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'El autor': no dejes que la realidad te estropee una buena historia
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'El autor': no dejes que la realidad te estropee una buena historia

Manuel Martín Cuenca vuelve a contar la historia de un caníbal —esta vez en sentido figurado— y adapta la primera novela corta de Javier Cercas, 'El móvil'

Foto: Javier Gutiérrez y Antonio de la Torre, en 'El autor', de Manuel Martín Cuenca.
Javier Gutiérrez y Antonio de la Torre, en 'El autor', de Manuel Martín Cuenca.

En 2013, Manuel Martín Cuenca estrenó 'Caníbal', una película sobre un ídem, tremendamente pictórica y a la que la crítica y el público, lamentablemente, infravaloraron. Ahora, tras pasar por el Festival de Toronto —donde ganó el premio Fipresci de la crítica— y San Sebastián —donde compitió por la Concha de Oro—, el director almeriense vuelve en 'El autor' a hablar de caníbales pero, esta vez, en sentido figurado. Los mismos caníbales —o vampiros— de los que hablaron Zulueta en 'Arrebato' (1979) o Kieslowski en 'El aficionado', curiosamente también de 1979, que en vez de dientes tienen su máquina de escribir o su cámara de cine como arma para fagocitar la realidad que los rodea y convertirla en 'arte'.

Álvaro (Javier Gutiérrez), protagonista de 'El autor', podría ser el primo lejano ibérico del Filip Mosz de Kieslowski, un tipo común con un trabajo común que un día encuentra en la creación —ya sea a través del cine, en el caso de Mosz, o de la literatura, en el caso de Álvaro— un motor hacia la autorrealización que, poco a poco, se convierte en una obsesión que acaba engullendo y transmutando su vida y la de los que lo rodean. Una reflexión sobre el proceso creativo que parte de la primera novela corta de Javier Cercas, 'El móvil', publicada allá por 1987 y en la que el escritor cacereño satirizó la lucha personal de un hombre por convertirse en escritor, en un juego de muñecas rusas que nació de su propio esfuerzo por convertirse en escritor.

Foto: El escritor Javier Cercas (Efe)

Álvaro es ese personaje que se rebela contra su propia grisura, ese trabajador mediocre con un empleo común y anodino cuya única vía de escape a un mundo en el que ser relevante es convertirse en escritor. Y además, en un gran escritor, de literatura de verdad. Para ello, sigue los pasos, con rigor de ecuación química, de cualquier panfleto del mesías literario sacacuartos de turno: acude a talleres literarios y sigue los consejos de los manuales con una meticulosidad hiperracionalista que lo encamina hacia el abismo del absurdo. Para más inri, su mujer (María León) es una escritora de 'bestsellers' reconocida, lo que hace que Álvaro sienta amplificada su mediocridad. Por eso, cuando su vida se va al garete, la escritura de su primera novela se torna ya no en una obsesión, en una necesidad vital.

placeholder Javier Gutiérrez protagoniza 'El autor', la última película de Manuel Martín Cuenca. (Filmax)
Javier Gutiérrez protagoniza 'El autor', la última película de Manuel Martín Cuenca. (Filmax)

Su interpretación, rigurosa hasta lo incoherente, de las consignas del profesor de taller literario (Antonio de la Torre en un papel bastante cómico), que lo tacha de impostado y le invita a que escriba sobre la realidad que lo rodea, hace que Álvaro empiece a manipular la realidad para crear, en una carambola, una ficción a su antojo. Una estrategia que lo convierte en un perverso demiurgo de su propia comunidad de vecinos. No dejes que la realidad te estropee una buena historia, que dicen.

'El autor' se mueve en ese difícil equilibrio en el que el protagonista tiene tanto de patán como de héroe

'El autor' se mueve en ese difícil equilibrio en el que el protagonista tiene tanto de patán como de héroe: el tesón admirable de una persona que lucha contra su propia condición para conseguir su mayor aspiración, incansable, con la épica quijotesca del combate contra los molinos con la tenacidad de los locos y los idealistas. Pero a ese equilibrio entre lo entrañable y lo patético, cualidades que suelen asociarse a la candidez, la película añade a su personaje principal una pátina de perversidad que empuja al espectador a un conflicto de empatía muy sugerente.

placeholder Gutiérrez, Antonio de la Torre y María León, en 'El autor'. (Filmax)
Gutiérrez, Antonio de la Torre y María León, en 'El autor'. (Filmax)

Porque 'El autor' es una metonimia en sí misma despojada de cualquier ornamento —salvo los momentos disonantes del 'mito de la caverna'— y sostenida casi en su totalidad en los hombros de un Javier Gutiérrez a quien ya nadie puede poner en cuestión como uno de los grandes talentos del cine español. Gutiérrez reviste de dignidad a un personaje fácilmente caricaturizable y que, a medida que avanza la trama, se embarca en un descenso hacia la inmoralidad sin llegar a perder ese punto —extrañamente admirable— de osadía. Gutiérrez brilla en esos momentos de soledad —genial esa escena en la que decide que para escribir un libro hay que tener "un par de cojones"— y en su relación con 'la portera' (Adelfa Calvo) —el plano cenital de ellos dos en la cama es de una decadencia bella y magnética—, pero se encuentra un poco desamparado cuando lo acompaña su mujer, una pareja en la que la química escasea, dentro y fuera de la pantalla.

placeholder Cartel de 'El autor'.
Cartel de 'El autor'.

Martín Cuenca ha demostrado a lo largo de su filmografía que es un narrador solvente y estético en su sobriedad; sin embargo, en 'El autor' no logra encontrar su tono —pasa de forma ortopédica del absurdo al costumbrismo y al 'thriller'— y adolece de una propuesta demasiado naturalista, en muchos momentos simplemente fea. Además, el director recurre a un epílogo innecesario y redundante que conduce al personaje hasta la demencia, que tira por tierra el frágil equilibrio de empatía-aversión que consigue mantener hasta entonces. Una película que, aunque atractiva en la reflexión que propone, no le hace justicia a uno de los directores más interesantes —y subestimados— del cine español contemporáneo.

Foto: Wonder Woman, Batman y Flash, en una imagen de 'La liga de la justicia'. (Warner)
Foto: Un fotograma de 'Jupiter's Moon'.

En 2013, Manuel Martín Cuenca estrenó 'Caníbal', una película sobre un ídem, tremendamente pictórica y a la que la crítica y el público, lamentablemente, infravaloraron. Ahora, tras pasar por el Festival de Toronto —donde ganó el premio Fipresci de la crítica— y San Sebastián —donde compitió por la Concha de Oro—, el director almeriense vuelve en 'El autor' a hablar de caníbales pero, esta vez, en sentido figurado. Los mismos caníbales —o vampiros— de los que hablaron Zulueta en 'Arrebato' (1979) o Kieslowski en 'El aficionado', curiosamente también de 1979, que en vez de dientes tienen su máquina de escribir o su cámara de cine como arma para fagocitar la realidad que los rodea y convertirla en 'arte'.

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