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Te querían quitar a Cristiano Ronaldo y ahora están en la ruina: el fútbol chino quiebra
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Auge y caída de un sueño

Te querían quitar a Cristiano Ronaldo y ahora están en la ruina: el fútbol chino quiebra

Los problemas financieros han provocado que la Superliga china colapse. Las estrellas se fugan, el nivel desciende y el modelo de Xi Jinping fracasa a lo grande

Foto: El presidente chino, Xi Jinping. (Reuters/Carlos García)
El presidente chino, Xi Jinping. (Reuters/Carlos García)

El pasado mes de noviembre el Hebei Football Club, con sede en Langfang, en la provincia norteña de Hebei, informó que barajaba la posibilidad de retirarse de la Superliga China (CSL) por problemas financieros. Hebei, propiedad del gigante inmobiliario China Fortune Land Development y exclub del azulgrana Javier Mascherano, tenía problemas incluso para pagar las facturas de electricidad. El equipo favorito de Xi Jinping, el presidente chino, ya había anunciado previamente un plan de reestructuración para abordar las deudas, que superaban los 42 millones de dólares.

La situación del Hebei no es un caso aislado, ya que en febrero se retiró, tras colapsar económicamente, el Jiangsu Suning, el campeón vigente de la Superliga. Y en septiembre se supo que hasta el todopoderoso Guangzhou Evergrande arrastraba graves problemas financieros, después de saberse que Evergrande perdía entre 155 y 310 millones de dólares en el club anualmente. Dominador en la última década, ganando ocho títulos en China y siendo el primer club chino en ganar la Champions League, hoy los llamados Tigres del Sur sobreviven tras la entrada en el accionariado de Alibaba Group, que compró un 37.81% de las acciones.

Foto: La afición anima conectados desde casa en un partido de la pasada temporada de la Superliga. (Reuters)

El fútbol chino está muy lejos de aquel sueño del presidente Xi Jinping, quien tras la participación de China en el Mundial de 2002, quiso desarrollar la liga más potente de Asia para ver al país asiático compitiendo por la Copa del Mundo. Para ello involucró a grandes empresas inmobiliarias que invirtieron comprando los clubes con la intención de tener acceso a la adquisición de terrenos en los que luego desarrollar su actividad empresarial. Lo que provocó que la Superliga china se convirtiese en un campeonato atractivo para futbolistas y técnicos que se llenaban el bolsillo rápido en un torneo sin exigencia competitiva. Desde la Premier llegaron los brasileños Óscar y Paulinho o el belga Fellaini.

Aunque el movimiento más mediático lo protagonizó el argentino Carlos Tévez, que aterrizó en 2016 en Shanghái procedente de la Juventus. El Apache firmó un contrato que le permitía ganar una libra por segundo, 650.000 a la semana. Algo insostenible, teniendo en cuenta que incluso en esa época dorada, el segundo lustro de la pasada década, los estadios apenas registraban media entrada.

Crónica de la destrucción

Jonathan Soriano, exdelantero del Espanyol, Barcelona y del Red Bull Salzburgo, jugó en el Beijing Guoan entre 2017 y 2018 ganando una Copa. El que fuera referente en el Espanyol, recuerda "la pasión que había en las gradas. Solo con pasar del medio campo se venía abajo el estadio. He vivido muchos partidos con 60.000 espectadores y una atmósfera increíble".

placeholder Jonathan Soriano, a la derecha, durante una sesión de entrenamiento. (EFE/ Roman Pilipey)
Jonathan Soriano, a la derecha, durante una sesión de entrenamiento. (EFE/ Roman Pilipey)

Soriano cree que el problema del fútbol chino fue el modelo elegido. "Ellos tenían la idea de ser una potencia mundial, pero el modo elegido es complicado porque el crecimiento de su liga se ha dado por la llegada de jugadores extranjeros. Ahora han cambiado diametralmente la forma y están poniendo trabas a los fichajes y limitando el sueldo de los extranjeros con tasas. Eso ha provocado una desbandada de las estrellas que había".

Gregorio Manzano es toda una institución en China. Llegó al país asiático el 11 de febrero de 2014 para entrenar al Beijing Guoan, pasando en diciembre de 2015 a dirigir al Shanghai Shenhua, y concluyendo su trayectoria como técnico en el Guizhou Hengfeng Zhicheng, donde estuvo dos temporadas. "He estado cinco años entre unas cosas y otras. Cuando me vine era el tercer entrenador extranjero con más partidos dirigidos entre Liga, Copa y Champions asiática. Más de 150 partidos. Es cierto que el fútbol en su dimensión global es el mismo en todos lados, pero la idiosincrasia de los jugadores marca la exigencia en cada lugar. Y allí aún les falta desarrollo técnico-táctico. Y para eso me contrataron, junto a otros entrenadores europeos y sudamericanos", apunta Manzano durante la conversación con El Confidencial.

'Goyo' respalda la visión de Jonathan sobre la particular forma de entender el fútbol de los chinos: "De medio campo hacia adelante todos los equipos alineaban estrellas extranjeras, así que cuando competíamos en Champions esos jugadores nos daban la competitividad. Pero cuando jugaba la selección china, desaparecía ese talento. Además, tenían reglas que condicionaban la Superliga. Todos los porteros de la liga tenían que ser chinos. Y durante un tiempo, los equipos estaban obligados a alinear a dos sub-21 chinos. Así que los ponían en el once titular y a los dos minutos había entrenadores que ya los habían cambiado porque habían cumplido la norma. Era una locura".

Foto: Gregorio Manzano, en una imagen de archivo. (Efe)

Para el técnico el problema fundamental tiene más que ver con la mentalidad de los clubes y de los dirigentes. Y lo ejemplifica revelando la negociación que vivió cuando le ofrecieron ser seleccionador chino: "Un día me llamó la Federación para ofrecerme el puesto de seleccionador chino. Llamé a mi agente y me reuní con el vicepresidente de la Federación y sus abogados. Iban últimos en el grupo de clasificación para el Mundial con un solo punto. Estuvimos cinco horas reunidos y les dije que si esperaban que les asegurase la clasificación se habían equivocado de persona. Les dije que primero teníamos que fijar un objetivo y luego discutir los recursos que iban a poner para conseguirlo. Me ofrecieron los seis partidos que quedaban y les dije que quería dos años. Los seis partidos y la Copa de Asia del siguiente año, para así desarrollar el plan a medio plazo. Me dijeron que si el equipo jugaba bien, prorrogarían el contrato. Agradecí la llamada, me levanté y me fui. ¿Cómo iba a estar yo pendiente de si a un dirigente en un despacho le gustaba como jugaba la selección? Tienen otra mentalidad. No tienen paciencia ni piensan en el medio plazo".

Soriano es de la misma opinión: "Ellos han intentado hacer en cinco años lo que se tarda en hacer entre 30 o 50 en cualquier sitio. Si quieres patatas, las tienes que sembrar, regar y esperar a que crezcan. No hay otra. Por más millonadas que pagues, su selección no va a elevar el nivel de repente. Aquí en España y en Europa hay un trabajo de fútbol base y los chicos desde que son pequeños trabajan la técnica, la táctica. Ellos querían empezar el fútbol por el tejado, por la selección. Cuando eso debe ser la consecuencia del trabajo".

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El técnico español, durante una rueda de prensa en China. (EFE/José Álvarez)

El delantero apunta otro inconveniente que terminó ahuyentando a las estrellas que iban a China a ganar dinero. "Yo me subí en Salzburgo al avión con una regla que permitía alinear tres extranjeros en el once y dejar dos más en el banquillo. Y cuando aterricé en China, 14 horas después, habían cambiado la regla y los dos del banquillo se tenían que quedar fuera de la convocatoria. Imagínate a Pellegrini, que tenía en su equipo a Lavezzi, Mascherano, M'bia, Gervinho… Y tienes que dejar en su casa a dos".

Para Manzano, "China quiere equiparse futbolísticamente a Japón y Corea. Jugaron el Mundial de 2002 y eso les abrió los ojos. Pero claro, aquel Mundial se jugaba en Japón y Corea, que al estar ya clasificados como organizadores liberaron dos plazas en Asia. En 2014, el presidente chino Xi Jinping quiso convertir a China en potencia después de aquel Mundial y aprobó un Manifiesto en el que se informaba que el fútbol era asignatura obligatoria en los colegios. Fue el 'boom' del fútbol chino y de la Superliga".

El técnico ve ahora la competición y afirma que "está peor que en el punto de arranque de la Superliga, porque al dispendio de dinero que hubo suman ahora las medidas de control con la limitación de sueldos a extranjeros, el precio de los fichajes o retirar el nombre de las empresas que son dueñas de los clubes. Han llegado tarde las medidas y encima ahora hacen poco atractiva la liga para las estrellas extranjeras".

Foto: La selección de China suma fracasos sin parar en los últimos años (Reuters)

Los dos están muy agradecidos a la experiencia vivida en China. Soriano confiesa que "personalmente fue una experiencia única. No voy a vivir nada igual vaya adonde vaya. Ciudades como Beijing o Shanghái son alucinantes, casi ciencia ficción. Para dos años fue una experiencia inolvidable, pero no te esconderé que yo soy más tranquilo". Y Goyo concluye la conversación señalando que "antes de venirme la última vez, me ofrecieron mucho dinero para renovarme. Pero al final cuando ves que no escuchan tus propuestas, son tan impacientes y no trabajan a medio plazo, acabas cansado. Y por eso me vine. Fue una experiencia increíble, pero trabajan de otra forma".

Hoy la Superliga ronda la bancarrota azotada por una crisis financiera que amenaza a todos los equipos. Han desaparecido las estrellas extranjeras, hay denuncias por impago y sus equipos envían a los juveniles a jugar la Champions por el miedo al contagio en la pandemia. A la crisis económica y los efectos devastadores de la pandemia se suman las normas gubernamentales que han terminado de rematar a las empresas inversoras que compraron en su día los clubes como oportunidad de un negocio que ha derivado en ruina. El sueño de Xi Jinping ha terminado en pesadilla y el fútbol ha dejado de ser asignatura obligatoria en las escuelas. Y la Superliga, que amenazó con robar a las grandes ligas cracks como Cristiano Ronaldo, es una liga sin glamour ni interés.

El pasado mes de noviembre el Hebei Football Club, con sede en Langfang, en la provincia norteña de Hebei, informó que barajaba la posibilidad de retirarse de la Superliga China (CSL) por problemas financieros. Hebei, propiedad del gigante inmobiliario China Fortune Land Development y exclub del azulgrana Javier Mascherano, tenía problemas incluso para pagar las facturas de electricidad. El equipo favorito de Xi Jinping, el presidente chino, ya había anunciado previamente un plan de reestructuración para abordar las deudas, que superaban los 42 millones de dólares.

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