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El Real Madrid y la ley del Bernabéu: te destroza con su sufrimiento y da lástima si baja la tensión
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El Real Madrid y la ley del Bernabéu: te destroza con su sufrimiento y da lástima si baja la tensión

Ancelotti insiste en que no se puede repetir la falta de intensidad y ritmo que mostró el equipo en Múnich. Se pondría en riesgo la clasificación para la final de la Champions

Foto: Camavinga y Tchouaméni en el partido contra el Bayern de Múnich en el Allianz Arena. (EFE/EPA/Anna Szilagy)
Camavinga y Tchouaméni en el partido contra el Bayern de Múnich en el Allianz Arena. (EFE/EPA/Anna Szilagy)

El enemigo del Real Madrid es la falta de tensión. Lo reconoce abiertamente Carlo Ancelotti, que reclama hacerle al Bayern de Múnich un partido con ritmo e intensidad en el Bernabéu. Se trata de ser incómodo, molesto y desagradable. Meterle energía y vértigo. No ser pasivos ni blandos. En el momento que se relajan los jugadores se ven las costuras de un equipo sin control del juego y vulnerable. Tiemblan los cimientos de la solidez.

El Real Madrid no tiene una sola identidad de juego, un patrón que seguir como garantía de éxito. Su punto fuerte es la mentalidad con la que se levanta cuando parece estar derrotado. Lo sufrieron entrenadores y equipos de alto nivel como Guardiola y Klopp. Lo afirma Serge Gnabry, jugador del Bayern de Múnich, que avisa que al Real Madrid hay que marcarle y rematarle.

El poderío está en el convencimiento de que es fundamental meterle garra y vigor. Solo así se sobrevive y se puede con todo por imposible que parezca. En lo futbolístico, lo que más tiene trabajado Ancelotti con los jugadores es interiorizar el compromiso defensivo colectivo y las transiciones para hacer daño con la velocidad de los ataques. Hay que ser eficaces en ataque y rocosos en defensa. Si pierde estas señas, pero sobre todo la fuerza mental, es un equipo que da lástima. Al técnico italiano le dio pena y rabia la imagen de pasividad que dio su equipo en Múnich.

Dos cosas tienen que darse muy bien para que el Real Madrid elimine al Bayern de Múnich y esté en la final de la Champions del 1 de junio en Wembley. La primera es ser un equipo aplicado y la otra es que se cumpla la ley del Bernabéu. Esto último juega su papel. El Real Madrid lleva 29 partidos consecutivos sin conocer la derrota en su estadio, algo que ayuda a entender el plus que da a los de Ancelotti y cómo se le atraganta a los rivales. El escenario del Bernabéu pesa tanto como la versión futbolística del Real Madrid rebelde. Ambos factores son capaces de marcar las diferencias para llevar al límite a su adversario.

placeholder Jude Bellingham en una acción del partido en el Allianz con Noussair Mazraoui. (DPPIAFP7/firo Sportphoto/Marcel Engelbrecht)
Jude Bellingham en una acción del partido en el Allianz con Noussair Mazraoui. (DPPIAFP7/firo Sportphoto/Marcel Engelbrecht)

El mosqueo y la advertencia de Ancelotti tras el partido en el Allianz Arena viene por la irresponsabilidad de los jugadores de salir al campo con vagueza. El Real Madrid campeón de Liga, el que ha eliminado al campeón de Europa y está cerca de meterse en una final, es peligroso cuando es engorroso. Lo que hizo en Múnich, durante muchos minutos del primer tiempo y en el inicio del segundo, fue holgazanear. Los jugadores se llevaron, por este motivo, la reprimenda de Ancelotti.

Difícilmente habría eliminado al Manchester City sin el espíritu guerrero y combativo que tuvieron en una eliminatoria en la que no era el favorito. Los jugadores lo celebraron como se merece. A lo grande, eufóricos y orgullosos. Al igual que Ancelotti, el pase a las semifinales les valió para pasar facturas a los críticos que no apostaban por el Madrid como candidato a ganar la Champions y lo reducen a la suerte.

Foto: Andriy Lunin en el partido contra el Manchester City. (AFP7)

En Múnich, el equipo se desvió del camino de la autoexigencia. Se pudo meter en un lío por la desgana con la que salió al partido y las fases en las que estuvo desenchufado. Un fantástico pase de Kroos a Vinícius reactivó a un equipo con el agua al cuello y una reacción con los cambios de Modric y Brahim Díaz por Kroos y Bellingham tuvo un efecto de impulso. El Madrid, sin hacer un buen partido, consiguió empatar en Múnich. Demostró que es superior al Bayern si se pone las pilas y no holgazanea.

La fortaleza del Bernabéu

Ancelotti exige recuperar el comportamiento de los dos partidos contra el Manchester City. Es necesario hacer enormes sobreesfuerzos. Jugar con ardor. El Bernabéu pondrá el resto. Se cumple un año y un mes de la última derrota del Real Madrid en el Bernabéu. Fue el 8 de abril contra el Villarreal, en aquel partido con polémica por el incidente entre Fede Valverde y Baena. Desde ese día, el equipo de Ancelotti ha disputado 29 partidos de local (siete de la temporada pasada). El equipo ha mostrado una versión robusta.

El Bernabéu es un fortín por el que han pasado potentes rivales. Uno estuvo cerca de asaltarlo, recientemente, y se quedó con la miel en los labios. Lo tuvo en su mano el Manchester City de Pep Guardiola. En el Madrid, en uno de sus arreones competitivos y feroces, apareció Fede Valverde para mantener una racha de imbatibilidad que tiene otro examen duro y exigente. Llega el Bayern de Múnich, un coloso de Europa, en un momento de necesidad para asaltar la casa blanca.

Foto: Míchel, en el partido del Girona contra el Barcelona en Montilivi. (EFE/David Borrat)

Hay que subir la intensidad ante un equipo alemán con excelentes jugadores y un entrenador que sí sabe lo que es salir victorioso del Bernabéu. Tuchel lo logró con el Chelsea hace dos años, aunque no le sirviera para clasificarse en una noche épica y de remontada del equipo que maravilló al mundo del fútbol con la consecución de la Champions en París contra el Liverpool. El Bayern es el siguiente gigante que tiene el desafío de pasar por la trituradora de carne del Bernabéu.

El Real Madrid es fiable en su estadio por la virtud de sentirse capaz de todo en cualquier circunstancia que se complica el partido. A resistencia no le supera nadie. Pero falta el Bayern. Otra noche mágica, como repiten los jugadores tras el partido del sábado pasado contra el Cádiz. En el ambiente hay demasiada ilusión y esperanza por jugar una nueva final de la Champions. No hay nada ganado, lo advierte Ancelotti y es muy importante que los jugadores compitan como titanes.

El enemigo del Real Madrid es la falta de tensión. Lo reconoce abiertamente Carlo Ancelotti, que reclama hacerle al Bayern de Múnich un partido con ritmo e intensidad en el Bernabéu. Se trata de ser incómodo, molesto y desagradable. Meterle energía y vértigo. No ser pasivos ni blandos. En el momento que se relajan los jugadores se ven las costuras de un equipo sin control del juego y vulnerable. Tiemblan los cimientos de la solidez.

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