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Vicente Parras, el técnico que deja tocado a Zidane: "Me dicen que le di un repaso"
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la gesta del técnico del alcoyano

Vicente Parras, el técnico que deja tocado a Zidane: "Me dicen que le di un repaso"

Vicente Parras hizo lo que no supo interpretar Zidane. Llevar el partido al terreno que le interesaba y meter en la cabeza de los jugadores que era posible la eliminación

Foto: Zidane se lleva la mano a la boca con un gesto de preocupación, en un partido del Real Madrid. (EFE)
Zidane se lleva la mano a la boca con un gesto de preocupación, en un partido del Real Madrid. (EFE)

A falta de 20 minutos para el final del partido entre el Alcoyano y el Real Madrid, con la ventaja del gol de Militao, en los banquillos se escuchaban estos gritos: “¡Vamos, que estamos dentro!”. Era Vicente Parras, el técnico del equipo local. En el otro lado, a escasos metros, había silencio. Caras de preocupación, gestos de sobresaltos por cada acción en la que el Alcoyano colgaba un balón al área de Lunin. Zidane estaba pasivo, con las manos en los bolsillos, sin la vena hinchada de la garganta. Una actitud, una forma diferente de vivir el partido a la de Vicente Parras.

Zidane entendió que, en esa fase del partido en la que el Alcoyano buscó el juego directo y subió la intensidad ofensiva, lo mejor era meter en el campo a Benzema. El técnico francés quiso intimidar con su delantero preferido, el que más seguridad y poso puede tener en circunstancias complicadas. Buscó tener más pelota con la calidad y la claridad del ‘9’. Encontrar una contra con la que sentenciar el partido. No sucedió nada de lo que Zidane fue improvisando tras la entrada de Benzema y los cambios en la prórroga con los refuerzos de Marco Asensio, Hazard y Kroos. Vicente Parras estaba dando un repaso a Zidane sobre cómo hay que tener vivos a los jugadores, enchufado a un equipo desde la banda.

Foto: José Juan Figueiras coge un balón y Militao queda de rodillas. (EFE)

La escena no es nueva. Zidane está cuestionado por los problemas que tiene para leer los partidos cuando se ponen cuesta arriba y el rival aprieta. Unos días hace tarde los cambios, otros comete el error de sacar del campo a quien no debe (como en la segunda parte en la Supercopa de España contra el Athletic cuando quitó a Banezema para meter a Mariano). Es un Zidane indescifrable, que plantea dudas en el club por dejar de hacer rotaciones y comprobar cómo los suplentes no son capaces de imponer su superioridad contra un equipo de la Segunda división B como es el Alcoyano.

La pasividad en el banquillo

Zidane, en partidos como en El Collao, lo que transmite es que está superado. Lo que hizo Vicente Parras no es nada especial. O sí. Es un gran motivador. El entrenador del Alcoyano preparó el encuentro que esperaban en el Real Madrid. Un equipo metido en su campo, encerrado, que no quería dejar espacios en la primera parte. Aguantar, sufrir, esforzarse, ser incómodos y llegar con opciones al último cuarto de hora del encuentro. Zidane y los jugadores sabían qué tipo de planteamiento les esperaba. No pudieron, no saben, como se está comprobando a lo largo de la temporada, superar líneas, progresar y tener profundidad. En la primera parte tan solo dos remates a la portería de José Juan. Lo más grave es que al equipo, con suplentes y titulares, y al entrenador les faltó personalidad.

No hablamos ya de patrón de juego. Es un asunto diferente. Zidane fue superado por la energía que transmitió desde el banquillo un entrenador modesto, al que se le vio metido en cada acción, detalle, la pasión que le puso para ir a por el partido, incluso con un jugador menos en la segunda parte, la batalla, el espíritu y la resistencia. Esto es lo que falla en Zidane. Lo que realmente preocupa a los dirigentes del Real Madrid es que su entrenador esté pasivo, que haya una falta de reflejos desde el banquillo y tome las decisiones demasiado tarde. No es lo que sucedió con Vicente Parras, al que se le vio con ese brío del entrenador que está disputando el partido de su vida.

placeholder Vicente Parras, en el banquillo del Alcoyano. (EFE)
Vicente Parras, en el banquillo del Alcoyano. (EFE)

A Zidane le falta alma desde el banquillo y, al margen de que en el club responsabilicen a los jugadores que juegan menos y desaprovecharon la oportunidad, el entrenador no se libra de ser el máximo responsable del naufragio. Era a partido único. Había que metérselo en la cabeza a los jugadores. Florentino Pérez no va a tomar decisiones en caliente y la hoja de ruta está marcada en un claro objetivo. Dentro de un mes llega la Champions. El partido de ida contra el Atalanta (24 de febrero) tiene que marcar el rumbo de una temporada que está siendo una pesadilla para los directivos. Perder dos títulos en seis días es algo más que un accidente. Sufrir, sentir la amenaza de haber podido ser eliminados en la fase de grupos de la Champions, es un mal recuerdo que no está superado. Pero queda la Champions y esta eliminatoria contra el equipo italiano en la que buscan un punto de inflexión a una mala temporada.

El mes va a ser duro para Zidane hasta que llegue el Atalanta. Tiene que recuperar el pulso competitivo, trabajar más el equipo, no solo antes de los partidos sino durante el desarrollo. Lo visto en los últimos cinco partidos es preocupante. Solo la victoria contra el Celta. Los empates contra el Elche, Osasuna y las derrotas frente al Athletic en la Supercopa de España y el Alcoyano en la Copa del Rey marcan una mala tendencia de un equipo que corre el riesgo de derrumbarse.

Foto: Kubo, tumbado en el césped, en un partido con el Villarreal. (EFE)

Vicente Parras Campello hizo lo que no supo interpretar Zinédine Zidane. Llevar el partido al terreno que le interesaba y meter en la cabeza de los jugadores que era posible la eliminación. “Estoy muy contento, no puedo describir la sensación de felicidad que tengo. Esto es muy importante para nosotros y el reconocimiento a nuestro trabajo. Yo tengo los pies en el suelo, pero no paro de recibir mensajes de los amigos que me dicen ‘vaya repaso que le diste a Zidane”, comenta Vicente a El Confidencial

Hablamos de un entrenador ilicitano, de 45 años, que se formó como técnico en las categorías inferiores del Elche y fue subiendo peldaños. Reconocido como un profesional que prepara los partidos al detalle, que conoce las técnicas para gestionar las emociones de los jugadores y sacar un alto rendimiento. Un admirador de Marcelino García Toral. La persona que ha eliminado a Zidane fue un futbolista que no pasó de la categoría de regional. Un defensa central y mediocentro defensivo que tiene carisma como entrenador. “Al principio, en la primera parte, el equipo estaba intimidado. No lo veía suelto. En el descanso conseguí meterlos en el partido. Les dije que no podían jugar con la cabeza baja, que nos habían hecho un gol y poco más. Había que salir a ser atrevidos. Nos faltaba ir a por ellos. Somos defensivos, pero tenemos que llegar a hacer ocasiones de peligro. Quise llegar a ellos a través de la motivación y los jugadores cambiaron. Se lo creyeron”, nos comenta el entrenador que ha hecho historia y deja a Zidane en una situación delicada.

A falta de 20 minutos para el final del partido entre el Alcoyano y el Real Madrid, con la ventaja del gol de Militao, en los banquillos se escuchaban estos gritos: “¡Vamos, que estamos dentro!”. Era Vicente Parras, el técnico del equipo local. En el otro lado, a escasos metros, había silencio. Caras de preocupación, gestos de sobresaltos por cada acción en la que el Alcoyano colgaba un balón al área de Lunin. Zidane estaba pasivo, con las manos en los bolsillos, sin la vena hinchada de la garganta. Una actitud, una forma diferente de vivir el partido a la de Vicente Parras.

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