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Bale y Cristiano siguen el estandarte de Nacho para sacar de la tumba al Madrid
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tres dobletes y otro de modric remontaron

Bale y Cristiano siguen el estandarte de Nacho para sacar de la tumba al Madrid

Después del gol del empate de Nacho, el Madrid vio el cielo. Fue entonces cuando Bale fue por fin el jugador que el Bernabéu espera y en plena goleada apareció Cristiano de entre los muertos

Foto: Bale y Nacho celebran uno de los goles. (Reuters)
Bale y Nacho celebran uno de los goles. (Reuters)

Suele ocurrir que cuando un gran equipo entra en barrena, sale de ella dejando un rastro de destrucción similar a un hongo atómico en escala futbolística. Les ocurre porque están heridos en su orgullo, el punto más sensible en el que se puede tocar a un club con ínfulas, engreído y considerado por sí mismo como lo mejor que le ha pasado a la vida, no ya al deporte que practica. Y de repente, todo sale, es lo que tienen los buenos, que pueden estar atascados mentalmente y de repente, un buen día, alcanzan el nirvana que llevaban tanto tiempo suplicando por recuperar. Al Real Madrid le ocurrió contra el Deportivo, el pobre Depor, que estuvo muy a gusto un rato y luego se volvió a Galicia con la mejilla roja de tanto bofetón.

Como toda reacción puntual, hay que cogerla con pinzas. El Madrid necesitaba un punto de inflexión, no podía caer más bajo (exagerando, claro, porque siempre se puede perder más), había llegado a un punto de no retorno en el que se estaba revolcando en sus propios desechos y no sabía dónde estaba el camino de vuelta a la felicidad. No había un instante ni siquiera para el desenfreno, un oasis en el que refrescarse con una sonrisa para seguir deambulando por el desierto, desde antes de fin de año, no pasaba nada bueno. Y pasó todo de golpe, con detalles todavía de estas semanas horribles, como que en esa línea de cuatro atrás solo defiende Nacho, pero con incontables mejoras individuales y corales que al madridismo, tan volátil y agradecido con las goleadas, le hacen creer que el PSG no da tanto miedo como ayer.

Foto: Urrutia y Kepa, tras el anuncio de renovación. (Athletic Club)

Contábamos este domingo en las horas previas al partido del Bernabéu que en los peores momentos, todo ejército precisa de un adalid que encorajine a las tropas desmoralizadas. El Madrid lo tiene en Cristiano Ronaldo, líder por naturaleza dentro del campo, y en Sergio Ramos, capitán y alma blanca. Pero mientras que uno ha dimitido de su labor y el otro está ausente por lesión, quién iba a decir a los presentes que quien iba a recoger el estandarte y portarlo en vanguardia con altanería iba a ser Nacho Fernández. Lo podrían pensar los que mejor le conocen, que saben a ciencia cierta que nunca jamás se ha rendido, que puede tirar de cualquier carro, incluso el más pesado de todos, el Real Madrid y ser incluso el mejor.

Luchador desde pequeño, a Nacho nunca le ha hecho falta hacerse un peinado estrafalario o coleccionar Ferraris para ganarse un puesto en el Madrid y el respeto de todos sus compañeros y entrenadores. Diabético desde los 12 años, se cuida más que nadie y en cierta medida, por ese miedo a sufrir problemas de salud, tiene un físico en perfecto estado y nunca en sus 28 años ha sufrido una lesión de gravedad. Ahí está siempre que se le necesita, para cualquier puesto en la defensa, para marcarle un doblete al Depor, para evitar un gol debajo del larguero, para ser un suplente que es el segundo jugador más utilizado por Zidane. Canterano, madridista, indiscutible en la selección, incuestionable en la plantilla blanca.

placeholder Cristiano abandona el campo ensangrentado mirándose en un teléfono móvil. (EFE)
Cristiano abandona el campo ensangrentado mirándose en un teléfono móvil. (EFE)

Después del gol del empate de Nacho, el Madrid vio el cielo. Cuando se le torció esta temporada, tenía nubarrones sobre su cabeza que le mantenían un carácter mohíno, opuesto al alborozo de verano, época plenamente soleada. Fue entonces cuando Bale recibió el testigo que involuntariamente le había lanzado Cristiano y empezó su carrera por ser el mejor jugador del Madrid. Si quiere, si su cuerpo le deja, puede serlo, sin ninguna duda. Dos goles al Celta, dos goles al Depor, nueve entre todas las competiciones habiendo participado solo en ratitos. Fue durante un trecho del encuentro el máximo goleador del equipo en Liga y la referencia que todos buscaban, en el costado derecho, para el que vino a jugar y donde Zidane cree que mejor se mueve. Lo pegó ahí, a la línea de cal, y volvió el Bale de hace un par de temporadas, el que no se lesionaba y marcaba o asistía casi cada partido.

La historia tiene, como todas, un nudo a través del cual todo se desarrolla. Ese nudo apretaba fuerte en la garganta de Zidane. Otra vez le marcaban en una acción de sencilla defensa y se ponían por detrás del marcado, da igual cuándo leas esto, es lo que empieza a ser costumbre en la casa blanca. La 'Grada Fans' subía el volumen para ocultar la decepción de la mayoría (no pudieron hacer nada para contrarrestar la bronca a Benzema cuando entró al campo). El Depor era equipo propicio para volver a empezar, está mal clasificado, con malas sensaciones y no le suele salir nada. Y ganaba en Chamartín también. Pero no marcó más que uno, tuvo muchas, porque la defensa del Madrid (en la que se supone que mandan Varane y Navas), era una fiesta. No hubo más sangre porque Casemiro, quizás la mejor noticia, tuvo el mismo nivel que le aseguró el puesto de titular.

El Madrid no había empleado una de sus armas más mortíferas esta temporada: la remontada. Marcar primero era sinónimo de quitarle un punto al menos al campeón, cuando no llevarse la victoria. Quizás por eso el equipo blanco se desató en el segundo tiempo de la manera en la que lo hizo. El golazo de Bale puso en pie al Bernabéu y al Madrid. Había constantes vitales otra vez y se sintió tan fresco que quiso quitarse todos los miedos de golpe a base de goles. Incluso lo hizo Cristiano Ronaldo, el jugador más negado de cara a gol de toda la Liga, que marcó tres, pero solo dos eran legales. Eso sí, no celebró ninguno. El primero porque estaba cabreado con el mundo, consigo mismo, con la afición por ya no creer en él con todo lo que ha sido, con el presidente por no querer subirle (otra vez) el sueldo y con haber perdido las opciones de ganar la Liga; el segundo, porque en el escorzo para rematar se llevó un zapatazo en la cara y se fue sangrando.

Ficha técnica

7 - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Nacho, Marcelo; Casemiro, Modric (Kovacic, m.76), Kroos; Bale (Lucas Vázquez, m.82), Cristiano Ronaldo y Borja Mayoral (Benzema, m.64).

1 - Deportivo: Rubén Martínez; Juanfran, Schär, Steve One, Luisinho; Borges (Colak, m.54), Guilherme, Mosquera (Edu Expósito, m.48); Lucas Pérez, Florin Andone (Carles Gil, m.79) y Adrián López.

Goles: 0-1, m.23: Adrián. 1-1, m.32: Nacho. 2-1, m.42: Bale. 3-1, m.58: Bale. 4-1, m.68: Modric. 5-1, m.78: Cristiano Ronaldo. 6-1, m.84: Cristiano Ronaldo. 7-1, m.88: Nacho.

Árbitro: Fernández Borbalán (Comité Andaluz). Amonestó a Andone (38) y Lucas Pérez (56) por el Dépor.

Incidencias: encuentro correspondiente a la vigésima jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante la presencia de 63.504 espectadores.

Suele ocurrir que cuando un gran equipo entra en barrena, sale de ella dejando un rastro de destrucción similar a un hongo atómico en escala futbolística. Les ocurre porque están heridos en su orgullo, el punto más sensible en el que se puede tocar a un club con ínfulas, engreído y considerado por sí mismo como lo mejor que le ha pasado a la vida, no ya al deporte que practica. Y de repente, todo sale, es lo que tienen los buenos, que pueden estar atascados mentalmente y de repente, un buen día, alcanzan el nirvana que llevaban tanto tiempo suplicando por recuperar. Al Real Madrid le ocurrió contra el Deportivo, el pobre Depor, que estuvo muy a gusto un rato y luego se volvió a Galicia con la mejilla roja de tanto bofetón.

Cristiano Ronaldo Gareth Bale
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