágil atrás

Foto: La decepción de los jugadores españoles fue evidente. (EFE/José Méndez)
La decepción de los jugadores españoles fue evidente. (EFE/José Méndez)
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España rozó el desastre contra Japón. Es un enorme bofetón. La derrota en el último partido de la fase de grupos hace daño a Luis Enrique. La Selección deja de ser un equipo fiable y afloran los verdaderos problemas futbolísticos. España es un equipo frágil en defensa y con poca pegada cuando tiene enfrente a un rival que muerde. La goleada a Costa Rica fue engañosa. En el debut salió el plan perfecto, con un juego coral y contundente en la pegada. No era el día para medir el nivel de España. Alemania y Japón, en dos medios tiempos, han desnudado las carencias de la Selección española. Para competir, hace falta algo más que tener la pelota. Con mucha posesión no te llega para ganar si no tienes más carácter, nervio, energía u otro plan alternativo. España pasa segunda y de milagro. Marruecos es el rival en octavos. Alemania queda eliminada.

España decepcionó. Fue de más a menos. Estuvo en el precipicio. Eliminada en un tramo de la segunda parte. Fue un partido que pasó del placer al terror. Se encontró en el inicio del partido a un rival ordenado, que esperaba en su campo, y una estructura que quiso hacerse compacta. No dejaba espacios. Japón apretaba en el medio campo para robar e intentar salir con acciones verticales. Era su plan inicial. Ser conservador en el primer tiempo, no correr riesgos y meterle intensidad y agresividad en el segundo. El de España estaba claro: desgastar a los nipones con la pelota. Pasó de la placidez del primer tiempo a una agonía en el segundo. Con lo que no contaba o se le olvidó a Luis Enrique en su plan era que Japón tiene dos versiones. Estaba avisado por lo que hizo contra Alemania. España pierde fiabilidad.

placeholder Japón celebra la victoria contra España. (EFE/EPA/Ali Haider)
Japón celebra la victoria contra España. (EFE/EPA/Ali Haider)

Japón empezó con un avisó en los primeros minutos. Con acciones en las que se pudo estirar y llegar al área de Unai Simón. Un error de Busquets provocó un disparo con peligro de los japoneses. La iniciativa, el peso del juego, la llevó España con el centro del campo intocable. Busquets, a pesar de estar apercibido con una tarjeta amarilla, empezó de inicio con Gavi y Pedri. Los primeros intentos de España para hacer daño y profundizar fueron por las bandas, con las subidas de Balde, por la izquierda, y Nico Williams, por la derecha. Dos de los cambios en el once del seleccionador. Dani Olmo es otro de los fijos en el once.

Del dominio a los nervios

España fue avanzando metros con el toque-toque, haciendo grande el campo. Encontró huecos en el ordenado sistema de los japoneses, con paciencia en la circulación y buenas circulaciones. Empezó a meter miedo. Provocó el repliegue. España dominaba con la posesión y consiguió hacer retroceder las líneas de Japón. Con largas circulaciones del balón, metió en su área al rival y llegó el gol de Morata en el minuto 10. Álvaro remató de cabeza el balón centrado por Azpilicueta. Por arriba, encontró la pegada. Tercer gol de Morata en el Mundial en su primer partido de titular.

Era una España paciente, precisa con la pelota y agresiva en la presión para recuperarla cuando la perdía. El partido se jugaba en el campo de Japón. Tras el gol de Morata, España quería más. Luis Enrique avisó de que no iban a especular y se vio la versión ambiciosa de una Selección con todo el control y volcando las acciones ofensivas con la energía que da Dani Olmo. Es un futbolista que se echa el equipo encima. Encara, juega por dentro y por fuera, hace jugar y finaliza las jugadas. Tiene agresividad, desborde y mucha personalidad. Olmo está fresco, fino y con colmillo. El único que no subestimó al rival.

Japón, que amagó con empezar fuerte en el inicio del encuentro, siguió con su plan conservador tras el gol de Morata. Decidió esperar antes que sufrir el desgaste de perseguir la pelota. En este dominio absoluto español, Morata tuvo otro disparo a portería. Las combinaciones buscaban al delantero centro. El madrileño provocó la tarjera amarilla de Yoshida en una entrada por detrás. Las largas jugadas a lo ancho y a lo largo del campo metieron el partido en un monólogo español. No le importaba a Japón.

placeholder Los japoneses estaban eufóricos tras pasar como primeros de grupo. (EFE/José Méndez)
Los japoneses estaban eufóricos tras pasar como primeros de grupo. (EFE/José Méndez)

Los sustos que sufrió España en el primer tiempo eran los que provocaba Unai Simón con el balón en los pies. El portero apuraba para dar salida al balón y corrió riesgos que son innecesarios. El exceso de calma y confianza puede ser peligroso en este tipo de acciones. Desde el banquillo, se escuchaba a Luis Enrique pedir al equipo que volcara el juego por las bandas. España estaba cómoda en el campo y no pisó el acelerador en el tramo final de la primera parte.

El primer cambio de España, en el descanso, fue Carvajal por Azpilicueta. España entró floja en el segundo tiempo, con parsimonia. Japón subió la agresividad y lo pagó con el gol del empate en una mala salida del balón desde atrás. Unai Simón envió el balón a Balde. En la presión robó Japón y el disparo lejano de Doan lo tocó Unai Simón. En el gol pudo hacer más el portero. Unai no tuvo las manos fuertes. España pasó de tener un partido cómodo a sufrir con el vértigo de Japón. Dos minutos después, llegó el segundo gol en una jugada que tuvo que ser revisada por el VAR. La pelota no llegó a salir del todo por la línea de fondo en la jugada que marcó Tanaka. Japón daba a España un golpe de realidad. Era un equipo vertical, agresivo. Se transformó en el descanso. Como hizo en el partido que remontó a Alemania.

Luis Enrique metió a Marco Asensio y Ferran Torres en el campo. España estaba fuera del partido, insegura, imprecisa y confundida. Era un equipo nervioso. Japón mordía en cada pelota. Los siguientes cambios fueron Jordi Alba y Ansu Fati para intentar recuperar la profundidad y la eficacia. Las noticias del segundo gol de Costa Rica fueron un drama. España estaba eliminada del Mundial. España recuperó el dominio del partido con los cambios. Dani Olmo tuvo la mejor ocasión para empatar. Faltó puntería.

España rozó el desastre contra Japón. Es un enorme bofetón. La derrota en el último partido de la fase de grupos hace daño a Luis Enrique. La Selección deja de ser un equipo fiable y afloran los verdaderos problemas futbolísticos. España es un equipo frágil en defensa y con poca pegada cuando tiene enfrente a un rival que muerde. La goleada a Costa Rica fue engañosa. En el debut salió el plan perfecto, con un juego coral y contundente en la pegada. No era el día para medir el nivel de España. Alemania y Japón, en dos medios tiempos, han desnudado las carencias de la Selección española. Para competir, hace falta algo más que tener la pelota. Con mucha posesión no te llega para ganar si no tienes más carácter, nervio, energía u otro plan alternativo. España pasa segunda y de milagro. Marruecos es el rival en octavos. Alemania queda eliminada.

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