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No es una Eurocopa ni un Mundial, pero esto es todo lo que gana España en la Nations League
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Primer título desde 2012

No es una Eurocopa ni un Mundial, pero esto es todo lo que gana España en la Nations League

La Selección de De la Fuente consiguió ahuyentar los fantasmas del Mundial de Qatar en los penaltis. España compitió y ganó a una de las selecciones más duras como es Croacia

Foto: El equipo celebró con euforia el trofeo. (Reuters/Piroschka Van de Wouw)
El equipo celebró con euforia el trofeo. (Reuters/Piroschka Van de Wouw)

¿Qué valor hay que darle a esta Nations League? Se preguntaba cada aficionado español en su casa tras ver cómo Unai Simón estallaba de alegría al detener el último penalti croata (0-0 en el tiempo reglamentario). Después de tumbar a Italia en semifinales y a Croacia en la gran final, los jugadores españoles celebraron el trofeo con la liberación de aquel que lleva más de una década sufriendo varapalos sonados y derrotas que hacen mella. Del que recuerda el ridículo de Rusia en el césped (y en el palco) y el dolor de las semifinales de la pasada Eurocopa ante Italia. No era para menos. La tensión vivida hace pocos meses en el Mundial de Qatar terminó con las expectativas trituradas al caer contra Marruecos en una fatídica tanda de penaltis. El terremoto también significó el fin de la era Luis Enrique y, con ella, el remate de un proyecto donde, ante la ausencia de estrellas mundiales, el crack era el entrenador.

La situación desembocó en un trágico encuentro frente a una selección rocosa que negó la gloria del gol a España. Los futbolistas, acostumbrados a seguir las indicaciones de un técnico ultraintervencionista, colapsaron y fueron incapaces de encontrar soluciones. Eran robots sin toma de decisiones. Simples piezas sin soluciones ni colectivas ni individuales. Por ello se toparon con el muro defensivo africano una y otra vez. Ningún jugador pudo dar un paso al frente. La Selección estaba verde para tamaño desafío y tampoco contaba con futbolistas diferenciales. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

placeholder Hay motivos para la esperanza. (Reuters/Piroschka Van De Wouw)
Hay motivos para la esperanza. (Reuters/Piroschka Van De Wouw)

Pocas cosas. La calidad es prácticamente la misma y no hay jugadores TOP3 del mundo en casi ninguna línea. Lo refleja el ver el 10 en la espalda de Marco Asensio y el 9 en la de Gavi. Nadie parece ser capaz de desatascar un encuentro con una acción mágica. Solo hay un futbolista cuyo cambio táctico en el esquema de Luis de la Fuente ha catapultado el centro del campo español. La entrada de Rodrigo Hernández, escogido MVP de la final de la Champions League y de la Nations League. Un jugador al que Luis Enrique llamó para ser central ante la poca confianza que tenía en los jugadores convocados para esa posición como Pau Torres, Hugo Guillamón o Eric García. Un movimiento que ha dado lugar a la consolidación de la pareja Laporte-Le Normand, importada desde Francia.

El clic mental que podría desatar el trofeo

En estos seis meses, tampoco ha habido grandes evoluciones tácticas en la Selección, más allá de un desapego de la posesión como discurso, de la apuesta por el juego directo en determinados momentos del partido y de la figura del Plan B con Joselu Mato. Y, sin embargo, frente a Croacia, España logró algo todavía más importante. Un título del segundo escalafón mundial que servirá para reforzar la confianza de un grupo que tenía la autoestima por los suelos hace unas cuantas semanas. Un montón de plata que podría encender la llama competitiva de un conjunto de jugadores que deberá brillar a un nivel muy alto para aspirar a estar entre las mejores selecciones del mundo. De momento ya ha puesto la primera piedra del camino.

Croacia ha disputado 13 partidos eliminatorios en grandes torneos desde 2008 y diez de ellos necesitaron una prórroga, solo cayó en cuatro. Las últimas dos veces que perdieron fue contra España en la Eurocopa de 2020 y en la final de la Nations League. La Selección miró a los ojos a uno de los grandes cocos (subcampeona en el Mundial de 2018 y tercera en el Mundial de 2022) y fue capaz de competir de tú a tú ante un equipo hipercompetitivo que en los últimos meses ganó a Francia, Brasil o Países Bajos. Supo resistir en los peores momentos, aunque la victoria pudo caer para cualquiera de los dos lados, se agarró a la final con fuerza y olvidó los fantasmas que acechaban al equipo en la tanda de penaltis, especialmente Unai Simón.

placeholder Rodri Hernández volvió a dar una exhibición. (EFE/RFEF)
Rodri Hernández volvió a dar una exhibición. (EFE/RFEF)

Al finalizar el encuentro, todos los futbolistas de España coincidían en lo mismo: hacía mucho tiempo que esta Selección no ganaba y había una necesidad latente que corroía la cabeza de los jugadores. "Hemos trabajado para ganar algo así. Es un título y vamos a celebrarlo por todo lo alto. Ya nos tocaba ganar a nosotros", afirmó Álvaro Morata. Joselu iría por la misma senda: "Esto es lo máximo, irrepetible. Lo necesitábamos, todo el país. Estábamos muy convencidos... De la Fuente nos dijo en la charla que fuéramos nosotros, que íbamos a ganar", añadía el delantero.

Lo mismo diría Mikel Merino: "Es muy grande lo que hemos conseguido, tardaremos en asimilarlo, llevábamos mucho sin ganar nada. De la Fuente ha hecho un trabajo excepcional con el que poco tiempo que lleva. Tiene todo nuestro apoyo y eso es lo que nos llena, más de todo lo que pueda decir la gente". Gavi también se sumaría: "Estamos todos muy felices, para nosotros es muy importante. Quiero dar las gracias al míster por confiar en mí y siempre estaré agradecido a él y dispuesto a dar todo por él. Somos jóvenes, hay que ir poco a poco. Es un título importante para seguir creyendo en nosotros". Once años sin ganar era demasiado. Quién sabe si el desbloqueo mental impulsará a un grupo humano sediento de títulos que solo necesitaba tocar plata para creerse que pueden ganar a las mejores selecciones del mundo.

¿Qué valor hay que darle a esta Nations League? Se preguntaba cada aficionado español en su casa tras ver cómo Unai Simón estallaba de alegría al detener el último penalti croata (0-0 en el tiempo reglamentario). Después de tumbar a Italia en semifinales y a Croacia en la gran final, los jugadores españoles celebraron el trofeo con la liberación de aquel que lleva más de una década sufriendo varapalos sonados y derrotas que hacen mella. Del que recuerda el ridículo de Rusia en el césped (y en el palco) y el dolor de las semifinales de la pasada Eurocopa ante Italia. No era para menos. La tensión vivida hace pocos meses en el Mundial de Qatar terminó con las expectativas trituradas al caer contra Marruecos en una fatídica tanda de penaltis. El terremoto también significó el fin de la era Luis Enrique y, con ella, el remate de un proyecto donde, ante la ausencia de estrellas mundiales, el crack era el entrenador.

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