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El peligro histórico que amenaza el futuro de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Las Vegas
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POSIBLE FRACASO DE LA CARRERA

El peligro histórico que amenaza el futuro de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Las Vegas

Liberty Media, como promotor de la Fórmula 1, se juega mucho este fin de semana en la ciudad del juego. A veces, tener los mejores ingredientes no garantiza una receta de éxito

Foto: Asi es el trazado del circuito de Las Vegas (LasVegasGP)
Asi es el trazado del circuito de Las Vegas (LasVegasGP)

Muchos de ustedes recordarán la famosa película de Elvis Presley y Ann Margret llamada Viva Las Vegas El film se rodó hace sesenta años en las mismas calles donde correrán los Fórmula 1 el próximo domingo. La Metro Goldwyn-Mayer tenía por entonces la obligación por contrato de hacer una película con la máxima estrella global del Rock n'roll, pero firmaron el acuerdo sin tener siquiera un guion. Alguien llegó con la solución mágica: una carrera de coches en Las Vegas, buena música y buenos bailes. Imposible que salga mal, debieron pensar.

Y la verdad es que la cosa no salió mal del todo. El film no fue ningún bombazo, pero a fin de cuentas fue la decimocuarta película más vista de 1965. Pese a ello, quedó cierto aroma a fracaso porque sin duda se esperaba mucho más. Un Elvis Presley en su plenitud y una maravillosa Ann Margret dando la réplica, se le suponía un éxito colosal. El argumento de un piloto de carreras aspirante a ganar el primer Gran Premio de Las Vegas también era más que seductor. Pero al igual que le puede pasar a la carrera de Fórmula 1, unas expectativas demasiado altas pueden ser también muy traicioneras.

Las cosas han cambiado bastante a lo largo de seis décadas, tanto en el automovilismo deportivo, en el cine y en la propia ciudad norteamericana. Pero el razonamiento de fondo de mezclar en 2023 Las Vegas con la Fórmula 1 son similares a los de la película de Elvis Presley hace sesenta años. La meca del entretenimiento necesita tener en su calendario a uno de los mayores espectáculos deportivos globales.

Por su parte, la máxima especialidad del automovilismo, para afianzar su supremacía, debe también estar presente en los lugares más cotizados del planeta. Un matrimonio de conveniencia en toda regla, que funcionará mientras el negocio marche bien. De no hacerlo, cuando los billetes no entren por la puerta, el amor saldrá volando por la ventana.

Tal es la importancia estratégica de la carrera tanto para Liberty Media como promotor del campeonato, que estamos ante el único caso de toda la temporada donde un tercero no explota el evento, sino que lo hace el propio promotor. La apuesta se ha elevado a nada menos que 500 millones de dólares de inversión para un contrato realizado con la municipalidad de Las Vegas a 10 años. Hay mucho en juego. Si la cosa sale mal va a ser un correctivo muy serio para los actuales propietarios de la Fórmula 1. Y un borrón inoportuno en unos momentos de plena expansión de la especialidad.

placeholder Todos los experimentos de Bernie Ecclestone en circuitos urbanos fracasaron. Detroit es la carrera que más veces estuvo en el calendario. (Archivo Goodyear)
Todos los experimentos de Bernie Ecclestone en circuitos urbanos fracasaron. Detroit es la carrera que más veces estuvo en el calendario. (Archivo Goodyear)

El precedente Ecclestone

No es malo en sí que el promotor del campeonato, a su vez sea promotor de alguna de sus carreras. Podría interpretarse como competencia desleal al resto de organizadores cuando las tarifas por albergar Grandes Premios son de varias decenas de millones de dólares y no dejan de crecer. Pero al mismo tiempo, puede haber razones de peso por el bien del campeonato y estar en la meca del entretenimiento es una de ellas.

Bernie Ecclestone, en su momento, también actuó de forma similar a la de Liberty Media. El anterior propietario de la competición puso todo de su parte para que Hungría organizara carreras cuando aún estaba el telón de acero. También se echó a sus espaldas la organización del Gran Premio de Bélgica, porque tenía la convicción de que una pista como Spa-Francorchamps debía estar presente en el calendario. Pero fracasó siempre en su asignatura pendiente de popularizar la Fórmula 1 en Estados Unidos con sus sucesivas apuestas personales en Dallas, Detroit o Phoenix.

Foto: Bernie Ecclestone a la salida de la corte de Southwark. (EFE/Tolga Akmen)

La gran oportunidad desperdiciada por Ecclestone y la especialidad, fue perder Long Beach. El promotor Chris Pook prefirió dejar de organizar el Gran Premio de Fórmula 1 y pasarse al campeonato Indycar que tenía nombres mucho más reconocibles para el aficionado medio norteamericano y las exigencias económicas y de calidad de la pista eran inferiores. Mr. E trató de buscar una alternativa al circuito urbano del sur de Los Angeles, con una carrera que hiciera de cierre de temporada, precisamente en Las Vegas, pero el fracaso fue estrepitoso.

Una jugada marcada en rojo

Era obvio para Liberty Media, que para asegurarse el retorno de la Fórmula 1 a la ciudad de los casinos no podía cometer los mismos errores que en su día cometió Bernie Ecclestone. Pero igual que pensaron en grande a la hora de construir el circuito, para alejarse de aquella farsa de trazado realizada en el parking del hotel Caesars Palace, no parecen haber aprendido de otros patinazos sonoros de Ecclestone, como fueron las carreras de la India, Corea del Sur o incluso China.

El razonamiento de Ecclestone era lógico. La Fórmula 1 debía estar en los países más importantes del mundo por población o por poderío económico. Pero en los tres casos, a pesar de inversiones descomunales, todas por encima de los 300 millones de euros, el público local dio la espalda a las carreras. Y este pudiera ser el gran error cometido por Liberty Media.

Uno de los secretos para el éxito de un Gran Premio es que la población local abrace la competición y la sienta como propia. Quien haya tenido ocasión de asistir a Grandes Premios como los de Australia o Canadá comprobará hasta que punto este aspecto ha sido clave para que estas dos carreras sean fijas en el calendario.

El peligro del pelotazo

Todos los patinazos de Ecclestone a la hora de incorporar nuevas carreras al calendario, tenían el mismo problema de fondo: ganas de hacer caja demasiado rápido sin sembrar pensando en el largo plazo. Cuando la Fórmula 1 abandonó Montjuich y Jarama a comienzos de los 80 costó Dios y ayuda que primero en Jerez y después en Barcelona, el público respondiera a la llamada.

Pero perseverando, los números fueron mejorando hasta que el fenómeno Fernando Alonso disparó el Gran Premio de España al estrellato de los más exitosos del campeonato. Los pelotazos a veces funcionan, pero si se va con esa mentalidad de inicio lo que está claro es que no son sostenibles en el tiempo. Liberty Media está haciendo inversiones masivas, como los 280 millones de dólares gastados en el edificio de boxes y la construcción del circuito, pero la codicia ha sido la palabra más recurrente entre los aficionados ante los costes estratosféricos para asistir a la carrera.

Foto: Después de la crisis, sorprendió el podio de Alonso en Brasil (EFE Isaac Fontana)

Es posible que siempre haya un nutrido grupo de visitantes a Las Vegas que les queme el dinero en los bolsillos y estén dispuestos a pagar lo que sea. Pero ninguna carrera se hace sostenible en el tiempo sin pensar en espacios para aficionados terrenales y por supuesto con la población local.

Elvis Presley, en la película Viva Las Vegas, demostró que a veces hasta las apuestas más seguras pueden quedarse muy lejos de las expectativas. Da igual que tengas los mejores ingredientes, porque si no cocinas bien el plato, la decepción es similar a quedarse a una casilla del premio gordo de la ruleta. Stefano Domenicali y su equipo deberían de tomar nota si quieren que la carrera se mantenga en el calendario los próximos diez años.

Muchos de ustedes recordarán la famosa película de Elvis Presley y Ann Margret llamada Viva Las Vegas El film se rodó hace sesenta años en las mismas calles donde correrán los Fórmula 1 el próximo domingo. La Metro Goldwyn-Mayer tenía por entonces la obligación por contrato de hacer una película con la máxima estrella global del Rock n'roll, pero firmaron el acuerdo sin tener siquiera un guion. Alguien llegó con la solución mágica: una carrera de coches en Las Vegas, buena música y buenos bailes. Imposible que salga mal, debieron pensar.

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