Es noticia
Pintinho, el último futbolista bohemio: "Hago ahora más deporte que cuando jugaba"
  1. Deportes
  2. Fútbol
ENTREVISTA CON EL BRASILEÑO

Pintinho, el último futbolista bohemio: "Hago ahora más deporte que cuando jugaba"

Tuvo dudas cuando el Sevilla se interesó en él, pero su abuela lo convenció. Durante su etapa en activo, se peleó con todos los entrenadores que tuvo porque "era un rebelde"

Foto: Pintinho tira un caño en pleno partido. (Cedida)
Pintinho tira un caño en pleno partido. (Cedida)

Ser de Brasil y llegar a Sevilla es algo parecido a que se junten el hambre y las ganas de comer. Adriano, Dani Alves, Renato, Baptista… son algunos de los que han pasado por el Sánchez-Pizjuán. Antes, hubo otros que se marcharon sin dejar huella, también uno que aún está en el recuerdo de la afición sevillista, el tercer brasileño en vestir la camiseta del club. Quizá, junto a Mágico González, el último futbolista bohemio, Carlos Alberto Gómez Montero, 'Pintinho' (Río de Janeiro, Brasil, 1954). "Pon el apellido de mi madre también", cuenta entre risas a El Confidencial. "En el pasaporte español figuran ambos apellidos, pero en el brasileño no".

Pintinho y Sevilla van de la mano, como si de una pareja de enamorados se tratase. Ya son 40 años los que ha vivido en la capital de Andalucía, una ciudad de la que se enamoró. Así lo relata: "Sevilla me ha dado mucho, concretamente a mis dos hijos. Aquí tengo una vida muy tranquila y ordenada. Ahora hago más deporte que cuando estaba en activo". Porque el brasileño llegó a una ciudad no tan moderna como ahora, pero en la que la guasa estaba igual de presente que en la actualidad.

placeholder Los aficionados veían a Maradona en los torneos veraniegos. (EFE/José Manuel Vidal)
Los aficionados veían a Maradona en los torneos veraniegos. (EFE/José Manuel Vidal)

Su vida era muy cómoda en Brasil, donde residía junto a su abuela, porque "nunca viví con mis padres". Pintinho era uno de los estandartes del Fluminense, equipo con el que visitó España por primera vez. "Vinimos a jugar varios torneos: el Joan Gamper, el Trofeo Naranja y el Colombino". Aquellos eran torneos de verdad. Esos en los que se agotaban con rapidez las entradas, porque era la única ocasión en la que los aficionados podían ver a estrellas de clase mundial como Zico o Maradona. "Después de jugar el Colombino, el Sevilla se interesó en mí. Al principio, yo no quería, porque vivía con mi abuela y estaba delicada de salud, pero ella me convenció".

Las favelas fue el primer lugar en el que practicó su fútbol en Brasil. Allí esquivó la delincuencia y la droga con unos regates igual de efectivos que los que practicó en el césped. "Allí, me llamaban el holandés por mi juego. Yo sabía que, tarde o temprano, tendría la oportunidad de jugar en Europa". Quizá no pensó en que se quedaría toda la vida en el viejo continente.

El amor entre Pintinho y la ciudad, sin embargo, no se produjo a primera vista. "Cuando llegué a Sevilla, en pleno agosto después de jugar el Colombino, me morí de calor". Aquello fue en el verano de 1980, pero su incorporación al equipo no llegó hasta enero de 1981 y su debut esperó hasta febrero. "Me marché con un calor insoportable y, cuando regresé, pasé un frío espantoso. Claro, yo venía del sol de Río de Janeiro".

"Aunque Sevilla no tenga playa, se parece a Río. La gente es muy receptiva y no hay problema ninguno para hacer la vida sin molestar a nadie. A mí los sevillanos me acogieron con los brazos abiertos". Una ciudad que recibió a muchísimos brasileños un año después de su llegada, en 1982. Numerosos aficionados se desplazaron para ver a la selección brasileña en el Mundial de España. "Fíjate si impresiona la ciudad que todos esos brasileños que vinieron a la Copa del Mundo no querían irse de Sevilla".

Aquel Sevilla al que llegó Pintinho no era el superequipo actual. El entrenador era Miguel Muñoz, aunque su mejor versión llegó con Manolo Cardo. "Muñoz fue muy importante, porque me dio una libertad total para jugar de número ocho, a pesar de que yo jugaba en Brasil de número cinco". En esa posición le tocó marcar a jugadores como Zico. "Hace poco me hicieron un reportaje en Brasil y estaba él también. Les dijo a mis hijos que yo corría detrás de él, pero nunca le pegué una patada. Para mí, era muy fácil jugar al fútbol".

Pintinho frecuentó la noche durante su etapa en activo. De hecho, estuvo de copas con algunos jugadores del Athletic de Bilbao cuando Javier Clemente era el entrenador. "Sevilla tiene más noche que Río. El ambiente que tiene la ciudad diariamente es tremendo". Sus paseos son por lugares donde nota la seguridad, algo que echa en falta en Brasil. "En Río, la cosa se va un poco de las manos. Eso sí, yo viví en las favelas y nunca tuve ningún problema. Además de que me educaron bien, tuve la fortuna de no padecer problemas económicos".

placeholder Pintinho, en su etapa en el Sevilla. (Cedida)
Pintinho, en su etapa en el Sevilla. (Cedida)

Su etapa en Sevilla concluyó después de cuatro temporadas. Su siguiente destino, Cádiz. No obstante, su marcha no fue como él esperaba. "Tuve una bronca con Manolo Cardo y me fui". Realmente, el presidente, Eugenio Montes Cabeza, también tuvo que ver. "La discusión quizá llegó por mi forma de ser, porque era un rebelde. Discutí con el entrenador tras perder 5-0 en San Mamés y no volví a jugar en el Sevilla porque me apartaron del equipo. Me ofendieron unas declaraciones del presidente y del entrenador en las que solo me culparon a mí de la derrota".

Esa rebeldía le impidió tener más protagonismo en el fútbol. "Yo me he peleado con todos los entrenadores que he tenido", dice Pintinho sin tapujos. Esa actitud le lastró porque calidad era precisamente lo que no le faltó jamás. "No jugué el Mundial del 78 y del 82 por eso. Cuando fui entrenador, eso es lo que más me preocupaba, que hubiera alguien igual de indisciplinado que yo". Tan mala fue su relación con los seleccionadores brasileños que a uno de ellos le negó el saludo en Sevilla. "Brasil se alojó en Carmona (Sevilla) y fui a visitarlos. Allí entré en el vestuario y a Telé Santana no lo saludé".

Cádiz fue otra ciudad de la que se quedó prendado. "Los andaluces se parecen mucho. Les gusta la calle, la cervecita, las fiestas y en eso se parecen a los cariocas. Yo me despertaba en Cádiz y veía la playa desde mi casa. Era maravilloso". Su pasión por la costa gaditana es tal que aún viaja cuando puede a Conil o a Vejer de la Frontera.

placeholder Pintinho celebra un gol. (Cedida)
Pintinho celebra un gol. (Cedida)

El brasileño ve poco fútbol ahora y lamenta que "haya poco regate". Hace tiempo que no va al Ramón Sánchez Pizjuán, aunque reconoce que le gusta el entrenador, pero no "algunos jugadores", sin decir uno concreto. "A mí lo que no me gusta es el fútbol sucio. Me encantan los equipos de Guardiola y no me gustan nada los de Simeone, aunque lo respeto".

Ahora cualquiera puede pasear por Sevilla y encontrarse en Casa Diego (bar céntrico de la ciudad) a Pintinho. Los bares fueron su pan después de la retirada. "Tuve cuatro, pero ahora ninguno. Me dedico a vivir de mi jubilación y a viajar". También tuvo una tienda de bañadores femeninos y de bikinis. A Río regresa "dos veces al año" para visitar a la familia, pero no en la época del carnaval. "Hace años que no voy, pero la Feria nunca me la pierdo". Es difícil concluir si es un brasileño en Sevilla o un sevillano en Brasil. Juzguen ustedes.

Ser de Brasil y llegar a Sevilla es algo parecido a que se junten el hambre y las ganas de comer. Adriano, Dani Alves, Renato, Baptista… son algunos de los que han pasado por el Sánchez-Pizjuán. Antes, hubo otros que se marcharon sin dejar huella, también uno que aún está en el recuerdo de la afición sevillista, el tercer brasileño en vestir la camiseta del club. Quizá, junto a Mágico González, el último futbolista bohemio, Carlos Alberto Gómez Montero, 'Pintinho' (Río de Janeiro, Brasil, 1954). "Pon el apellido de mi madre también", cuenta entre risas a El Confidencial. "En el pasaporte español figuran ambos apellidos, pero en el brasileño no".

Sevilla Selección de fútbol de Brasil
El redactor recomienda