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Eliminados, pero no vencidos: por qué el verdadero 'más que un club' es Unionistas
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Una ciudad convertida al fútbol

Eliminados, pero no vencidos: por qué el verdadero 'más que un club' es Unionistas

Salamanca se viste de blanco y negro. El club fundado por socios de la difunta Unión Deportiva Salamanca ha conseguido un hito histórico, sin importar el resultado contra el Barça. Así se vivió la noche de Copa desde dentro

Foto: Público en la grada durante el partido de octavos de final de la Copa del Rey entre Unionistas de Salamanca y Barcelona. (EFE/Kike Huesca)
Público en la grada durante el partido de octavos de final de la Copa del Rey entre Unionistas de Salamanca y Barcelona. (EFE/Kike Huesca)

En el mismo campo donde jugaba al fútbol hace 10 años, desfiló el Barça de Lewandowski, Araújo, Gündoğan, Pedri y compañía. Por lo que fuera (era muy malo), yo no conseguí mi sueño de llegar a ser un gran jugador. Pero sí estoy en el campo en el día más importante de la historia de Unionistas. Ellos lograron mucho más: transformar una ciudad en puro sentimiento.

La alegría que se respiraba en los días previos al partido en El Guinaldo, bar de barrio de toda la vida, ahora convertido en punto de reunión de los socios, es incalculable. Y no solo eso, la dulce histeria que suponía recibir a un gigante en tu modesta casa traspasa más allá de cualquier sentimiento. Para un aficionado de un equipo de Primera RFEF, como lo es Unionistas, llegar hasta este punto de la Copa del Rey ya era un triunfo, recibir al Barça es solo la guinda del delicioso pastel.

Todo comenzó con un mural de bufandas blanquinegras: los colores de Unionistas. "La llevo pegada a la piel", rezaba una pancarta. Desde el minuto cero, el campo fue una olla a presión. Cada vez que el Barça tocaba el balón, los silbidos ensordecían todo el terreno de juego. Eso, en los momentos en que la grada animación tomaba aliento para seguir jaleando. Sin duda, el jugador número doce del equipo. Un fondo que no se sentó en todo el encuentro y desde dónde se iniciaban todos los cánticos; acababan, y volvían a empezar.

"Sí se puede", replicaba la afición de Unionistas con el primer gol. Una esperanza que duró poco. Pese a la incansable lucha del club, incluso con la sangre del delantero de Unionistas, Mario Losada, el sueño no se pudo cumplir. El Barça terminaría remontando el partido para cerrar el marcador con un sufrido tres a uno. Tras esto, todo el equipo acabó agradeciendo a la hinchada su empuje durante los 90 minutos.

placeholder Los jugadores del Unionistas de Salamanca aplauden al público tras el partido de octavos de final de la Copa. (EFE / Kiko Huesca)
Los jugadores del Unionistas de Salamanca aplauden al público tras el partido de octavos de final de la Copa. (EFE / Kiko Huesca)

"Esto es el fútbol popular", continuaron después del partido. Con toda la razón, el presupuesto de Unionistas no supera los 1,5 millones. Una cifra irrisoria comparada con la millonaria cartera del Barça.

Noche para soñar

El estadio Reina Sofía, que nada tiene que ver con barrizal dónde jugaba de delantero, vivió su noche más mágica. "Unionistas nunca se rinde", coreó la grada ante cualquier gol en contra. En ese cántico reside la grandeza de este equipo porque, como explica Arturo Prieto, de la Peña Exiliados: "Sentimos el equipo como nuestro. Pero no como algo que se puede tener. Te sientes parte de algo más grande. Todos apoyamos y todos sumamos o, como mínimo, animamos para el éxito del club".

"Sentimos el equipo como nuestro"

Una particularidad dentro de Unionistas es que es un club fundado en honor a la extinta Unión Deportiva Salamanca (UDS) y, además, es un club en el que los socios toman parte en las decisiones del equipo. "Nosotros no cobramos nada", explica a El Confidencial Roberto Pescador, presidente de Unionistas. Pero no cobrar, no significa que no se pueda disfrutar.

¿Qué significa para ti Unionistas?

—Es como un hijo para mí, lo he visto nacer, lo he visto crecer y, además, no estoy solo en eso: la mayoría de los socios fundadores lo ven como algo que es suyo. Da mucho trabajo, pero lo duplica en satisfacción.

Con todo esto del Barça, está la ciudad revolucionada... ¿No?

—Es el poder del fútbol.

Nadie de la junta directiva percibe un sueldo por su labor. Pero la voluntad por ayudar no acaba aquí. El combinado también cuenta con listas de voluntarios que se encargan de las principales tareas. "Dependemos muchísimo de los voluntarios del club: son la sangre, las venas, los pulmones, las manos... Ellos son los que hacen que el club funcione", explica Pescador. En definitiva, es un club fundado por socios, gestionado por socios y para los socios. Y, como cantan sus aficionados, "en contra del fútbol negocio".

"A mí no me gusta el fútbol, me gusta Unionistas"

"A mí no me gusta el fútbol, a mí me gusta Unionistas", cuenta Ernesto Castaño, coordinador de los grupos voluntarios. "Empecé por mi hijo pequeño, con 10 años se hizo voluntario. Veía a la gente ayudando y él quería hacer lo mismo. Lógicamente, con esa edad no le puedes dejar solo, así que me apunte también. Poco a poco, empiezas a ver la ilusión de la gente, trabajas codo con codo con un grupo que ya quisiera la mitad de las empresas de España: tanto a nivel profesional como personal", apunta. "Cuando trabajas por un proyecto y ves que todo el mundo lo está haciendo de manera altruista, al igual que tú, con la única meta de seguir progresando, lo haces mucho más a gusto. A lo mejor sí te pagaban por ello; no lo hacías de la misma manera".

placeholder El centrocampista alemán del Barcelona, Ilkay Gundogan (d), durante el partido de octavos de final de la Copa del Rey. (EFE/Kiko Huesca)
El centrocampista alemán del Barcelona, Ilkay Gundogan (d), durante el partido de octavos de final de la Copa del Rey. (EFE/Kiko Huesca)

Lo mismo sucede para María Hernández, de la Peña Piratas. "Para mí, Unionistas significa familia. Mi hermano me empezó a hablar del equipo y sus valores a finales de la primera temporada. Sobre todo de lo que se cocía en la grada. Unionistas es un equipo de familia y dónde haces familia. Conocí a mucha gente, como la familia de algunos jugadores, en la grada animación. Era mi familia del fútbol: la familia de Unionistas". "Según se va creciendo como club, hay algunas cosas del comienzo que se van perdiendo, pero los recuerdos se siguen forjando y se disfruta como el primer día", añade.

"Te sigo a todos lados"

Otro de los cánticos que más se repitió durante el encuentro con el Barça fue el de "te sigo a todos lados, yo te quiero...". Yo, aunque fui socio de la Unión Deportiva Salamanca (UDS) durante ocho años, nunca había visto un partido de Unionistas. La persona que sí seguía a todos lados al club era mi mejor amigo, Carlos Basas, socio fundador de Unionistas.

Carlos falleció en un accidente de tráfico a muchísimos kilómetros de casa, junto a su padre, hace casi un año. Nunca se perdía un partido, fue incluso hasta Xátiva (Valencia), desde Madrid, para ver un partido y volverse ese mismo día. Y, siempre que podía, se acercaba hasta el estadio para ser uno más con la grada. Si no, encontraba alguna manera de verlo...

Me invitó muchas veces a ver el fútbol con él, pero desde que se extinguió la UDS no volví a pisar un estadio. Dejé de seguir el fútbol de máximo nivel cuando se privatizaron las emisiones y, hasta ayer, no había vuelto a seguir el deporte. "Vente a ver un partido, esto es diferente", me decía cada vez que coincidíamos en Salamanca. Pensaba que era una frase hecha, ahora sé que tenía razón.

placeholder Álvaro Gómez, de Unionistas, celebra un gol durante la Copa del Rey. (Europa Press)
Álvaro Gómez, de Unionistas, celebra un gol durante la Copa del Rey. (Europa Press)

"Para mí el significado va más allá del fútbol, es la unión de la gente que está allí todos los días apoyando en memoria de la unión, y esa memoria para mí es el recuerdo que tengo de ir con la familia al fútbol, mis abuelos, mis tíos...", dice Daniel Basas, su hermano. "Pero poder estar orgulloso de que este equipo tenga los valores que tiene y sea prácticamente unánime entre la afición no se queda corto".

Su hermano pequeño, Javier Basas, disfrutó del partido contra el Villarreal —a pesar de los apagones— desde Noruega. Cuando Kiko Femenía falló el penalti que dio a Unionistas el pase a la siguiente ronda, se lanzó a la nieve y empezó a celebrarlo descalzo. "Ser de Unionistas son muchas cosas. Una de ellas es ver a un club tan humilde —como lo es este— pelear contra los más grandes. Otra de las cosas por las que se puede estar orgulloso es la comunidad de socios y voluntarios del equipo. En definitiva, es inimaginable que un equipo sin grandes cantidades de ingresos se haya enfrentado al Real Madrid y el Barça en una pequeña ciudad como es Salamanca", concluye.

Habiendo visto el ambiente que se respiró en el estadio de Unionistas, después de una noche de ensueño para el club y para la ciudad, solo puedo arrepentirme de no haber compartido esos momentos con Carlos. Disfrutar en la grada con tu gente, tu familia o tu pareja. Lanzar un grito, celebrar, maldecir o llorar de éxtasis. Miles de sentimientos que solo se viven dentro de un estadio. Ya sabe, el poder del fútbol.

En el mismo campo donde jugaba al fútbol hace 10 años, desfiló el Barça de Lewandowski, Araújo, Gündoğan, Pedri y compañía. Por lo que fuera (era muy malo), yo no conseguí mi sueño de llegar a ser un gran jugador. Pero sí estoy en el campo en el día más importante de la historia de Unionistas. Ellos lograron mucho más: transformar una ciudad en puro sentimiento.

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