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"Debería haber empujado dos jod*** vueltas": el enfado de Verstappen con su ingeniero
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FUERTE DISCUSIÓN POR LA RADIO

"Debería haber empujado dos jod*** vueltas": el enfado de Verstappen con su ingeniero

Durante la sesión clasificatoria del Gran Premio de Bélgica, se pudo escuchar la discusión subida de tono entre el actual campeón del mundo y su ingeniero. Y ya son varias…

Foto: Verstappen, tras lograr la 'pole' en Bélgica. (Reuters/John Thys)
Verstappen, tras lograr la 'pole' en Bélgica. (Reuters/John Thys)
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Por norma general, no es fácil trabajar junto a un piloto de Fórmula 1. Si cualquier deportista de alta competición requiere de su entorno infinitas dosis de paciencia, imaginen ya con un piloto de F1. Todos los deportes tienen sus particularidades y una enorme exigencia mental, pero es indudable que la adrenalina, cuando te estás jugando el pellejo a 300 kilómetros por hora, asciende a un escalón superior. Sirva este preámbulo para dar contexto a la hora de juzgar las salidas de tono a través de la radio de los pilotos, donde Max Verstappen suele llevarse la palma.

Aunque la intensidad competitiva justifique algún que otro exabrupto en caliente, lo de Verstappen a menudo entra directamente ya en el terreno de una pésima educación o de falta alarmante de madurez. Por suerte para el neerlandés, al otro lado de la emisora hay un ingeniero llamado Giampiero Lambiase que, además de hacer un excelente trabajo en el apartado técnico, demuestra también tener dotes para la psicología. O quizá más que psicología, lo que tiene GP es tener un carácter también lo suficientemente fuerte como para no achantarse ante la bestia cuando ruge y tomarse las cosas con humor cuando se disipa el calentón.

Foto: Max Verstappen saldrá primero en Bélgica. (Reuters/John Thys)

La pérdida de papeles radiofónica de Max surgió al final de la segunda fase de la clasificación, donde por poco se queda fuera del corte. Todos los pilotos comenzaron la Q2 con intermedios, pero enseguida decidieron que la pista estaba lista para neumáticos lisos, cambiando a mitad de camino. El problema en este tipo de situaciones es que salirse un milímetro del carril que se va secando te puede sacar de pista y eso, en Spa-Francorchamps, suele ser a mucha velocidad. Verstappen cometió un pequeño fallo y se quedó décimo en zona de riesgo de ser excluido por Gasly o Magnussen, que venían en sus vueltas rápidas. Para fortuna del actual campeón del mundo, ninguno de los dos mejoró sus cronos y Max pudo avanzar a la fase final.

"Debería haber empujado dos jod*** vueltas seguidas como dije", estalló Verstappen a través de la emisora. "¡Max, pero si te has clasificado!", le contestó Lambiase. "Sí, pero me importa una j*** mierda si paso el décimo, es una j*** mierda de ejecución", contestó un Verstappen que seguía fuera de sí. Lambiase, que demostró el temple que tiene y lo mucho que conoce a su piloto, le hizo ver tranquilamente que estaba equivocado: "Ok, Max. Y luego, cuando la pista sea dos segundos más rápida para hacer tu última vuelta y no te quede energía, ¿qué pasa con eso?". Max, consciente quizá por primera vez de que se había pegado con su ingeniero, tiró de sarcasmo en su respuesta. "Vale, dime lo que quieres hacer en la Q3 y lo haremos: neumáticos, combustible, plan de carrera...".

La calma después de la tormenta

Y es que, cuando llegó el momento definitivo de ir a por la pole position, Verstappen fue capaz de endosar nada menos que ocho décimas a su inmediato perseguidor. Es decir, que Lambiase sabía perfectamente lo que hacía, preparando lo mejor posible el coche para el momento clave. "¡Buena distancia sacamos!", exclamó exultante por la emisora Max. "Al menos tuvimos una buena Q3 y siento haber despotricado de esa manera por la radio". A lo que Lambiase luego respondió: "Poco a poco me voy acostumbrando, Max", con unas carcajadas que podían escucharse de fondo. La pelea del matrimonio se resolvió de buena manera: el primero, se disculpó y el segundo, quitó hierro al asunto.

Era inevitable que, al haber escuchado el acalorado intercambio de palabras entre Verstappen y Lambiase, el piloto de Red Bull, fuera preguntado por el asunto. "Sí, eso sucede a veces, lo que pasa es que la mayor parte de las ocasiones la emisora está bloqueada". Genio y figura, lejos de admitir que se había equivocado, sin darse cuenta, Max admitía que no es la primera vez que reacciona así, lo que pasa es que casi nadie se entera al no estar la emisora abierta. Cuando fue preguntado si creía que tenía razón, el bicampeón mundial seguía sin dar su brazo a torcer y se limitó a despachar la cuestión con un "lo hablaremos entre nosotros".

En esa faceta del carácter de Max Verstappen, cuando se conocen sus comienzos en competición desde niño, se adivina claramente la influencia de su padre Jos. La formación de sargento de hierro que Verstappen Sr. imprimió a su retoño, identifica asumir cualquier error como una muestra de debilidad. Y es obvio que no necesariamente es así, pero en este caso concreto hay que entender de dónde vienen las cosas. No hay que olvidar que Verstappen padre, a mediados de los noventa, fue la gran promesa incumplida de la Fórmula 1. La experiencia de los errores propios y de los juegos sucios del estanque de tiburones del paddock, debió de provocar que Jos se jurara a sí mismo que su hijo no iba a transitar por los mismos calvarios que a él le tocó recorrer.

Una de cal y otra de arena

Y hay que contarlo todo, porque igual que tenemos ese Max Verstappen insolente e irrespetuoso, está el Max leal y agradecido que no escatima elogios hacia alguien como Lambiase, del que sabe que, además de hacer un gran trabajo, tiene también la capacidad de aguantarle y saber llevarle bien. "Yo solo quiero trabajar con él", comentaba recientemente el piloto de Red Bull. "Si él (Giampiero) dejara de venir, yo también dejaría de correr". ¿Cabe una declaración mayor de lealtad y reconocimiento? Y es que, como admite Christian Horner, que es el jefe de ambos en el equipo, "lo bueno es que ninguno de los dos tiene miedo en decir lo que piensa".

Gianpiero Lambiase comenzó a trabajar con Max Verstappen en 2016, cuando se unió a Red Bull Racing. Así que puede decirse que prácticamente toda la carrera deportiva en Fórmula 1 del neerlandés se ha desarrollado con el ingeniero italiano a su vera y, por tanto, es un artífice clave en los éxitos del bicampeón mundial. "La relación entre un piloto y un ingeniero de carrera se basa en la confianza mutua", explicaba Lambiase hace un par de años en una entrevista. "Cuanto más directo es un piloto, es señal de que más confía en el equipo".

Saben que nadie puede ser tan directo con Verstappen porque nadie tiene el nivel de confianza que goza Lambiase

La dinámica entre Max y Giampiero es tan intensa que el propio equipo asiste callado a sus discusiones. Saben que nadie puede ser tan directo con Verstappen porque nadie tiene el nivel de confianza que goza Lambiase. "Él tiene que decirme cuándo estoy siendo un imbécil y yo también tengo que decírselo si lo pienso. A veces, yo trato de ser el ingeniero y él trata de ser el conductor, pero al final siempre lo arreglamos", se defiende Verstappen. Y es que, como el matrimonio de George y Mildred Roper, por muy antagónicos que sean, no pueden vivir el uno sin el otro.

Por norma general, no es fácil trabajar junto a un piloto de Fórmula 1. Si cualquier deportista de alta competición requiere de su entorno infinitas dosis de paciencia, imaginen ya con un piloto de F1. Todos los deportes tienen sus particularidades y una enorme exigencia mental, pero es indudable que la adrenalina, cuando te estás jugando el pellejo a 300 kilómetros por hora, asciende a un escalón superior. Sirva este preámbulo para dar contexto a la hora de juzgar las salidas de tono a través de la radio de los pilotos, donde Max Verstappen suele llevarse la palma.

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