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Mbappé lanzó el penalti más difícil del mundo contra el Barça y la amenaza de una guillotina
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Mbappé lanzó el penalti más difícil del mundo contra el Barça y la amenaza de una guillotina

Kylian Mbappé se jugaba mucho en el lanzamiento de penalti en Montjuic. Era un 'match ball'. Si lo fallaba, habría recibido críticas sin piedad. Lo marcó, se liberó y lo celebró con locura

Foto: Kylian Mbappé sale corriendo a la grada para festejar el gol de penalti al Barcelona. (Reuters/Juan Medina)
Kylian Mbappé sale corriendo a la grada para festejar el gol de penalti al Barcelona. (Reuters/Juan Medina)

El secreto peor guardado del mundo es el fichaje de Mbappé por el Real Madrid. Con esta presión interna de su club, el delantero asumió la enorme responsabilidad de lanzar el penalti que puso al Paris Saint-Germain por delante en la eliminatoria contra el Barcelona. La celebración dice mucho de la tensión que tiene Mbappé desde que el club parisino le traicionó y filtró, a mediados de febrero, que se negaba a renovar. El objetivo era echarle, literalmente, la mierda encima.

El golpeo al balón en el penalti fue magistral. Un derechazo duro, a media altura y esquinado. Una ejecución perfecta que le quitó kilos de estrés y tuvo un efecto de liberación. El festejo, saltando la valla y yéndose al fondo, donde estaban los aficionados, fue cómo sacar la cabeza de una guillotina y volver a disfrutar de la vida.

Mbappé se jugaba mucho en la eliminatoria contra el Barcelona. En el partido del Parque de los Príncipes defraudó y en Montjuic tenía un match ball. Si llega a fallar el penalti, no puede regresar a París. Si el PSG hubiera caído eliminado, se le habría criticado sin piedad y culpado del fracaso. Los primeros que lo habrían hecho son los dueños del club. Pero lo marcó. Y lo celebró con rabia y con revancha.

En ese penalti había demasiada presión y morbo. Marcarlo era seguir adelante en la Champions, demorar el anuncio de su futuro y evitar el ridículo eterno de quedar como un perdedor contra el Barcelona. Esto último es muy importante. El Barça no solo ha caído eliminado, sino que ha desaprovechado la gran ocasión de convertir a Mbappé en una burla.

placeholder Mbappé festeja con los aficionados del PSG el triunfo contra el Barcelona en Montjuic. (Reuters/Juan Medina)
Mbappé festeja con los aficionados del PSG el triunfo contra el Barcelona en Montjuic. (Reuters/Juan Medina)

Mbappé sale de la eliminatoria de los cuartos de final con dos goles al Barcelona sin haber desplegado un fútbol brillante. Ni siquiera consiguió que le nombraran el mejor del partido en Montjuic, premio que se llevó Ousmane Dembélé por marcar el primer gol y provocar el penalti en el derribo de Cancelo. Hasta Barcola, protagonista en la expulsión de Ronald Araújo y la asistencia en el gol a Dembélé, tuvo más peligro y amenaza que Mbappé.

Una tabla de salvación

Hasta el penalti, Kylian Mbappé solo disparó en dos ocasiones entre los tres palos de Ter Stegen. El balón centrado por Barcola pasa por delante de él antes que el remate de Dembélé. Llegó tarde. Jugó de delantero centro, alejado de la banda izquierda, para evitar a Koundé. Era incapaz de hacer daño. El penalti era una tabla de salvación para evitar el naufragio. A él se agarró el futbolista que cobra 72 millones de euros anuales y le ayuda a salvar su prestigio.

Está a tres partidos de ser campeón de Europa y hacer historia tras siete años en el Paris Saint-Germain de grandes expectativas y enormes fracasos. Es una obsesión para un futbolista parisino que ha pasado de ser el niño mimado de Qatar a ser considerado como un desertor. Juega para el PSG y contra sus dueños. Esa es la sensación que transmite con sus silencios, los gestos de incredulidad cuando Luis Enrique le saca del campo, sus mensajes subliminales y una seriedad que solo se ha quitado tras marcar el penalti.

Foto: Fede Valverde, abrazado por Modric, tras marcar el gol al Manchester City. (EFE Juanjo Martín)

Hay que tener mucha paciencia, valor y talento para aguantar las maniobras sucias de Nasser Al Khelaifi y Luis Enrique. El presidente y el entrenador del PSG se han dedicado a desacreditar a Mbappé, principalmente al primero, extendiendo la idea de que era prescindible y había perdido el compromiso. Nasser Al-Khelaifi, eufórico tras eliminar al Barcelona, bajó del palco al césped de Montjuic para darse un baño de multitudes con los aficionados parisinos. Rivaliza con Mbappé y se desvive en elogios a Luis Enrique, al que nombró el mejor entrenador del mundo.

Mbappé, al que le tiraron una botella desde la grada de Montjuic en su entrada al túnel de vestuarios al finalizar el partido, decidió pararse ante los periodistas para reivindicar su orgullo de parisino y remarcar que su sueño es ganar la Champions con el PSG. De Barcelona no salió como un héroe, pero tampoco como un villano. Y esto ya es muy importante para el francés, que, tras el partido de ida, le ajusticiaron en Francia. Calificaron su rendimiento como invisible.

Luis Enrique, que es muy inteligente y le necesita motivado para tener opciones de ganar la Champions, dice que Mbappé jugó el partido de Montjuic como un líder indiscutible. El asturiano se pone la medalla de conseguir que el futbolista francés se sacrifique en defensa y la presión para recuperar la pelota. De la responsabilidad de lanzar el penalti más difícil del mundo no dice nada.

El secreto peor guardado del mundo es el fichaje de Mbappé por el Real Madrid. Con esta presión interna de su club, el delantero asumió la enorme responsabilidad de lanzar el penalti que puso al Paris Saint-Germain por delante en la eliminatoria contra el Barcelona. La celebración dice mucho de la tensión que tiene Mbappé desde que el club parisino le traicionó y filtró, a mediados de febrero, que se negaba a renovar. El objetivo era echarle, literalmente, la mierda encima.

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