Es noticia
La advertencia que la F1 dio a Florentino Pérez: la guerra con la FIFA y UEFA se gana a lo Ecclestone
  1. Deportes
  2. Fórmula 1
CURIOSOS PARALELISMOS

La advertencia que la F1 dio a Florentino Pérez: la guerra con la FIFA y UEFA se gana a lo Ecclestone

La FIA (Federación Internacional de Automovilismo) perdió el control total de la Fórmula 1 ante el líder de los equipos: Bernie Ecclestone. Ellos también buscaban su propia Superliga. Mister E perdió la batalla y ganó la guerra

Foto: Fernando Alonso y Bernie Ecclestone, en 2010. (EFE/Diego Azubel)
Fernando Alonso y Bernie Ecclestone, en 2010. (EFE/Diego Azubel)

Follow the money, la famosa frase de Garganta profunda en el caso Watergate, que costó la presidencia de los EEUU a Richard Nixon, es la que mejor explica el porqué de las recientes rebeliones de ligas deportivas. Ocurrió con el pádel y la deserción del World Padel Tour, ocurrió con el circuito LIV de golf frente al dominio de la PGA y está por ver si ocurrirá lo mismo con la Superliga de fútbol en su guerra frente a FIFA y UEFA. El fondo es el mismo: el dinero.

La Fórmula 1 ya pasó por el sarampión de la rebeldía hace muchos años. La Federación Internacional de Automovilismo (FIA), encabezada por Jean Marie Balestre, andaba a la gresca frente a Bernie Ecclestone, que era el cabecilla de los equipos.

Un paralelismo más que curioso respecto a la situación que vive el futbol en la actualidad. Florentino Pérez, como presidente del Real Madrid y de la Superliga, lidera una revuelta de equipos frente al poder federativo, representado por Aleksandr Ceferin. Ecclestone perdió la batalla inicialmente frente a Balestre, pero, como veremos después, acabó venciendo la guerra.

Las razones del enfrentamiento entre Balestre y Ecclestone eran casi calcadas a las de Ceferin y Pérez: control de los derechos comerciales y, por ende, mayor reparto de dinero. Ayer, como hoy y en cualquier lugar del universo deportivo, cada parte batalla con ardor, erigiéndose siempre como defensora de los aficionados. Sin embargo, utilizar en vano el nombre de los seguidores del deporte es un recurso demasiado visto como para ser creído por nadie, salvo los ingenuos. Pelean por el territorio que creen que les pertenece, cada cual con sus razones, pero exclusivamente por sus intereses.

placeholder El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, y el del Real Madrid, Florentino Pérez. (Europa Press)
El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, y el del Real Madrid, Florentino Pérez. (Europa Press)

La FIA era (y sigue siendo) titular de los derechos de la Fórmula 1, de igual manera que la UEFA es la dueña de la Champions League y toda su historia. Y aquí viene la primera cuestión que a menudo se subestima por parte de la facción rebelde: Florentino y sus seguidores quizá creen que basta con cambiar un nombre y que todo va a seguir igual.

En 1980, Balestre ya dejó claro a Ecclestone que si seguía adelante con sus amenazas, podría llamar a su campeonato como quisiera, pero que la marca Fórmula 1 e incluso la denominación Grand Prix (Gran premio), no la iba a poder utilizar.

No subestimes a tu enemigo

De igual modo, no es tan simple pasar de Champions League a Superliga y, desde luego, es muy ingenuo pensar que la UEFA va a dejar de convocar su campeonato si los equipos rebeldes consuman su deserción. Y aquí viene la segunda parte del problema. Algunos de los equipos potentes de Europa, aunque sean pocos, permanecerán fieles al sistema actual. Ganarán Orejonas, mientras los rebeldes ganarán otro torneo que puede que sea mejor, con varias de las mejores estrellas, pero su palmarés ahí comienza a cero. Y justo así, por subestimar al enemigo, comenzó a desmoronarse la amenaza rebelde en la Fórmula 1.

En el Gran Premio de España de 1980, en el de Sudáfrica de 1981 y en el de San Marino de 1982, los rebeldes en los dos primeros casos y los oficialistas en el tercero midieron sus fuerzas. Ninguna de las dos facciones salió vencedora. Se vio claro que ninguno tenía fuerza suficiente para volar por libre, y eso obligó a Balestre y a Ecclestone a buscar un acuerdo. Las amenazas y fanfarronadas mostraron su inutilidad y no hubo más remedio que ambos pasaran de enemigos a socios. Balestre mantenía el poder reglamentario y deportivo para la FIA y Ecclestone se aseguraba la explotación comercial para los equipos. El pacto de la Concordia.

La cohabitación entre Balestre y Ecclestone duró algo menos de diez años y las cosas fueron razonablemente bien. La Fórmula 1 empezó a profesionalizar sus estructuras y se produjo su despegue. Fue ahí cuando se catapultó como el más importante espectáculo deportivo del mundo después de los Juegos Olímpicos y los Mundiales de Fútbol. Sin embargo, a pesar de que Ecclestone tenía manos libres para comercializar con los circuitos organizadores de carreras y con las televisiones que lo retransmitían, la FIA seguía siendo una barrera para muchas de sus aspiraciones comerciales.

Objetivo: la Presidencia

Hombre astuto como pocos, Ecclestone se dio cuenta de que reabrir la guerra con la FIA iba a ser de nuevo un enorme desgaste de resultado además muy incierto. La oportunidad la vio el exdueño de la Fórmula 1 cuando se convocaron en 1991 elecciones a la presidencia de la FIA. Bernie sabía además lo confiado que andaba Balestre ante su enésima reelección. En vez de luchar contra mi enemigo, por qué no colocar en la presidencia a alguien que sirva a mis intereses, se debió preguntar Mr. E. Dicho y hecho. Entra en acción Max Mosley.

Por mucho que quisieran escenificar independencia el uno del otro, e incluso en ocasiones llevarse la contraria públicamente, todo era puro teatro. Mosley, antes de alcanzar la presidencia de la FIA, era el abogado de Ecclestone, y una vez en la poltrona federativa, fue el cómplice necesario para ejecutar todos sus planes. Mosley se cargó, durante su mandato, el DTM, los Grupo C de resistencia, los turismos... En definitiva, todo aquello que pudiera detraer un dólar del negocio central de la vaca que había que alimentar, que era la Fórmula 1.

Sibilinamente, antes de aquellas elecciones de 1991, Bernie Ecclestone fue con mucha discreción repartiendo caramelos acerca de posibles Grandes Premios en según qué países. También dejaba caer con sutileza, a los dubitativos, las dificultades de mantener la Fórmula 1 en su país si el elegido era Balestre y no su candidato Mosley. Contra todo pronóstico, Mosley derrotó a Balestre en las urnas después del súbito cambio de muchos votos que creía suyos. Follow the money, ¿recuerdan?

placeholder Bernie Ecclestone y Max Mosley, en una imagen de archivo. (EFE/Gareth Watkins)
Bernie Ecclestone y Max Mosley, en una imagen de archivo. (EFE/Gareth Watkins)

Por si a alguien le queda alguna duda aún de hasta qué punto Mosley era un lacayo de Ecclestone, viene bien recordar que la FIA vendió en 2001 al magnate británico los derechos de la Fórmula 1 por ¡100 años!, a cambio de 360 millones de dólares. Por poner contexto a la dimensión del pelotazo, hay que recordar también que, cuando Ecclestone vendió el negocio 16 años después a Liberty Media, lo hizo por 8.000 millones de dólares. Eso son plusvalías y lo demás tonterías.

Es absurdo negar que la Fórmula 1 es lo que es hoy, en grandísima medida, gracias a Bernie Ecclestone. Es un genio irrepetible y quizá la persona más influyente en la historia del deporte. Eso no quita que muchos de sus métodos empresariales sean, cuando menos, cuestionables. Pero lo de hoy no versaba sobre ética, sino acerca del modo más inteligente de ganar una guerra entre el poder deportivo federativo y el poder comercial de los equipos. Esa fue la advertencia, involuntaria, que Ecclestone le dio a Florentino Pérez.

Follow the money, la famosa frase de Garganta profunda en el caso Watergate, que costó la presidencia de los EEUU a Richard Nixon, es la que mejor explica el porqué de las recientes rebeliones de ligas deportivas. Ocurrió con el pádel y la deserción del World Padel Tour, ocurrió con el circuito LIV de golf frente al dominio de la PGA y está por ver si ocurrirá lo mismo con la Superliga de fútbol en su guerra frente a FIFA y UEFA. El fondo es el mismo: el dinero.

Bernie Ecclestone Fórmula 1 Florentino Pérez
El redactor recomienda