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Cómo el VAR hace el ridículo con la agresión de Fali a Rodrygo y Vinícius ajusta cuentas
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Cómo el VAR hace el ridículo con la agresión de Fali a Rodrygo y Vinícius ajusta cuentas

En el Real Madrid crece el malestar con el arbitraje y el VAR por no entrar en el manotazo de Fali a Rodrygo y la cacería a Vinícius en los últimos partidos contra el Rayo y el Cádiz

Foto: Vinícius se encara con los jugadores del Cádiz. (Efe/Juanjo Martín)
Vinícius se encara con los jugadores del Cádiz. (Efe/Juanjo Martín)

Esto no va de proteger a futbolistas que tienen más talento y dan espectáculo. Ni de demonizar a los que provocan o los que buscan sacar del partido al rival con sus truquitos verbales y marrullerías. En la esencia del fútbol, en sus orígenes primitivos, está la picaresca y el juego subterráneo. Primero se inventó el árbitro y luego el VAR para hacerlo más justo. Si el nuevo fútbol ha apostado por incorporar la tecnología, podría plantearse dar un paso más definitivo. Poner micrófonos a los futbolistas para juzgar quién es el que insulta, menosprecia o incita a la violencia. Pero esto sí que sería cargarse definitivamente el fútbol. Sabríamos todo lo que ocurre dentro del campo, por lo que dicen, quién es el más sucio y tendríamos las pruebas para desenmascararlo.

La tecnología del videoarbitraje llegó al fútbol para hacer algo intermedio. El VAR está para ayudar al árbitro de campo a revisar las acciones con polémica más clamorosas y su uso debería ser útil para ayudar a hacer justicia. Lo que sucedió en el Bernabéu con la agresión de Fali a Rodrygo es difícil de entender y de explicar por el estamento arbitral. El VAR no tuvo un mal día. Directamente, hizo el ridículo al no entrar en una jugada en la que hay un manotazo de Fali a Rodrygo. La revisión de la roja era necesaria. Es poco creíble que los responsables arbitrales filtren que es una jugada de interpretación o que no puede llamar a la revisión porque hay una posible amarilla a Rodrygo.

placeholder Fali despeja un balón en una acción con Rodrygo
Fali despeja un balón en una acción con Rodrygo

La acción desencadena una reacción explosiva de Vinícius, encarándose con Fali, poniéndole el dedo en la cara, montando una tángana que el árbitro resuelve con una tarjeta amarilla para cada uno. A Soto Grado, colegiado del partido, le desbordó la polémica de la agresión de Fali a Rodrygo, que no debió ver y esperaba que el VAR se la aclarara. Le superó la reacción tan vehemente de Vinícius, al que hasta esa jugada había recibido tarascadas desde Iván Alejo en el primer minuto del partido hasta Fede San Emeterio e Iza Carcelén. El árbitro dejó que el partido cogiera un tono bronco, lo que antes se llamaba como partido viril y ahora está en desuso esta palabra. Se bloqueó, como el VAR, en la agresión de Fali a Rodrygo.

El árbitro pierde criterio

El problema del arbitraje es cada vez más evidente. Los colegiados se han acomodado al VAR, están a la espera de actuar en función de lo que les diga la tecnología, han perdido la iniciativa para hacer justicia. Se lavan las manos con las acciones más polémicas a expensas de que el VAR les dé las pruebas del delito. El ridículo es mayúsculo cuando ni el árbitro de campo ni el VAR están finos en sus competencias. Pierden toda la credibilidad y sentido de la justicia. El fallo del VAR arrastra al descrédito de los árbitros. La jugada de la agresión de Fali a Rodrygo es clamorosa, reconocida incluso por el propio jugador del Cádiz. El VAR se la tragó. Si entendió que es producto de un forcejeo, mal vamos.

Foto: Alejandro Balde en el partido contra Osasuna. (EFE/Villar López)

Lo que pasa con Vinícius es otra historia y corresponde a otras batallas. Lo suyo está en el ámbito del fútbol callejero. El que se juega en los patios del colegio, en el parque, el de la infancia y el de toda la vida. Donde al bueno se le para con maniobras que van desde ir al límite hasta la violencia. El bueno, si tiene sangre, tiene todo el derecho a revolverse y reaccionar a los piques provocando a los rivales. Fali acusa a Vinícius de que les faltó al respeto con frases como "os vais a Segunda". Fali, como el jugador del Rayo Vallecano, Balliu, reconoce que es fácil sacar del partido a Vinícius porque entra a todos los roces físicos y verbales.

Si los futbolistas estuvieran microfonados nos escandalizaríamos en todos los partidos. Hasta en los que parece que no hay grandes polémicas o son sencillos de arbitrar. El pique, la provocación, de unos a otros, verbales y físicos están en todos los campos. El árbitro no puede ser un policía de lo que se dicen los jugadores. Principalmente, porque no escucha todo. La provocación entra dentro del juego de guerrillas de un partido con más o menos tensión, según sea el nivel de rivalidad y la personalidad de los jugadores.

El carácter de Vinícius

Kroos y Modric no entran al trapo como Vinícius. El alemán y el croata tienen otro estilo de juego y actitud. No todos los jugadores son iguales, en su temperamento y en su forma de encajar las patadas. Vinícius es un encarador con la pelota y ahora también sin ella. Explota su velocidad y regate y no se amedrenta si le pegan. Provoca con la palabra y le provocan cuando se mofan de él y le dicen cosas como "tú, Balón de Oro". Tiene una imagen de burlón. Es un futbolista que siente que le van a cazar y está metido en demasiados líos que no le vienen bien. Ancelotti y sus compañeros le piden que se centre en el juego, pero también le entienden y le defienden.

En el fútbol de antes del VAR los jugadores se insultaban, se decían barbaridades, había escupitajos, acciones desagradables y temerarias. Esto sigue sucediendo y no hace falta que Fali denuncie a Vinícius por ser un provocador. No nos vamos a escandalizar por esto. Todos vemos quién es quién y lo que sucede en el campo. Pero lo que hace falta verdaderamente es que el VAR vea que el manotazo de Fali sí es agresión a Rodrygo. Será más creíble y justo.

Esto no va de proteger a futbolistas que tienen más talento y dan espectáculo. Ni de demonizar a los que provocan o los que buscan sacar del partido al rival con sus truquitos verbales y marrullerías. En la esencia del fútbol, en sus orígenes primitivos, está la picaresca y el juego subterráneo. Primero se inventó el árbitro y luego el VAR para hacerlo más justo. Si el nuevo fútbol ha apostado por incorporar la tecnología, podría plantearse dar un paso más definitivo. Poner micrófonos a los futbolistas para juzgar quién es el que insulta, menosprecia o incita a la violencia. Pero esto sí que sería cargarse definitivamente el fútbol. Sabríamos todo lo que ocurre dentro del campo, por lo que dicen, quién es el más sucio y tendríamos las pruebas para desenmascararlo.

Rodrygo Vinicius Junior
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