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Rosendo Cabezas, el arquitecto del Sevilla de los 90 y responsable de sus grandes fichajes
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TRAJO A DIEGO MARADONA

Rosendo Cabezas, el arquitecto del Sevilla de los 90 y responsable de sus grandes fichajes

Iván Zamorano, Davor Suker, Carlos Bilardo, Rinat Dassaev, Anton Polster... fueron algunas de las incorporaciones mientras fue director general del club. Luego Monchi contó con él

Foto: Maradona, junto a Bilardo en Sevilla. (EFE/Eduardo Abad)
Maradona, junto a Bilardo en Sevilla. (EFE/Eduardo Abad)

La ciudad estaba fuera del radar europeo hasta que por el aeropuerto empezaron a desfilar jugadores icónicos. El Sevilla no era un club asiduo en las competiciones europeas en los 80 y 90. Tampoco contaba con numerosos títulos en sus vitrinas. Fue Rosendo Cabezas, director general entre 1987 y 1998, el que les devolvió la ilusión a la afición al fichar a jugadores como Davor Suker, Diego Maradona, Iván Zamorano, Rinat Dassaev y Anton Polster. Tener a semejante elenco de futbolistas ya era mucho para la parroquia de Nervión.

Monchi es el arquitecto del mejor Sevilla de la historia, pero antes estuvo Cabezas. Luis Cuervas, presidente del Sevilla entre 1986 y 1995, lo fichó en 1987. En ese momento, Rosendo ya acumulaba nueve años de experiencia, cinco en el Salamanca y cuatro en el Zaragoza. Aunque no llegaron jugadores de renombre en su primera temporada, lo que vino después no lo han olvidado en el Ramón Sánchez Pizjuán.

Lo primero que hizo Cabezas fue darle una puñalada al eterno rival. Diego Rodríguez se convirtió en 1988 en el último jugador que cambió el Betis por el Sevilla. "No tengo ninguna queja en el trato con la afición del Betis, porque soy una persona agradecida. Entendí perfectamente que no compartieran mi traspaso al eterno rival. Me encantaba Sevilla y quería quedarme en la ciudad", me confesó el propio Diego.

placeholder Monchi no dudó en contar con Rosendo Cabezas en su equipo. (EFE/Enric Fontcuberta)
Monchi no dudó en contar con Rosendo Cabezas en su equipo. (EFE/Enric Fontcuberta)

El mejor portero del momento

La selección holandesa liderada por Ruud Gullit, Marco van Basten y Frank Rijkaard, el trío neerlandés que jugaba en el Milan de Arrigo Sacchi, ganó la Eurocopa en 1988 ante la Unión Soviética (0-2). A pesar de la derrota en la final, Dassaev fue el mejor portero del torneo. Jugaba en el Spartak de Moscú, pero quería probar nuevas experiencias. El traspaso, sin embargo, no era tan sencillo: los jugadores eran propiedad del Estado y era este el que tenía que decidir si los dejaba marcharse.

Cabezas se implicó de lleno en la negociación. El Sevilla alcanzó un acuerdo con el Spartak por 200 millones de pesetas (1'2 millones de euros), pero aún quedaba convencer a los dirigentes soviéticos. Finalmente, Mijaíl Gorbachov dio su beneplácito y Dassaev se convirtió en el primer deportista en cruzar el telón de acero gracias a la habilidad de Rosendo. La afición agradeció aquel esfuerzo, porque al portero lo esperaron 3.000 personas en el aeropuerto.

Ese mismo verano llegó Polster procedente del Sevilla. Como se ve, Cabezas tenía gran interés en contratar a extranjeros que hicieran aún más célebre al club. El austriaco se adaptó a la ciudad y en su segunda temporada marcó 33 goles en Liga, la cifra más alta jamás conseguida por un jugador nervionense. Sorprendentemente, no le sirvió para ganar el pichichi porque Hugo Sánchez llegó aquel año hasta los 38. Todos al primer toque, por cierto.

placeholder Davor Suker fue otro fichaje desconocido de Cabezas. (EFE/Yoan Valat)
Davor Suker fue otro fichaje desconocido de Cabezas. (EFE/Yoan Valat)

Los desconocidos Suker y Zamorano

Otro delantero, en este caso chileno, llegó a Sevilla en 1990. Cabezas se fijó en Iván Zamorano, que dos años después se marcharía al Real Madrid. Solo coincidió una temporada con Davor Suker, un desconocido delantero yugoslavo que se impregnó como nadie de la cultura sevillana. Y que más tarde haría el mismo camino que su compañero rumbo al Bernabéu.

"Davor, tú preocúpate de correr hacia delante. Yo me encargo de hacerte llegar el balón", le dijo Maradona a Suker. Diego jugó en Sevilla y fue, en parte, gracias al empeño de Cabezas. El director general del Sevilla convenció a Carlos Salvador Bilardo, que estaba sin equipo tras dejar la selección argentina, para que ocupara el banquillo de Nervión.

placeholder Maradona, en su etapa en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)
Maradona, en su etapa en Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)

"Fichar a Maradona ahora es un regalo", les dijo Bilardo a los directivos sevillistas. La insistencia de Cabezas tuvo éxito, porque el fichaje se cerró el 22 de septiembre de 1992, cuando están a punto de cumplirse 30 años. Solo cuando el Sevilla ganó los títulos estuvo de nuevo en boca de tanta gente.

Continuó como director general del club hasta 1998, cuando dejó el club por problemas personales y se mudó a Salamanca. En 2003, cuando Monchi ya llevaba tres años en el cargo, regresó al equipo para integrar la dirección deportiva y estuvo hasta 2013. El director deportivo del club tenía claro que quería trabajar con él. Ambos fueron los arquitectos de las mejores épocas del Sevilla, aunque la celebridad de Ramón nunca la alcanzó Rosendo.

La ciudad estaba fuera del radar europeo hasta que por el aeropuerto empezaron a desfilar jugadores icónicos. El Sevilla no era un club asiduo en las competiciones europeas en los 80 y 90. Tampoco contaba con numerosos títulos en sus vitrinas. Fue Rosendo Cabezas, director general entre 1987 y 1998, el que les devolvió la ilusión a la afición al fichar a jugadores como Davor Suker, Diego Maradona, Iván Zamorano, Rinat Dassaev y Anton Polster. Tener a semejante elenco de futbolistas ya era mucho para la parroquia de Nervión.

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