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Fernando Giner: "Iba a la Selección y me miraban raro por llevar botas de marcas valencianas"
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ENTREVISTA AL VALENCIANISTA

Fernando Giner: "Iba a la Selección y me miraban raro por llevar botas de marcas valencianas"

Fue un central que marcó época en el Valencia y que contó con sitio en el equipo nacional. Soñó con disputar el Mundial de 1994, pero Javier Clemente lo dejó fuera a última hora

Foto: Fernando Giner, en su etapa en el Valencia. (Valencia CF)
Fernando Giner, en su etapa en el Valencia. (Valencia CF)

El fantasma del descenso revoloteó en Valencia el año pasado, pero se esfumó tan pronto como llegó. El último que había vivido el club, en 1986, tuvo como testigo a Fernando Giner (Alboraia, Valencia, 1964). Aquel chaval de la casa se propuso, junto a otros jóvenes valencianos, devolver al equipo al lugar que le pertenecía. Y lo consiguieron.

Giner fue un central que incluso fue internacional durante la etapa de Javier Clemente. A pesar de tener continuidad en la Selección, se quedó fuera del Mundial de 1994, cuando atravesaba el mejor momento de su carrera deportiva. Esto no fue óbice para mantener la relación con el exseleccionador hasta el día de hoy.

La negativa de Paco Roig para renovarlo, aunque la continuidad estaba en sus planes, conllevó su marcha al Sporting de Gijón, donde disfrutó de otra experiencia antes de la retirada. Ahora gestiona la Asociación de Futbolistas del Valencia y de las Leyendas de la Selección, y previamente tuvo tiempo para integrar la directiva del club de su vida.

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PREGUNTA. Usted dijo que dos futbolistas de cada vestuario tendrán problemas económicos en el futuro. ¿Cuánto hay de verdad y de leyenda en la mala gestión del dinero que hacen los jugadores?

RESPUESTA. No es leyenda ninguna, son datos claros. Nosotros mismos lo hemos comprobado y así lo sabemos. Además, hay muchos casos que desconocemos, porque a muchos jugadores les cuesta reconocer sus problemas por vergüenza.

P. ¿Hay jugadores que se plantean que les puede ir mal cuando se retiren?

R. Muy pocos. Cuando tienes 20, 22 o 24 años, es complicado pararse a pensar qué deparará el futuro. En nuestra época, no teníamos las posibilidades que existen en la actualidad en relación con la formación. Nosotros intentamos, desde las asociaciones, concienciarles de que el fútbol no durará eternamente y que deben estar preparados para el mañana.

P. No se preparan para el día después.

R. Cualquier trabajador vive pendiente del día a día y de todos los inconvenientes que ocurren, mientras que los futbolistas viven en una burbuja. Prácticamente tienes a tu disposición cualquier cosa que necesitas y, por tanto, no percibes esa realidad.

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P. ¿Esa burbuja existía en su época?

R. Era igual. La vida en la nube es idéntica a la de hace dos o tres décadas. Por esto surgen las dificultades, porque no son conscientes de lo que pasa alrededor. No hay ningún parecido con la vida de un trabajador al uso.

P. ¿Es más importante que el jugador invierta bien su patrimonio o que se forme durante su carrera?

R. Que se formen, porque ahora tienen esa posibilidad mientras están en activo. Gracias a la docencia online, ya no hay excusas para justificar esa dejadez con respecto a la formación. Antes el futbolista vivía solo para el fútbol y nadie le decía que se preocupara de otras cosas. Con ganar mucho dinero, era suficiente. La formación es la gran inversión del futbolista.

P. ¿Cuál sería una inversión económica recomendable?

R. Nosotros no asesoramos en eso, no impartimos talleres de ese estilo. Entendemos que lo más importante es estar formado y bien informado. El futbolista tiene que evitar las malas compañías, porque por ahí suelen venir algunos problemas.

Foto: Liaño, en su etapa en el Deportivo. (EFE)

P. ¿Los jugadores pasan apuros solo por haber hecho malas inversiones?

R. Claro. Pasan apuros porque las cosas pueden salir mal. No es un tema de despilfarro del dinero, es una mala gestión del patrimonio.

P. El futbolista tiene un ego enorme. ¿Verdadero o falso?

R. Enorme no diría, pero le hacen tener un ego importante. Se lo hacen tener por la forma en la que está montada la sociedad hacia ellos. En otros países, se admira al deportista, se le reconoce, pero no hay esa protección tan exclusiva.

P. ¿Cuál es la receta para una buena gestión de la fama?

R. Quizás asesorarse por personas que han pasado también por esta situación. En realidad, son los casos de fracaso de los que aprendemos. Por tanto, habría que tener en cuenta esto para saber qué decisiones hay que tomar.

P. Usted debutó en los 80. ¿Cómo era ese Valencia?

R. Recuerdo que firmé mi primer contrato sin representante y sin mirar la cantidad económica, porque lo más importante era llegar al primer equipo del Valencia. Recuerdo bien aquella etapa por la sobreprotección que ya tenía el futbolista. Solo pensaba en jugar, en estar en el equipo de mi ciudad y en disfrutar de esa etapa.

P. ¿Cómo vivieron el descenso a Segunda en 1986?

R. Fue algo duro, pero el tiempo nos permitió devolver al club a Primera. Con el paso de los años, me di cuenta de que si el equipo no hubiese bajado a Segunda, quizás aquel grupo de canteranos no hubiéramos jugado tantos años en el Valencia. Se nos dio la oportunidad a los chavales y les demostramos que no estaban equivocados.

Foto: Alfredo Di Stéfano posa con las cinco Copas de Europa que conquistó. (R. Madrid)

P. ¿Por qué cree que se recurre a la cantera solo en los momentos de dificultad?

R. Por motivos económicos. Es difícil que un equipo tire de la cantera cuando todo va bien, aunque pienso que es el mejor momento porque el futbolista va a estar mucho más relajado si empieza en una etapa de esplendor. Desgraciadamente, ocurre a la inversa.

P. El entrenador era Alfredo di Stéfano. ¿Qué tal con él?

R. Era un fenómeno. Fue uno de los técnicos más diferentes que tuve a lo largo de mi carrera. Fue el mejor jugador del mundo y te hacía ver las cosas de una manera única. Los futbolistas entendimos cómo había que comportarse y desarrollar el juego dentro del campo. Con él, parecía todo más fácil, porque era capaz de hacer cosas que los demás no podían.

P. ¿Dejaba muestras de su clase en los entrenamientos?

R. Claro. Remataba balones desde fuera del área a portería y seguía teniendo la misma clase que cuando estaba en activo, y eso que ya tenía una edad cuando nos entrenó en el Valencia.

P. ¿Cómo fue aquel año en Segunda?

R. Los rivales estaban deseando enfrentarse a nosotros. En casa, la gente se volcó con nosotros y el estadio estuvo impecable durante todo el año. Cuando nos tocaba jugar fuera, también llenábamos el campo rival. Fue una temporada intensa y difícil.

Foto: Gómez-Colomer celebra un gol con el Valencia. (EFE)

P. ¿Qué diferencias había entre ese Valencia y el que luego ganó títulos?

R. Los años de crecimiento que experimentó el club. Aquella temporada en Segunda fuimos la plantilla más joven de España, en un equipo repleto de canteranos. Hubo temporadas en las que jugábamos diez chavales de la cantera, un dato increíble. Conforme pasaron los años, conseguimos entrar en Europa. El club, por tanto, fue mejorando su rendimiento y, de hecho, quedamos una vez por encima del Real Madrid.

P. El fútbol de ahora es mejor que el de antes. ¿Verdadero o falso?

R. Es diferente, porque la preparación y los medios materiales han cambiado mucho. No son los mismos balones, las botas, los gimnasios… Pero el fútbol es el mismo.

P. Usted usaba botas valencianas.

R. Cuando fui la primera vez a la Selección, no llevaba una marca importante, sino una de aquí de Valencia. Primero llevaba Rasan y más tarde, Luanvi. Los futbolistas que eran internacionales llevaban Nike, Adidas… A mí me miraban raro por llevar esas botas y me preguntaron si no tenía otras. Pero yo no quería cambiarlas porque esas estaban muy bien.

P. En Valencia tuvo de compañero a Lubo Penev. ¿Qué tal con él?

R. Muy bien. Era un delantero que aguantaba bien el balón, que tenía un buen remate… Fue uno de los mejores atacantes que ha tenido el Valencia.

P. También estuvo Leonardo. ¿Cómo se adaptó al equipo?

R. Era un gran jugador, con una técnica espectacular. Apenas duró dos años con nosotros. Era un buen tipo y mantengo todavía relación con él. Como futbolista, nos ofreció mucho, porque tenía mucha llegada. Entonces, en lugar de jugar de lateral, lo hacía de carrilero porque le encajó a Guus Hiddink.

P. De aquellos entrenadores neerlandeses, destacan su interés por el balón más que por el físico en los entrenamientos. ¿Pasaba eso con Hiddink?

R. Totalmente. El primero que trajo eso fue Johan Cruyff y también lo vimos con Guus Hiddink. Ambos estuvieron en el mismo equipo en Holanda y pregonaban el mismo fútbol. El estilo que utilizaba Hiddink era un juego de ataque, de posesión y que gustó mucho en Valencia.

P. Coincidió con Mijatovic. ¿Es el mejor futbolista con el que ha jugado?

R. No sabría decirte, porque yo jugué con Madjer, Penev y Mijatovic, que eran tres pedazos de delanteros. Era jugadores de una calidad enorme y que viniesen al Valencia aumentó el nivel de la plantilla. Eso favorecía al club.

P. ¿Le dolió quedarse fuera del Mundial 94?

R. Mucho. Yo había sido titular en numerosos partidos en la fase de clasificación y no pensé que me quedaría fuera. Era complicado que tuviera un papel protagonista, pero al menos confiaba en estar entre los convocados. Fue un golpe duro, porque tenía 28 años y estaba en uno de los mejores momentos de mi carrera.

Foto: Rubén Cano regatea a un rival. (EFE)

P. ¿Cómo recuerda a Javier Clemente?

R. Era un gran entrenador y un tipo muy preocupado en darle mucho apoyo al futbolista. Cuando hablo de apoyo, me refiero a moral y de confianza. Le agradezco que contara conmigo para la Selección en esa etapa, aunque luego no me llevara al Mundial. Hablo con él más ahora que cuando jugábamos. Tendría sus motivos para dejarme fuera, pero ni quiero preguntarle ni le voy a preguntar.

P. En 1995, dejó el Valencia por el Sporting de Gijón. ¿Eso fue subir o bajar un peldaño en la escalera?

R. Ni una cosa ni otra. Yo tuve un presidente que se llevó toda la temporada diciendo que me iba a renovar, pero de la noche a la mañana cambió de opinión y me encontré esa situación. Como perdimos la final de Copa del Rey ese año, parecía que ya no valía. Le agradezco mucho al Sporting porque me dieron esa oportunidad. Allí pasé dos años extraordinarios en los que cumplimos con el objetivo: lograr la permanencia. Además, conocí a Quini.

P. Todos destacan su calidad humana.

R. Sí, sí. Fue una gran persona, que nos apoyaba y nos animaba muchísimo. Tenía una gran experiencia en el fútbol y nos la transmitía a nosotros.

P. Luego llegó la retirada. ¿Fue más dura de lo que esperaba?

R. No, no. Cuando está terminando la etapa de futbolista, cuesta mucho verlo, pero a mí no me pasó. Me di cuenta de que mi tiempo había pasado y de que la retirada había llegado. Con 29 o 30 años, en esos años, había que ir pensando en la retirada.

P. Usted fue directivo del Valencia. ¿Se reciben más críticas en el césped o en el palco?

R. En ambos sitios. Siempre se reciben críticas, pero en ocasiones estas tienen una base y otras veces, no. Suelo decir que, aunque de fútbol saben todos, entienden muy pocos. Para entender de fútbol hay que estar dentro.

P. ¿El teléfono suena por igual?

R. Sí, más o menos. Yo sigo hablando con la misma gente que antes y me llama el que quiere. Antes hablaba con el que creía conveniente y ahora igual. Lo que echo de menos es jugar a nivel profesional.

P. ¿Es más fácil llegar a futbolista o a directivo?

R. A directivo, porque ser futbolista profesional es complicado. Con esto no quiero decir que no tenga valor ser presidente de un club. Pero tiene más dificultad lo otro.

El fantasma del descenso revoloteó en Valencia el año pasado, pero se esfumó tan pronto como llegó. El último que había vivido el club, en 1986, tuvo como testigo a Fernando Giner (Alboraia, Valencia, 1964). Aquel chaval de la casa se propuso, junto a otros jóvenes valencianos, devolver al equipo al lugar que le pertenecía. Y lo consiguieron.

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