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"¡Me siento vivo de nuevo!". Así se fundió Fernando Alonso con su monoplaza
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EXULTANTE POR SU RENDIMIENTO Y DE LA MÁQUINA

"¡Me siento vivo de nuevo!". Así se fundió Fernando Alonso con su monoplaza

No fue una carrera más. Alonso se sintió pleno y completo competitivamente, fundido con una máquina con la que alcanzó una simbiosis poco frecuente para un piloto

Foto: Alonso, en su séptimo podio de 2023, récord también en la F1. (Reuters/Stephanie Lecocq)
Alonso, en su séptimo podio de 2023, récord también en la F1. (Reuters/Stephanie Lecocq)

Era esa entonación la que llamaba la atención, que parecía salir desde el alma: "¡Me siento vivo de nuevo!". Era Fernando Alonso en el último de los cortos vídeos de resumen que publica Aston Martin en las redes sociales después de cada gran premio. ¿A santo de qué tan singular euforia? Quizás él mismo había dado las razones en la rueda de prensa. "En días como hoy, sentía que estaba al máximo y dando el cien por cien de lo que sentía y de mis habilidades en un coche de carreras".

El pasado Gran Premio de Holanda marcó el momento álgido de Alonso desde su retorno a la Fórmula 1. En términos relativos, quizá también, porque su ya dilatada carrera otorga más valor a semejante plenitud de facultades y rendimiento. De hecho, el piloto al que intentaba arrebatar la victoria tenía seis años cuando el propio Alonso lograba su primer podio en Malasia 2003. El domingo, el español también lograba un singular récord: el mayor lapso de tiempo entre el primer y el último podio en la Fórmula 1.

Contaba el australiano Alain Jones tras ganar el Gran Premio de España de 1980 que,durante toda la carrera, el mundo se había reducido a una ventana abierta a través de casco, y que al caer de la bandera a cuadros recuperó la conciencia de la realidad, sin recordar qué había hecho durante la prueba. Tal era el trance en el que había entrado en profunda concentración, un fenómeno que se produce cuando un piloto se hace uno con su monoplaza. Quizás fuera un caso comparativo un tanto extremo para Alonso el pasado domingo, pero útil para acercarse a las sensaciones que pudo sentir el español.

"Estaba muy feliz con la carrera. Fue uno de esos domingos en los que te sientes conectado con el coche, te sientes en sincronía con el coche y todo lo que haces". Una rara, siempre utópica, y muy puntual sensación para un piloto: fundirse, hacerse uno con tu monoplaza, sentir en las manos (y el culo) una máquina que es prolongación de tu mente. Alonso vivió con el AMR23 de Zandvoort esa simbiosis tan mítica y evasiva. "Sí, el coche voló hoy, era muy competitivo, muy fácil de conducir. En estas condiciones, necesitas un coche en el que puedas confiar y hoy lo probé mucho". Porque no se trataba de gran premio cualquiera, una carrera más

Visualizar la jugada ya desde la parrilla

"Hoy el coche funcionó muy bien. Y sí, me sentí seguro conduciendo. Tenía confianza en el coche, obviamente es lo que necesitas, ese nivel de confianza en cuanto empujas en estas condiciones" insistía en varias ocasiones. "Sí, el coche fue rápido en seco, rápido en intermedios, y probablemente nuestra parte más competitiva fue al comienzo de la carrera, cuando solo llovió unas pocas gotas, pero todavía estábamos con el neumático liso". Y muy pronto surgió ese Alonso con vocación absoluta hacia el pilotaje a sus 42 años que empezó con un caso práctico de su enfoque de la competición y las carreras.

"Soy una persona muy técnica, quiero saber todo sobre lo que hago, cuando no estoy en mi entorno o zona de confort me estreso más, y una forma de estar calmado antes de una carrera es saber todo sobre la estrategia, de los neumáticos, escuchar a los ingenieros, a los estrategas, escuchar dos o tres o cuatro veces cuál es el plan… Es mi enfoque para la carrera, para tener confianza. Luego, si no funciona, no es porque no venga de mí o porque tenga dudas", explicaba en un reciente pódcast sobre su forma de preparar su trabajo. Que aplicó en el ya famoso doble adelantamiento de la tercera curva.

Que la maniobra de Alonso fue un gesto de genio lo demuestra que fue el único en hacerla. No deja de sorprender semejante grado de meticulosidad y obsesión competitiva tras dos décadas en la Fórmula 1 sin mostrar el menor grado de saturación. “En los primeros o segundos libres, en una de las vueltas de salida a la pista, dejé ir a varios coches en la trazada normal y encontré mucho grip por el interior casualmente al dejar a la gente pasar. Así que lo anoté en mi cabeza, siempre, durante todo el fin de semana, en caso de que lloviera”. Y llovió. “Estaba dispuesto a intentarlo de nuevo, para ser sincero, cuando estábamos en la parrilla, con el semáforo rojo y empecé a ver gotas en el visor”.

A continuación, recordaba cómo antes de arrancar visualizó la escena. “Pensé que todo el mundo tendría prudencia en esa curva con el nivel de adherencia”, y recordaba cómo hasta tuvo en cuenta otro detalle que forzaría a la prudencia generalizada cuando se hiciera la trazada por arriba de esa curva 3: "La pintura de Aramco, ahí tienes que tener cuidado". Alonso luego pedía entre bromas que fuera elegido el "adelantamiento del mes". Una vez más.

La última bala

Alonso tenía más motivos para mostrarse exultante. Nada para un deportista como la expresar sus capacidades y talento en máxima plenitud, como el pasado gran premio. Porque además de gestionar todas las fases de una carrera compleja y variable, Alonso también compensó una primera entrada en boxes para montar intermedios en la segunda vuelta que le hizo perder 16 segundos frente a los que pararon en la primera, como Pérez, que luego terminó por detrás. Luego, casi ocho perdidos al errar el montaje de otros intermedios en la fase final de la carrera. Y con todo, era Alonso quien tenía una última bala para arrebatar la victoria a Max Verstappen. El único piloto que ha puesto alguna vez en un brete en 2023 al holandés: la primera, en Mónaco, la segunda, en su propia casa.

"Pensé en intentarlo (adelantar a Verstappen en la recta final). ¡Así que no fui conservador! Pensé mucho en qué hacer en el período de bandera roja, pensé cuáles eran las posibilidades. Obviamente, adelantar en la curva dos era algo que estaba en mi cabeza, también en la uno", relataría después de la prueba. "Lo discutí con el equipo, quería intentarlo hoy. Pero no quería comprometer muchos puntos para el equipo, porque el segundo puesto también era muy importante. Pero compartían conmigo que lo intentara. Creo que ellos también tienen confianza en mí y en lo que decidiera". Cómo negárselo a un piloto en semejante estado de gracia.

Con los neumáticos fríos, pasó a fondo en el peralte de la última curva para intentar ganar velocidad. No pudo pasarse y, como relató después, fue cambiando todas sus trazadas en relación con Verstappen para ver si sucedía con la adherencia lo mismo que en la curva 3, en la primera vuelta. “Estuvo cerca, pero no suficiente”.

Aún es pronto para saber si el AMR23 se ha transformado. Como en Montreal, Aston Martin introducía en Zandvoort un nuevo paquete aerodinámico, pero las carreras siguientes desmintieron aquella aparente mejoría. Harán falta más datos y circuitos para contrastar el rendimiento del pasado fin de semana. De momento, "¡Me siento vivo de nuevo!". Sin duda, Fernando Alonso tiene ya una casilla marcada a fuego en su mente: Singapur.

Era esa entonación la que llamaba la atención, que parecía salir desde el alma: "¡Me siento vivo de nuevo!". Era Fernando Alonso en el último de los cortos vídeos de resumen que publica Aston Martin en las redes sociales después de cada gran premio. ¿A santo de qué tan singular euforia? Quizás él mismo había dado las razones en la rueda de prensa. "En días como hoy, sentía que estaba al máximo y dando el cien por cien de lo que sentía y de mis habilidades en un coche de carreras".

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