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Max Verstappen o cuando por un difícil carácter respiran las heridas de un padre
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DE TAL PALO, TAL ASTILLA

Max Verstappen o cuando por un difícil carácter respiran las heridas de un padre

La tortuosa historia personal de Jos Verstappen y las muchas promesas incumplidas de su carrera deportiva explican mucho de todo lo bueno (y lo malo) que ha heredado su hijo

Foto: Los dos Verstappen charlan en 'boxes'. (Reuters/Ricardo Arduengo)
Los dos Verstappen charlan en 'boxes'. (Reuters/Ricardo Arduengo)

"Yo lo crie y sí, fui muy duro con él. Pero ese era mi plan. Muchas personas no son capaces de imaginar las enormes dificultades que supone triunfar en la Fórmula 1". Así explicaba Jos Verstappen hace unos años cómo fue su relación como padre con su hijo Max, hasta haber logrado el objetivo de ser campeón del mundo. En esa admisión de tener un plan trazado, se percibe ese deseo de tantos padres de lograr, a través de sus hijos, todo lo que ellos soñaron, pero no pudieron conseguir. Esto es algo que se ve una y mil veces en cualquier competición infantil o juvenil. Pero lo de Jos con su hijo Max es un escalón superior.

Es indudable que, sin la formación de sargento de hierro que Jos le dio a su hijo, Supermax no hubiera llegado donde ha llegado. El propio Max ha reconocido que, aunque quizá él no educaría así a su hijo, es muy consciente de que todo lo que es como piloto se lo debe a su padre. Pero es evidente que la máquina perfecta de pilotar tiene mucho que ver con el empeño del padre, pero también su difícil carácter, salpicado a menudo de una pésima educación.

Foto: Verstappen se impuso al equipo en su parada en Spielberg. (EFE/Darko Vojinovic)

Sin embargo, la única clave para que Verstappen se haya convertido en un piloto imparable no solo está en la forma de educarle de su padre. Jos creó un monstruo, es cierto, pero ninguno de sus métodos hubiera funcionado si Max no hubiera nacido con un don divino para pilotar. Y, el que lo dude, que pregunte a Mathias Lauda, Freddie Hunt, Nicolas Prost, Leo Mansell o Joshua Hill, entre muchos otros.

Promesas incumplidas

La atormentada personalidad de Jos Verstappen tiene mucho que ver con ser uno de los pilotos de la historia de la Fórmula 1 que más prometía y más lejos se quedó de lograr el objetivo. El padre atesoraba un enorme talento. Pero de la forma más dura posible aprendió que es sólo una parte fundamental de la ecuación, pero sin otras cualidades, le puede ocurrir como a él: de estar en la liga de Michael Schumacher a abandonar la competición después de 107 Grandes Premios sin una sola victoria y apenas dos podios.

Otoño de 1993, un test en el circuito de Estoril. El equipo Arrows iba a evaluar a dos jóvenes talentos: un tal Jos Verstappen, de 21 años y con apenas dos años de carrera deportiva, acababa de ganar el Campeonato Alemán de Fórmula 3. También estaba Gil de Ferrán, al que el paddock consideraba la nueva joya brasileña después de Ayrton Senna. Por hacer la historia corta, Verstappen aniquiló en aquel test a De Ferrán, de más experiencia y palmarés que el neerlandés. Es cierto que el clima y problemas fortuitos afectaron al brasileño, pero el padre de Max, sin experiencia, batió en apenas tres tandas los registros del piloto titular del equipo, Derek Warwick.

La noticia corrió como la pólvora y, a la mañana siguiente, todos los equipos, excepto McLaren y Ferrari, habían ofrecido un contrato al nuevo prodigio de los Países Bajos. Flavio Briatore se adelantó a todos y le fichó como piloto de pruebas, pero después de la lesión del finlandés JJ Lehto lo ascendió a piloto titular. Lo que parecía la oportunidad de su vida para dispararse al estrellato se tornó en una pesadilla. Tanto que, a consecuencia del golpe en su moral nunca volvió a ser el mismo. En aquel Benetton sospechoso de muchas trampas, Michael Schumacher brillaba de tal manera que logró el campeonato del mundo, mientras que Verstappen parecía una absoluta mediocridad de piloto. Tan decepcionante fue su rendimiento que fue despedido del equipo sin miramientos.

placeholder La carrera deportiva de Max Verstappen en karting fue muy exitosa. (CRG)
La carrera deportiva de Max Verstappen en karting fue muy exitosa. (CRG)

En una entrevista concedida en 2012, Jos Verstappen dio su versión de aquel fiasco: "Michael [Schumacher] tenía ayudas electrónicas a la conducción en su coche. Nunca se ha reconocido, pero estoy convencido de ello, y cuando más tarde le pregunté a Flavio Briatore me respondió: 'No vamos a hablar de ello'. Así que ya sé lo que tenía que saber. Había algo que me decía que era imposible, frenaba en el límite y atacaba las curvas tan duro como era posible, así que, ¿cómo podía sacarme tanto Schumacher? Cualquier piloto depende de su coche y la mayoría de la gente pensaba que era un Dios, pero no es Superman. En el karting nunca me superó".

Nunca se sabrá cuánto hay de verdad en las acusaciones de Verstappen, pero sí es cierto que la diferencia era excesiva. Una cosa son las fastidiosas tres décimas que un superclase como Schumacher podía endosar en Ferrari a grandes pilotos como Eddie Irvine o Rubens Barrichello, y otra las diferencias estratosféricas entre el primer y segundo piloto de aquel equipo Benetton de los títulos mundiales de 1994 y 1995. ¿Entienden de dónde viene la obsesión actual de Jos Verstappen para que Red Bull gire absolutamente alrededor de su hijo Max, tanto técnica como estratégicamente?

Un declive inexorable

Después de aquella amarga experiencia en Benetton, la autoconfianza de Jos quedó muy tocada. Fichó por Arrows, pero no solo había perdido chispa, sino que había descuidado su preparación física y mental. No asumió que Arrows era un equipo para trabajar duro y no para saldar cuentas personales con Schumacher y Benetton. Su gran oportunidad para reconstruir su carrera fue con el prometedor equipo Honda, con el que batieron todos los récords de la pretemporada 1997, pero la muerte prematura del líder técnico del proyecto, Harvey Postlethwaithe, provocó el cierre de la operación y de nuevo dejaba a Jos compuesto y sin volante.

No se sabe cuánto influyó su fracaso deportivo en los muchos problemas personales que desde entonces tuvo Jos. Recordemos que, mientras construía la carrera de piloto de su hijo, Jos ha tenido tres divorcios y denuncias de malos tratos con sus exmujeres (incluyendo Sophie Kumpen, la madre de Max). E, incluso con su padre Frans, hay también condenas por agresión al progenitor de otro piloto en una competición y reiteradas muestras de un carácter violento. Lo que sí parece claro es que sus frustraciones provocaron una especie de juramento para asegurarse de que su hijo no transitaría por los mismos calvarios que él tuvo que recorrer.

Es fácil de entender la insolencia y las continuas faltas de respeto de Max Verstappen a su equipo si, de niño, has vivido una infancia tan complicada. Incluso Jos le llegó a bajar del coche y dejarle en una gasolinera después de una discusión. Una forma fuera de lugar para enseñar a un niño que, en la Fórmula 1, no van a dudar en bajarte de un coche por mucho vínculo que tengas con el propietario. Es el mejor ejemplo de que un hijo respira por las heridas de un padre.

"Yo lo crie y sí, fui muy duro con él. Pero ese era mi plan. Muchas personas no son capaces de imaginar las enormes dificultades que supone triunfar en la Fórmula 1". Así explicaba Jos Verstappen hace unos años cómo fue su relación como padre con su hijo Max, hasta haber logrado el objetivo de ser campeón del mundo. En esa admisión de tener un plan trazado, se percibe ese deseo de tantos padres de lograr, a través de sus hijos, todo lo que ellos soñaron, pero no pudieron conseguir. Esto es algo que se ve una y mil veces en cualquier competición infantil o juvenil. Pero lo de Jos con su hijo Max es un escalón superior.

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