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El zalamero Mourinho y el "yo soy más blanco" del socarrón Zidane
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El zalamero Mourinho y el "yo soy más blanco" del socarrón Zidane

Esperemos que no haya caducado la versión sin filtros de Mourinho y se haya pasado a la vena suave. Directo, gruñón e hiriente, si es necesario, es su verdadera personalidad

Foto: Mourinho sonríe antes de su estreno como entrenador del Tottenham en el partido contra el West Ham. (Efe)
Mourinho sonríe antes de su estreno como entrenador del Tottenham en el partido contra el West Ham. (Efe)

Es más divertido cuando está enfrentado al mundo y arremete contra árbitros, colegas y la prensa. Esperemos que no haya caducado la versión sin filtros de Mourinho y se haya pasado a la vena suave. Directo, gruñón e hiriente, si es necesario, es su verdadera personalidad. Desde que estaba en paro, sin equipo, era otra persona. Más adulador que ácido. Más azúcar que vinagre. El regreso de José Mourinho es una buena noticia para el fútbol. Pero tiene un aire de zalamero que no va con él. Cariñoso y empalagoso. Mourinho ya está aquí, de vuelta en los banquillos, casi un año después de su despido del Manchester United.

Ha sido un año de soledad, pesado sin actividad, para el entrenador portugués. Reconoció en su presentación con el Tottenham que envía mensajes al presidente del Real Madrid y su relación es de amistad. “Florentino me ama y yo a él”, comenta con tono simpático Mourinho que, en todos estos meses alejado de los banquillos, ha tenido más acercamientos y otros mensajes cariñosos. También para Iker Casillas, otro exmadridista, que apura sus opciones por comprobar si puede regresar a la portería. Buenos gestos. Detalles humanos. Se le echaba de menos. Incluso Pep Guardiola. Éste le da la "bienvenida" y dice que es un "entrenador increíble y hará un buen trabajo". Lo ha hecho excelente su representante, Jorge Mendes. Mourinho tiene trabajo y bien pagado. Muy bien remunerado con 17,5 millones de euros que le colocan en el ranking de los técnicos que más cobran solo por detrás de Pep Guardiola (23 millones de euros) y muy por encima de Zidane (9 millones de euros).

placeholder Mourinho, con Pellegrini al fondo, en su estreno en el banquillo del Tottenham. (Efe)
Mourinho, con Pellegrini al fondo, en su estreno en el banquillo del Tottenham. (Efe)

Empieza bien el nuevo ‘The Special One’ con una victoria contra el West Ham de otro exentrenador del Real Madrid, Manuel Pellegrini. Nueva etapa. En el Tottenham, equipo que rechazó en su época en el Chelsea cuando el genuino Mourinho presumía de su caché y tenía el convencimiento de que estaba en disposición de elegir lo que le apetecía. Nueva vida y nuevos desafíos. Es lo que tiene un entrenador que entró en declive en el Manchester United, club que apostó por su potente figura para encontrar al nuevo Ferguson, y resultó un fracaso. Es el tercer club de Mourinho en Inglaterra. En España es difícil imaginar un caso como el suyo. Un entrenador de su dimensión que cambie con frecuencia de banquillos, rivales y elevando su sueldo después de años de decadencia.

La astucia de ZZ

Lo de Mourinho es un caso excepcional de un entrenador que hace amigos y enemigos y recupera el terreno perdido para que le sigan llegando ofertas. No ha dejado de estar presente en el Real Madrid. Quizás por esos SMS que comparte con el presidente y que no ponen celoso a Zidane cuando al francés le preguntan y contesta con socarronería esto de “yo soy blanco. Esto lo tienes o no”. Respuesta con astucia para desmarcarse de lo que representa Mourinho. “En España yo solo entrenaría al Real Madrid. Me parece bien la relación que pueda tener con el presidente (Florentino) y me da igual que esté entrenando al Tottenham”, liquida ZZ.

Mourinho tiene siempre una estrategia para no caer en el olvido. Es capaz de estar enfrentado a la prensa y colaborar con los medios cuando no tiene trabajo. Puede crispar a los aficionados y firmar autógrafos en su regreso a los hinchas del West Ham. Pero hay algo nuevo en el veterano Mourinho. Está sobón. En esta nueva etapa quiere reinventarse con otro grupo de trabajo y se ha llevado a dos portugueses que trabajaban en el Lille (Joao Sacramento y Nuno Santos). Prescinde de la guardia pretoriana que le acompañó en sus anteriores etapas y, en especial, de su mano derecha: Rui Faria (17 años juntos). El nuevo Mourinho tiene otra mano derecha y también es portugués: Joao Sacramento. Otro equipo de trabajo que le permita actualizar su librillo. Él ha empezado zalamero y con una victoria. Si la inercia es perderora o se siente maltratado seguro que veremos al Mourinho de siempre: arisco y lenguaraz.

Es más divertido cuando está enfrentado al mundo y arremete contra árbitros, colegas y la prensa. Esperemos que no haya caducado la versión sin filtros de Mourinho y se haya pasado a la vena suave. Directo, gruñón e hiriente, si es necesario, es su verdadera personalidad. Desde que estaba en paro, sin equipo, era otra persona. Más adulador que ácido. Más azúcar que vinagre. El regreso de José Mourinho es una buena noticia para el fútbol. Pero tiene un aire de zalamero que no va con él. Cariñoso y empalagoso. Mourinho ya está aquí, de vuelta en los banquillos, casi un año después de su despido del Manchester United.

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