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El día de mayor cabreo de Fernando Alonso es cuando él sabe que también ha fallado
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FIN DE SEMANA DECEPCIONANTE

El día de mayor cabreo de Fernando Alonso es cuando él sabe que también ha fallado

El Gran Premio de Singapur fue una carrera para olvidar para el piloto español y para Aston Martin. Todo lo que podía salir mal salió así, aunque el asturiano es su mayor crítico

Foto: Fernando Alonso, en pleno Gran Premio de Singapur. (Reuters/Edgar Su)
Fernando Alonso, en pleno Gran Premio de Singapur. (Reuters/Edgar Su)

Todos los equipos por los que ha pasado Fernando Alonso a lo largo de su carera deportiva en Fórmula 1 siempre han destacado la extrema intensidad con la que vive su profesión. Ser el primero en llegar y el último en marcharse, así como estar todo el día sin dar respiro a todo su equipo técnico, forma parte de un nivel de exigencia descomunal. Todos los que trabajan con él, en cuanto le conocen, saben que es muy exigente consigo mismo. Por esa razón, el día que él falla, su nivel de enfado alcanza su grado máximo.

La obsesión por controlar hasta el último detalle, por cuidar todos los elementos de su preparación física y mental, por ensayar miles de escenarios estratégicos distintos hace que Fernando sea un piloto que muy rara vez falla. Normal que le duela tanto el día que eso ocurre. El Aston Martin no era competitivo en Singapur, la suspensión delantera parece que tenía un problema desde la segunda vuelta, le cayó también una dudosa sanción de cinco segundos, el equipo metió la pata en el repostaje… Un cúmulo de circunstancias desfavorables que destrozan la compostura de cualquiera. Pero a Fernando, remando a la contra, a veces eso hasta le sirve para crecerse. Es ahí donde saca a relucir de forma especial su grandeza.

placeholder Momento fatídico de la parada en boxes de Fernando. (EFE/Caroline Chie)
Momento fatídico de la parada en boxes de Fernando. (EFE/Caroline Chie)

"Fue una jornada extremadamente dura: todo lo que podía salir mal salió mal para nosotros", explicó un desencajado Alonso al bajarse de su coche. "Creo que todos esperábamos un buen fin de semana en Singapur y no ha sido el caso. Así que tal vez en Japón no esperemos magia y nos llevemos una agradable sorpresa". Decepción máxima ante lo que se presumía uno de los fines de semana de gloria del calendario. Sus pocas ganas de hablar y su lenguaje corporal no engañaban. Debajo del uniforme verde de Aston Martin había un volcán en erupción.

Explicaciones que no dan consuelo

Tiene razones desde luego Fernando para buscar culpables a su enfado. ¿Cómo no va a enfadarse por la severidad con la que se le aplicó la sanción de cinco segundos por superar la línea blanca de acceso al carril de boxes? La sanción estuvo bien puesta, pero es lógico que al de Oviedo le resulte irritante la constante doble vara de medir de los comisarios. En Singapur, además, hubo situaciones sancionables que escaparon.

Muy comprensible también el cabreo con su equipo con la desastrosa parada en boxes. Si hay un pit-stop donde tiene delito fallar, es en esos que tienes que estar los primeros cinco segundos quieto para cumplir una penalización. Pero eso no es ningún consuelo o alivio para Fernando. Él sabe que ha fallado y se estará mortificando a cuenta de sus errores. Porque fue error suyo entrar pasado en el carril de boxes, fue suyo el fallo cometido en la pelea con el correoso Sergio Pérez y fue suyo el error del trompo final que terminó de tirar por tierra cualquier opción de puntuar. En alguien que nunca falla, lógica esa rabia interior infinita.

placeholder Fernando Alonso, en Singapur. (EFE)
Fernando Alonso, en Singapur. (EFE)

Incluso su vuelta de clasificación, que le dejó en una complicada séptima posición en parrilla, quizá pudo haber sido mejor. Sus mejores parciales indicaron que había margen de mejora una o dos décimas, pero hay que creerle si afirma que no había margen de mejora alguna. Pero lo que es indudable es la magia que en tantas ocasiones ha aparecido en la arrancada y la primera vuelta no apareció. Esa séptima plaza en parrilla venía cargada por el diablo para todo lo que vino después.

"El coche es inconducible", exclamó un Fernando frustrado por la radio hacia el final de la carrera. No se sabe si el comportamiento del coche fue de mal en peor a medida que avanzaba la carrera, pero ya desde el principio se vio que no había ritmo al rodar detrás de Hamilton. De haber ganado quizá alguna posición aparte de la de Magnussen en los primeros compases de la prueba, habría tenido algo más de aire para respirar en momentos decisivos, por ejemplo haber entrado antes a boxes cuando apareció el coche de seguridad y no haberse quedado atascado detrás de Sergio Pérez. Pero estaba claro que no era el día ni del piloto, ni del coche, ni del equipo.

Un bajón inexplicable

Sorprende el bajón de rendimiento de Aston Martin en una pista que se presumía favorable. La única razón que cabe para explicar la disparidad entre esperanzas y realidades es que esas esperanzas estaban basadas en el AMR23 poderoso que vimos en el primer tercio de la temporada. Cuando vinieron los primeros controles de flexibilidad de los elementos aerodinámicos coincidió con la pérdida de competitividad. Fue coincidente en el tiempo también el cambio de carcasas de Pirelli y no se sabe si fue lo primero, lo segundo o un paquete de evoluciones introducido también en aquellos momentos. Lo que está claro es que Fernando pasó de disponer del segundo mejor coche de la parrilla, al cuarto o quinto.

El control de los elementos aerodinámicos flexibles dio una nueva vuelta de tuerca en Singapur y aparece la explicación más plausible al escandaloso bajón de competitividad de los Red Bull. Fernando afirma con rotundidad que, para ellos, esta medida no les ha afectado y que el coche está exactamente igual. Pero esto es lo mismo que ha dicho desde Red Bull y es obvio que esta circunstancia sí ha debido influir. Un circuito ratonero como Zandvoort dio esperanzas que en circuitos de máxima carga aerodinámica Aston Martin volvía a ser competitivo. Pero ya hemos visto que no. Y de la forma más dura de las posibles.

Fernando Alonso, con los ánimos más calmados, trató de poner un mensaje positivo después del que sin duda ha sido el fin de semana más aciago del año: "Mejor que haya sucedido todo de una sola vez. No olvidemos que en realidad es nuestra primera carrera sin puntuar de toda la temporada. Vinimos aquí con muchas esperanzas, pero Singapur es un circuito bastante único, el ritmo de carrera está realmente dictado por la temperatura de los neumáticos, y tal vez forzamos demasiado. Hay muchas cosas que debemos investigar de este fin de semana, hay mucho que sacar y mejorar. Necesitamos mejorar. Olvidemos este fin de semana y centrémonos en Suzuka". Cuando la bestia está herida, es más peligrosa, especialmente en el territorio de los samuráis.

Todos los equipos por los que ha pasado Fernando Alonso a lo largo de su carera deportiva en Fórmula 1 siempre han destacado la extrema intensidad con la que vive su profesión. Ser el primero en llegar y el último en marcharse, así como estar todo el día sin dar respiro a todo su equipo técnico, forma parte de un nivel de exigencia descomunal. Todos los que trabajan con él, en cuanto le conocen, saben que es muy exigente consigo mismo. Por esa razón, el día que él falla, su nivel de enfado alcanza su grado máximo.

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